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XXXIX

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Más pronto de lo que desearon. Supieron que habían de irse. Lauren tenía que estar lista desde muy temprano y las horas en aquel balcón habían pasado rápidamente.

    Se levantaron en silencio de aquel balcón. Thomas ayudo a Lauren pararse por el mismo hecho de que la misma traía vestido puesto, y claramente su falda no se podía levantar.

    Tenían que regresar.

[•••]

    El joven volvió a abrir la puerta para poder entrar a aquella zona en la que estaban antes de salir al balcón, habitación donde como había contado el príncipe se preparaban muchas cosas.

    Entraron a ese lugar, totalmente oscuro.  Donde la memoria del príncipe recogió la vela y su plataforma de donde la había dejado, y la volvió a prender para brindar al menos una mínima iluminación para que puedan salir de ahí.

    Hecho eso, ambos cruzaron toda esa habitación en silencio, para salir hacia la otra puerta, la que daba a esas escaleras en espiral, que en esa ocasión les tocaba bajar.

    El joven al hacerlo volvió a abrir y cerrar la puerta detrás de ambos cuando pasaron.

    Sin necesidad de hablar el joven le entregó la vela a Lauren para que ella baje primero de manera más segura mientras él la seguía.

    Lauren lo hizo, levantando la falda de su vestido para no pisarlo al bajar y asegurándose que el príncipe siempre esté cerca detrás de ella.

    Siguieron en silencio, con pasos suaves. Ya lo estaban logrando y no se podían arriesgar a que por alguna circunstancia o muy mala suerte alguien esté rondando por esas horas y que el mínimo sonido los pueda delatar.

    Ya habían pasado varias horas, pasaban las 4 de la mañana, y a pesar de que todo seguía totalmente oscuro. La hora en la que los sirvientes despertaban se estaba acercando.

    Se aseguraron de permanecer en silencio, Lauren lo esperó unos segundos cuando ella ya había terminado de bajar, para poder caminar el resto del tramo juntos.

[•••]

    El plan del príncipe era acompañar a Lauren hasta la torre para asegurarse de que la muchacha entre, y de que todo esté bien. Y aunque Lauren le dijo que no era necesario el joven se ofreció a hacerlo de todas formas. Por precaución.

    Y así lo hizo.

    Acompañandose de la luz de la vela, protegiendo la llama de la misma para que no se apague en ningún momento. Porque el joven al parecer ya no tenía más fósforos.

    Caminaron todo aquel trayecto de vuelta hasta la torre Sur, y cuando necesariamente tuvieron que salir a una parte libre para poder llegar. No se pudo evitar que la ventisca no apague la vela.

    Thomas dijo que no importaba, ya se las arreglaría el solo. Se podía orientar en el castillo. Solo había traído dos fósforos, pero no pasaba nada. Todo podía tener una solución.

    El camino fue largo, y hasta llegar a la torre la historia de Lauren se confirmó cuando la puerta estaba cerrada, y la ventana por la que había salido Lauren seguía abierta.

    Tenía que entrar por el mismo lugar, esta vez, teniendo que ver una forma de cerrarla cuando lo haga. Para que en la mañana todo esté como lo habían dejado.

    Thomas se ofreció a ayudar entonces, como podía. El cerraría la ventana cuando Lauren entre. Era más alto, saltando lograría cerrarla.

    Así mismo se ofreció a ayudar a Lauren a entrar, podría levantarla para que pueda pasar sentada, de manera más segura, para que no se haga daño.

    Lauren aceptó, no quisiera caerse de nuevo, la ayuda del joven podía ser de gran ayuda y prevención para ese tipo de accidente. La idea de que vaya a cargarla tampoco le molestaba, la estaría ayudando solamente, y se trataba de él.

    El joven aún tenía puesto el suéter de Lauren. Y decidió quitárselo después de dejar la vela y su plataforma en el suelo cerca de la puerta de la torre para recogerla después.

    Se lo tendió, y después de que Lauren haya querido decir que no, aún bastante preocupada porque el joven sienta frío. Pero el muchacho le dijo que no se preocupe por él que ya se había abrigado unos minutos y que de todas formas iba a regresar al castillo e irse a dormir de una vez para abrigarse y demás.

    Lauren aceptó más tranquila volviendo a colocarse el suéter de repente, solo que sin cerrarlo para luego poner la llave que había estado llevando en su mano nuevamente en el bolsillo del suéter.

[•••]

    En eso ambos se acercaron a la ventana entonces, con el joven calculando la distancia que había hasta arriba, preguntándose como a pesar de ese primer piso Lauren había tenido la suficiente fuerza en los brazos para saltar alto e impulsarse para salir de la ventana.

    Eso lo motivó más aún a ayudarla a entrar esa vez. Era lo mínimo que podía hacer.

    En ese sentido ambos se alinearon con a ventana abierta desde abajo. Con Lauren dándole la espalda a la pared.

    Las manos del príncipe se ciñieron en la cintura de la muchacha de manera firme para poder elevarla. Y con fuerza la cargó hacia arriba.

    Lauren también lo ayudo impulsandose en los hombros del joven.

    Fue difícil conseguirlo, pero no imposible. La ventana era pequeña, ese era el problema. 

    A pesar de su delgada contextura el joven era muy fuerte. Y con el impulso que otorgó Lauren, pudo llegar a la ventana precisamente de una forma que le permita entrar sentada.

    De todas formas estaba algo doblada por el tamaño de la ventana, y tenía que pasar su pierna al otro lado, porque estaba sentada sí, pero seguía de espaldas.

    Lauren lo logró de todas formas, estando en una pose muy incómoda ahora de costado. Que logró arreglar cuando pudo pasar la otra pierna haciendo que por fin pueda quedar sentada para el otro lado, y solo tenga que saltar.

    Aquel impulso del príncipe había servido en sobremanera, porque sola no hubiera podido y posiblemente se hubiera hecho daño.

    El joven seguía abajo, asegurándose de que todo esté bien. Pero aún así parecía  algo preocupado, y se entendía, al despedirse en esos momentos todavía corrían el riesgo de que algo salga mal.

    Pero no podían irse sin despedirse así solamente. Además el joven parecía querer decir algo que no había tenido el valor o el tiempo de decir antes.

    Lauren giró la cabeza, dispuesta a despedirse de la manera más amable posible al menos agitando su mano. Pero el joven quiso susurrar algo. Y ella le prestó atención.

    —La vez que te reconocí en el baile no te lo dije. —Dijo refiriéndose a aquel reencuentro del año pasado, el inicio de todo. —No lo dije antes tampoco, pero cuando por primera vez te vi en la biblioteca y hablé contigo. Sin tú si quiera saber quien era, y sin total intención, porque literalmente solo hablamos de libros. Salvaste mi vida—confesó. —Ese día huir unos segundos de aquí no era mi verdadera intención.

    A Lauren se le fue la respiración cuando entendió aquella declaración. Y por varios segundos no lo pudo creer. Y le dolía mucho que en algún momento aquel joven que tanto quería haya sufrido tanto en algún momento, que haya querido atentar contra su vida, y su voluntad por vivir haya desaparecido en algún momento.

    —Ese día el solo hablar con alguien. De cualquier cosa, de un libro. Pudo traerme de nuevo a la tierra. Salvar mi vida, con algo tan simple como preguntar por qué me escondía. —Siguió diciendo en aquel susurró. Claramente era algo que le costaba mucho decir, por algo no lo había mencionado antes. —Por eso jamás me olvidé de ti, y ese hecho lo atesore como nunca.

    Lauren entonces, soportando unas ganas de llorar repentinas ante aquella declaración. Hizo su mejor intento por brindarle la sonrisa más calida posible al joven. —Le agradezco a Dios por permitir que eso pase. Porque haya podido abrir los ojos, con algo tan simple como lo dice. Gracias por compartir eso conmigo, es algo muy difícil y algo oscuro en su vida. Y es usted muy valiente. Eres muy valiente—dijo para eso olvidando que estaba en una ventana que las poses eran incómodas, el frío y cualquier cosa. —Y habrá sido por algo, porque fuiste tu quien salvo mi vida después.

    El joven seguía sensible ante ese tema, y aunque haya sido a última hora se había atrevido a confesar algo muy duro para él, algo que no había confesado antes, algo que solo lo sabía él, algo que no había contado a detalle aún, pero que se entendía de todas formas, algo que había enmascarado. Que había guardado. Por fin lo había dicho, y en gran parte se había liberado.

    —Quiero que sepas que vales la pena, que siempre lo hiciste. —Continuó Lauren. —Ya en otro momento hablaremos más a fondo solo si tú lo quieres. —Susurró. —Pero eres suficiente, siempre lo fuiste. Te lo prometo, y siempre como más que un príncipe, más que por tu cargo. Fuiste, eres y serás suficiente por quién eres, por como eres.

    Hace bastante tiempo habían hablado de estar en los ojos de la persona correcta. Que en esos el joven dejaría de ser un príncipe, que sería Thomas, con todo ese valor como ser humano que le correspondía. Y Lauren era esa persona correcta.

    Un tema muy sensible se había abierto, uno que dejaba en claro por qué en verdad algo los había encontrado, por que merecían estar juntos. Por qué lo habían a intentar.

    Thomas asintió con las palabras de Lauren y le pidió perdón por molestarla justo cuando ya estaba a punto de irse y se estaban despidiendo. Claramente la muchacha negó, eso jamás sería una molestia, ni en la peor de las circunstancias. Ella fue quien le agradeció por contarle algo tan fuerte y tan privado, a pesar de toda la omisión de detalle.

    Thomas volvió a asentir. Y esa vez con apuro, se despidieron por fin, a obligación prácticamente por la situación que los rodeaba. Porque aún tenían el corazón en la boca, y tantos sentimientos a flor de pecho.

    Se iban a ver, pronto o en mucho tiempo. Lo sabían, se lo dijeron. Y con eso Lauren salto dentro de la torre cayendo de pie con un ruido seco en la madera del piso que esperó no haya sonado tan fuerte como ella pensó.

    Volteó cuando sintió al príncipe cerrar la ventana desde afuera, terminando de ayudarla. Ya que por lo alto que era, él con un salto alcanzaba a cumplir la tarea. Lo escuchó recoger la vela y su plataforma que ahora no podía prender debido a la falta de fósforos, problema que ya habían discutido y con el príncipe no tenía conflicto al regresar en oscuridad solamente. Y Lauren desde dentro también se aseguró de escuchar todos sus pasos alejarse. Así al menos sabría que se fue, que todo estaba bien.

[•••]

    Suspiró sintiendo botar en el mismo una gran carga de cosas juntadas. Absolutamente de todo estaba pasando, y absolutamente de todo iba a suceder, ese a penas era un mínimo comienzo, de lo que no sabían que pasaría después, a lo que se iban a aventar, y todo lo que podía salir mal.

    Sinceramente lo último le había afectado más, lo que había confesado el príncipe era duro. Ella aún recordaba como cuando llegó al castillo y todo ese reencuentro sucedió hace tanto tiempo atrás ya, el joven sólo mencionó que algo malo había pasado, que era un momento muy triste en su vida, y que ese evento lo había ayudado. Lauren no tenía idea de que se haya podido referir a algo tan grave, que haya enmascarado aquello con palabras simples para no preocupar, pero lo entendía, era algo muy difícil de decir en voz alta. Y estaba muy agradecida con el hecho de que se lo haya dicho.

    No podía creer haberle salvado la vida sin tener idea. Para ella ese recuerdo si permanecía, pero no como algo tan atesorado como para el joven. Porque para ella había sido diferente, en ese entonces no lo había visto. Para ella solo había sido una anécdota extraña pero interesante.

    A veces las acciones más simples de algunos, afectan la vida de otras personas de una manera que no se conoce y desde ese momento Lauren lo supo, e interiorizo esa experiencia como algo más importante.

    Para ella significaba mucho haber hecho algo por el joven, algo que salvo su vida. Aquellos pensamientos de atentar contra la misma. No le deseaba eso a nadie, haberlo ayudado sin saber era lo más cercano a la definición de un plan divino. No sabía que debió pasar con el joven hace años para pensar esas cosas, pero sabía que una profunda tristeza debió atormentando encontrando una trágica decisión como único escape.

    Era algo tal vez desde un inicio que los había destinado. Los planes para el joven príncipe no eran morir a los 20 años solamente y 4 años después los planes no eran que Lauren muera a los 21.

    Ahora confiaba más en eso.

    Todo lo que había pasado en ese encuentro estaba a sentimientos vivos, sus palabras, sus planes, sus declaraciones. Aquel primer beso, el segundo. Las ganas de arriesgar las cosas, la decisión. El intentar hasta el último, para perseguir un final donde puedan estar juntos. Porque ambos se habían salvado, porque eso hizo que sus almas se hayan elegido. Y vuelta atrás en eso. No había.

[•••]

    Subió hasta el sexto piso con las pisadas más suaves posibles para evitar el crujir de la madera de las escaleras.

    Se guió por memoria aún en la oscuridad que había, hasta su habitación. Donde con la llave abrió la puerta confiando también en el pesadisimo sueño de Frizzy.

    Aún en lo oscuro que estaba, pasó. Cerrando la puerta detrás de ella y llevándose el peor susto se su vida al estar completamente ahí adentro.

    Frizzy cubierta con sus sábanas hasta la cintura estaba sentada  en su cama con su lámpara de noche prendida. Mirándola con los brazos cruzados.

    Al final se había despertado en algún momento y se había dado cuenta. Y la estaba esperando.

    Por la sorpresa de ver a Frizzy tan de repente, Lauren casi soltó su llave tirandola a algún lugar de la habitación.

    —Necesito una explicación. —Susurró la morena. Que claramente se notaba más curiosa que molesta.

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