
LXIV
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Lauren giró para poder mirar la habitación. Y era totalmente maravilloso, un espacio muy grande y casi perfectamente arreglado considerando las cosas que faltaban, que era algo provisional. Se veía tan perfecto desde ya, que había que ser o demasiado mirón, o demasiado engreído para ponerse a ver hasta el polvo de la habitación.
Tenía una cama maravillosa, un armario inmenso, una mesa de noche demasiado elegante, un gran tocador, un vestidor, todas las cosas muy bien acomodadas, muy bien ordenadas. Ni mencionar que la lámpara de noche que tenía su nueva mesa de noche era una de las más bonitas que había visto.
Eugenia ante ese silencio que para Lauren no resultaba incómodo decidió hablar.
—Han traído tanto el catre de la cama, el armario y todas las cosas de mueblería que se ven, lo más rápido posible. Pero supongo ya se lo habrán explicado. Eso de que se suponía que era para la señorita Lea porque no le gustaba lo que tenía pero ahora que se va a ir pues no se está echando a perder el trabajo de nadie. —Suspiró la muchacha. —En verdad esperamos que todo sea de su agrado, nos hemos esforzado de sobremanera para que la ausencia de varias cosas que no se pudieron completar puedan ser compensadas al menos con un excelente servicio, razón por la cuál tanto yo como mi compañera estamos en toda esta atención hacía usted y la señorita Jocasta.
—Es más incluso de lo que pudiera pedir. Y una vez más muchas gracias. Aquí estoy para escuchar todo lo que me tengas que indicar y avisar.— Respondió amablemente Lauren.
Eugenia volvió a respirar nerviosa.— Ah su excelencia, en verdad gracias a usted. —Dijo y pareció tomar otro respiro para decir todo lo que seguramente había estado practicando y le habían hecho memorizar.—Han traído todas sus cosas y las han acomodado como mucho cuidado, supervisión y profesionalidad, con eso me refiero que nada de sus objetos personales hace falta, todo ha quedado ordenado, se han acomodado sus pertenencias en los cajones de la mesa de noche, de todas formas si usted quiere cambiar el orden de algo, cualquier cosa, puede solicitar nuestro servicio. —Lauren asintió haciendo un repaso mental de todas sus cosas. Entre las que estaban, ese collar con una piedra de esmeralda que el príncipe le había dado como regalo de celebración del juicio, seguía en su pequeña caja, le daba miedo tocarla, creía que era algo muy frágil, y claramente los planes hasta con ese pequeño detalle cambiaban también, porque en algún momento, esa joya no sólo la tendría como un tesoro, sino que podría usarla. Saber qué se sentía usar un accesorio tan bonito.
[•••]
—Se trajo su ropa también aquí.— Continuó Eugenia mientras ambas se animaban a caminar por la habitación, siguiendo las palabras de la sirvienta, que claramente se esforzaba en su trabajo.— Está todo en su nuevo armario, se retiró su segundo uniforme porque claramente no había ninguna razón para seguir manteniéndolo con sus demás prendas, ha de saber que también mañana empezará la solución ante las prendas, con gente de la costurería y todas las cosas bonitas que traerán para usted mañana. —Tomó un respiro. —Bueno respecto al uniforme que lleva puesto ahora, también tendrá que ser retirado, pero claro para eso ya se verán las cosas también.
—Perdóname que te interrumpa.— Pidió Lauren amablemente, Eugenia asintió sin problema alguno y haciendo una reverencia con el pequeño susto de que tal vez había dicho algo malo. —Pero ¿Podría conservar mi uniforme? Es decir, esta bien que hayan llevado el otro, no los necesitaré, pero quiero conservar este, el que llevo puesto, no para usarlo de nuevo, porque no tendría sentido, pero sí quisiera quedármelo, por todos los recuerdos que tengo, y pues el valor sentimental que siempre guardará para mí.
Eugenia suspiró tranquila al escuchar a la muchacha, y asintió totalmente amable. —Por su puesto que sí, yo informaré el caso a lavandería hoy mismo si es posible. De eso no se preocupe.
—Gracias Eugenia, continúa por favor, te sigo escuchando. —Dijo Lauren con sinceridad en el agradecimiento.
Eugenia volvió a asentir. — Como le decía, mañana las cosas se terminarán de solucionar. Y para esto también es propio decir que la razón por la que también me ha tocado hacer este servicio para usted es porque se me designó también como parte del servicio suyo específicamente, junto con más gente claro está, a la que se le encargó el servicio de su comida, y demás. En mi caso me encuentro en limpieza de habitación y asuntos superficiales sobre preparación y vestimenta. Por eso mañana también estaré presente si necesita cualquier ayuda o cualquier orientación. Eso sería todo, ahora puedo explicarle pues todo lo de su armario, del respeto de sus cosas y donde terminamos de colocarlas, o si tiene alguna duda yo la resuelvo no se preocupe, o algún pedido, si tiene sed cualquier cosa.—Dijo, casi tímidamente al final, se notaba que claramente a pesar de todo seguía bastante nerviosa. Se la veía muy jovencita. Eso le daba un poco más de empatía y hasta algo de ternura a Lauren, notaba que Eugenia era menor que ella.
