XXII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
La rutina automática de subir las escaleras de la torre al llegar a su habitación y proceder a cambiarse cada una en el baño. No cambió, y fue lo único que al menos le brindó un poco de normalidad a un día tan abrumador como ese.
Frizzy estaba lista para escuchar la historia de Lauren. Fuese cual fuese. Aún así no pudo evitar sorprenderse cuando lo hizo.
Ambas estaban sentadas en sus respectivas camas con solo la luz de la lámpara de noche de Frizzy, ya que el aceite de la de Lauren se había acabado.
Así empezó el relato, mientras Lauren no podía evitar bajar la cabeza mientras contaba todo cronológicamente. Más aún cuando llegó al punto donde le contó sobre el futuro encuentro secreto al que había terminado accediendo.
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—¿Cómo que dijiste que sí? —Comentó Frizzy sorprendida interrumpiendo la historia sin querer debido a su impresión y repentino elevar de voz.
Lauren trató de buscar una excusa, pero por los nervios no encontró ninguna. —No lo sé, mi mente para en otro lado. —Comentó frustrada al final.
—Dios Santo. —Suspiró Frizzy e hizo silencio unos segundos. —Osea, no me molesta el hecho de que bueno, pase eso. Ya te dije que en mi opinión, hay cosas que van a terminar pasando. Pero me preocupa que con todo esto, quien sabe, alguien los vea. Alguien los siga—dijo. —Sé que será en secreto, a una hora en la que todos duermen, pero no se sabe. Últimamente tienen al príncipe sumamente vigilado, y la señorita Lea no ayuda porque parece que nunca lo suelta ni se despega. —Comentó con preocupación.
Lauren asintió, lo entendía. Y con las palabras de Frizzy todos esos escenarios la asustaban mucho. Pero ya estaba al fondo de ese tema, y ya había dicho que sí.
Frizzy volvió a hablar.—Karoma tampoco debe enterarse, porque todo esto sería como estarla traicionando. —Comentó. Lauren se sintió peor. Frizzy se dio cuenta, y empezó a pedir perdón.
—No, claro que no. Si obviamente tienes razón. —Respondió Lauren ante las disculpas de su amiga y se llevó una mano a la frente para intentar disipar ese dolor de cabeza que amenazaba con atacarla.
—Te ayudaré ese día, te acompañaré hasta afuera de la torre. Para que nadie te vea ni se de cuenta. —Dijo Frizzy entonces. —Haremos que nadie más lo sepa. Mientras Karoma no se entere esta bien, sabemos que ella te quiere cuidar. Pero hay muchas cosas que se escapan también. Ya le dijiste que sí además, a menos que pase algo grave no puedes ir atrás. —Dijo.
Lauren suspiró, rendida. —No sé por qué me meto en estas cosas. —Se quejó, regañándose a sí misma con frustración.
—No es tu culpa. A veces los sentimientos son demasiado abrumadores como para tener raciocinio y no esta mal. —Quiso consolar Frizzy. —No sé por qué te cuesta tanto entender los tuyos. De verdad. Sé que hay personas como tú, pero siempre me pone triste a pesar de que siempre hayas sido así.
—Si te soy sincera, siempre sentí que había algo mal conmigo —Dijo Lauren.—Mi vida con las Dhollen, solo acentuó algo que ya era, y lo hizo peor en todos los sentidos. —Dijo. —Pero siempre ha habido algo malo conmigo, algo que no me hace entender ningún sentimiento desconocido, y que incluso me hace complicado manejar los que conozco. Desde que he sido niña, algo me impide socializar con la gente de una manera normal, mi cerebro no procesa ni gusta el contacto físico. Siempre pensaba que a todos les pasaba lo mismo, pero al crecer me doy cuenta que no. Y no es que sienta que no encajo, de hecho eso nunca me ha sido una razón de sufrimiento. —Se trató de explicar. —Solo que siento funciono raro, siento que mi inteligencia emocional no existe. Y que por eso no me merezco muchas cosas. No lo sé. —Confesó.
Frizzy quedó callada. E hizo una mueca sin saber que decir. Habían también cosas que ella no entendía, que no podía hacerlo por más de que lo intentase. Aún así, siempre quería ofrecer su apoyo y su ayuda. Porque sabía que Lauren haría lo mismo por ella. Sea como sea.
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La mañana siguiente del gran baile y todos los eventos concurridos, tampoco fue la mejor de todas.
Decir que la gente no se calló ni un segundo sobre el baile era decir poco.
Fuera del tema del mismo del que hayan querido hablar, ya sea de la señorita Lea, del baile mismo, de los espías a favor del castillo o de cualquier cosa. Nadie se callaba.
Pero por otra parte, también salían nuevas noticias, gente que vio cosas que otras no. Y un montón de sucesos más.
Salieron teorías sobre quienes eran los espías, ya que nadie lo sabía y necesitaban algún tipo de respuestas. Y se armó cierta discusión al respecto, pero de alguna manera se compartió la opinión de que era probable que el joven Dylan sea uno. Era alguien de quien nadie pensaría como espía, alguien además muy cercano a la familia real a quienes les podría brindar información de cualquier cosa que se entere. Alguien en el que todo el mundo confiaba, alguien a quien consideraban torpe, despistado. Pero que en realidad no lo era en ningún sentido.
De todas formas la información que recolectó palacio con sus espías, quedó guardada de manera confidencial por el momento. Era un tema delicado, y claramente estaban teniendo mucho cuidado.
Pero algo en lo que todos los sirvientes estuvieron de acuerdo fue que la señorita Lea era una cortina de humo. Una perfecta cortina que cubría absolutamente todo. Y precisamente funcionaba para poder distraer a todo invitado de que el castillo tenía espías infiltrados para sacar cualquier información valiosa sobre los Durrié Noveau. Porque claramente las sospechas del Reino de que había algún involucrado entre los invitados del baile, eran la razón principal porque el mismo Rey se había armado de espías como una estrategia para esa noche. Aprovechando además el cumpleaños de su hijo.
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Y en la cocina, escuchar tanto alboroto del trabajo combinado con tanta habladuría, y el nombre de la señorita Lea cada dos segundos. Hacia que Lauren no pueda evitar irritarse.
No le agradaba, algo en ella no vibraba bien con Lauren y viceversa. No era una persona agradable. Pero eso no significaba que porque no le agrade a Lauren inmediatamente sea una mala persona para todo el mundo. Porque así no funcionaban las cosas.
Porque Lauren también sabía que gran parte de su desagrado, era por esa nueva sensación de experimentar celos. Y también se tenía que concentrar en evitar aquel aspecto.
Todo continuó así. Todos siguieron trabajando en aquel tipo de ambiente que la gente propuso. Aunque a pesar de eso había gente que no se metía, y prefería estar totalmente callada en ese tema, como Lauren.
Pero llegó un momento en el que surgió la nueva teoría de que era posible que el hijo del Duque también haya sido contratado para ser espía del Reino. Porque un mayordomo anunció que lo había visto irse por varios minutos y que cuando reapareció fue a hablar con el Rey.
Frizzy prestó atención a aquello, pero dijo que ella solamente vio que el joven desapareció. Y que el gran Duque lo estaba buscando, por lo que sería raro que el joven Harry sea espía sin que su padre lo sepa. Y que probablemente el hijo del Duque solamente se fue a tomar aire o al servicio higiénico. Que siempre había sido así, que al joven le gustaba estar relativamente solo.
Y la opinión de la morena importó bastante. Porque en la cocina sabían que antes de llegar al castillo, ella había trabajado en la familia del gran Duque, y que por algo sabía algunas cosas.
Durante ese tema, Louis pareció entrar en un pequeño ataque de pánico que decidió disimular como pudo. Y en un segundo tanto el como Lauren se miraron al mismo tiempo, mientras la gente seguía hablando de la ausencia momentánea del joven Harry en el baile.
Claramente nadie tenía ni la más remota idea, ni la mínima sospecha de que algo más pueda haber pasado. Muchísimo menos relacionar ambos temas con Louis.
Pero el ojiazul claramente se sentía asustado, y aludido. A pesar de eso.
Lauren le hizo una seña muy disimuladamente para que se tranquilice. Nadie estaba ni remotamente sospechando de él. Pero si su nerviosismo empezaba a notarse, podía causar extrañeza.
Louis se controló sacudiendo la cabeza al pretender que era como cualquier persona escuchando las conversaciones. Y Lauren simplemente permaneció como siempre, en silencio, mientras continuaba con su trabajo.
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No fue hasta horas después del almuerzo, cuando incansablemente ahora se tenía que pensar en la cena. Que las cosas no tomaron un buen rumbo para Lauren en ningún sentido.
Como si las cosas no estuvieran lo suficientemente mal ya.
En un momento, tocó a la puerta la jefa de limpieza, la señora Celine. Llamando a Octavia a hablar afuera unos segundos. Y hasta ese punto no había nada de malo.
Pero todo empezó cuando Octavia volvió. Porque tan rápido como lo hizo camino sin interrupción y sin duda hasta la zona de lavar los trastes en la cocina. Y directamente para hablar con Lauren a quien sacó de la zona por unos segundos. Dejándola confundida.
—¿Pasó algo? —Preguntó preocupada.
Lauren permaneció aturdida. Algo asustada también —¿Cómo?
—Celine vino a avisarme que la Reina te está llamando. —Comentó preocupada casi susurrando por el susto. —Que estaba tomando té con la señorita Lea en el balcón que le otorgaron a la misma cerca a su habitación y que ambas te están llamando para hablar.
Lauren se terminó de estresar. No había sido suficiente con haber huido de ella la noche anterior. Y por si no fuera peor, no era solo la Reina, sino también la prometida del príncipe.
Octavia pareció notar todo eso. —No sé. Le tuve que decir a Celine que preguntaría. Que estamos ocupados, pero ella me respondió que directamente lo estaban ordenando. Yo también me asuste. —Explicó la mujer—Por eso te pregunto ¿Pasó algo?
Había pasado de todo.
Pero no podía decirle eso a Octavia.
Así que no tuvo otra opción que negar. —De repente es para algún encargo. —Dijo pero obviamente ni ella misma ni Octavia le creyó.
—¿Quieres que diga que estás mal o algo? —Preguntó la jefa de cocina.
Era una buena idea, pero no iba a funcionar. —Ya saben que estoy aquí, y ya le informaron a usted. Si decimos que estoy mal de salud o algo se descubrirá rápido que es mentira. Y usted se meterá en más problemas que yo.
Octavia suspiró. Sabiendo también que eso era cierto. —¿Sabes dónde queda ese balcón? —Preguntó aún preocupada.
Lauren negó, esa parte del castillo no la había recorrido bien. —Pero no se preocupe, puedo guiarme o preguntar. No pasa nada, todo va a estar bien. —Dijo tranquilizándose a sí misma y tranquilizando a Octavia también. Porque al menos tenía que intentarlo.
Tenía que irse en esos momentos, la estaban llamando. Y era muy probable que si demoraba mucho, cualquier cosa que quiera decirle la Reina se vaya a poner mucho peor.
Lauren le aviso a Frizzy rápidamente con una seña a la distancia que se estaba yendo un rato. Frizzy asintió sin problema. Mientras ahora Octavia se acercaba a Frizzy a hablarle un momento. Seguro también para comentarle el tema y pedirle discreción.
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Lauren tenía que tomar el suficiente coraje para cualquier cosa que fuera a pasar.
Se dio cuenta que al evitar a la Reina en el baile, no había podido evitar el problema. Que más bien solo lo había atrasado. Y que no le quedaba otra de hacerle cara.
Y tenía miedo, la Reina era una persona espeluznante. Podía decirle cualquier cosa. Más porque de seguro ahora que estaba con la señorita Lea, la misma había de haberle informado que el príncipe se le acercó.
Tuvo que preguntar a las sirvientas de limpieza la ubicación de aquel balcón. Y con esa ayuda tuvo que subir varias escaleras y cruzar varios pasillos y ambientes para poder llegar.
Era obvio que instintivamente su cuerpo quería ir más lento. Pero tenía que afrontar esa situación como pudiese.
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La zona donde se quedaba toda la familia Skrlova, era la zona que más habían arreglado del castillo por obvias razones. Y por lo que le habían informado el balcón que le dieron a la señorita Lea al lado de su habitación era el único en esa zona al menos. Por lo que seria un poco más fácil encontrarlo.
Y precisamente después de tener que caminar por un buen rato debido a las grandes dimensiones del castillo. Aquel balcón ya estaba frente a ella.
Con una mesa circular y dos sillas de las más elegantes. Donde ambas mujeres sentadas comían panecillos y tomaban té. Y felizmente aún no se daban cuenta de su próxima presencia por estar apreciando la vista que se tenía desde aquel espacio. Que a pesar de buena no se comparaba a la del Balcón Principal.
Al que Lauren jamás había ido ni visitado. Pero balcón que el príncipe le había prometido ver.
Posiblemente tener ese recuerdo mientras caminaba no fue lo mejor. Porque sintió atontarse un poco.
Pero tuvo que reponerse y tener el valor suficiente para aclarar levemente su garganta al llegar ante la presencia de ambas damas. Ante quienes se inclinó y agachó para saludar.
Personas que ante ver a Lauren, no pudieron ocultar su impaciencia. Y su desagrado. Que por ser quienes eran no tenían ni por qué responder tal saludo.
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