
V
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881—𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Aquel día, felizmente la lluvia pasó o bueno, al menos se atenuó, después de un muy buen rato. En los que solamente esperaron sin remedio.
Al ver que no pasaría en un buen rato, pero que al menos se había atenuado lo suficiente para poder caminar. No hubo otro remedio que salir.
Y si bien Frizzy y Lauren llegaron a su habitación con la ropa mojada, no estaban totalmente empapadas. Y si algo de beneficio podía tener usar el cabello tan corto, fue que el cabello de Lauren secó muy rápido a pesar de ser de noche.
El de Frizzy demoró, pero no había más remedio que esperar o sacudirlo.
En esos tiempos se solía creer que era peligroso dormir con el cabello mojado, más aún por el terrible frío de las noches de Londres, que siempre amenazaba con hacer que alguien pesque un resfriado de repente.
[•••]
La lluvia de esa noche de extendió hasta la mañana siguiente. Por lo que se anunció, que el horario de trabajo empezaría una media hora más tarde para evitar cualquier inconveniente.
Los días siguientes, fueron bastante iguales a los anteriores.
Se volvió a entrar en un limbo de incertidumbre respecto a la situación que se daba. Y la última noticia que se público, fue el aumento en la suma de recompensa para cualquiera que tenga información importante junto a pruebas.
Por lo demás, fue como si las cosas se hubieran tomado un descanso.
Y la verdad, a pesar de que la situación tenga que ser resuelta lo más rápido posible. Tomarse un tiempo, en los que claramente ambas partes estaban cansadas de enfrentarse, el Rey ya iba a entrar en un colapso con la situación. Era al menos una decisión inteligente.
Ese tiempo podía usarse para armar una estrategia. Para buscar más ayuda, para ver que era lo conveniente para el Reino.
Una vez más. Este era un problema entre élites. Porque toda la gente de clase baja involucrada, la que era encargada de los saqueos, solamente estaban siguiendo órdenes. Eran criminales contratados, sicarios, ladrones, que por sea la situación que sea, actuaban así por necesidad, vicio o simplemente por influencia externa. Y que al encontrar gente dispuesta a pagar y ocultar todos sus servicios debido a las influencias que tenían, se unieron sin dudar, formando así un grupo nuevo como este. Diseñado para funcionar en secreto. Aunque eso había dejado de ser así hace ya bastantes meses.
Toda esa información ya se había aclarado y comparando con la angustia que se tenía cuando todo recién explotó y las teorías salían por todos lados.
Como había publicado el Rey en varios anuncios Reales. El pueblo estando informado de toda su situación, estaría preparado y consciente de las cosas que estaban pasando.
Y era estresante. Hacia daño pensar en eso y podía hacer que la gente desarrolle paranoias que antes no sentía. Y si cualquier persona del pueblo podía sentirse así, las personas que habían sufrido de los saqueos, y sobretodo el mismo Rey estaban mucho peor.
Por eso, aunque claramente no sea lo más lógico a primera vista, el tipo de incertidumbre que ahora había, era ya lo necesario. Un tiempo libre, para respirar.
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Ese tiempo precisamente permitía que cosas como el cumpleaños de Frizzy se hayan podido pasar al menos de una manera bastante animada y decente. Que la repentina llegada de Louis haya sido una noticia que trajo más de ese ánimo que podía estar faltando tal vez.
Y eso era bastante bueno al menos
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Aquella incertidumbre duró al menos una semana y media más. Al menos para como lo fue percibiendo Lauren.
Resultaba, que después de esta semana y media desde el cumpleaños de su amiga. Llego aquel día en el mes en que la Reina llamaba a Lauren y a Karoma para cortarles el cabello para seguir manteniéndolo tan corto como estaba desde fines del año pasado.
Lo había hecho mensualmente. Y cuando se sentía de mal humor a veces lo hacía cada dos semanas.
Karoma se ponía bastante triste esos días generalmente. Y Lauren tratanto de permanecer sin reaccionar se tragaba todo el enojo que le provocaba ver a la Reina.