—Será un gusto verte mañana, mañana también tendré dudas supongo. Por ahora estoy bien, aún en blanco en asimilar las cosas, es posible que hoy en la noche me caiga todo de golpe, pero no creo necesitar nada, de todas formas avisaré si es que algo sucede—Dijo Lauren en voz suave.
—Usted es muy amable su majestad —Dijo Eugenia mientras Lauren notaba que la misma tenía entrelazados los dedos de sus manos y las mismas temblaban un poco.
—Puedes decirme Lauren, eso de majestad es raro, demasiado. Supongo que ya llegará el tiempo para la costumbre, pero por ahora puedo ser solo Lauren, y si eso no es cómodo, con que me digas señorita simplemente está muy bien.
—Se nos dijo que estaba prohibido tratarla de tú. —Dijo Eugenia—Y es usted en verdad muy amable, se lo repito. La puedo tratar de señorita, si eso no le molesta. Lo de su majestad nos lo dijeron por precaución, porque dijeron que en caso de la señorita Lea esta exigía ser llamada así a pesar de pues no estar casada ni nada aún, y con todo este cambio no querían tener el mismo problema con usted, que se enoje o algo por el estilo. Porque la señorita Lea sí se molestaba, y no queríamos que usted se molestara. Solo por precaución.
—No me molesta en ningún sentido, por eso no te preocupes. —Aclaró Lauren, los nervios de Eugenia seguían ahí, pero al menos se habían disipado un poco. —Si mi pregunta no es muy invasiva ante tu privacidad ¿Hace cuanto has llegado?
—Tres días, señorita. —Respondió Eugenia con algo de dificultad en la última palabra por un ligero miedo a ser impropia, haciendo una nueva reverencia.
Pobrecilla, había llegado hace tan poco, sin entender nada, y las cosas habían estallado dejándola más perdida algún. Era solo una muchachita.
—¿La señorita Lea te ha hecho algo? —Preguntó Lauren, haciéndole caso a una especie de intuición sobre tantos nervios y miedo de la muchacha por decirle señorita en vez de su majestad.
Eugenia bajó la mirada. —Me abofeteó—dijo en voz baja. —Justo el día que llegue me hicieron ayudarla con su corsé, en la mañana, le dije señorita, sin recordar que me habían dicho que no le gustaba, volteó enfurecida me dijo que era una falta de respeto. Que era la próxima Reina, y me golpeó. —Dijo.
A Lauren le empezó a hervir la sangre de indignación.
Eugenia volvió a hablar—Caí al suelo, y me siguió insultando. Me asusté mucho, más cuando todo esto estalló, cuando nos enteramos que fue a golpearla a usted, que le hizo un corte en la cabeza, que después estaba obsesionada con el príncipe, que la odiaba a usted porque el príncipe la quería a usted y no a ella, todo eso. Disculpe mi intromisión, pero en menos de un día me enteré de toda su vida—Intentó cambiar el tema con una pizca de humor.
Lauren lo entendía, no era fácil hablar sobre algún tipo de maltrato, más aún cuando se creía que como sirvienta Real, la pobre Eugenia sólo se tenía que aguantar.
—No te preocupes, supongo que es lo que tiene que pasar.—Dijo refiriéndose a las últimas palabras de la muchacha—Lamento muchísimo lo que ha pasado con Lea, todos a un gran inicio pensábamos sería una persona maravillosa, y resultó lo contrario. Realmente deseo y espero que no sea lo mismo con sus hermanas, y una vez más expreso lo dolida que estoy con lo que me acabas de contar. Entiendo también si no quieres hablar más de eso, pero quiero que sepas que no volverá a suceder, no sólo porque la familia Skrlova se retirará. Sino porque si algo sé de mi caso, es que nadie merece ser tratado de esa manera por el hecho de servir a alguien. Que el trabajo obliga a soportar algunas cosas es cierto, pero si llega a cualquier tipo de violencia, es inaceptable. Te pido disculpas en nombre de Lea aunque ella ni siquiera lo sienta, te aseguro que me cercioraré de que nada así vuelva a pasar.
Repentinamente a Eugenia se le llenaron los ojos de lágrimas. Lauren se le acercó, eran del mismo tamaño. Había algo muy maternal en Lauren que literalmente la obligó a poner una mano en el hombro de la muchacha, ignorando por un momento que no le gustaba para nada tocar a gente que no conocía.
—Perdóname de nuevo por meterme en esto, pero ¿Cuántos años tienes Eugenia? —Preguntó Lauren suavemente.
—Tengo 16, señorita. —Dijo con la voz algo temblorosa.
No era tan menor que Lauren, seis años no eran mucho. Pero eso no quitaba que sea una muchachita, jovencita. Sólo tenía 16.
—Eres muy joven, te parecerá medio hipócrita de mi parte decirlo porque yo solo tengo 22. —Dijo pasando su mano por el brazo de la muchachita para consolarla. —Pero cosas difíciles y terribles las tenemos todos, pero no por eso, ni ante la misma Reina debes permitir un atentado a tu dignidad. Yo no puedo cambiar el mundo, nadie puede. Pero puedo intentar cambiar el castillo al menos, si algo debes saber de lo que te han contado, es el calvario que solía vivir con mis propias tías, yo aceptaba todo, moría de miedo, me acostumbré a que me traten mal. Y eso no estaba bien en ningún sentido, y no fue hasta que me dieron ayuda que abrí los ojos. —Fue explicando. —Y posiblemente todo mi terror me impidió hasta saber que necesitaba ayuda, solo quería protegerme, proteger a mi entorno. Y me salvaron, me sacaron de un lugar terrible, precisamente Thomas lo hizo, y abrí los ojos ante un mundo en el que todos valemos la pena, con la Reina me han pasado muchas cosas, que me seguían confirmando que igual tenía que resignarme y aguantarme. Y también estaba mal, había salido de un calvario para meterme en otro, justificando que no quería problemas, que quería proteger a mis amigos, cuando en realidad todos nos estábamos hundiendo juntos. —Siguió explicando. — Por eso te digo, que cualquier cosa que vaya a atentar tu misma calidad de persona, una bofetada sin razón alguna, insultos y humillaciones sin sentido. Tanto tú o cualquiera me avise, no sé qué es lo que podré hacer, pero con todo lo que está pasando de algo puedo aprovechar todo esto. Todos tenemos voz, y merecemos que nos escuchen.
La pobre Eugenia estaba aguantándose llorar con todas sus fuerzas, claramente le daba vergüenza. —Muchísimas gracias, su majestad. —A penas llegó a musitar. —Es usted una mujer muy sabia en verdad.
—Muchísimas gracias a tí por pensar eso de mí, fuí entendiendo cosas el año pasado, y este año con más razón. Y quién sabe si el corte en mi cabeza activó mi sabiduría de un momento a otro. —Dijo con pequeña broma, sacándole una pequeña risa a Eugenia. —algo de bueno habrá que verle al golpe. —Dijo tentada a sonreír de su propio chiste. —Ahora levanta la cabeza. —dijo suavemente posando suavemente su dedo índice en el mentón de la muchachita para ayudarla a hacerlo. La misma ya estaba llorando.
—Perdón. —Se disculpó avergonzada.
Lauren negó aún haciendo que la joven no baje la cabeza. —Como diría mi queridísima Frizzy, no está mal llorar. No te puedo pedir que no lo hagas, qué tipo de persona sería. Todas las emociones son válidas, es normal sentir vergüenza, a mi no me gusta llorar tampoco. Pero no te sientas mal por manifestar algo que dentro de ti pide salir ¿Está bien? —Preguntó dulcemente.
Eugenia asintió, Lauren alejo su dedo del mentón de la muchacha disimulando a toda costa su repentina incomodidad al respecto.
[•••]
Lauren era una persona preciosa. Sí, con todos los defectos que cualquier humano como ser humano podía tener, y hasta tal vez algunos más, era terca, renegona, sobrepensaba mucho, a veces no se controlaba, era distante, algo aburrida y muchas cosas más.
Pero también era alguien tan dulce, tan empática, tan dispuesta a dejar sus incomodidades de lado por ayudar. Frizzy misma sabía y diría que era un terrón de azúcar, que solo la tenían que conocer.
Eugenia era una muchachita, había llegado hace tan poco, le habían pasado tantas cosas, y todavía tuvo que presenciar otras tantas que no entendía. Era imposible para Lauren ser indiferente a eso.
[•••]
Cuando las cosas estuvieron más calmadas, Lauren decidió volver a hablar.
Para eso la conversación cambiaba, y terminaba, y estaba implícito que Eugenia terminando sus encargos ya había de retirarse. De todas formas ojalá se hubiera quedado un momento más, a Lauren le había agradado.
—No sé qué aún, pero respecto al tema de Lea haré algo.—Dijo tranquilamente. —Espero mis palabras te hayan servido o ayudado en algo. —suspiró. —Gracias por compartir algunas palabras conmigo y permitirme interactuar contigo. Muchísimas gracias por tu servicio y tus explicaciones. Espero verte mañana, mucha suerte y éxitos en este trabajo.
Eugenia volvió a hacer una reverencia más totalmente agradecida aprovechando para limpiarse los rastros de lágrimas que habían quedado en su rostro. —No sabe como se lo agradezco señorita. —Dijo. — Mañana estaré presente en todo lo que me necesite, no dude en pedir cualquier cosa. He de retirarme para no atrasar nada ni molestarla más. —habló educadamente. —Muy buenas noches, descanse y tenga muy buenos sueños.
—Igualmente para tí, déjame abrirte la puerta —Dijo Lauren educadamente dirigiéndose a la puerta de la habitación para dejar salir a la muchacha. Quien nuevamente entre sorprendida y maravillada salió haciendo una reverencia que fue gratamente correspondida. —Hasta mañana Eugenia. —dijo Lauren amablemente, dejando salir a la muchacha. Cerrando ella también la puerta después de su salida para que Eugenia no se preocupe.
Y así quedó sola en la habitación. Su habitación, que a pesar de provisional, era su espacio ahora.
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