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XI

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    El resto de esa noche al dormir. Lauren no lo logró.

    Habían decidido dormir de una vez para no desvelarse y para alejarse de toda la situación. Había sido bastante en un día y en una noche. Y al menos dormir podía aclarar sus mentes para el día siguiente. Esa era la idea, y era buena de hecho.

    Pero Lauren no lo podía conseguir. Y en verdad lo estaba intentando. Simplemente no podía hacerlo. Y no quería molestar a Frizzy diciéndole eso, porque la muchacha ya estaba dormida, y no quería incomodar.

    Echada en su cama cubierta con las sábanas, con el cuerpo recto pero apoyado, las manos descansando en su estómago, mirando al techo en la casi nula luz que había dejado apagar las pequeñas lámparas de noche.

[•••]

    Era necesario dar el contexto del siglo. Años antiguos, leyes que evolucionaban una sociedad que intentaba progresar día a día pero que claramente no viviría para ver lo que sucedería en el mundo 200 años después.

    Una sociedad patriarcal, machista. Y económicamente discriminatoria. Y claro que esas definiciones podían excluir a una gran cantidad de personas maravillosas que no merecían generalización. Pero ante una mayoría estadísticamente comprobada, esa era la única manera de definirla.

    Habían cosas que estaban tan mal vistas, cosas que era posible que en próximas generaciones logren a normalizarse. Como sucedía, porque el mundo avanzaba incontrolablemente.

    Pero esa época, ese siglo y esos años. Estaban asi. Y nadie había viajado al futuro para ver si no.

    Estaba mal visto que una mujer que no es de la élite quisiera estudiar. Si quería ir a la universidad era aún peor. La universidad era algo destinado para los varones.

    Pobre sea la mujer que use una falda o un vestido más arriba de la pantorrilla. Seria tachada con adjetivos imposibles de nombrar.

    Hasta con decir que no sé conocía en la época, ni lo que era la electricidad. Era una tecnología que a pesar de estar emergiendo recién entre las mentes de los máximos inventores del mundo.  Hasta las lámparas linternas y candelabros más grandes seguían funcionando con cera y aceite. Necesitando lo mismo constantemente para su mantenimiento. Las mismas lámparas que tenían Frizzy y Lauren eran de aceite, unas bastante buenas, con un mecanismo que las hacia más fácil de apagar y de prender, claro, hasta que se acabe su aceite y tengan que recargarlo.

    El mismo hecho de las planchas de ropa. Era prueba de que la tecnología estaba avanzando pero que aún estaba lejos de convertirse en algo tan maravilloso como muchos siglos después.

    Todos los baños seguían siendo precarios. Generalmente se echaban baldes de agua para hacer pasar todo. Y el sistema de jalar la cadena, aunque funcionará, no estaba muy avanzado y era usual que se malogre, y que la gente simplemente use los baldes. Incluso esa tecnología, de tener un baño con cadena, era para la gente más adinerada. La misma idea de tener un baño, era algo que la gente más pobre en el campo ni siquiera conocía.

    Todo ese contexto, todos los prejuicios y todos los estereotipos. Eran lo que hacían la situación de Lauren mucho más complicada de lo que podía parecer. El hecho de que le guste un hombre comprometido, podía ser considerado un pecado en cualquier parte de Inglaterra, un país tan católicamente religioso.

[•••]

    Pudo contarle a Frizzy y a la gente envuelta en el enredo del secreto del castillo, Rose y Karoma. Porque ellas sabían, ellas también estaban envueltas en el tema.

    Pero si se atrevía a decirle a otra persona cualquiera. Sería terrible. Los límites y extremos de la religión eran espantosos. Alguna gente pensaba así, y podía pasar algo.

    La misma Lauren sin ser muy religiosa no podía evitar pensar que era un pecado lo que sentía, desde el momento que el joven ya estaba comprometido. Era por la época, por el contexto en el que vivía, los años que le tocaron para su juventud, todo el contexto que se explicó.

    Pero todo eso no le impidió pensar que Frizzy también tenía razón. Tenía razón al decir que no era su culpa, que no era algo que ella controle.

    Frizzy tenía razón, podía arriesgarlo todo y tirarse a la boca del lobo, dejando de hacer todo. Repetir la historia de Karoma sabiendo que si algo le pasaba, esa sería la razón para que se sepan las cosas. Repetir todo y estar con el si es que no le hacían nada grave, dejar a la Reina con la sensación de que no lo había logrado. Confesarle su amor y estar con el durante años a pesar de que este casado, ser su secreto. Ser su amante.