Porque sí, todos esos días la Reina se aseguraba de estar presente mientras les cortaban el cabello a ambas. Con una copa de vino mientras disfrutaba esa tontería que se había empeñado a hacer.
Aunque por un lado, lo que hacía la Reina funcionaba. Para el siglo para la década, estaba muy apreciado el hecho de poseer un cabello largo siendo mujer. Era un símbolo de belleza, delicadeza y finura.
Antes Lauren ya se había cortado el cabello por el uniforme del castillo, y si le había dado pena, lo solía tener hasta la espalda y paso a tenerlo hasta los hombros. Y el año pasado se lo habían cortado hasta la nuca. Y aunque fue una decisión de la que no se arrepentía, sí fue un cambio radical en su imagen.
Y como cualquiera. También le afectaba en cierta manera.
Era su aspecto físico, y claro que le importaba. Quería sentirse bonita.
Pero había decidido dejarlo de lado. Porque así lo había decidido. Porque sus creencias eran más fuertes.
Los días del mes que la Reina tenía planeado para eso del corte. Siempre eran a fines. Específicamente los 28. A menos que claro, y como había sucedido otras veces, a la soberana se le por hacerlo cuando se le venga en gana.
En esas fechas siempre venía Karoma a buscarla. Ya que anteriormente la dama de la Reina le había dado el aviso al ama de llaves.
Ambas sirvientas tenían que parar sus labores por un momento, acompañarse hasta la sala de música. Lugar que había decidido la Reina para aquel acto.
Claramente cuando no había gente, y esa zona estaba vacía.
Había una sirvienta especial que era la que les cortaba el cabello. Una en la que al parecer la Reina confiaba, o bien, también había amenazado.
Ese día que para esa ocasión resultó algunos días adelantados. Karoma la fue a recoger a lavandería y fueron juntas hasta la sala de música.
Donde la sirvienta que les cortaba el cabello esperaba, y la Reina estaba bien sentada en uno de los lujosos sillones rojos que estaban ahí también.
A Lauren y a Karoma les acomodaban sillas al medio de toda esa sala. Para que la Reina disfrute de verlas. De descargar su odio en ambas sirvientas de la única manera en la que podía por ahora.
Porque el Rey a pesar de que le había dicho que no vuelva a hacerle algo a Karoma ni con su cabello, estaba demasiado ocupado como para tener un ojo en todas las cosas sucediendo en cada rincón del castillo. Y claro que la Reina iba a aprovechar eso, durante todo el tiempo que dure aquello.
Como era ya de costumbre las hizo sentar en las sillas. Mientras ella disfrutaba en aquel sillón. Ordeno que empiecen con Karoma, mientras de repente un mayordomo llegaba con una copa de vino para ella en el momento exacto.
Karoma rendida, se quitó el adorno de la cabeza, y con un suspiro dejó que todo pase. Que le corten el cabello para mantener su estilo, pegado a la nuca.
[•••]
—Saben, hoy esto se adelantó unos días por algo importante, y no solo porque me dieron ganas. —Dijo la Reina de repente después de tomar un sorbo de su copa.
Era usual que siempre hable para hacerlas sentir mal. Y lo lograba a veces, ya que en realidad era algo mucho más irritante que algo hiriente, como ella pensaba.
Lauren ni se inmutó, mientras esperaba que terminen de igualar el el cabello de Karoma para mantener su corte.
—Karoma, fue informada esta mañana. —Volvió a decir la Reina con una repentina sonrisa. —Ella era la encargada de avisarte Lauren, bueno avisarle a todos obviamente. Pero me pidió unos días, ya que es una noticia algo fuerte.
En ese segundo, Karoma levantó la vista. Sumamente preocupada, y rogándole con la mirada a la Reina de que aún no diga nada.
En ese momento las cosas tomaron un rumbo raro para Lauren. Que tratando de mantener la cabeza baja ante la Reina por la normas del castillo, miro disimuladamente a Karoma a su costado con algo de duda.
