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LXXXVI

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Se trató de que en los días siguientes las sospechas y las preocupaciones no sean lo que resalte en el trayecto. Necesariamente sí se habían distraído bastante, pero todo tenía que volver a su gran propósito.

     Una vez más, todo estaría siendo controlado. A Lauren no le permitían meterse mucho en esos temas, por seguridad ante todo y porque en palabras del Rey aún no estaba casada como para tener un papel importante en esas decisiones.

     Igual Thomas le paraba contando todo.

     Y seguía igual todo, al igual que las Dhollen los Durrié Noveau se habían esfumado. Y era muy extraño. Porque todo empezó desde el día que la gente supo sobre el nuevo compromiso del príncipe.

     En caso de las Dhollen tenía sentido, pero con aquellos criminales no, aunque podía ser simplemente una coincidencia, pero tenían que tener mucho cuidado.

    Había un mal presentimiento. Y en verdad esperaban que solo fuese eso.

[•••]

    Por otro lado en los días que quedaban antes del aniversario de muerte del hombre. Tenían que avanzar con más cosas, y precisamente con lo que empezaron de manera fuerte, fue con las instrucciones y preparación que claramente Lauren y Frizzy tenían que tomar.

      Y Thomas no se había equivocado. Era algo sumamente fuerte. Desgastante y agobiante.

       A penas había comenzado para Lauren y Frizzy, y estudiaban por separado, debido a que sus preparaciones eran bastante diferentes a excepción de algunas cosas como las instrucciones de matemáticas.

      Después, en todo lo que les asignaban, ambas se llevaban malas partes. Porque había de todo.

      Música, etiqueta, baile, deporte, ciencia, literatura, gobierno.

      Dentro de música se elegía entre cantar o tocar algún instrumento. Frizzy eligió voz, Lauren quiso aprender piano. En los temas de etiqueta se abarcaba absolutamente todo. Desde como sentarse, hasta como simplemente mirar a la gente. Parecía de cierto modo que su instructora que era la misma, se las había ensañado con Lauren, porque claro, ella sería la princesa, a ella la iban a ver todo el tiempo, y porque claramente por factores como su postura, ya parecía estar bastante decente en los términos de etiqueta. Pero nunca era suficiente. Había que practicar con tacones, todo tipo de armazones, peso en la cabeza dado por libros, formas de saludar, la correcta forma de comer, de tomar los cubiertos, y hasta de respirar.

     "Una princesa no bufa, no hace muecas, es como una pluma"

     A Frizzy también la tenían harta "Una dama no se encorva, no se ríe escandalosamente, no grita, no corretea, es sería, no puede ser tosca, ha de ser suave, femenina" a veces con Frizzy era un poco más mala, por el hecho de que a veces se olvidaba algunas cosas, pero no era culpa de Frizzy, era la primera vez que recibía una educación así de fuerte. Igual que Lauren, aunque ella haya recibido algo previo, igual comparado con aquello no era casi nada.

     En deportes, entraba equitación y aquel deporte que debían de elegir, Frizzy decidió continuar con el baile, y como ya se sabía Lauren había escogido tiro de escopeta. Situación de la que Thomas no se pudo parar de reír cuando vio el rostro de sus padres cuando les había informado.

     Frizzy le terminó teniendo algo de miedo a los caballos, pero poco a poco, porque solamente en los días que habían pasado, lo que hicieron fue acercarse y familiarizarse con los mismos, Lauren también se habia asustado un poco, claramente eran animales bastante imponentes. Y tratar con los mismos era diferente a solamente verlos en los carruajes, acariciar uno era algo totalmente majestuoso, había que tener cuidado no pasar muy cerca detrás de ellos, hacerlos aprender a confiar, darles alfalfa. Thomas las acompañaba, les presentó a su yegua, se llamaba Eclipse.

     Respecto a los deportes. Lauren aún esperaría, el profesor de tiro llegaría después de un viaje que tuvo que hacer. Era un guardia y soldado retirado del Reino. Frizzy continuaba con los temas de danza, se divertía bastante eso era bueno.

     Ava las ayudaba mucho, habían pasado solo días pero todo era extremadamente abrumador. Aquello era sumamente fuerte, y sumamente difícil y a penas eran unos días.

     Faltaba costumbre tal vez, pero eso no significaba que el agotamiento mental no exista. Todo era en otro nivel.

     Lauren llevaba cosas demasiado pesadas en historia, literatura, ciencias políticas y filosofía. Porque ya tenía un pequeño conocimiento previo, su profesor se maravilló le subió el nivel en todo. Y se la tenía que pasar estudiando.

     En esos pocos días Frizzy se había puesto a llorar del estrés. No entendía varios aspectos de literatura. La presión era demasiada. Y no se quería imaginar como lo sería después, si ahora a penas había pasado tan poco tiempo. Lauren intentó ayudarla, porque también les hacían estudiar el diccionario, Ava también estaba ahí, todas estaban para ayudar.