    Podía guiarse por esos sentimientos entregados y desmedidos de su corazón. Porque podía tener derecho a serlo. Frizzy tenía razón.

    Pero, por otra parte. Lo que ella había respondido también tenía sentido. También era lógico y también tenía razón.

    Y había algo que la mente de Lauren tenía claro.

    No quería ser su amante.

    No quería ver como el príncipe fingiría una vida feliz con su esposa, teniendo hijos con ella. Si en secreto los dos estarían juntos en el hipotético caso que mande todo al diablo y haga caso a todos sus instintos como había dicho Frizzy.

    Se estaría atando a sufrir toda su vida. Sufrir eternamente por amor. Como lo hacia Karoma. Lauren no quería lastimarse a sí misma, viéndolo con otra persona, a pesar de que el príncipe no esté enamorado de su próxima esposa. Era su deber, y lo estaba haciendo por cosas mayores.

    Todo se relacionaba con todo. Nadie conocía como era esa muchacha Lea en realidad. Podía ser una buena persona, incluso mil veces mejor de lo que Lauren podía llegar a ser.

    Y si Lauren ataba al príncipe a ella, no le estaría dando la oportunidad de hacer nada. Lo estaría atando a repetir una historia que hizo y hacia sufrir a su padre. Y lo haría sufrir más al saber que su hijo pasaba por lo mismo. Lauren le estaría quitando la oportunidad de tal vez ser feliz con alguien más.

    Y no podía ser una persona así.

    Su cerebro y su moral se lo iban a impedir con todas sus fuerzas.

    Frizzy había representado con sus palabras cosas del corazón, la ilusión y la valentía. Cosas que le iban a terminar pasando si se dejaba llevar por todos sus sentimientos. Algo que tendría consecuencias pero que al fin y al cabo repetiría una historia. Pero una historia que también  estaría llena de sufrimiento y conflicto.

    Las palabras de Lauren representaron la conciencia, el cerebro y el miedo. Habían muchas cosas más que pensar, cosas que el corazón pasaba por alto sin importar. Pero que podían ser tan peligrosas, que no tendrían salida, que ya serían muy tardías para solucionar. Algo a lo que sería sumamente peligroso atarse.

    Y ese era el problema. Era tan difícil ignorar una como la otra. Las dos opciones no tenían remedio al final, más que resignarse al ser su secreto si le hacia caso al corazón, o resignarse al verlo aceptar su destino, si le hacia caso a su cerebro. Las dos cosas terminaban mal, haciéndola sufrir de todos modos aunque sean en diferentes maneras. De todas formas se iba a casar.

    Estaba muy inclinada a hacerle caso a su cerebro, porque siempre lo había hecho. Siempre había pensado antes, había pensado de más. Toda su vida.

    Pero esta era una carrera diferente y también lo sabía. Podía estar totalmente inclinada a la parte más racional, pero si algo pequeño hacía que un arranque de sus sentimientos salga de repente, no iba a poder pararlo. Hasta que sea muy tarde.

[•••]

     Al día siguiente, como lo había deducido Lauren. La noticia se supo en todos los rincones.

    Aún quedaban un buen par de días para su vuelta a la cocina. Por lo que todas las noticias llegaron cuando estaban en la lavandería con la encargada general de la misma avisandoles que cosas tenían que tener listas en sus últimos días ahí.

    Lauren y Frizzy tuvieron que pretender que recién se enteraban mientras todos escuchaban con atención a Karoma que se pasaba por cada inmensa sección a reunir a la gente para avisarles.

    Pero también se enteraron cosas nuevas que le brindaban más contexto a todo.

    Suecia brindaría ayuda especializada con agentes especiales y espías para ayudar a Inglaterra. Para eso Inglaterra  obviamente tenía que prometer su ayuda con Suecia si en algún momento algo les sucedía, obviamente y ese era el trato bajo el que se firmaba la alianza. Y como no la gran amistad entre ambos países.

    Suecia estaba haciendo mucho por Inglaterra y con la situación actual la alianza tenía que afianzarse se una manera muchísimo más fuerte. Suecia estaba haciendo un trabajo excepcional y gracias a ellos todo esto parecía poder tener una pronta solución. El Rey no podía estar más que agradecido por la ayuda.

    Pero claramente Suecia y sus autoridades no trabajaban gratis ni por amor a su alianza obviamente. Esperaban una retribución, una que no solamente se quede en una promesa de ayudar si algo les pasaba a ellos.

