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XV

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Tuvo que regresar a la cocina como cualquiera de su sección y pretender que compartía la opinión de que aquella llegada había sido lo mejor que había sucedido.

    Lo único bueno que le encontró a ese día fue que obviamente no tuvo que hacer servicio en el banquete. Por obvias razones y las nuevas condiciones que tenía su vuelta a la cocina.

    Por lo que pertenecer dentro de la cocina a pesar de que la bulla del comedor se escuche de alguna manera debido al eco que ocasionaba el gran espacio del castillo, se sentía mejor que haber tenido la mala suerte de haber tenido que servir algo. Se escuchaban risas y choque de copas, una actitud positiva que se contagiaba a todos lados del castillo menos a Lauren.

    Trató de concentrarse en lavar los trastes como siempre. Mientras el ajetreo de quienes habían se les habían designado para el servicio salían y entraban una y otra vez para renovar bocadillos, acompañamientos y bebidas a la larga mesa del Gran Comedor.

    Pero no funcionaba mucho, cualquier persona que regresaba y tenía unos segundos antes de volver a irse, decía lo maravilloso que estaba todo. Lo bien que estaba saliendo el banquete. Y claramente lo hermosa que era la señorita Lea, que ya desde un inicio se había sentada al lado del príncipe.

     Lauren se esperaba ese tipo de noticia. Pero no la cantidad de molestia que le causó aquella imagen mental.

    Y claro que se sentía una mala persona por eso. Se estaba poniendo celosa por alguien que estaba totalmente fuera de su alcance. De alguien que no merecía. De alguien que no podría tener.

    El príncipe merecía una persona maravillosa para el, y Lauren no podía entrar en esas expectativas. La situación la había afectado tanto que literalmente pensaba que no era suficiente para él, ni lo sería. Porque era una sirvienta, porque por todas excusas posibles, hasta que se vaya del castillo lo seguiría siendo.

    Lauren le estaba ocultando cosas muy delicadas, y lo había tenido que tratar mal debido a esas circunstancias, con el pobre joven sin tener idea. Y eso tuvo solución, pero eso no implicaba que la mentira también. Porque seguía ahí. Y por más de que esa decisión escape de sus manos no podía evitar pensar que era una mala persona para él. No merecía que él la quiera en la manera que lo hacía.

    Y el primer día de la llegada de su prometida solo hizo que esos pensamientos de los que se había distraído vuelvan nuevamente.

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    Frizzy tampoco supo que decir. Sabía que todos sus consuelos, no iban a servir mucho en esos momentos. Era más probable que se calme si la dejaba sola, y decidió hacer eso.

    El banquete duró por varias horas. Debido a la larga cantidad de personas en el banquete, la familia de 9 personas  y la familia Real acompañada de sus consejeros. Claramente la mesa del gran comedor alcanzaba para eso. Pero la cantidad de tiempo que iba a demorar todo también se extendió.

    Y claramente cuando por fin terminó, toda la cocina pudo respirar.

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    Y claramente al terminar eso, la cocina pudo respirar.
 
    Y con eso. Claramente todos los que habían estado arriba en el comedor iban a contar todo lo que había pasado.  La cocina era generalmente el lugar donde todas las noticias empezaban a difundirse, porque claramente era el espacio más centrado del castillo a pesar de estar abajo en una especie de sótano.

    Muchas cosas se dijeron. La primera, que la princesa estaba muy triste aún, y que a pesar de cuanto quiso comer su madre se lo limitó. Que el Rey y el primer ministro de Suecia estaban muy felices de verse, y que toda esa bulla que se escuchaba era por la gran cantidad de hijas en la familia Skrlova, y al ser la mayoría bastante jóvenes, y en esa juventud, muy revoltosas.

    Las únicas que no eran así eran las dos mayores. Es decir la señorita Lea y la hermana que le seguía llamada Adara, al parecer. Y hablar de la señorita Lea fue todo un asunto. Porque de repente la gente que lo contaba se empezó a reír.

    Y vino el tema de lo inocente que a veces el príncipe podía ser. La muchacha estaba claramente a su lado emocionada por entablar conversación con el, eran amigos de antes, y con el compromiso obviamente se buscaba una nueva conexión que sea más fuerte. Y no había que ser muy observador para darse cuenta que el interés de su prometida era notorio. Pero al parecer era algo que el príncipe ignoraba involuntariamente.

    Simplemente no se daba cuenta. Y todo el interés romántico de la muchacha, el lo interpretaba como amistad. Y era bastante gracioso de ver.

    Aunque, por la boca de otros surgió que otra opción era que el príncipe podía estar haciendo eso a propósito tal vez, para dejar en claro de una manera en la que no hiera a su amiga que no sentía nada por ella y que ese matrimonio era como la firma de un trato por la conveniencia de sus países.