     En un error de vanidad tal vez, en caso de los idiomas Lauren quiso aprender dos. Francés y Alemán, mientras que Frizzy escogió Italiano. Todos eran idiomas muy difíciles, y a pesar de que en ese corto tiempo a penas aprendieron a saludar coloquial y formalmente, con todo lo que las abrumaba, podía explotarles el cerebro.

    Y ese solo era el comienzo.

     Pero por una parte servía, ya que podía mantener a Lauren y Frizzy distraídas del tema de los Durrié Noveau, y hacer que no se preocupen tanto. Lo que para el Rey sí era importante, porque ver la situación desde otra posición era diferente, y no quería matarlas de nervios y angustia a ambas ni a su pobre hija.

     La curiosidad seguía ahí, siempre las mantenían al tanto. A veces mentían, con el hecho de que al parecer no había nada sospechoso. Pero cuando Thomas hablaba con Lauren terminaba contando todo. Que pensaban que era una estrategia por ejemplo, que se estaban reorganizando o algo por el estilo. De todas formas, parte de un plan o no, parecía un milagro del cielo que hayan desaparecido desde que se supo el compromiso.

     Hasta se hizo la teoría supuestamente. De que la gente que trabajaba para las cabezas del grupo, estaba renunciando, vendiendo información y desapareciendo de aquella organización porque Lauren era la prometida del príncipe, habían dejado solo a la gente corrupta de la élite en el grupo, que era la minoría, pero la que lideraba. Pero sin los que trabajaban ahí no podían hacer nada. Pero la gente al fin tenía una representante del pueblo mismo. Posiblemente generó culpa, y por eso dentro de aquel grupo se habían terminado enfrentando entre ellos también, terminando por desaparecer, dejando poca gente que quizá seguía planeando algo que hacer.

[•••]

     De todas formas el día de la reunión con el consejo, que coincidía con la salida de Lauren ya resolvería un par de cosas.

    Y llegó ese día se Setiembre, junto a la primavera.

[•••]

     Lauren iría sola, junto a los respectivos guardias, pero solo ella. Frizzy se quedaría en aquellas clases, le tocaba música e iba a continuar con el calentamiento de las voces, a veces estudiaba junto a Ava, que más iba de ejemplo porque estaba mucho más avanzada en eso, claro, si lo había hecho desde niña.

    Después del desayuno, que llegó un poco más temprano. Lauren se alistó. Con un vestido amarillo con encajes mas oscuros y de una pieza, cuello de camisa y manga larga. Era uno de los más simples, supuso era el correcto, el cementerio estaba algo lejos. Se puso botines marrones, y un sombrero de ala ancha de paja con un listón amarillo, usó guantes blancos de seda, se había ido acostumbrando a ellos.

      Y su cabello pudo traerla hacia atrás con bastantes ganchos armando lo más parecido a una especie de moño que al fin alcanzaba, pero estirándole casi toda la cara. Al menos algo se había logrado.

      En los meses que habían pasado desde que pudo dejar crecer su cabello de nuevo, el mismo creció de manera bastante lenta, posiblemente porque estaba bastante corto también. Pero aquella hazaña que se animó a hacer, había funcionado, esa era la señal, de que ya había pasado el tiempo, y lo seguía haciendo. Decidió mantenerse el flequillo, le agradaba. Frizzy se lo dejo crecer para combinarlo con el resto de su cabello, a ella no le había agradado mucho.

[•••]

     No llevó sombrilla, el día estaba algo soleado. Y era temprano en la mañana.

     La reunión también sería temprano, Thomas también se estaba alistando. Y se encontraron al salir cada quien de sus habitaciones lado a lado.

     Fue sorpresa entonces, cuando ambos usaban amarillo. Thomas en el elegante pañuelo que había decidido usar en el cuello junto a su traje negro, y una boina negra también. También traía guantes, de seda los blancos, de los que siempre usaba.


   Lo tomó de sorpresa cuando mientras tanto el como ella salían con los sirvientes que los habían ayudado. Lauren fue a darle un beso en la mejilla. No se lo esperaba, se esperaba un buenos días solamente.

      —¿Estás bien? —Preguntó con los ojos entrecerrados después de aquel contacto. Mientras los sirvientes se retiraban sin poder evitar curiosear de tanto en tanto.

    —¿Tengo que estar mal para saludarte así? —Cuestionó Lauren en broma.

    —No, pero solo digo. —Contestó Thomas. —Generalmente cuando nos chocamos así solo me dices buenos días y te vas junto a los sirvientes porque te queda de camino alguna clase. —Se explicó, y era verdad. —Pero no me estoy quejando. —Aclaró. —Más bien muchas gracias. Y de hecho un beso en la mejilla no me parece forma de saludar a tu prometido, si me vas a besar bésame bien.

