
XIV
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Así el volver a la cocina se hizo oficial. Y quedo probado que desde esos momentos todo iba a estar lleno de incertidumbre. No había que prepararse para algo porque al final nadie sabía lo que iba a pasar, y más aún con todas las cosas externas e internas que se avecinaban.
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De alguna manera la cocina, el regreso y el trabajo ahí fue una especie de remedio para distraer a Lauren de todo. Tanto por el ajetreo, el cansancio y que definitivamente era un ambiente al que su mente se había adaptado mucho mejor desde un inicio comparado con la lavandería.
Sin que nadie se de cuenta, los días avanzaban cada vez más rápido y ese 10 de Mayo estaba más próximo. La cocina andaba siempre en apuros y más aún cuando les dieron la lista para el banquete que debía haber ese día.
Si bien la cocina tenía todos los ingredientes, los banquetes eran más estresantes. Más aún porque entre el 10 de mayo y el cumpleaños del príncipe había menos de una semana, y en el cumpleaños del príncipe sí habría un baile.
Y la pobre Octavia no podía estar peor en términos de estrés. Y juntando a los demás jefes de área, la situación era una de las más estresantes del mundo. Más aún también para la pobre Karoma.
Claramente cada que mencionaban por ahí el compromiso del príncipe, Lauren se irritaba más de lo que quería admitir. Pero no podía hacer ni decir nada.
De todas formas algo que la ayudo mucho a dejar esas sensaciones de lado. Era claramente su amistad con Frizzy e increíblemente el hecho de convivir más con Louis.
Porque desde que llegaron de nuevo a la cocina, los tres pasaban los restos libres juntos. Es decir en la hora de almuerzo de los sirvientes, generalmente se sentaban juntos y comían juntos. Louis se sentía más cómodo con ambas, porque las conocía de antes y porque interactuar con mucha gente nueva no se le daba muy bien, debido a lo tímido que era.
En un momento le fue inevitable a Lauren contarle lo que esa sirvienta le dijo el día que volvió. Haciendo que Frizzy también se entere, y que sin ningún ánimo de avergonzarlo en ningún sentido a veces bromeen con el al respecto.
Frizzy también tuvo muchos beneficios de volver a la cocina, ya que como jardinería también comía ahí, veía seguido a ese chico que la invitó a bailar en la fiesta secreta por la victoria del juicio de Lauren. Finlay Macmillan, con quien cada que tenía la oportunidad podía interactuar, para luego contarle a Lauren y a Louis como le fue mientras se emocionaba mucho al decir que no podía evitar ilusionarse. Que estaba consciente de que las relaciones en castillo están prohibidas pero que era algo que tampoco podía evitar.
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—Yo creo que no hay ningún problema en enamorarse de algún compañero de trabajo. —Dijo Louis sentado en el medio de ambas mientras almorzaban en la cocina, después de que Frizzy haya dicho que Finlay la había halagado diciéndole que era muy bonita.
—Si Louis no tiene nada malo, pero si pasa algo nos castigan, nos despiden no sé. Normas del castillo. —Respondió Frizzy aún con los rastros de emoción de su encuentro con el muchacho.
—Sí, pero amar no es pecado. —Le respondió el ojiazul. Comiendo un poco del guiso de pollo que les habían dado.
De alguna manera las palabras de Louis resonaron en la mente de Lauren más veces de la que se imaginó. Y es que claramente tenía razón. Y eso le afectó en una manera más grande de lo que se daba cuenta en esos momentos.
"Amar no es pecado"
Louis era un muchacho muy analítico y emocional, por eso mismo tenía mucha razón en las cosas que decía. En un sentido que eran cosas que la racional mente de Lauren negaba o reprimía inevitablemente. Ambos con personalidades muy diferentes en un sentido emocional, algo que también le permitía a Lauren darse cuenta que no todo era algo estructural, que aunque no entienda sus emociones no significaba que no las sienta. Que no estaba mal sentirlas.
Frizzy la había ayudado mucho con eso, pero de alguna manera escuchar ese tipo de mentalidad de alguien más. Era mucho más eficiente y acelerador para que Lauren se de cuenta que no estaba mal.
Todas parecían ser señal de que algo en Lauren tenía que cambiar. En su punto de vista y en su interpretación. Para dejar de echarse la culpa.
Y si en verdad eran señales, haría lo posible por seguirlas. Y así estar mejor. Con el tiempo.
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Se fueron uniendo un poco más a Louis, y eso hizo que claramente se vuelva una persona más preciada para las dos. A pesar de que fuera mayor que ellas no se sentía así.
Poco a poco Louis también se fue soltando, y Lauren lo entendía, porque se sintió así a un inicio también. Supieron algunas cosas de su vida, anécdotas con su abuelo y el hecho de que justo el hijo del Duque, el joven Harry era uno de los clientes más recurrentes de la panadería. Haciendo que entre Frizzy y él haya más afinidad, por el hecho de que antes de castillo Frizzy trabajaba con la familia del Gran Duque.
Todo eso fue la perfecta distracción para que Lauren no le de vueltas a su cabeza y para que claramente esté mejor emocionalmente. Y posiblemente lo que contribuyó a eso fue que desde el incidente de la enfermería no volvió a ver al príncipe ni por accidente.
Y a pesar de que una parte de ella lo extrañe con fuerza. Sabía que aún no era el momento, y que si no estaba lista para verlo. Menos lo estaría para verlo con otra persona.
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Pero lamentablemente el 10 de Mayo llegó. Y fue uno de los días más estresantes y peores del año hasta el momento.
Y para la cocina aún peor. Los horarios ajustados para el banquete, los horarios de la demás comida y el recibimiento, amenazaban con hacer que todo salga mal.
Para el pueblo y el Reino también fue uno de los más grandes eventos. Se decía que desde la madrugada esperaron en el puerto con miles de regalos, arreglos florales y cantos. Claramente con una razón válida, en esa familia estaba la próxima esposa del príncipe y la próxima Reina de Inglaterra.
Lauren no quería salir al recibimiento cuando lleguen. Y no era que tenía algo en contra de la señorita Lea porque ni la conocía. Pero tampoco quería verla. Aún así como todos los demás sirvientes estaba obligada a hacerlo.
Frizzy trató de consolarla diciendo que de todas formas iban a estar agachados en ese camino que formaban en la entrada, y que probablemente ni la iba a ver bien. Además era probable que sea un mito eso de su belleza. Nadie podía ser tan irreal.
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A la 12 del mediodía exacto ocurrió el recibimiento. Y el estrés del banquete tuvo que tomar un descanso porque ahora venía el estrés de la formación para salir a recibir a toda esa familia.
Habían preparado muchísima más comida de la que se haría en un banquete normal. Obviamente por exigencias externas la calidad de la comida estaba por encima del techo. Y la gente de la cocina estaba ya hasta pasando una crisis con tanto que hacer.
Y eso era en la cocina, pero considerando a los de limpieza que habían alistado y limpiado todas las habitaciones de hospedaje habían tenido que ordenar cada rincón del castillo. A lavandería, que había de alistar uniformes, las ropas para la familia real y atender todas las emergencias de los sirvientes. El castillo se iba a volver un caos.
Pero claramente eso no lo podían mostrar.
Al salir de la cocina todos los empleados se encontraron en la sala real para formar ordenadamente. La fila de varones y la de mujeres, para crear todo ese camino en la entrada.
En esa ocasión Lauren y Frizzy estaban casi al inicio de su fila. Por lo que también estarían más cerca del carruaje cuando llegue toda esa familia.
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Y precisamente lo nuevo fue que gracias a que los Skrlova eran una familia grande, venían en diferentes carruajes. En el primero vendría la madre con sus 3 hijas menores, y en el segundo el padre con las mayores, menos la señorita Lea, que vendría en su propio carruaje.
Con los dos primeros carruajes, la cosas aún no fueron extremadamente ansiosas como se creían.
Cuando llegó el primero, todos hicieron lo que ya sabían. Las sirvientas se agacharon en esa reverencia que las hacía parecer sentadas, y los sirvientes se agachen mirando hacia el suelo.
La madre y sus tres hijas menores estaban perfectamente vestidas, la menor, la niña de 7 años pasó de la mano de su madre, mientras las gemelas estaban detrás de su madre. Claramente gente de una clase social altísima.
Cuando llegó el segundo, el respeto fue mayor porque ahí estaba el primer ministro de Suecia y quien representaba literalmente a su país en todos sus sentidos. Nadie levantó la mirada.
Pero cuando ya habían pasado, si se los podía ver discretamente. El hombre robusto y bastante alto. Era calvo, pero tenía unos grandes y espesos bigotes.
Las tres de sus hijas mayores eran muy parecidas a su madre. Igual de bellas esbeltas y claramente con vestidos elegantisimos, acompañados de sombreros de ala ancha y guantes de seda hasta el codo.
Hasta ese momento Lauren trató de mantenerse tranquila y no irritada. Trato de no sentirse molesta, y de no sentirse dolida.
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Y no sirvió de nada. Porque en el tercer carruaje y a penas bajó la muchacha de la que todos habían hablado. Toda distracción que logró tener los días anteriores, todo consuelo o palabras buenas que dijo Frizzy desaparecieron por completo.
Y como quiso que las palabras de Frizzy sean reales. Pero no pudieron serlo.
Porque la belleza de la que hablaba la gente que tenía la señorita Lea, no era un mito. Y la forma en la que la habían descrito hasta era poca. Incluso si no se la veía bien por estar agachado en una reverencia.
De piel extremadamente pálida, tersa y bien humectada. De buena estatura y con un cuerpo que solo una Reina podía tener el privilegio de tener, un cuello largo, el rostro en la forma de un diamante, pómulos sobresalientes, un cabello largo y preciosamente liso hasta la cintura de color negro, y un unos profundos ojos azules.
Un caminar erguido, elegante y presumido. Porque era consciente de su poder y de su belleza, y claramente también de lo que se iba a convertir.
Demasiado como para que sea una persona real. Lo que era más que suficiente para traer el autoestima de cualquier joven mujer hasta el suelo. Y lo logró, sin ni siquiera haber hablado, con solo una primera impresión que causó al ser bienvenida al castillo.
Y eso, acompañado de esa tristeza terrible que Lauren había estado dejando de lado e intentando ignorar. La hicieron sentirse mal consigo misma en una manera en la que nunca antes había experimentado.
Sabía que no debía compararse nunca, porque eran personas diferentes de condiciones totalmente diferentes.
Pero ante los ojos de Lauren la señorita Lea era todo lo que jamás sería. Era más alta, más delgada, de ojos azules, cabello largo y liso. Obviamente más educada y mucho más inteligente por su posición, de la clase más alta de su país. Y sobretodo la prometida del príncipe.
Por lo que incluso después de que pasó. Lauren no levantó la mirada. Se sintió avergonzada de ella, de su cuerpo y su aspecto por más que supiera que eso pasaba a segundo plano en muchos aspectos. Se sintió horrible, con ganas de ocultarse en algún lado.
Sí había sido así con solamente verla pasar en aquel recibimiento. No quería ni imaginar como iba a ser en un futuro.
Creyó que iba a poder ser más fuerte en esa situación. Pero cuando pasó fue totalmente lo contrario. Y no tenía idea cómo iba a poder soportar todo eso.
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Pronto toda la familia Skrlova estuvo en el castillo. Y claramente por protocolo hicieron que los sirvientes se queden en ese camino que habían formado por un buen par de minutos más. Hasta que en los interiores de castillo se hayan escoltado y arreglado las cosas para los magníficos invitados recibidos.
A Lauren, Frizzy la tuvo que hacer reaccionar cuando les dijeron que podían empezar a avanzar. Porque claramente se había distraído muchísimo.
Volvieron a entrar a castillo de la misma forma ordenada en la que estaban desde un inicio.
Claramente era una fecha importante para el Reino. Había llegado la próxima princesa, la próxima Reina. Cuando los carruajes vinieron estaban aún con rastros de todas las rosas y flores que tiraron.
Era lo bueno y lo mejor para el Reino. El inicio para que las cosas paren, para que las cosas se arreglen. Para que Inglaterra corte su situación actual con Durrié Noveau y estar en paz. Y para que Inglaterra y Suecia sean una de las más fuertes de las alianzas.
Pero definitivamente también el día en el que Lauren Harris conoció perfectamente cómo se sentía sufrir por amor. Y cómo era querer ser alguien a quien sentía que ni a los talones le podía llegar.
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