    De todas formas dijeron que fue algo gracioso de ver. Pero que durante el banquete, por lo poco que podían escuchar hablaron de todo menos del compromiso. Posiblemente porque era algo incómodo para el príncipe.

    Pero de lo que sí se habló más, fue del cumpleaños del príncipe. Del baile y la celebración del mismo que de paso celebraba la llegada de la familia Skrlova.

    Y eso cambió el tema, a todas las preparaciones para el baile, de que iban a asistir muchas personas, de que el cumpleaños número 25 del príncipe tenía que ser celebrado como tal, que el baile, la comida y el servicio del mismo no podía tener ni el más mínimo error. Más aún porque solamente tenían 6 días, porque el cumpleaños del príncipe era el 16 de Mayo. Coincidentemente 8 días antes del de Lauren.

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    Durante el resto del día, todo se trató sobre el hospedaje de la familia Skrlova, como habían arreglado todo para ellos. Como el lujo del castillo era totalmente cordial con ellos en fin de enaltecerlos aún más. Como designaron a muchachas como damas provisionales para cada una de las hermanas. Para que las ayuden a acomodar todos sus equipajes todas sus ropas y para que les sirvan a ellas durante toda su estancia.

    Para la señorita Lea escogieron a dos de las más disciplinadas de limpieza. Quienes tenderían su cama, la cambiarían, peinarian y harían todo lo que quisiera. Como también las otras sirvientas escogidas harían con el resto de su familia. Incluso incluyendo a sus padres.

    Todas las mejores impresiones fueron dadas desde el primer día y debían mantenerse así. Con toda la familia. Más aún porque cuando se vayan, claramente quien se quedaría sería la señorita Lea, cuyo equipaje, habían dicho era interminable.

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    Y así, al día siguiente, aumentado al estrés del trabajo ahora causados por el baile del cumpleaños del príncipe. El mal humor de Lauren volvió. Y era uno con lo que era mejor no meterse ni provocar.

    La gente de fuera asumía eso solamente como el estrés del trabajo. Lo cual era entendible y cierto también.  Pero Frizzy y Octavia que tenían noción de la situación tomaban un poco más de cuidado y trataban de que dentro de todo este bien.

    Y Lauren lo intentaba, con todas sus fuerzas. Pero no podía evitar sentir esa especie de enojo, en cada desayuno, hora del té, almuerzo, y cena. Donde todos estaban en el comedor y se podía escuchar lo bien que se la estaban pasando. Y aunque no verlos ayudaba, su imaginación y la imagen mental quitaba toda esa ayuda en un instante.

    Louis que no entendía nada y que asumía todo al estrés. Siempre le decía en los tiempos libres del almuerzo de la sirvientes, que ya iba a pasar y que a pesar de que debido a la cantidad de gente que había incrementado. Todos podían con eso.

    Ante sus palabras Lauren pretendía que se encontraba mejor aún con más esfuerzo. Tenía un punto débil que la había incapaz de mostrarse mal o triste delante de Louis. No quería que la vea así, por lo que pretender era su única opción.

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    Pero no fue hasta tres días más  después. El 14 de Mayo, a solo dos días del gran baile. Y cuando el estrés por la anticipación era tan denso que se podía respirar en la cocina. Que un pequeño evento sucedió.

    Lauren había salido de la cocina para dirigirse al baño para hacer sus necesidades. Y casi no había demorado mucho. Había lavado bien sus manos después. Y salió bastante rápido porque la cantidad de trastes era interminable considerando el incremento de personas que ahora comían en el gran comedor. Todo el trabajo estaba siendo totalmente estresante y difícil de manejar para todos, y tenían que colaborar si querían que las cosas salgan bien.

    Salió rápidamente del baño, aún era de mañana, pero estaban cerca a medio día y a la hora del té.

    Regresó por los pasillos del castillo a un paso rápido para ir a la cocina, lo más pronto posible. Y al estar ese pasillo en particular solo mientras estaba pasando, se llevó un susto al sentir gritos detrás de ella.

    Eran gritos de niñas, que se iban acercando a sus espaldas. Y al girarse mientras aún caminaba, vio que eran las tres hijas menores de la familia Skrlova corriendo por el pasillo de manera atolondrada mientras acompañaban sus gritos con risas.

    La pequeña de 7 años corría adelante y las dos gemelas detrás. Jugando a atrapar a su hermana. Y claramente en la emoción de su juego pasaron por el costado de Lauren en aquel pasillo como si fueran flechas. Haciendo que Lauren se haga aún más a el costado para evitar chocar.

    Y fueron ya a varios metros delante de Lauren con las muchachas alejadas. Que un golpe hueco resonó seguido de un llanto.

    La menor de las niñas se había resbalado hacia adelante cayendo estrepitosamente. Golpeándose las rodillas, las manos y claramente el mentón.

    Algo en Lauren no la hizo dudar en acercarse casi corriendo. Las gemelas se habían quedado congeladas por varios segundos por la caída de su hermana y por su llanto de dolor.

    Al llegar Lauren hasta donde estaban las niñas no dudó tampoco en levantar a la pequeña del suelo sosteniendola por debajo de las axilas para ponerla de pie. Y en esos momentos sus hermanas reaccionaron y empezaron a consolar a la pequeña, pidiéndole que se calle y limpiando su vestido. Algo asustadas porque era posible que sus padres la regañen. 

    Pero la niña tenía solo 7 años, claro que el golpe a parte de doler la había asustado. Lauren miró sus manos y su mentón para ver si no era algo grave, y felizmente el golpe no había causado lesion visible alguna. Aún así se puso de cuclillas delante de ella para decirle que deje de llorar que ya había pasado que no se había hecho nada. Tratándola de usted en el trayecto, porque a pesar de ser una niña estaba en una posición que exigía ese tipo de respeto.

    Ninguna de las gemelas se dirigió a Lauren en ningún momento. Pero cuando vieron que el llanto de su hermana gracias a que Lauren la había calmado de alguna manera que no entendieron, una de ellas decidió hablar.

    —Señorita deberían saber como limpiar los pisos mejor. —Dijo molesta una gemela.

    Y con el mal humor de días que traía Lauren. Aquella declaración no le agrado en nada, y se puso de pie. —El castillo se asegura de tener sus pisos totalmente limpios y encerados. Y eso claramente significa que no están diseñados para correr así. Más aún por la llegada de su familia. —Se le escapó con una voz más ruda de la que hubiera deseado tener.

    La niña que habló escondió sus labios frunciendo la boca, y miró hacia abajo de inmediato.

    Lauren estuvo cerca a arrepentirse de lo que dijo, porque había una chance de que la acusen con su madre y porque no creía que debía hablarle así a un niño.

    Pero eso paró en el momento que la misma niña que habló de pidió perdón.

    —Perdón señorita. —Dijo mirando al piso. Su gemela que estaba a su lado le dio un codazo disimulado. —No debí decir eso. Gracias por ayudar a nuestra hermana. —Agregó entendiendo la señal de su hermana.

    Lauren respiro e hizo una reverencia de respeto ante las niñas. Aceptando las disculpas. Dándose cuenta en el trayecto que solo la menor no tenía ojos azules, y más bien unos color miel.

[•••]

    —No volveremos a correr. —Dijo la otra gemela que no había hablado. La más pequeña asintió efusivamente, aprendiendo del golpe que se había dado.

    —Solo jueguen con cuidado. Sus excelencias. —Respondió Lauren mucho más disipada de su enojo inicial. Dando a conocer que su tono de voz no era tan duro.

    Las gemelas asintieron y se dispusieron a llevarse a su hermana pequeña de la mano. Pero la pequeña aparentemente fascinada de algo, no avanzó.—¿Cómo te llamas? —Preguntó la niña haciendo que sus dos hermanas se miren desconcertadas. Y dejando a Lauren igual, ya que planeaba agacharse ante las niñas y luego irse.

    —Lauren es mi nombre. —Respondió.

    —Yo me llamo Juliette. —Dijo. —Ella es Cassie y ella es Melissa. —Señaló a sus dos hermanas gemelas.

    Lauren hizo una reverencia ante ambas. Y las niñas sorpresivamente correspondieron, aunque claramente en una intensidad mucho menor.

    —Me gusta tu nombre. —Dijo la menor de nuevo.

    —Gracias. A mi me gusta el suyo también. —Respondió Lauren educadamente.

    —Juliette. —Susurró una de sus hermanas menores queriendo jalarla de un brazo para que avance. Pero la niña aún no lo hizo.

    Después las gemelas se volvieron a disculpar con Lauren por lo que sea que esté haciendo su hermana. Y cuando por fin lograron hacer que avance. Lauren supo que ya tenía el permiso para despedirse definitivamente, agachandose en una reverencia que la obligaba a mirar al suelo.

    Las hermanas, no correspondieron esa vez por llevarse a su hermana rápido. A Lauren no le importó eso y giró un poco para continuar su camino a la cocina que se había desviado. Aún así podía escuchar a las niñas cuyas voces a pesar de lejanas se escuchaban fuerte.

[•••]

    —Tenía  el cabello muy corto ¿Pero viste el tamaño que tenían sus ojos? Eran enormes. —Se escuchó la sorprendida voz de la menor de la niñas.

    —Juliette. —Sus dos hermanas mayores la reprocharon para que se calle, porque era claro que era posible que Lauren las escuche a pesar de ya estar en otro pasillo. Por el eco del castillo

    Y sí las escuchó.

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