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01│Único

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TaeHyung comenzó a caminar molesto y con pasos firmes por el departamento, llegando a la sala no mucho después. En dicho lugar, optó por detener su andar e inhaló una notable cantidad de oxígeno, mientras intentaba tranquilizarse y recobrar la compostura que había perdido desde hace días atrás.

Agradeció que ChanYeol y JongIn hayan decidido que YongMin podría pasar el fin de semana junto a ellos, para que así TaeHyung pudiera contar con un poco de tiempo libre. El niño le hacía falta, pero necesitaba admitir que había sido ideal que él se encontrara lejos del departamento, ya que sino todo habría sido aún mas complicado.

—¿Podemos hablar? —Escuchó una conocida voz inundar la habitación, por lo que se maldijo a sí mismo; se arrepentía de haber decido entregarle la llave del lugar al chico que ahora se hallaba posado detrás de él, intentando hablarle a pesar que le había dicho que no quería verlo—. Por favor, TaeHyung.

—Creo que no tenemos nada que hablar, JiMin.

El nombrado pareció sentirse consternado ante el tono frío y brusco que resaltaba en la voz de TaeHyung, pero intentó aparentar que esto no lo había afectado en absoluto, aunque se movió en su lugar claramente nervioso.

—Yo, eh...—JiMin mordió su labio inferior, demostrando que no se encontraba muy seguro de qué decir a continuación—. Lamento si te hice sentir incómodo con lo que dije, no era mi intención.

—¿No lo era? —cuestionó el menor con enojo—. Porque parecías tener deseos de joderme realmente.

—¿Me crees capaz de querer hacerte sentir mal? —El castaño miró a TaeHyung con incredulidad, pero fue ignorado olímpicamente—. Después de todo lo que hemos vivido, ¿te atreves a pensar eso de mí? —le preguntó sin poder ocultar el dolor en su voz.

—No te conozco, JiMin —dijo el contrario—. Me es imposible determinar qué tipo de persona eres. —El mayor quiso hablar, pero TaeHyung no se lo permitió—. Pero lo que sí sé muy bien, es que no tienes ni el más mínimo derecho de cuestionar mi vida.

—Yo no he cuestionado tu vida —le aseguró JiMin, luciendo demasiado incrédulo por las palabras del menor.

—No seas hipócrita. —TaeHyung soltó una pequeña risa amargada—. Me escupiste que debo dejar mi empleo y buscar una vida mejor para mi hijo —dijo más que molesto, mientras que el contrario lo mirada de forma indescifrable—, como si tú tuvieras la más mínima idea de lo que es criar a un niño.

TaeHyung soltó un bufido sintiéndose completamente exasperado por la situación, necesitaba ponerle un fin a todo. Ya estaba cansado de tener que soportar que todas las personas creyeran que tenían el derecho de cuestionar su vida y/o la manera en la que manejaba la misma, era demasiado estresante.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza que no lo dejaban dormir tranquilo, por lo que su estrés se tornaba aún peor al sumarle toda la mierda que la gente le tiraba siempre. Las personas hablaban y lo criticaban como si todos fueran perfectos, lo cual era una enorme estupidez.

—Yo lo único que hice fue recomendarte que intentaras buscar un empleo que te permita sentirte cómodo y tranquilo —la voz de JiMin hizo que el menor abandonara sus pensamientos—, porque siempre me comentas lo difícil que te resulta trabajar ahí. Millones de veces me aseguraste que no veías la hora de abandonar tu empleo —dijo el castaño con una mezcla de molestia y dolor en su voz—. Te comenté que mi hermano estaba dispuesto a permitirte trabajar en su compañía, tal y como te mencionó él mismo hace unos días.

El mayor negó con la cabeza.

—No te dije que debías renunciar si realmente no querías hacerlo, ni tampoco cuestioné tu vida o la manera en la que decidiste criar a YongMin.

El pelinegro solamente ignoró las palabras del mayor, sintiéndose estúpido por estar tratando así a una persona que parecía querer ayudarlo. Pero ¿un empleo que le permitiera sentir comodidad y tranquilidad? Parecía algo tan irreal para TaeHyung, sonaba realmente inalcanzable para un hombre como él. No quería hacerse ilusiones erróneas.

