
XXXVIII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Podía ser un momento eterno o durar un instante. No importaba, era maravilloso así tal cual.
Lauren no sabía que se podía querer románticamente a una persona de una manera tan intensa como lo sentía. Y no sabía si pensaba eso porque simplemente era la primera vez que se enamoraba.
Posiblemente negárselo diciendo que era un amor platónico para proteger sus sentimientos, esos que no conocía y por eso los ocultaba, había desencadenado que todo explote en algún momento.
No sabía que le esperaba, no sabía si ese futuro en el que tenía esperanza sería bueno o malo. Ni siquiera estaba segura de qué esperaba.
Pero sí estaba segura de que confiaba en él. Depare lo que depare el destino.
Lauren nunca había besado a nadie, estar haciéndolo confundía a su cuerpo. Más aún porque siempre había tenido problemas siendo cercana físicamente con cualquiera, pero en esos momentos su cercanía no la molestaba.
Jamás había vivido un amor, y vivirlo ahora se sentía intenso.
El beso del joven no dejó de ser delicado. Sus labios eran muy suaves, delgados, bonitos.
Aquel segundo beso no había dejado de ser suave, de ser lento. Pero la firmeza del joven hacía que el contacto se profundice. Y a Lauren eso no le molestaba en lo absoluto. Sentía que le quemaba el rostro, pero no importaba, aquello era perfecto.
Separaron su rostros, cuando la agitación lo obligó, con el príncipe tirando a penas de su labio sin intención de hacerlo. Pero aquello había acelerado el corazón de Lauren hasta un punto donde podía escucharlo en sus oídos.
A él le había entregado su primer beso. Era él su primer amor, quería que fuera el único. Porque no creía nunca llegar a enamorarse de alguien más.
Sus rostros quedaron cerca por un buen tiempo, antes de que el joven retire la mano del rostro de Lauren lentamente.
Y ahora ¿Qué se hacía después de un beso? Lauren seguía sumamente abrumada y nerviosa.
Thomas decidió hablar entonces—¿Estuvo bien? —Preguntó con la voz algo temblorosa. —¿Te sentiste cómoda?—Susurró.
Lauren asintió aún no podía hablar expresamente. Y no quería tartamudear. —Gracias. —Decidió decir cuando se sintió lista.
El joven no pudo evitar reírse.—A tí.—le dijo.
Hubo silencio entre ambos, y habrán sido los nervios permanentes por la situación, o cualquier cosa. Pero no reírse ambos después fue inevitable.
Lauren se tapó la boca al instante. Encima de que no se reía casi, odiaba el sonido cuando lo hacía. Además en esas circunstancias tenía que hacer el menor ruido posible.
No supo como hizo el príncipe para hacer de su risa silenciosa, pero el mismo también tapó su boca en un momento. No podían arriesgarse a hacer mucho ruido.
De todas formas la risa después de eso fue inevitable.
Ambos seguían procesando aquel evento, los nervios seguían presentes. Y claramente una gran felicidad, una especie de libertad, aunque sea momentánea, invadía completamente a ambos.
Lauren estaba feliz. Sea como sea la circunstancia. Tenga el riesgo que tenga esa situación. Estaba totalmente ilusionada. En una nube en la que aquel beso la había dejado.
[•••]
Al estabilizarse de nuevo ambos. Pudieron tomarse el tiempo de mirarse a los ojos con más detenimiento. En esa luz de luna, en ese gran y hermoso balcón.
La oscuridad seguía presente, eso no le quitaba la intensidad a nadie.
Lauren sentía que tenía la mayor bendición del mundo, al conocer a persona tan maravillosa como él. Alguien tan especial, con un interior tan bonito.
No sabía que exactamente hizo que se enamore de él, porque razones habían varias. Su forma de hablar, su carácter, su humor, su valentía, su sinceridad, su amabilidad, su honestidad, su sonrisa, la forma en la expresaba, la manera en la que no se rendía, que se mantenía en sus decisiones, su gran dulzura, esa timidez y vergüenza que lo caracterizaba a veces, su lado romántico. Todo.
Lauren posiblemente no veía muchas de las cualidades positivas en sí misma, como cualquiera, siempre es difícil reconocer lo bueno en nosotros mismos.
Pero también habían muchas razones por las que él se había enamorado de ella. Lauren tenía un carácter muy fuerte, pero así mismo era una persona muy suave y muy dulce. Le importaban mucho los demás, era muy inteligente, muy racional, muy introspectiva. Posiblemente esa característica sobre ella con el contacto físico la hacía difícil de entender. Pero la forma en la que estaba dispuesta a dejar sus incomodidades de lado por la gente que quería era admirable. Más aún considerando lo difícil para ella que era entender sentimientos complicados, porque algo en ella solo había descifrado los simples.
—Te quiero. —Susurró el joven.
—Yo a tí —susurró Lauren de vuelta.
