Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXVII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Al notar el silencio del príncipe debido a su vergüenza Lauren decidió volver a hablar.

     —Nunca me habían dedicado palabras tan bellas. —Dijo. —Gracias.

     —No hay por qué. —Dijo el joven recuperando su voz. —Es un gran alivio saber que al menos pudiste saber lo que hubiera dicho, si este encuentro hubiera salido como se planeó a un inicio.

    Hubo un silencio tenso entre ambos.

[•••]

     —¿En verdad no habías gustado de alguien antes?—Preguntó de repente el joven bastante curioso por ese tema desviando las cosas un poco, tal vez por los nervios o tensión de la situación.

      Lauren negó respondiendo a sus dudas.

      —Vaya. —Dijo el príncipe nuevamente avergonzado.

      —No se eche tantas flores por eso tampoco. —Bromeó Lauren. Para aliviar la situación y escudar su propio nerviosismo por la tensión que creó y seguía creando el momento.

     El joven rio entonces. Sin poder evitarlo.

    —¿Qué hay de usted, de ti? —Dijo corrigiéndose otra vez, hasta que pueda acostumbrarse más o menos.

     El joven pareció recordar varias cosas. —Yo sí. —Confesó. —Pero solo recuerdo una vez. —Dijo, Lauren le prestó atención. Quería escuchar esa historia, no le incomodaba en absoluto. -Era la hija de la primera costurera que tuvimos, la que le hizo el vestido de primera comunión a mi hermana. Yo tenía 13, mi hermana 11. Creo que la chica tenía unos 15, porque era un par de años mayor. Ya no recuerdo por qué me gustaba, solo recuerdo que lo hacía. Pero me daba tanta vergüenza que nunca le hablé, se llamaba Fatmeh, no sabía que se sentía y por eso me asustaba cuando la veía, era la primera vez que me gustaba alguien. —Dijo. —Después supongo que con el pasar de los años, he sentido solo atracción hacia un par de personas. Pero no precisamente un gusto en sí, como ya había vivido.

     —¿Supiste algo de ella después? —Preguntó Lauren con algo de dificultad en la primera palabra. Pero lo suficientemente interesada en aquella historia.

     —Su padre se las llevó a Italia, porque encontró un mejor trabajo. No la volví a ver nunca. Trece años y mi corazón se rompió por primera vez, ni siquiera me despedí. Porque como te dije, tenía pánico de hablarle.

     Esa historia a Lauren le pareció divertida. Se la imaginaba, y entendía aquel pánico del príncipe cuando niño. —Me parece tan lindo que usted haya tenido la oportunidad de vivir ese sentimiento antes. —Dijo haciendo silencio unos segundos. —Debe haber sido lindo para usted.

     —Lo fue, pero como te digo. Se me rompió el corazón al final. Pero solo tenía 13, era un niño muy tímido. Muy nervioso. Recuerdo que durante el año pasado, ya sabes todo ese tema, supimos eso sobre el muchacho que te molestaba. —Dijo como recordando algo.

     —Alex. —Confirmó Lauren. El príncipe asintió.

     —Perdóname que traiga el tema, no te quiero molestar. Pero creo que nunca dije que conozco a su padre. Ya sabes, es porque si no me equivoco es profesor de matemática. —Dijo dudando un poco. Pero no se equivocaba. —Uní los temas tarde, pero cuando me di cuenta que su hijo era parte de toda la historia, me sentí mal porque de alguna forma su padre me daba pena.

     —Supongo que le dio vergüenza, al final lo mandó a Irlanda. Pero tuvo que pasar algo así, sino no sé hasta qué punto hubiera llegado. Siempre pretendía que mi desprecio por Alex era mayor que mi miedo. Pero no era muy cierto, sí le tenía miedo. —Confesó Lauren entonces. Era verdad, sí lo odiaba, pero eso ocultaba también que le temía de cierto modo. La había acosado varias veces, y cuando todo estalló la había abofeteado y todo.

      —Ah perdóname en verdad no sé si por qué traje el tema. Lo lamento, ojalá nos hubiéramos reencontrado antes, mucho antes. Así tal vez no hubiera pasado nada malo de lo que te pasó.

     —No pasa nada. No es momento de hablar cosas malas. —Dijo Lauren sacudiendo un poco la cabeza.

     —Estoy de acuerdo. —Suspiró de repente el príncipe Sacudiendo la cabeza también. —Perdóname de nuevo. —Suspiró. —Dime ¿De qué quieres que hablemos entonces?

[•••]

    Lauren se puso a pensar. — Honestamente me gusta más escuchar, usted lo sabe. Pero si proponer un tema se trata, hablar de lo de antes, me pone muy nerviosa, y también me da algo de vergüenza. Por eso creo que lo hemos desviado. —Confesó con sinceridad.

    —A mi no me pone nervioso. —Dijo el príncipe en broma y con una sonrisa juguetona.