Detestaba su empleo, no iba a negarlo. Pero, a pesar de todo, insistía con él y solía desear conservarlo. Por supuesto que, en más de una ocasión, había querido rendirse y dejarlo todo; pero no podía hacerlo, no debía. Era lo "mejor" que había podido conseguir en determinado momento, la paga era bastante buena y tenía la posibilidad de pasar la mañana y tarde con su hijo, mientras que la nana se encargaba de cuidar al pequeño en la noche.

Demonios, por supuesto que para TaeHyung no era lindo tener que bailar y sonreír de manera pícara —todas las noches— ante asquerosos hombres de diversas edades, los cuales lo trataban como si él se tratara de un objeto descartable que fue hecho para la satisfacción del resto.

TaeHyung sentía asco de sí mismo cada jodida noche, luego de haber permitido que lo follaran y trataran como la mierda. Sentía rechazo de su propia persona, detestaba lo que le tocaba vivir y aborrecía verse en el espejo. La vida que tenía era una mierda, su hijo era lo único valioso en ella.

—Escucha, entiendo que hayas llegado a malinterpretar mis palabras.

JiMin suspiró apenado.

—Me disculpo si eso pasó, pero no puedes actuar así. Dios, estuviste ignorándome como si yo no existiera —dijo el mayor con reproche, por lo que TaeHyung lo miró con burla—. Hace cinco minutos atrás, me dejaste entrar solamente porque tus vecinos ya estaban cansados de escucharme golpear tu puerta y gritar tu nombre; no tuve más opción que usar la llave que me diste —le aseguró de manera molesta—. Tendrías que haberme explicado qué iba mal. Si no hablamos, no podemos solucionar nada. —El castaño bufó—. Tú y yo, nosotros...

—JiMin, por favor. —El pelinegro negó con la cabeza divertido, confundiendo mucho más al nombrado—. ¿De qué "nosotros" hablas? —preguntó con amargura—. No hay un "nosotros" entre tú y yo.

El mayor sintió una molestia invadirlo y cómo un nudo se formaba en su garganta, pero no podía comprender qué era lo que iba realmente mal; no importaba lo mucho que tratara de entender a qué se debía el cambio del pelinegro, no le era posible hacerlo.

—TaeHyung, ¿por qué estás actuando así? —JiMin notó cómo el contrario suspiraba—. No hagas esto.

—¿Hacer qué? Estoy diciendo la verdad, nada más. ¿Qué hay de malo en eso? —TaeHyung parecía verdaderamente seguro de lo que decía—. Oh, ya veo. ¿Pensaste que realmente había algo entre tú y yo? —le preguntó con ironía, haciendo que JiMin se sintiera un estúpido—. Pues, lamento informarte que estás equivocado.

—Kim, ¿qué demonios te sucede? —La tranquilidad del mayor parecía estar a punto de esfumarse y era sumamente evidente para el contrario—. Hasta la semana pasada, parecías tan feliz estando ante mi presencia —dijo entonces—. Joder, llevamos siete meses juntos. ¿Y ahora? ¿No significa nada?

—¿Qué es lo que pensabas, JiMin? Sí, lo sé —TaeHyung asintió un par de veces—; te follé un par de veces y lo hice gratis, no te cobré como al resto de mis clientes —le afirmó con demasiada crueldad y desinterés—, pero...¿pensaste que eso te otorgaba derecho alguno de meterte en mi vida?

Pudo notar cómo JiMin presionaba sus puños con fuerza y lo miraba más que molesto, aunque el menor no lo culpaba realmente por enfadarse y tener deseos de golpearlo. A pesar de todo, TaeHyung sabía que estaba siendo una mierda con el contrario y que el mayor no se merecía dicho trato, pero estaba cansado y ya no quería tener a nadie más cerca.

Le resultó imposible no recordar el día en el que había conocido a JiMin, ya hace varios meses atrás. Aquella vez, parecía que la noche sería como cualquier otra que vivía normalmente, por lo que TaeHyung intentó dejar atrás su mal humor y comenzar a trabajar. Pero cuando se encontraba aguardando su momento para salir al escenario, pudo notar a un chico particular entre todo el resto de los que integraban el público.