     Lauren se acercó elevándose un poco ya ayudada por la pequeña altura de los lindos botines, tomó su rostro y cuando pareció estar lo suficientemente cerca, Thomas ya había cerrado los ojos, se detuvo. —No. — Susurró cerca a sus labios divertidamente y se volvió a alejar. Empezando a tomar su camino hacia la Sala Real, hacia la recepción de la misma donde estaban los guardias que la iban a acompañar.

     Lo había dejado muy frustrado. —Te odio. —Dijo divertidamente mientras aún se quedaba parado viendo como Lauren se alejaba.

     Lauren se giró mientras seguía caminando y levantó su sombrero de paja como saludando. —Yo también. —Le respondió en aquella broma y se volvió a colocar el sombrero y continuó su camino.

[•••]

     —¡Que tengas suerte!—Volvió a decir Thomas en voz alta ya cuando ninguno se veía, pero si se podían escuchar.

    —¡ Tú igual!—Deseó Lauren de igual manera respecto a la reunión claramente.

[•••]
    

    Bajó las escaleras y se dirigió a donde  debía. Se demoró, y como no, las distancias eran enormes, y con las ropas que tenía que usar ahora, que a pesar de sencillas a comparación de lo que se acostumbraba ver para alguien de castillo, seguía pesando bastante.

      Saludo a un buen par de sirvientes en su camino, por sus nombres, no había cambiado ese propósito. Era agradable conocer a la gente y tener esa buena memoria.

[•••]

    Ese día no iba a tomar clases de Alemán, porque iba a estar fuera claramente. Le enseñaba el señor Portman, que siempre bromeaba con que el idioma sonaba como si se estuviese enojado. Y que cuando Lauren lo domine, podía estar diciendo algo simplemente como "Muy buenos días queridos presentes" e iba hacer llorar algún niño que no entienda.

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     Abajo, cuatro guardias la esperaban muy bien uniformados, mirando al frente. Eran muy altos, muy forzudos. Era su trabajo, siempre traían sus fusiles en aquel cinturón especial, el traje rojo siempre había sido tradicional.

     Lauren los saludó, conocía a dos, a los otros dos no. Les preguntó su nombre, y como si las coincidencias en realidad no existieran, uno se llamaba Louis, y el otro Harry. Su expresión tal vez se entristeció un poco, pero disimuló agradeciendo porque estén trabajando y preguntando cuando habían llegado. Ambos eran hermanos, contestaron que calificaron hace poco, habían llegado ese mismo día.

[•••]

     Salió acompañada junto a los cuatro guardias. Cruzando aquel camino de rosas tranquilamente. Les abrieron las rejas. Y afuera estaba el carruaje, esta vez usaría el de Thomas, que sí tenía techo y era cerrado. Más por seguridad, porque aquello era más privado, y no una visita en sí. Además sería más conveniente, para el lugar hacia donde iban a ir.

      El único detalle era que era más alto que el que era suyo, por lo que aquel conductor tenía una pequeña banca de madera para que pueda hacer función de escalera. Un guardia ofreció su mano para apoyo. Justo el que se llamaba Louis, se apoyó para terminar de subir, los guantes seguían ayudando, podía disimular que ese contacto la había incomodado.

      El conductor, era el suyo. Sam Phillips. El hombre amablemente aclaró que dijo que siempre sería su chófer. No importaba el carruaje.

     Ya sentada, con los guardias montando sus caballos detrás del carruaje para su solemne protección.  En esos segundos antes de poder arrancar. Lauren habló con aquel conductor, le preguntó desde cuándo trabajaba en castillo, el mismo contó que lo despidió la Reina porque antes era su conductor, y que al enterarse lo recontrató el príncipe. Esta vez para Lauren.

      Que se había asustado, porque tenía tres hijos pequeños y una esposa a las que no les podía fallar. Que agradecía que haya tenido solución, y estar con Lauren, porque la Reina lo había hecho llorar varias veces. Lo había humillado e incluso una vez como supuesto castigo lo hizo lavar el carruaje en plena lluvia, con todo el barro encima. Solamente porque uno de los caballos le había relinchado a la cara, como si él tuviera culpa de que hasta un pobre animal odie a esa mujer.

       Era hablador, y basto eso para que quisiese hablar todo el tiempo. Lauren no pudo estar más encantada, escuchar era algo que disfrutaba mucho. Y mientras más relaciones sanas tenga con cuanta gente pueda, más gente estaba a su favor, y en contra de la otra mujer.

[•••]

      Así cuando todo estuvo listo, aquel carruaje ya empezó a partir en su camino a la biblioteca, con el buen conductor contándole a Lauren sobre su familia, de que el tenía 38 años, más de quince trabajando. Y que a su esposa la había conocido desde que era un niño.

     
      Claramente, algo agradable, que podía distraerla a ella, de esas otras preocupaciones que habían vuelto. Porque al menos ese día tenía que estar todo bien. Porque iba a visitar a su querido Vladimir.

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