Ambos se merecían al otro, estaban dispuestos a dar cosas por el otro. A darlo todo si era posible.
Eran un amor bonito, genuino y sincero. Merecían estar juntos. Lo intentarían, incluso si todo terminaba mal.
Porque lo que Thomas dijo tenía razón. Esperar a otra vida para poder amarse podía convertirse en un castigo eterno para sus dos almas en lo que dure la eternidad. Querían amarse en esta, lo tenían que intentar.
[•••]
Thomas se removió en su sitio cuando una ventisca les desordeno el cabello a ambos, y se abrazo a sí mismo disimuladamente.
Tenía frío claramente, Lauren lo notó, a comparación de ella estaba menos abrigado, con solo una camisa blanca y su chaleco de tela ceñido en la parte del torso.
Lauren sacó la llave de su habitación del bolsillo de su suéter, teniéndola en la mano mientras se quitaba el suéter y se lo tendía al príncipe.
El mismo se confundió y negó, diciendo que se aguantaba. Que Lauren debía tener más frío que él.
[•••]
Lauren negó. —Tome, abríguese. Yo le aseguro que tengo menos frío, tengo bastante ropa dentro, incluso al cambiarme lo hice encima de la ropa de dormir. —Insistió.
—Pero no me va a quedar. —Le volvió a responder el príncipe de manera graciosa.
—Sí lo hará, usted es muy delgado. Tal vez quede algo corto en los brazos, pero claramente sí cerrará. Tiene botones, pero yo siempre lo he usado abierto. —Intentó convencer.
Pareció funcionar un poco. —Pero es tu ropa. —Dijo el joven algo apenado aun abrazándose disimuladamente.
—Abrígate. —Insistió Lauren por última vez. Volviendo a tutearlo por si así funcionaba.
El joven con una risa por fin acepto el suéter. Algo tímido al respecto también.
—Pero tu llave. —Dijo otra vez como arrepintiendose. Le daba algo de pena, Lauren no tenía muchas cosas, y no quería que ella sienta mucho frío tampoco.
—Solo póntelo. —Le dijo Lauren casi con poca paciencia.
Thomas rio. Mientras procedía a ponerse el suéter por fin. Ya sin remedio.
Lauren aprovechó para meter su dedo en el hueco de la cabeza llave, a manera de guardarla de manera más fácil que sostenerla en toda la mano.
Al levantar la vista, el joven ya tenía puesto el suéter, y era obvio que le quedaba, solo que los brazos y el torso quedaban claramente cortos, pero de que cerraba perfectamente, lo hacía.
Lauren casi como en un instinto maternal se inclino hacia adelante para ayudarlo a terminar de abotonar el suéter para cerrarlo.
El joven claramente se avergonzó con el gesto. Más cuando sus manos rozaron con las de Lauren en ese trayecto.
Y no entendía como se había puesto tan nervioso con eso, si minutos antes se habían besado.
[•••]
—¿Qué tal se me ve?—decidió bromear el joven para disimular.
Lauren abotonando el último botón. Volvió a retroceder.
—Bastante bien, algo gracioso. Pero bien. Cierra muy bien—dijo.
El joven se miró, el largo del torso también quedaba corto igual que los brazos. Pero quedaba bien dentro de todo. Estaba más abrigado.
—Me agrada—dijo el joven con una sonrisa.
—¿Es algo al menos?—preguntó Lauren, refiriéndose claramente al calor del suéter.
Thomas asintió— Sí, muchas gracias—dijo dulcemente.
—No hay de qué.—respondió Lauren de la misma manera.
[•••]
Hubo silencio unos segundos. Hasta que el joven decidió hablar de nuevo, para que las cosas corran naturalmente, no dejar morir la conversación.
—¿Te puedo preguntar algo que no tiene que ver?—dijo.
Lauren asintió.
—¿Cuál es tu recuerdo más bonito?
—No lo sé. —Respondió Lauren sinceramente.—Pero posiblemente cualquier cosa que involucre a mis padres.
—¿Los extrañas aún?—Preguntó el joven suave y cuidadosamente.
—Cada día—Respondió Lauren.—Pero sucedió lo que sucedió, lamentablemente. Gracias a ellos sobreviví y en algún momento me los volveré a encontrar, con suerte cuando mi vida acabe de forma natural, con la edad.
El joven hizo una mueca con algo de pena unos segundos. Aun así quería preguntar algo más. —¿Y no te gustaría tener hijos?
Lauren se sorprendió un poco con la nueva pregunta—Pero que atrevido—bromeó.
Al joven se le olvidó la seriedad anterior y se rió.—No me malentiendas, solo se me ocurrió. No estoy insinuando nada. Lo lamento.
—Que atrevido en verdad—Lauren lo siguió molestando, este empujó su hombro amistosamente, haciendo que Lauren tenga ganas de reírse. —Pero respondiendo de todas formas, creo que sí me gustaría. En algún momento, en algún futuro. Tener una familia, sería lindo. Aunque no sé qué tal sería como mamá.