TaeHyung se había encontrado con muchos hombres en la discoteca, llevaba bastantes meses trabajando allí y diversos tipos de personas se habían cruzado en su camino. Por lo cual, pudo percibir que —desde un primer instante— aquel joven no se encontraba en el lugar por una verdadera voluntad propia. Era evidente que no solía frecuentar en zonas así, por lo que TaeHyung supuso que —sus amigos, familiares o lo que fueran— lo arrastraron hasta el lugar, mientras que ahora ignoraban que el chico parecía encontrarse a punto de tener un un ataque.

Sabía que no tenía que perder el tiempo pensando en los motivos que habían llevado a cada persona hasta la discoteca, así que apartó todos estos pensamientos al instante y se limitó a enfocarse en lo que debía hacer, solamente era necesario que se centrara en hacer su trabajo de forma perfecta. Necesitaba dinero para terminar de pagar la escuela de YongMin, por lo que era necesario que hiciera todo como era debido.

Pero, más tarde, sí le fue sumamente inevitable no quedarse petrificado y sentir que sus pensamientos se alteraban de manera incontrolable. Y es que, joder, TaeHyung no podía creer que aquel chico se encontrara en la misma habitación que él; le era imposible procesar que aquel joven había pagado para obtener sus servicios, realmente no podía terminar de asimilarlo.

No sabía a qué se debía la extraña y particular sensación que lo invadía, pero TaeHyung sentía que estaba demasiado perdido. Era jodidamente extraño todo lo que estaba sucediendo, pero no podía hacer nada más que cumplir con la parte que le correspondía.

—Eres un maldito. ¿Ahora todo se trata de sexo? —escupió con enojo el mayor—. No voy a negar que tú y yo follamos muy seguido, pero pensé que era mucho más que eso. —JiMin lucía verdaderamente molesto y dolido por todo, así que TaeHyung posó su mirada en el suelo y guardó silencio.

Y sí, aunque al menor le jodiera admitirlo en voz alta, su relación con JiMin era mucho más que sexo. TaeHyung había follado con muchas personas en sus veinticinco años de edad, especialmente en el último tiempo; pero nunca antes un simple polvo había sido más que eso, ni siquiera lo fue con la madre de su hijo. Pero, por algún motivo que no podía comprender, las cosas fueron demasiado diferentes con JiMin.

Desde un principio, todo había sido suave, delicado y cariñoso; demasiado diferente a los encuentros que solía tener con sus diversos clientes. Pero TaeHyung podía percibir el temor y los nervios de JiMin, quien le había dicho que sus amigos habían pagado y lo llevaron hasta la habitación, ignorando sus quejas y pedidos; por lo cual, quiso hacerlo sentir tranquilo y confiado. Por primera vez, realmente deseó hacer que alguien más sintiera placer.

En un primer instante, TaeHyung le había dicho a JiMin que no era necesario que tuvieran sexo, dado a que él no iba a obligarlo a hacer algo que no quería. Pero, en un determinado punto y por algún motivo, las cosas dieron un giro bastante drástico y ambos se encontraron a sí mismos devorando la boca del contrario, disfrutando mucho de la sensación.

Y sin la más mínima duda, TaeHyung debe admitir que había disfrutado demasiado el poder tener a un hombre como JiMin debajo de él, gimiendo y jadeando su nombre. Fue jodidamente fantástico y una experiencia única, por lo pelinegro no pudo evitar desear que JiMin se presentara en la discoteca al día siguiente también.

—Pasamos muchas noches juntos, solamente abrazándonos el uno al otro —JiMin volvió a provocar que dejara sus pensamientos atrás—; disfrutamos de muchísimo tiempo con YongMin, ya sea jugando con él, viéndolo dormir —dijo el mayor—. Dios, actuábamos como una familia y...

—Ya cállate —lo interrumpió bruscamente TaeHyung—. ¿Quién crees que eres? ¿Familia? No te sobrepases —El menor miró a JiMin más que molesto—. YongMin y yo somos una familia, nadie más forma parte de dicho círculo —dijo—. Deja de hacerte ideas erróneas.

—¿Por que me haces esto, TaeHyung? ¿Hice algo mal? —JiMin se escuchaba muy desesperado y parecía estar a punto de llorar—. ¿Mi sugerencia realmente fue tan molesta para ti? Si es así, me disculpo de todo corazón.

El mayor mordió su labio inferior.

—Nunca quise que te sintieras mal, lamento si llegué a incomodarte —le aseguró—. Pero, por favor, no me trates así...—dijo en un susurro.