Para ese momento, justo habían terminado con su cabello. Y casi sin tiempo de que Lauren pregunte, ya le estaban cortando el cabello a ella, interrumpiéndola.
—Vamos, Karoma. Tú sabes que igual en unos días se va a enterar. —Volvió a decir la Reina, sonriendo alegremente.
—Señora. —Se escuchó la voz de Karoma en un suspiro algo angustiado.
La Reina ignoró su preocupación.—Bueno, te lo cuento yo muchacha. —Dijo dirigiéndose a Lauren con una amabilidad fingida. —Como todos saben, nuestros aliados de Suecia nos están brindando la mejor ayuda con toda esta situación tan difícil. —Suspiró. —Suecia es un país muy rico y muy avanzado, y una alianza con ellos es precisamente lo mejor que nos ha pasado. Y claramente tenemos que hacer esta alianza mucho más fuerte, afianzarla, volver a nuestros países hermanos. —Dijo.
Lauren la estaba escuchando, mientras sentía la tijera rozar su nuca para igualar su corte. Sorpresivamente, lo que estaba diciendo la Reina hasta el momento era algo bastante lógico.
—Estamos aprovechando estos momentos donde aún no se ha pronunciado nada. Para asumir que estos vándalos están en proceso de rendirse. Puede ser algo muy optimista tal vez, pero esa es la idea que el consejo quiere apoyar. Y lo entiendo
—Dijo volviendo a tomar un sorbo de su copa de vino. —Por eso, al fin se esta autorizando y brindando la seguridad para que el mismísimo primer ministro de Suecia venga de visita a Inglaterra, y se hospede en el castillo. —Dijo emocionada. —Es una autoridad importantísima, y se esta tomando el tiempo de venir a este Reino con toda las buenas intenciones de nuestra alianza, y eso es magnífico. —Suspiró.
—Su majestad. —Quiso interrumpir Karoma, pero la Reina la calló.
Para eso, ya habían terminado de cortar el cabello de Lauren. Y la sirvienta encargada de eso fue a la esquina de la sala por una escoba y un recogedor que dejó ahí a un inicio para poder barrer todos los cabellos que habían caído al suelo.
Lauren levantó la cabeza un poco después de eso mientras volvía a colocarse el adorno del cabello. Y así seguir escuchando a la Reina, quien claramente no terminó de hablar.
Karoma permanecía quieta y claramente molesta. Algo estaba diciendo la Reina, que claramente la molestaba, a pesar de que hasta el momento parezca una noticia simplemente.
—Como decía. —Dijo la Reina sacudiendo la cabeza. —Eso no es todo. El primer ministro de Suecia vendrá en compañía de su esposa y sus siete preciosas hijas. La familia Skrlova viene junta. —Dijo pronunciando el apellido de los próximos invitados. — Dos de ellas son gemelas y la menor es aún una niña, lo entiendo, se casaron muy jóvenes. —Dijo con una sonrisa. —Pero es su hija mayor la razón de estas preciosas noticias, se llama Lea, y tiene tu edad Lauren, creo que hasta es un año mayor. —Dijo con una risa. —Es la prometida de mi hijo. —Soltó con emoción.
Karoma cerró los ojos con fuerza, como si escuchar la noticia de nuevo hubiese sido como un golpe.
Lauren simplemente no reaccionó. Y exteriormente pareció que genuinamente no le importaba.
Aunque literalmente por dentro en el momento que escuchó aquello, su cerebro dejó de procesar las cosas, y sintió como si su alma hubiera caído al piso dejando a su cuerpo helado.
Y su primera reacción después de varios segundos, fue entrar en negación. La Reina lo había de estar haciendo a propósito para causar algún tipo de impresión o molestia.
No era cierto.
[•••]
—Vamos Karoma, dile. Tu sabes que es verdad. —Dijo la Reina.
—Yo te dije que yo se lo diría personalmente ¿Por qué te gusta arruinarle el día? —Dijo Karoma levantándose del asiento, y haciendo que Lauren también lo haga.