—Creo que cuando llegue el tiempo, llegará. —Decidió decir el joven—Sigue siendo decisión tuya. Porque es tu cuerpo. —Aclaró. —Para terminar de justificarme, preguntaba por ese asunto de tus padres. Tener una familia propia podía aliviar algunas penas. No quería presionar nada, ni mucho menos ofender —Decidió aclarar.
—Lo sé, yo estaba jugando. —Continuó Lauren.
Ambos rieron al final de aquello, lo más bajo posible. Para no hacer mucho ruido.
[•••]
Lo que hablaron después no fue extraordinario. Se contaron anécdotas o recuerdos de cuando eran más pequeños.
Recuerdos de cuando Lauren vivía en Doncaster con sus padres. Le contó la misma anécdota del gato de la vecina que tenían allá que le contó a Frizzy, y al joven le agradó mucho la historia también.
Contó que en Doncaster no salía a jugar con los demás niños. Que no le agradaba porque no quería tocar a nadie ni que la toquen tampoco. Que solo se lo permitía a sus padres, porque lo eran, por los amaba y lo seguía haciendo. Contó que también comparando con como era de niña, había evolucionado en ese aspecto de gran manera, porque antes ni si quiera toleraba que algún conocido toque su cabeza.
Que su madre era muy amorosa, muy inteligente. Que ella la educó todo el tiempo porque por como era Lauren llevarla a la escuela podía causarle algún ataque de pánico. Que sabían que algo pasaba con Lauren y ese rechazo que tenia a tocar y que otra gente la toque, que prefirieron protegerla de su disgusto, no forzarla. Por eso se educó en casa.
Thomas tenía una situación familiar diferente. Porque a pesar de que sus padres siempre estuvieron presentes, no lo estuvieron de la forma que un niño habría necesitado. Pero lo entendía completamente, su padre era el Rey, su trabajo primaba de manera increíble sobre todo lo demás, más aún por su responsabilidad.
Su madre era un asunto diferente. Durante su adolescencia las cosas se hicieron peores. Pero eso no era un buen tema del que hablar.
El joven sí hablo de su hermana, de que de pequeños se robaban las tartaletas de durazno de la cocina. Que siempre jugaron juntos, que se cuidaban mucho.
Que se alejaron un poco cuando su madre empezó a obsesionarse con la apariencia de Ava. Pero que él siempre estaba con ella, era su hermana y la amaba.
Contó también que él no había sido un niño muy activo tampoco. Que estaba totalmente encasillado estudiando, preparándose. El era el próximo Rey, quiera serlo o no, o en esta circunstancia termine siéndolo o no.
Que pensaban que se había vuelto rebelde desde que conoció a Dylan. Porque desde ahí empezó a hacer más cosas, a sentirse un poco más libre. Pero el solamente había encontrado al fin un amigo.
Le agradeció a Lauren por hacer lo mismo con su hermana, porque ella y Frizzy hayan ofrecido su amistad. A veces su hermana estaba más sola que el, y le dolía. Su hermana no tenia muchas amigas, su madre misma se lo impedía, no quería distracciones para ella.
Ava ya le había contado a Thomas que era amiga de Lauren y Frizzy. Que a pesar de que no se vean se sentía mejor, y era algo que Thomas agradecía mucho.
Lauren comentó que no tenía que agradecer por eso, que todos merecían un amigo o alguien en quien confiar. Que incluso para ella misma encontrar a Frizzy había sido una gran bendición, aunque en realidad fue Frizzy quien la encontró a ella, y se volvió muy especial. La quería mucho, también se quedaría con ella siempre si podía, era su gran amiga.
Salió de broma, o tal vez no tanto la idea de que si todo estaba mal poder huir todos de ahí, Frizzy, Ava, Thomas y ellos dos. Podían hacerlo si lo deseaban, si las cosas se ponían terribles no tenía sentido que ellos también estén ahí. Sería hasta peligroso.
Podían irse, aun todos eran jóvenes. Pero se esperaba que nada malo suceda. Llegar hasta ese punto también daba miedo. Pero hasta para esos escenarios deberían pensar algo.
Si todo terminaba en paz, igual terminarían yéndose, no tendría sentido que Lauren siga ahí, porque era posible que el joven renuncie a su puesto. Claramente lo que se venía sería un escándalo, en el tiempo que llegue y lo que demore.
Si las cosas terminaban bien, tanto peligro no tendrían. Pero si terminaba mal, se irían a la fuerza.
Pero Lauren lo haría, estaba dispuesta a ese riesgo. Tal vez cegada, o abrumada por un amor, por esa noche, por ese beso. Si Frizzy y los demás estaban de acuerdo, podían irse también, no creía que si las cosas salían mal valga la pena para ellos quedarse ahí también.
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