El menor sintió que su pecho dolía demasiado. Le resultaba muy difícil ver a JiMin triste y/o desanimado, aún más si era por culpa suya.

TaeHyung sabía que no tenía por qué desquitarse con el castaño, quien había sido la única persona que jamás lo juzgó y/o trato de mala forma. Joder, JiMin incluso fue adorable y amable con YongMin, quien amaba pasar tiempo junto a su querido Minnie.

No, realmente no había justificación alguna para la actitud que estaba teniendo con el mayor. JiMin no se merecía nada de esto, como así tampoco tenía que soportar ningún tipo de actitud inmadura y/u ofensiva por parte de nadie, mucho menos de alguien como el pelinegro. TaeHyung lo sabía, por lo que entendía que lo mejor era que el mayor se apartara de su lado.

—JiMin, creo que lo mejor es que te vayas de aquí. —El menor dejó escapar un suspiro y negó suavemente con la cabeza, comenzando a sentirse muy avergonzado.

—TaeHyung... —dijo en un susurro, pero el nombrado ya no pudo sostenerle la mirada.

El pelinegro se movió por el lugar lentamente, para después sentarse en el sofá que se encontraba cerca. Su mirada se posó sobre algún punto indeterminado en el suelo, mientras que JiMin se mantenía en la misma parte que antes, luciendo confundido y triste.

—Necesitas buscar a una persona mejor, la cual pueda darte la vida que te mereces —dijo TaeHyung—. Tú no tienes por qué soportar estar con alguien miserable, tampoco hay motivo alguno por el que debas hacerte cargo de un niño que no es tuyo. —Escondió su rostro entre sus manos, mientras negaba con la cabeza—. Por eso, pienso que debes irte.

—¿Miserable? —cuestionó el mayor—. ¿Quién te ha dicho que eres miserable? —dijo notablemente molesto, aunque TaeHyung no pudo identificar si estaba enfadado con él o alguien más.

—Nadie, simplemente lo sé. Es evidente, no podemos negarlo. —JiMin quiso decir algo, pero creyó que lo mejor no era interrumpirlo—. Hay hombres solteros, exitosos y enviables allí afuera —dijo TaeHyung con decepción; él estaba decepcionado de sí mismo—. No tienes por qué quedarte aquí conmigo, hyung. —El menor le sonrió de lado y suspiró—. No tienes que permanecer con un hombre que tiene que trabajar de stripper para mantener a su hijo.

JiMin suspiró también y se acercó al menor, quien no dejaba de mirar el suelo. El castaño se arrodilló frente a TaeHyung, para así quedar a la misma altura que él. Con bastante inseguridad, dirigió sus manos hasta las rodillas del contrario y las posó allí suavemente, sintiendo un gran alivio al notar que el pelinegro no parecía tener planes de apartarlo.

—¿Sabes? Antes de irse, mi ex-novia me dejó en claro lo patético que soy. Ella aseguró que yo sería un mal padre para YongMin —dijo con la voz ahogada, mientras intentaba contener sus lágrimas—. Me propuse hacer hasta lo imposible para demostrarle lo contrario a ella y a todos los idiotas que pensaban que no era lo suficientemente bueno —TaeHyung se rió amargamente—, pero ella tenía razón. Soy un hombre miserable, un padre asqueroso y patético.

—Escúchame —JiMin tomó el rostro del contrario entre sus manos, obligándolo a que lo mirara—, necesitas aportar toda esa mierda de tu mente. Eres un hombre increíble, TaeHyung —le dijo con sinceridad—. Día tras día, lo entregas todo por tu hijo. Te encargas de hacerlo sonreír y brindarle lo mejor de ti. Sin duda alguna, eres un padre maravilloso.

JiMin acarició las mejillas de TaeHyung, quien lo miró fascinado.

—Y sí, puede ser que aún te reste aprender ciertas cosas, porque nadie es perfecto; y sin embargo, tú estás haciendo un trabajo increíble. —JiMin le sonrió—. ¿Y cómo lo sé? TaeHyung, puedo confirmarlo con solamente ver la sonrisa y buen ánimo de YongMin. Él es un niño sano y feliz.

—Pero...—TaeHyung intentó hablar, aunque el mayor no se lo permitió.

—Sé que es difícil apartar todo lo malo, pero debes intentarlo —le aseguró JiMin, mientras seguía brindándole pequeñas caricias en su rostro—. Recuerda que no estás solo, tienes a tus amigos y me tienes a mí también —dijo de manera sincera—. A pesar que no me quieras a tu lado por un motivo u otro, ten presente que siempre estaré cuando alguno de los dos me necesite para lo que sea. —El castaño intento que su voz no se quebrara, no quería alarmar ni incomodar al contrario—. YongMin y tú se han ganado un lugar especial en mi corazón. No puedo dejarte así, porque yo...

—Te amo, JiMin.

Al escuchar las palabras del menor, JiMin dejó de hablar repentinamente y su mirada incrédula e ilusionada quedó puesta sobre el contrario, mientras que sentía cómo su corazón parecía detenerse también.

—¿Qué dijiste?

—Estoy enamorado de ti, hyung —confesó TaeHyung y JiMin abrió su boca—. Nunca fuiste una persona con la que solamente tenía sexo, siempre fuiste muchísimo más —dijo con seriedad, demostrándole al castaño que estaba hablando enserio—. Mierda, me siento loco por ti.

—Pero tú...

—Lo sé, soy un idiota —lo interrumpió, comprendiendo rápidamente a qué haría referencia el mayor—. No quería tratarte así, fui un imbécil. Perdóname, por favor —dijo en un susurro—. Actué como una mierda de persona contigo, a pesar que sabía que tú no te merecías que te dijera nada de eso, pero yo...

TaeHyung guardó silencio por unos segundos, tratando de analizar lo que diría a continuación. Sabía que necesitaba y debía ser sincero con JiMin, porque solamente así podrían llegar comprender ciertas cosas de mejor manera.

—Estoy aterrado, JiMin, porque yo únicamente sirvo para arruinarlo todo; supongo que ya lo habrás podido notar. —TaeHyung soltó una pequeña risa, sintiéndose avergonzado de sí mismo—. No es que no confíe en ti o algo similar, pero no me creo capaz de hacer que esto funcione —dijo entonces y el mayor asintió—. Tengo miedo de tomar una mala decisión que termine afectando a mi hijo también.

—Te entiendo, TaeHyung. Sé que debe ser demasiado difícil permitirte a ti mismo dar el siguiente paso. —JiMin le sonrió de manera comprensiva—. Mi madre también pasó por esto, así que puedo entenderte bastante. No voy a presionarte, jamás lo haría —le afirmó y el menor supo que podía confiar en la palabra del contrario—; pero necesito que entiendas que yo te amo, realmente lo hago.

TaeHyung no pudo evitar sonreír emocionado al escuchar las palabras de JiMin, quien no dejaba de mirarlo de manera atenta y amorosa. El pelinegro llevó su mano hasta la mejilla contraria y depositó un beso en la frente del mayor, para después dejar escapar un suspiro.

—Adoro con todo mi corazón a YongMin, es un niño maravilloso —dijo JiMin y posó su mano derecha sobre la TaeHyung, quien se mantenía con los ojos cerrados y acariciando su rostro—. Te prometo que todo resultará. Trabajemos juntos para así lograr afrontar lo que sea necesario; y si llegamos a caer, nos levantaremos con mayor fuerza que antes. —El mayor volvió a sonreír—. Sé que podremos hacerlo.

TaeHyung lo tomó del brazo con cuidado y lo animó a levantarse del suelo, para después guiarlo por el pequeño espacio; hasta que el mayor se encontró a sí mismo sentado sobre el regazo del chico. Aprovechando la posición, el pelinegro posó sus manos en la cintura contraria y escondió su rostro en el cuello de JiMin, quien comenzó a brindarle suaves caricias en el cabello.

—¿Quieres intentarlo realmente? No te sientas presionado. —Luego de unos minutos de silencio, TaeHyung decidió hablar y el contrario suspiró entonces.

—TaeHyung, quiero hacerlo —le respondió JiMin, demostrando lo seguro que se encontraba—. Lo que más deseo es poder estar a tu lado, admirando cómo YongMin crece y se convierte en un hombre maravilloso al igual que su padre —concluyó con una sonrisa en su rostro, para después sentir cómo el menor lo besaba y envolvía con sus brazos.

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