—Soy tu Reina, háblame con respeto. —dijo la mujer algo molesta.
—Mira, no tenías por qué decirlo de tal manera, más aún porque no hay nadie aquí que no haga lo que tú quieres, y por un segundo y ni siquiera era por bienestar mío te pedí que me des unos días para hablar porque... —Empezó a decir Karoma quien ya se había enojado completamente.
—Tranquila Karoma, eso no es verdad te está mintiendo. —Le dijo Lauren a Karoma en un susurro, su cerebro seguía negando la certeza de la declaración de la Reina.
Karoma no pudo evitar mirar a Lauren con tristeza.
—Pobrecita. —Dijo la Reina con una pena fingida. —¿En serio crees que mentiría con eso? —Dijo. —La vida de mi hijo me importa. Y esta vez ninguna historia se repetirá, Lea se convertirá en la mujer de los sueños de mi hijo en un segundo mientras tu sólo planches ropa. —Se levantó del sillón dejando la copa de vino a un lado, y avanzo hasta quedar delante de Lauren.
—Ya, basta. —dijo Karoma tratando de interponerse. Pero no lo logró.
Para eso la sirvienta que les cortó el cabello ya se había ido hace tiempo. Casi corriendo, con la escoba y el recogedor lleno después de haber limpiado.
—Te destruirás al ver como mi hijo se enamora perdidamente de otra persona. De una que sí valga la pena. Te veré desmoronarte y disfrutaré verlo. De todas formas, tus tías te han acostumbrado a sufrir ¿No es así? —Dijo. Y decidió pasar una mano por el cabello de Lauren para acariciarlo, y así molestarla más.
Sin pensarlo, sin medir su propio enojo para esos momentos. Lauren sostuvo la muñeca de la Reina en el aire antes de que llegue a tocarla. —No me toque. —Le dijo.
—Insolente. —Dijo la Reina con los ojos llenos de odio de repente. Haciendo un movimiento brusco para zafarse, lográndolo de pura suerte.
—¿Yo? —Dijo Lauren igual de molesta. —¿Se ha visto usted?
Karoma después de intentarlo varias veces pudo ponerse al medio.
—¿Te enojaste tanto por una verdad niña? —Siguió recriminando la Reina. —¿Por qué te molesta tanto? Si tú y mi hijo ni siquiera son nada.
Y en todo el enojo que podía tener la conversación y la discusión. El cerebro de Lauren reaccionó. La Reina tenía razón.
Nada de la historia que contó era una mentira.
Karoma trataba de razonar con la Reina para calmarla. Lauren había callado de repente.
Al darse cuenta de la reacción. La reina también paró con sus inicios de escándalo. Y tuvo una sonrisa igual de malvada como genuina.
Karoma se giró y trató de hablar con Lauren. Pero la sirvienta por unos segundos no la escuchó. No proceso las palabras que salían de la ama de llaves.
—¿Ya entendiste verdad? —Soltó la Reina con una sonrisa. —Sabía que eras inteligente.
—Lauren ya no la escuches solo vámonos. —Le susurró Karoma. Pero por la cercanía la Reina escuchaba también obviamente.
—Es eso lo que siempre haces Karoma ¿Escaparte? —Se empezó a burlar la Reina.
Karoma se llevó del brazo a Lauren. Que simplemente había dejado de reponder. Sus ganas se habían quitado, y lo único que quería era irse de allí junto a Karoma.
Ambas salieron ignorando a la Reina que seguía hablando por el mero gusto de irritar a la gente. Solo querían irse lo suficientemente lejos de la sala de música.
—¿Es lo único que sabes? —Dijo la Reina justo cuando ambas estaban saliendo por la puerta.
Karoma también se hartó y retrocedió unos pasos. —No Tasha, no es lo único que sé. Pero debí hacerlo cuando tu esposo me lo pidió hace 20 años. —Soltó con odio, dejando a la Reina con la palabra en la boca. Se lo merecía, y se lo había estado buscando.
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