    Lauren quedó sin que responder por varios segundos. Haciendo reír al muchacho. —Bueno entonces a mi sí. —Decidió responder sin otra opción.

     —Ahora, ya sin desviar el tema. Sabes, eres una persona romántica cuando te dejas llevar, te lo menciono por si no te das cuenta. —Dijo el príncipe. Comentando aquello a propósito.

     —Espero que eso sea un halago. —Dijo la sirvienta siguiendo la broma.

      —Lo es. Yo lo soy también. Pero creo que todo el tiempo. —Dijo burlándose de si mismo.

      —Es agradable. —Contestó la muchacha con algo de timidez. —Y no lo digo solo porque nunca nadie lo había sido conmigo. —Aclaró.

     Una gran tensión se formó entre ambos de nuevo. Esa que habían estado evadiendo, porque se sentía muy intensa.

     Todo lo que se habían dicho, todo lo que habían confesado, la manera en la que habían abierto sus corazones sin importar el gran peligro que solo estar en ese balcón a esa hora significaba.

     El plan del príncipe, lo que había contado que había pasado para llegar a ese punto, para planear lo que quería hacer. La entrega que tenía con sus ideales. Todo lo que se habían dicho, lo dispuestos que estaban a hacer todo por el otro. Como para no repetir ninguna historia se estaban yendo probablemente a una decisión a la que ni quisieran llegar. Pero que estaban dispuestos a hacer también.

     Eran sentimientos puros y desinteresados, un amor sincero. Cuando se es joven y se está enamorado, muy bien se puede estar cegado. Y posiblemente ambos podían estarlo.

     Pero posiblemente ante la historia de su padre, Thomas era mil veces más terco, más obstinado más idealista, y menos realista. Y eso podía llevar bien las cosas o llevarlas mal.

     En cualquier caso, no se iba a rendir.

     Por otra parte Lauren tendia a ser más realista y más racional. Y eso no significaba que siempre se vaya a echar para atrás. Porque ahora no lo haría, su cerebro había accedido a cualquier cosa, a esperar. El tiempo que fuera necesario y a escapar sin mirar atrás si algo salía mal.

     Posiblemente por su forma de ser pensaría más cosas, y empezaría a dejar más planes secundarios listos. Más cosas que cuidar, cosas que no decir y decisiones que tomar.

[•••]

     Aún así, en esos precisos instantes negar que la tensión de esos precisos momentos no ocultaba un deseo, sería ilógico. Que los escenarios y conversaciones había cambiado varias veces, pero que volvía ahí, a esa intensidad.

     Más aun por lo sensibles que estaban sus corazones. Por todo lo que querían, por el final que el príncipe quería buscar, y que Lauren estaba dispuesta a ayudarlo a cumplir.

     Pero la pregunta era si debería pasar, porque eso se agregaba a las miles de cosas que estaban prohibidas. Aunque claro, ya habían roto varias ¿Que sería una más?

     No era algo propio. Ni bien visto. Más aún porque no eran nada oficial. Seguían siendo un príncipe, y una sirvienta.

     Pero nadie los estaba viendo. Estaban solos. ¿Podrían a caso? ¿Lauren estaría de acuerdo? ¿Thomas querría hacerlo?

     Era un deseo de cercanía más fuerte, algo que no se podía conformar con un abrazo. Algo que Lauren nunca había experimentado ni mucho menos deseado. Pero que no podía evitar pensar en aquel tenso silencio que se había formado.

     Jamás había besado a nadie. Siempre le había parecido un tipo de contacto repulsivo. Hasta que se trataba de él.

     Él también lo deseaba. Pero lo último que quería era hacer algo que arruine el trayecto de las cosas de esa noche. Ya era el cumpleaños de Lauren oficialmente, quería hacer todo bien. Y sus propios deseos no deberían hacerla sentir incómoda, no le faltaría el respeto, porque era lo que como ser humano debía hacer con otros, y porque ella jamás haría algo que lo incomode a él.

[•••]

     Debería preguntar entonces. No quería ofenderla. Ni hacer nada sin su consentimiento, y se preguntaba si es que ella tenía el mismo deseo.

     —Lauren. —Dijo rompiendo aquel eterno silencio. Con la voz más temblorosa posible a pesar de salir en un susurro.

     La muchacha levantó la cabeza para escucharlo. El ambiente era perfecto, la situación lo ameritaba tal vez. Pero los tiempos no parecían ser los mejores, y esa tentación hacía todo más fuerte.

     —Em. —Dijo el príncipe de repente quedándose en blanco unos segundos. —No deseo ofenderte, y sobretodo no quiero arruinar estas primeras horas de tu cumpleaños, después de todo lo que te he dicho, de lo sensible de lo que hemos hablado. Sé que te incomoda que te toquen y tocar a cualquiera y en verdad ha sido una sorpresa para mi el contacto que has decidido tener conmigo, sea la suficiente voluntad, o ganas. Y te lo agradezco mucho. Ha sido muy grato para mi y espero haberlo hecho grato para ti. —Suspiró empezando a darse cuenta que estaba hablando más por los nervios. -No sé como elaborar en palabras lo que siento, ahora mismo. No sé si quiera como pedirte permiso o dejar de darle vueltas a esto. Pero yo quisiera. —Dijo pero se vio interrumpido.

     —Sí puedes besarme. —Se adelantó Lauren. —Si eso es lo que estabas pensando pedir, claro. —Dijo trastabillando en sus palabras al darse cuenta que habló antes de pensar por los nervios.

     El príncipe asintió pasando una temblorosa mano por su cabello. Y aclaró su garganta.

     Ninguno supo que hacer ni como comenzar. Al estar técnicamente frente al otro, todo era más tenso.

     Thomas se inclinó lo suficiente para quedar cerca y poder llevar una tímida mano a un costado del rostro de Lauren aprovechando para retirar el corto cabello de la cara de la muchacha.

     Nuevamente a Lauren le sorprendió no sentirse incomoda. Pero es que también deseaba aquello tanto, que no saber nada de esos temas no le importaba en lo absoluto. Notaba al príncipe muy nervioso, y ella también lo estaba.

     Fue ella entonces quien en un ataque de sentimiento también aproximó el contacto inclinándose también, pero no lo suficiente valiente como para cerrar el espacio entre ambos de una vez. Haciendo que sus respiraciones choquen, que sus narices rocen. Que por un momento esas mismas respiraciones se olviden de como funcionar. Pero Lauren estaba muy nerviosa, ansiosa. Con todo queriendo salirse de su pecho.

     —Usted me está llevando por tentaciones que yo no conocía antes. —Susurró casi en los labios del príncipe. Lo dijo sinceramente. Con algo parecido a un suspiro.

     El joven sonrió de manera divertida sin siquiera retroceder o separarse aquello le había provocado una sensación que recorría todo su cuerpo de manera increíble, como un hormigueo en cada fibra suya. -Ya te había dicho varias veces que sería tu mala influencia.-Susurró de vuelta.

     Fue cuando el príncipe cerró cualquier brecha existente al fin. De manera suave, delicada. Sin presionarla a corresponder de manera inmediata. Entendía los problemas de Lauren con el contacto físico. No quería arruinar nada para ella.

     Lauren cerró los ojos, sintiendo su parpados temblar un poco. No sabía muy bien cómo desenvolverse o como dejarse llevar. Pero así de simple como estaba siendo el contacto hasta el momento, superaba totalmente cualquier expectativa, y era desde ya su sueño completo.

     Pero siempre por alguna razón lo necesitaba más cerca. Pero sabía que ella tenía que dar eso a entender. Decidió relajar la gran tensión que su cuerpo experimentaba por los nervios, pudo entreabrir sus labios un poco, pegarse más a él, corresponder a su beso, como ella sentía que se hacían esas cosas, y felizmente no se equivocaba.

     Sintió que la mano del príncipe acarició la mejilla de Lauren con una firmeza nueva. Que había entendido aquella señal.

     Aquel beso empezó a fluir de repente. Lauren espero no estar siendo torpe o precipitada. Pero aquel contacto del príncipe la abrumaba, en todos los buenos sentidos posibles.

    Sentir sus labios moverse de manera tan lenta, tan suave, las caricias de su mano en su rostro, le podía quitar hasta pensar con claridad.

     Era más de lo que imaginaba, lo que más deseaba, un momento perfecto, que quitaba cualquier cosa que esté mal, cualquier cosa que pueda resultar triste.

     En un momento y no por una falta de aire precisamente el príncipe se alejo. Pero claramente su cuerpo no le permitió hacerlo mucho, su rostro seguía cerca. Su mano seguía en el rostro de Lauren. —No quiero incomodarte más de la cuenta.

     —Hazlo de nuevo. —Dijo Lauren respirando aún nerviosa casi interrumpiéndolo. No estaba incómoda, no quería que se hubiera alejado tan pronto. No lo entendía, pero necesitaba aquello, por unos segundos más. Aunque sea por un instante.

     —¿Estas segura? —Preguntó el príncipe confundido, y aún sin poder creer si había escuchado bien. Tal vez las emociones de su cabeza le estaban haciendo escuchar otras cosas.

     —Sí, por favor. —Dijo la muchacha sin ser consciente del escalofrío que causó en el joven con solo esas palabras.

     Y Thomas estaba totalmente a sus órdenes. Hizo lo que le dijo sin dudarlo y en un segundo, sin dejar su delicadeza, lentitud ni suavidad de lado, pero sorprendiendo con una intensidad diferente, más romántica, de la cual Lauren no se quejó. Thomas estaba a los pies de Lauren y haría lo que ella le pidiese.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro