
XXVIII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Todos parecieron entender la razón del por qué se lo habían ocultado. Pero nadie aún entendía como es que lo habían logrado.
Si toda persona a la que se le preguntase sabía del compromiso del príncipe. El mismo pueblo sabía del compromiso del príncipe. Pero el Rey había conseguido una forma de hacer que sus dos hijos no se enteren. Era un plan casi perfecto.
Las cosas se habían puesto mucho peor. Y aún lo iban a hacer más.
[•••]
Después de aquel incómodo y acusador silencio para la pareja de esposos. Claramente habían cosas que se necesitaban responder
—¿Cómo lo hiciste? —Preguntó su hija dolida a su padre. —¿Por qué? Nos mentiste diciendo que eran visitas, que debido a la alianza se iban a quedar por un tiempo. Eso nos dijiste ¿Es por eso que de repente estabas tan de acuerdo con que yo no quiera salir de mi habitación ni hablar mucho con ellos?
—Con razón desde que han llegado y cada que tenemos que estar todos juntos, no te despegas de nosotros. Te contamos algunas incomodidades y todo lo disimulaste diciendo que por eso estabas presente siempre. —Lo acusó su hijo, sin delicadeza y con todo derecho totalmente molesto al respecto— También les mentiste a ellos. Y lo lograste, porque sabes que confiabamos en ti—Le dijo—Yo no voy a casarme.—Terminó casi advirtiendo.
—No cambies el tema de esta conversación. —Dijo el Rey respondiéndole a su hijo.
Ya era el colmo.
El príncipe ya no podía aguantar—¿Cambiar el tema? ¿Es en serio lo que vas a decir ahora? —Dijo aún sin poder creer lo que su padre había hecho.
—Thomas no me vayas a hacer un escándalo por favor, vamos a hablar esto más tarde. Son temas diferentes—Decidió hablar la Reina que claramente también estaba asustada.
—¡No! —Respondió el príncipe molesto—Todo es un mismo tema, porque todo está relacionado. No solo lo están haciendo por la situación externa, sino para evitar que me pase lo mismo que a mi padre. Están intentando cambiar todo ante esa historia que se está repitiendo. —Les dijo. —Todo es parte de su enredo, de su secreto, de todo.
—Thomas por favor, tranquilízate —empezó a decir el Rey, para pedirle que se calme. Claramente las cosas se habían puesto aún peor.
Era un enredo tan grande, que claramente hacía que todo tenga relación. Sean o no temas diferentes, y en eso tenía el príncipe razón.
Claramente escuchar a su padre pidiéndole que se calme, causó un efecto contrario. Causando que el joven repita y repita que el no se iba a casar.
[•••]
—¡Basta!—le dijo su padre interrumpiéndolo, en un intento de calmarlo. —Por favor Thomas, no seas... —Empezó a decir pero el príncipe lo interrumpió de nuevo.
—¡Basta tú!—Lo encaró—¿Cómo pudiste mentirme de esa manera?—habló sumamente dolido—¿Cómo pudiste hacerle eso a todos? ¿Por qué armaste un plan tan malvado? ¿Qué más ocultas? ¿Con qué más vas a hacernos daño?
—Thomas. —Volvió a decir el Rey. Cambiando su estrategia a una voz más suave a ver si así hacia que así se calmen las cosas. Tenía que intentarlo.
—Yo también les voy a contar algo. —Interrumpió el principe de nuevo sin siquiera escuchar a su padre. Ya ni quería hacerlo. —Su plan de impedir cualquier historia no ha funcionado. Y hayan sido buenas intenciones a un inicio, llegaron tarde. Y lo siento, lo siento por Karoma porque se que ella es la única persona a la que si le importa y hace esto por los demás y no por ella misma. Es por ella por quien me duele decir que lamentablemente me pasa lo mismo. —Dijo. —Ningún compromiso ni ninguna boda va a solucionar los problemas internos que quieren que no se repitan. —Exclamó—Porque mira, yo iba a declararle mi amor a Lauren en su cumpleaños. —Con eso nuevamente nadie quiso hablar, y hasta la respiración de todo el mundo se contuvo. —¿Quieres saber cómo? —Le dijo a su madre de repente aguantándose las lágrimas. —Iba a ser algo secreto, en el balcón Real a media noche. Yo lo planeé, fue todo mi idea.—le dijo. —Sin tener idea de lo que ustedes hicieron detrás. Sin saber que me habían prometido a alguien y que los únicos no enterados éramos mi hermana y yo. —Le dijo—Que te aseguraste de que todos asuman que nosotros también sabíamos y que por eso sobren palabras. Pero entérate que al hacer de este compromiso realidad no estás evitando una historia sino que tu mismo estarías haciendo que se repita. —Le dijo.
Y claramente el corazón de Lauren se rompió. Ningún presente tenía idea de que algo tan malo estaba pasando también. Y que ahora las víctimas eran el príncipe y la princesa.
—No has evitado nada—Le dijo a su madre, el joven una vez más.— Y ni casándome con la mujer más bella ni adinerada del mundo vas a cambiar eso.
Fue posiblemente aquella declaración de amor. Una que ninguno había esperado. Una que ninguna historia de amor tenía. Una que no se sentía bien, que dolía.
La persona correcta, los sentimientos correctos. En el tiempo equivocado. Eso parecía.
Ambos llegaron a verse a los ojos casi por menos de un segundo. Pero ese mísero tiempo tiempo fue suficiente para transmitir aquel insoportable dolor que causaba que algo tan especial como declararse ante el otro se de en una circunstancia tan horrenda.
[•••]
—¡Eso es un capricho, te estás encaprichando con esa muchacha solo por darnos la contra! —Afirmó su madre. —¿Qué tonterías son las que dices que ibas a hacer?
—¿Por qué te cuesta aceptar la idea de que vaya a gustarme alguien?—le volvió a decir. —Había hecho todo, había decidido tener el valor de decir que estaba enamorado. Había preparado algo, porque sé que me pondría tan nervioso que no sabría como ni como hablar. —Le dijo, y de repente sacó algo del bolsillo interno del pecho de su lujoso saco de traje. — Tengo una carta, para practicar absolutamente todo lo que iba a decir—dijo mostrando el papel doblado en el rostro de sus padres.—Iba a declararle mi amor a una sirvienta y lo estoy haciendo, aquí adelante—Volvió a decir con la voz desgarrada. —Porque no me importa, no me importa que sea una sirvienta, una lavandera o una lavaplatos. No me importa porque lo que es por fuera no tiene relevancia.—Se explicó. —No me gusta Lea—dijo entonces. —Y yo sé que es una amiga mía, que es una mujer hermosa. Pero simplemente no la amo de esa manera.—Trató de explicar. Aún tenía el papel de la supuesta carta entre los dedos de una de sus manos para no arrugarla.
—¿Y qué piensas que ibas a conseguir haciendo eso? —De repente contestó el Rey señalando la carta con los ojos—No podías ni puedes hacer nada más que solo se entere. Este compromiso ya está decidido. Que te hayas enterado así es una pena, pero no podemos hacer nada.
—No te podemos permitir que pretendas tener una amante en este castillo. —Discutió la Reina.
—¿Quién te dijo que en mi vida yo quisiera que Lauren fuera mi amante?—Dijo de regreso el príncipe sinceramente enojado. Transmitiendo claramente que sus intenciones eran mucho más serias.
—No insinúes barbaridades—Le reclamó su madre. Casi desmayándose porque creía que su hijo estaba enloqueciendo.
—Nosotros no deseamos tu mal, piensa en el Reino. No pienses en ti solamente. Este compromiso salvará nuestro pueblo. No puedes ser egoísta —le dijo el Rey.
—¿Egoísta yo?—recriminó. —¿Te estás escuchando?
Por fin en toda aquella sorpresa que inmovilizó a todos. La princesa reaccionó poniéndose delante de su hermano para intentar calmar las cosas. Pero no sirvió de mucho.
—Tú me ocultaste cosas por conveniencia. Me ibas a obligar a última hora a casarme para que no me niegue. —Dijo, claramente muy enojado. —Todo para estar bien tú ¿Egoísta? ¿Hablas en serio?
El Rey en esos momentos tomó una mala decisión que era arrebatarle la carta de las manos a su hijo, sin una mala intención. Más bien queriendo arreglar las cosas.
Pero claramente no fue la mejor manera ni de lejos. Peor con lo alterado que estaba Thomas.
El príncipe se la quitó de vuelta casi en un instante en un muy buen reflejo.
Karoma también estalló entonces. Fue a meterse entre las personas mientras Octavia y Rose se quedaban con Frizzy y Lauren ante cualquier cosa que pueda salir mal.
—Eres igual que ella. —Le reclamó el príncipe de nuevo a su padre en medio de la nueva discusión que se había armado señalando a su madre con la cabeza. Estaba harto, y también estallando.
[•••]
En todo aquel alboroto que la princesa y Karoma se esforzaban por calmar. El príncipe se acercó a Lauren de repente.
El corazón se le aceleró a la muchacha como nunca antes. Pero sabía que el muchacho solamente quería entregarle su carta.
Estaban lejos considerando el gran espacio de la sala del trono. Pero nada podía salir bien ese día.
El Rey llamó guardias tan pronto se enteró y se dio cuenta. Alarmando, asustando a todos. Más aún a ambos jóvenes que casi corrieron para alcanzarse.
Y como la escena dramática de un libro cuando el joven extendía su brazo para alcanzar la nota y Lauren hacia lo mismo para alcanzarla. Los cuerpos robustos de los guardias, se metieron en medio. Haciendo que por la rudeza del mismo, la carta caiga al suelo de las manos del príncipe.
—¡¿Qué te pasa?!—le exclamó Karoma enfurecida al Rey. Empujándolo y todo.
Todos en el susto de lo que había pasado, incluida la princesa trataron de impedir que más guardias pasen. La Reina parecía complacida de esa situación. Aunque disimulaba haciéndose la desesperada.
El Rey evadió a Karoma, y fue hacia el espacio que se intentaba separar entre ambos jóvenes, ese donde había caído la nota. La tomó como si nada a pesar de que su hija forcejeó con el para quitársela. Y la guardó en el bolsillo de su saco.
Mientras también decía que los guardias sostengan a quien se vaya a poner rebelde, incluyendo a Frizzy y a la princesa. Quienes claramente se asustaron.
Rose y Octavia se fueron a un rincón asustadísimas por lo que estaban viendo y se abrazaron una a la otra.
[•••]
Claramente Lauren deseaba que la suelten. El contacto se le estaba haciendo invasivo, quería que pare ya. Y todas sus fuerzas por zafarse no servían debido a la gran fuerza de los guardias.
Instintivamente también el cuerpo de Lauren buscaba al príncipe a quien también sostenían y alejaban con fuerza. Pero el muchacho también ponía resistencia.
[•••]
El Rey se había vuelto un monstruo de repente. Y su esposa no podía estar más complacida con aquella escena. Al fin y al cabo aquel hombre estaba ciego por sus circunstancias actuales.
El hombre, ni viendo a su propio hijo siendo arrastrado cambió su firme posición.
Entre aquel forcejeo y alboroto Karoma a quien aún no sostenían le pegó tremenda bofetada al Rey. Una que estuvo cerca de mandarlo al suelo. Aprovechando eso para intentar sacar la carta del bolsillo de su saco. Pero un guardia la sostuvo en eso, reduciéndola también.
La Reina se acercó a ayudar a su esposo de manera dramática. El hombre se desestabilizó pero se recuperó tan rápido como pudo.
—Sáquenlos de aquí solo a los dos.—dijo el Rey refiriéndose a Lauren y al príncipe. —Los demás se quedan. Esta conversación no ha terminado. —Habló firmemente.
Nadie podía creer lo que aquel Rey benevolente les estaba haciendo.
[•••]
Arrastraron a ambos jóvenes manteniéndolos separados. Frizzy clamaba que por favor paren con eso, que no era justo. Era solo una carta, no le iba a hacer daño a nadie.
Lauren seguía intentando zafarse, por la repulsividad que le causaba el contacto, la agresividad de los guardias.
—Sueltala, papá diles que la suelten—Le decía el príncipe al Rey resistiendo mientras era arrastrado. —Que solo me lleven a mi, por favor. Ya no la toquen, no le gusta que la toquen.—Exclamó de repente, implorándole al guardia que sostenía a Lauren. Hombre que claramente no tenía la culpa, que solo obedecía ordenes.
Rose y Octavia abrazadas en el rincón empezaron a llorar de ansiedad.
A ambos jóvenes ya los tenían a punto de cruzar las inmensas puertas. Posiblemente al príncipe se lo iban a llevar a su habitación. Y a Lauren a la cocina o a la torre.
Su padre se giró solo unos segundos.
—Lo siento—dijo. Y claramente se notaba su sinceridad. Pero que también no iba a dar su mano a torcer respecto a ese asunto. Algún tipo de maldad lo había invadido, y la aceptaba dentro de él —Se enterarán de lo que deben hacer más tarde. No se aceptarán rebeldías, sino tomaré otras medidas—Miró a su hijo en esa última oración. —Quiero resolver esto de la mejor forma posible, pero si no cooperan, no tendré más opciones que obligar las cosas. Y lo lamento, pero aquí y ahora les toca obedecer. Aunque me duela.
Y así terminaron de arrastrar a los dos muchachos. Siendo llevados bruscamente por pasillos totalmente diferentes ya afuera, mientras las puertas del Salón del Trono se cerraban con fuerza otra vez. Dejando a la gente que quedaba ahí, con el fantasma de la voz del príncipe pidiendo que suelten a Lauren, porque no le gustaba que la tocaran.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro