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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Ni Louis ni Harry recibieron un entierro ni una ceremonia digna.
Lo ocultaron todo, y lo condenaron como un crimen tan grave que absolutamente no merecían nada de los rituales acostumbrados tras la muerte de alguien.
La iglesia ignoró cualquier respeto al luto de hasta la misma familia del hijo del Duque, se decía que no tenían porqué guardarle el luto a un criminal que solamente tenían que olvidar. Lo mismo hicieron con la familia de Louis, sus dos abuelos, que siendo tan mayores afrontaban el dolor de perder a su nieto, su única luz durante tanto tiempo. Ya no tenían a nadie.
Si ni a las familias les permitieron el luto, era mucho peor para cualquier amigo, cualquier persona cercana.
La iglesia decidió enterrar la memoria de ambos por tal crimen que habían cometido. Condenarlos incluso después de su muerte, porque sus cuerpos no fueron si quiera al más simple de los cementerios. Se los arrojó a una fosa común, con los cuerpos de gente que nadie conocía, gente sin familia, aquellos huesos solamente, aquel polvo de gente muerta. Aquel olor putrefacto por el que aquella fosa estaba tan alejada de la civilización.
Era una ofensa para la Iglesia y esta aprovechó toda su influencia igual de pesada que la de la monarquía para hacer las cosas sin que nadie si quiera reclame nada. Usaron lo que paso como advertencia, para dejar en claro que Dios castigaba sin juzgar a quien, supuestamente diciendo que por eso hicieron como si nada con que sea el hijo del Duque un condenado más.
Claramente era una mentira, con dinero podían sobornar a la Iglesia, mucha gente lo había hecho, lo que les hicieron a Louis y Harry fue aprovechar su situación para adjudicarse un poder divino que supuestamente trataba igual a todos.
Usaron lo de Louis y Harry para limpiar su imagen, pero lo único que hicieron fue seguir manchandola de sangre.
Dios no era malo, si en verdad estaba ahí arriba. Era la gente, que se hacía daño a la otra. Creyendo en lo que deseasen creer, condenando a sus similares, cubriendo a la gente que merecía condena, martirizando a quienes no lo hacían.
Cada quien simplemente jurando ser el ser más bueno de su propia historia.
La Iglesia adjudicandose el primer puesto.
Contra ellos, ni él Rey mismo en el caso de que no esté de acuerdo con ellos, podría hacer si quiera lo más mínimo.
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Pero todo no podía ser tan injusto. Para Lauren el luto de la muerte de su amigo no fue solo aquella tristeza y dolor imposible de medir, más bien iba acompañada de un enojo y una rabia tan fuerte, que era consciente de que desde una posición tan inferior como la que tenía no podía quedarse así solamente. Louis era su amigo, y a pesar de que aquel joven no quisiera que ella haga nada, ella necesitaba saber.
Nada ni excusado con la iglesia era justo. Haberlos matado en una plaza como si nada era una falta, en la cual la iglesia ya no se podía meter, porque ya iba con temas de administración de territorio, Lauren recordaba haber estudiado algo así años atrás.
Nada los iba a traer de vuelta, eso era obvio, pero algo detrás de la ejecución de ambos era tan oscuro, que hasta la misma Iglesia, los celadores y demás trataban de ocultar al público resumiendo todo al crimen que habían cometido y al miedo que la gente le solía tener a Dios.
Eso no quitaba la injusticia de lo que habían hecho, y si bien nadie iba a darle la razón al pretender que alguien responda de manera directa por la muerte de ambos. La iglesia se lavaba las manos, no había forma de condenarlos a ellos porque la misma ley estaba de su lado. No responderían por la muerte de dos criminales.
Pero si podían responder por la crueldad, mala administración, y la prohibición del derecho de defensa. Hasta a los verdaderos y peores criminales se les permitía defenderse, a ellos no se lo habían dejado.
Y todos los involucrados sabían muy bien que hasta el mismo Duque podía sostenerse de eso para hacer valer algún tipo de justicia para la tan cruel muerte de su hijo.
Pero el Duque no podía hacer eso solo, cuando ya había sentido que todos estaban en su contra. Cuando ya le habían destruido la vida. Cuando ya le habían arrebatado a su hijo.
¿Pero cómo lo iban a ayudar? ¿Qué se podía hacer? Más ahora que todo se enredaba entre todo y ese enredo solo lo sabían y vivían unos pocos sin salida.
No tenía idea, de que hacer o de cómo hacerlo aún. Solo sabía que necesitaba hacer algo. La familia de Louis y Harry no estaban solas en su pérdida, merecían algo, saber que la ejecución fue injusta, que la gente responsable asuma esas consecuencias, porque al fin y al cabo habían logrado matarlos.
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Durante las dos semanas siguientes no permitieron que ni el príncipe, la princesa ni el consejero guarden luto. El Rey, se los dejo terminantemente prohibido por si el tema salía fuera de castillo, no querían más problemas. El Rey y la Reina prefirieron callar cualquier opinión sobre la ejecución del joven Harry, cualquier cosa que digan podía ser usada en su contra, más porque tremendo escándalo había ocurrido mientras sus visitas seguían presentes, mientras la situación con los Durrié se seguía dando y solucionando y porque sin saber su hijo planeaba a sus espaldas cancelar su propio compromiso y hasta renunciar a su corona.
En verdad nada estaba saliendo bien para la pareja de esposos. Quien sabía y era una especie de castigo.
Y aún faltaban más cosas.
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Frizzy estaba sumamente afectada, toda la luz de su maravilloso ser había desaparecido de manera tan repentina y claramente entendible, que aquello solo se sumaba a una más de las razones porque las que tarde, temprano o hasta su muerte, Lauren sabía que tenia que encontrar la forma de hacer algo.
Y no eran buenas fechas, mucha gente en castillo había renunciado debido al escándalo, diciendo que era ya demasiado. Que necesitaban pedirle perdón a Dios porque conocieron a Louis, que el castillo estaba maldito, lleno de desgracia. Que lo habían embrujado con malas intenciones. La gente creyente de esas cosas estaba despavorida, y renunció.
Felizmente con la cantidad de gente que era contratada cada cierto tiempo, y la legion de sirvientes existentes. Las cosas no se alteraron demasiado, pero de todas formas también era otra noticia, que se sabría en la ciudad.
Aunque mucha gente en verdad pensaba que aquel palacio algún tipo de maldición en sus paredes. Solo que tampoco querían saber cuál era. Sólo querían trabajar, por el dinero, la comodidad.
Y quienes sabían estaban también malditos, encerrados, buscando salir. Vivir bien, sin haber querido enredarse en un primer lugar. Sin que nadie sepa que ellos eran los enredados ahí.
Y con como estaban las cosas, cada vez que las cosas parecían poder ponerse mejor, poder estabilizarse, algo mucho más horrible pasaba, ya sea individualmente, para personas apreciadas, o como ya había sucedido desde el año pasado, para el Reino mismo.
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Y esas dos semanas después del escándalo de la muerte del hijo del Duque, y su acompañante. Como todo lo que pasaba, tuvo todas las de terminar mal, no sin antes un par de cosas que al menos suavizaron la llegada del nuevo escándalo.
El príncipe había donado una gran cantidad de dinero a forma de indemnización a la familia de Louis, sin avisarle a sus padres, de total corazón. Se había enterado que Louis ahorraba y le daba el dinero a su abuela para sus medicinas y las visitas a casa del médico, que eran muy costosas, que solo la panadería de su abuelo no podía pagar. El joven príncipe donó todo el dinero que le faltaba reunir a Louis.
Y cuando su madre se enteró, casi se arma la pelea del siglo, si no fuera porque el príncipe ya estaba lo suficientemente harto de todo, dolido por la muerte de su amigo y por el dolor de algo tan cruel como su ejecución, posiblemente el joven hubiera cedido ante su madre, pero no lo hizo.
Claramente aquel ambiente de luto permanecía ahí, a pesar de que la gente hasta consideraba como pecado el mismo.
Era tan difícil aceptar una pérdida, más aún sabiendo las condiciones de la misma. El silencio al que los habían obligado desde un inicio, para no involucrarlos en ese escándalo, porque no podían relacionarse con ese tema. Por eso se habían llevado a Thomas y a Dylan ese día. Todo eso que hacía el dolor más fuerte.
Que Lauren y Frizzy también guarden silencio, aunque el día de la noticia se supo que estaban enteradas de algo. Que debían callarse, por su propia vida también.
Pero también tenían que seguir vivos por ellos dos. Por donde sea que las almas que salen de sus cuerpos vayan al partir. Por hacer de su memoria algo apreciado, a pesar de que a los demás no les parezca, si al fin y al cabo como cualquier otra persona, elegían en que creer.
Dios los recibía con los brazos abiertos, porque amar no era pecado. Sus almas descansaban en aquel paraíso, donde no hay torturas, ni miedo. Simplemente en otro lugar, uno del que nadie había regresado.
Partieron de la tierra de la manera más cruel y menos merecida posible para dos jóvenes que simplemente decidieron amarse. No lo merecían, y Lauren no lo pensaba porque se tratase de su amigo solamente. Pero tener la oportunidad de conocer un caso así abría sus ojos.
Ante cuanta gente se amaba en secreto por algo prohibido, la religión, las clases sociales ¿Qué era lo malo en que dos muchachos se amen, que dos muchachas lo hagan? ¿Por qué era antinatural si no es el amor el valioso de la humanidad?
¿De verdad la gente pensaba así o solo la iglesia había inculcado ese miedo?
Tantas cosas se cuestionó, tantas cosas quiso preguntar. Cuantas noches quiso llorar y lloró.
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Tenía que ser fuerte por Frizzy quien se derrumbaba cada vez más, dejarla de lado era imposible. No lo haría nunca, si ella estaba mal, Lauren también.
Todo estaba tan mal, pero no podía quedarse así. No se quedaría así. No lo podía permitir.
Incluso si el mundo se le echaba en contra. En esta vida, o en la otra si es que en verdad existía. A pesar de que la venganza sea un sentimiento ruin y traicionero. Quería que aunque la ley no permita a los responsables pagar de manera propia por lo que habían hecho, que el dolor que habían causado les regrese hasta en el doble de cantidad.
Para todos quienes los apreciaron y quisieron sin importar lo de fuera. Para el Duque, para los abuelos de Louis y para todos los grandes amigos en el castillo de ambos. La memoria de Louis ni de Harry se iría jamás.
Su memoria, su misma energía en la tierra, su amor, su dulzura, y todo lo bueno que dejaron permanecería siempre. Así como el dolor, pero se podría lidiar con el, las personas que quedan vivas siempre encuentran una forma de lidiar con la pérdida de sus seres queridos. Y podían hacerlo, en algún momento.
Siempre los tendrían en su corazón, con la promesa de que si otra vida los volvía a hacer coincidir a todos de nuevo. No dudarian en ayudarse de nuevo.
Porque no era culpa de Harry haber decidido algo a último momento. Ni la de Louis la decisión de seguirlo a donde sea. No era la culpa de ambos jóvenes no haber pedido ayuda ni haber planeado su huida. No podían ser responsables de su propia muerte, porque aquello no había sido algo a lo que se hubieseb aventado, sino algo que los había encontrado y condenado.
Algo que Inglaterra de su siglo jamás entendería, algo que hasta era complicado y cuestionable para ella misma. Pero que era sabido existía desde que la humanidad se hacía llamar así ¿Qué era lo antinatural entonces?
Aunque probablemente cuestionar su propia religión también sería un pecado.
Para eso, ni siquiera importaba que era un pecado.
Lauren no se sentía alejada de Dios, pero si de como en torno a eso la religión había creado cosas a su favor. Podía meterse en problemas de hasta exilio por cuestionar a la Iglesia si por mala suerte alguien se enteraba.
Por eso tampoco tenía más remedio que solo pensarlo, que intentar responderse ella misma. Recordar cosas que había estudiado, y hasta hablar con Frizzy cuando esta sentía que estaba dispuesta a hacerlo, encontrando que gratamente concordaban en sus dudas, pero también manteniendolo entre ellas dos. Porque de todas formas, ya era una falta pensar así, peor sería decirlo en voz alta.
Mucha gente pensaba como ambas tal vez, pero nadie decía nada, ante un poder tan fuerte como la iglesia, ante una mayoría tan grande como la gente devota y sobretodo temerosa de Dios.
Pero todo lo que había pasado causaba una rabia tal. Que no importaba si en verdad lo que pensaban sí estaba mal, si tal vez en realidad ellas también cometían una falta al pensar así, tenía que haber alguna forma en algún punto de su vida o después de su muerte, de que lo que le hicieron a la pareja no quede así solamente.
Si nadie podía pagar por su muerte, podían pagar por la inhumanidad con la que los había matado. Por la injusticia de una ejecución no hecha dentro de los parámetros hechos por la ley, pero que a nadie le importaba por el odio que se tenía a ese tipo de crimen.
La muerte de su amigo tendría venganza. Eso quería, eso necesitaba.
Ni siquiera sabía como, porque no era nadie, solo una sirvienta y hasta planeaba irse del castillo en un futuro también. Hasta posiblemente lo de Louis y Harry era una advertencia para no huir, pero sea la cosa que pase, avance el tiempo que avance, las cosas no se iban a quedar así
Todas esas dos semanas que pasaron, lo confirmaron, aquel era un escándalo sonadisimo, más aún cuando se supo la donación del príncipe.
Que la gente sospechaba una maldad y falta de derecho de defensa en esa ejecución que estaba siendo bien enmascarada. Pero que hasta ante los ojos del gran Duque eran obvias.
El Duque no estaba solo, tenían que hacérselo saber, en algún momento. Aunque dure una eternidad.
Ni siquiera habían permitido a la gente cercana guardar luto.
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Claramente por todo lo que había estado pasando, Lauren y Thomas dejaron de comunicarse a través de las cartas, obvias razones por aquel respeto al luto que ellos guardaron a pesar de que no les dejaban.
Tampoco sabían que iban a hacer ahora, como eso cambiaba sus planes porque lo hacía. Necesariamente todo parecía estar mucho más complicado que antes.
Pero tampoco sabían que todo también formaba un plan mucho más grande que hasta la misma voluntad de ambos. Porque claramente la idea de irse de castillo en un buen o mal final cambiaría hasta ante sorpresa de ambos.
Porque ellos tampoco iban a tener ni tiempo para culminar o realizar sus respectivos planes. Dejando todo en un vacío en el que tampoco estaban listos para afrontar y daba mucho miedo.
Pero que necesariamente tenía que estallar, estallar y ser lo que traiga de cabeza las cosas que ya estaban pasando, agregándose a la lista de cosas que hacían todo difícil. Para hacerlo aún más.
Con claramente el escándalo más importante de aquel año, que si de por si no había tenido escándalos terribles ya.
Solo que esta vez, lo comenzó la señorita Lea, aquella invitada de maravillosa presencia. Que tampoco tenia idea de que sería ella quien empiece esa nueva historia que haría que más gente empiece a creer que efectivamente el castillo tenía una maldición terrible.
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Todo empezando también cuando había pasado más tiempo de aquel triste fallecimiento, exactamente tres semanas y media después del escándalo que aún seguía en boca de todos.
Cuando después de la hora del té, la preciosa hija del primer ministro de Suecia, entró a la cocina de repente, con una expresión que claramente denotaba asco y repulsión ante el lugar lleno de "gente inferior" en la que estaba. No parecía amable a pesar de que todos pararon sus labores y se agacharon para saludarla.
Entró sin decir nada. Apurada, y asqueada de la gente presente.
Tomando desprevenido a todo el mundo, más cuando por si Lauren no estaba lo suficientemente mal ya enojada sumamente dolida y aun en el proceso de aquella perdida, venga la señorita Lea de la nada a darle tremenda bofetada tumbandola al suelo, tomándola tan de sorpresa que ni reaccionar pudo. Eso combinado con el dolor de aquel golpe, era terrible.
La señorita Lea aprovechó que Lauren estaba en el suelo para tomarla de los cabellos que con el tiempo que había pasado ya había crecido algo, con todas las intenciones de arrastrarla y golpear su cabeza contra el suelo.
Y ante tanto aturdimiento y dolor, Lauren a penas podía defenderse, era una debilidad en su cuerpo que ni la rabia podía disipar y no lo entendia, todo el susto de la cocina se centro en separarlas y ayudar a Lauren.
Pero la ira de la señorita Lea la hacía tener una fuerza descomunal.
Literalmente quería matarla.
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