    En eso, el gran primer ministro indirectamente mencionó que lo mínimo que podía hacer Inglaterra era hacer su alianza la más fuerte de todas, uniendolos por un lazo más fuerte.

    La indirecta se entendió. Y era obvio que algo de negociación tenía también. Suecia necesitaba algo grande y significativo a cambio para seguir ayudando. E Inglaterra necesitaba ayuda desesperadamente. El Rey no podía hacerlo todo solo.

    De cierta manera el primer ministro de Suecia ofreció a su hija mayor como si fuese una mercancía que claramente tenía ideas políticas que su país quería cumplir. Suecia e Inglaterra como hermanos gracias a un matrimonio.

    Y por eso se aceptó el compromiso. Uno con el que la Reina estaba de acuerdo incluso antes de que se de la indirecta sobre el tema.

    La familia Skrlova, llegaría el 10 de Mayo, relativamente para las fechas y la semana del cumpleaños del príncipe. Llegaría el primer ministro de Suecia con su mujer y todas sus hijas.

    El castillo debía prepararse para el recibimiento. Uno grande. Porque era la familia de la próxima y futura Reina de Inglaterra.

    El hospedaje también debía ser maravilloso y todos en castillo encargados de limpieza y ambientes tenían que acomodar todo para que sea el más lujoso posible.

    Después de la boda por tradición la familia de la esposa se iría, para que la mujer esté con la familia de su esposo correspondientemente. Por lo que la estadía de la señorita Lea sería permanente y por eso su habitación debía ser la mejor preparada del mundo, claramente antes de que se case y tenga que tener una habitación matrimonial en vez de una personal.

    El compromiso estaba hecho, pero la fecha oficial de la boda no estaba definida. Lo que se sabía era que el plan era que se de por primavera es decir posiblemente en Setiembre.

[•••]

    Todas esas explicaciones aumentaban el contexto de por qué era casi una necesidad que el príncipe se casé. Acrecentando más también el conflicto interno de Lauren.

    Tenía que intentar obedecer a su cerebro con todas sus fuerzas. Hasta donde pueda, hasta donde dé su cuerpo.

    Desire y Amy hablaron que en su tiempo en el castillo si escucharon de la familia Skrlova por su amistad con el Rey, pero que nunca los habían visto. Intentaron bromear lo más posible con el tema para distraerse, porque claramente todo el mundo había quedado pasmado con la noticia.

[•••]

    Por los chismes del castillo, todos se enteraron que fue una gran sorpresa saberlo. Que muchos se estresaron con la llegada y con el hospedaje porque era algo que se les dejaba a los sirvientes en su mayoría.

    La noticia cayó bien y mal al mismo tiempo. Había mucha gente feliz porque todo significaba lo mejor para el país y la finalización de ese gran problema con el grupo de vándalos y su gran relación con la parte más oscura y ruin de la élite. Mucha otra sabía perfectamente que era por necesidad y la cortina de humo más grande de Inglaterra. Para calmar a la gente.

    Opiniones habían miles. Y cada quien tenía razón desde su punto de vista.

    Lo que no tardó en salir, fue gente que si conocía a la familia de sus anteriores visitas a castillo años atrás. De las visitas amistosas que obviamente eran mucho tiempo atrás de que todo esto pase en el país.

    Y las cosas que tuvieron que decir fueron muy variadas. Dijeron que el primer ministro era un interesado, que su esposa era una mujer que vivía en fantasías. Que no eran malas personas pero que tampoco eran muy agradables, que su marido siempre le reclamaba no haberle dado un varón como hijo a su mujer y que siempre peleaban por eso. Porque su esposa no quería y pronto no podría llevar otro embarazo más.

    Se habló de sus hijas, que las niñas menores eran buenas, porque eran pequeñas y aún bastante inocentes de todo. Pero que con el tiempo que pasó de su última visita ya todas debían estar grandes. Incluso la menor de todas, ya debía estar pasando los 7 años ya. Y las gemelas debían estar entrando a los 11 años.

    De lo que se habló más fue obviamente de la señorita Lea Skrlova, protagonista de la noticia. Una joven, que por lo que se decía era la máxima belleza personificada. Y presumida de ello, porque sabía que podía tener a sus pies a quien deseara. Sueños de realeza impuestos por su madre que toda la vida le prometió que sería una princesa, que sería una Reina. Y aunque a un inicio meterle esas ideas eran un error, de alguna manera las manifestaciones de su madre se habían cumplido. Preparada para ser una princesa, con una educación fina y claramente una joven adinerada.

    Claramente todo lo que según normas sociales, era lo que merecía el príncipe. Y el país.


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