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➹ Cap. 32

Esther caminaba con paso firme por las calles de Nueva Orleans, su rostro impasible mientras absorbía el aire fresco de esa noche. El lugar parecía tranquilamente ajeno a la oscuridad que se cernía sobre ella. Nadie sabía quién era en realidad. Nadie, ni siquiera sus propios hijos, reconocían a la mujer que había vuelto de la muerte al estar en un cuerpo totalmente diferente al original.

Ahora, tras haber muerto en Mystic Falls, Esther había regresado con un propósito mucho más grande que el simple deseo de venganza. Había regresado para cumplir con las órdenes de los Ancestros, y nada ni nadie podría detenerla, solo la muerte.

Recordaba cómo la última vez había pretendido arrepentirse de sus actos, cómo había intentado convencer a sus hijos de que su amor por ellos había sido sincero, pero había sido en vano. Ellos ya sabían la verdad. Sabían que había intentado matarlos, que había tratado de destruirlos uno a uno. Ahora, ya no perdería tiempo en fingir que había cambiado. Sabía que sus hijos nunca la perdonarían, que nunca confiarían en ella. Así que su único camino era destruirlos. Comenzaría por el principio, por su nieta, la hija de Nikol.

La noticia del nacimiento de Hope había llegado a sus oídos como un rumor sibilante, casi imperceptible, pero había sido suficiente para que la verdad la golpeara con toda su fuerza. La hija de Nikol, su nieta, la primera de los Mikaelson en generaciones. Una abominación como Nikol. Una criatura que, en su sangre, llevaba la magia de los híbridos, esa magia que Esther había luchado por erradicar, una magia que podría alterar el equilibrio de todos los seres sobrenaturales. Esther no podía ignorar el hecho de que Hope era más peligrosa que todos sus hijos juntos, y estaba decidida a evitar que ese poder se desatara.

Pero había algo mucho más oscuro acechando en las sombras, un temor que la mantenía despierta en la oscuridad de la noche: Dahlia. La hermana que había sido la mayor amenaza para ella en toda su vida, la bruja que había deseado apoderarse de la magia de los Mikaelson para extender su propia vida y alcanzar la eternidad. Dahlia había sido la razón de su tragedia, y aunque su hermana había desaparecido por siglos, Esther sabía que su regreso era inevitable. Dahlia nunca había olvidado su rencor, y ahora, la única cosa que Dahlia desearía más que nada sería apoderarse de Hope, la segunda primogénita Mikaelson en siglos.

El peligro que representaba Dahlia era incalculable. Si ella se hacía con el control de Hope, no solo tendría el poder de Freya, sino el poder de Hope, algo que podría ser aún más destructivo que cualquier hechizo antiguo. Dahlia ya había jugado con la vida de Esther, robándole a su hija Freya en un cruel juego de poder, y ahora vendría por lo que quedaba de su familia. Esther sabía que Dahlia no se detendría ante nada para alcanzar su objetivo, y ella misma no podía permitirse que esa amenaza creciera.

La ansiedad que sentía Esther por detener a Dahlia era palpable, pero su misión era aún más urgente. Los Ancestros le habían prometido poder y dominio a cambio de un sacrificio, y ese sacrificio era Davina. La joven bruja que había sido una molestia para los Ancestros desde que se resistió a ser sacrificada en el ritual de la cosecha. Davina se había resistido mucho tiempo a su destino en completar el ritual y los Ancestros estaban cansados de esperar más tiempo de que sucediera lo inevitable. La joven que había logrado algo sorprendente: controlar el poder de la cosecha que residía en ella.

Si Esther quería el poder necesario para derrotar a Dahlia y a todos los que se interpusieran en su camino, debía matar a Davina primero. No sería fácil, pero lo haría.

Con el poder de los Ancestros a su disposición, Esther tendría lo que necesitaba para enfrentarse a sus hijos y matar a Hope.

No podía dejar que Dahlia ganará. No podía dejar que su hermana se convirtiera en algo más grande que la magia misma. Esther, decidida a cumplir con su misión, iría por Hope, desafiaría a sus propios hijos para alcanzarla.

Sabía que sus hijos la odiarían por lo que iba a hacer, pero su deseo de destruir todo lo que había creado era más grande que cualquier otro sentimiento.

Finalmente, después de que Davina cayera, y después de que Hope fuera eliminada, Esther se dedicaría a destruir a sus hijos. A esas criaturas que había creado, que había amado. Había llegado el momento de cumplir con la voluntad de los Ancestros y, por fin, liberar al mundo de lo que sus hijos representaban. No habría redención para ellos, solo el final de sus vidas inmortales.

La oscuridad que había marcado su vida había vuelto, más fuerte que nunca. Y esta vez, no habría marcha atrás.

[...]

Nicolette entró en la casa con Hope en sus brazos, el suave llanto de la niña apenas se escuchaba en el aire. La casa que Elijah había comprado para ellos era un lugar cálido, acogedor, con las paredes decoradas en tonos cálidos que invitaban a relajarse, a sentirse seguros. Mientras Elijah cerraba la puerta detrás de ellos, Nikol recorrió con la mirada cada rincón, notando los pequeños detalles que reflejaban la personalidad de Elijah: la madera envejecida de los muebles, las plantas en cada esquina, y los objetos que evocaban una vida simple, pero llena de amor.

Elijah la observaba, con un leve brillo de satisfacción en los ojos al ver cómo ella se adaptaba al nuevo espacio. Había elegido ese lugar con la esperanza de que se sintiera cómoda, protegida, en especial porque sabía que tanto ella como Hope necesitaban encontrar un refugio, algo que se sintiera como un hogar después de todo lo que estaba pasando. La residencia familiar ya no era segura, Esther sabría de su ubicación a diferencia de esa nueva casa de quienes todos aparte de ellos desconocían.

─ ¿Te gusta? ─ dijo Elijah, mientras guiaba a Nikol hacia la habitación que había preparado para ella y Hope.

La cama grande, con sábanas de un blanco inmaculado, estaba cerca de la ventana, donde la luz natural entraba suavemente, iluminando el ambiente. Nicolette dejó a Hope sobre la cama, ajustándola con cuidado para que se sintiera cómoda, antes de sentarse a su lado. Sus ojos, llenos de una mezcla de cansancio y preocupación, no podían dejar de mirar a su hija mientras se aseguraba de que estuviera bien.

─ Si ─ respondió Nikol, el lugar era acogedor y le gustaba, sin embargo no podía disfrutar de todo ese momento al estar preocupada.

─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Elijah, mirándola al notar su preocupación.

Nikol quedó en silencio un momento, observando a Hope dormida, antes de mirar a Elijah con una expresión que rápidamente se tornó más seria.

─ Elijah... hay algo que me atormenta ─ confesó Nikol, la voz baja pero cargada de miedo ─ Esther... estoy aterrada por ella, no temo por mí, temo por Hope. Sé que va a tratar de buscarla ─ le dijo.

Nikol quería protegerla tal como Klaus lo hizo en la serie, pero temía no ser lo suficientemente fuerte e inteligente como Klaus lo fue para lograrlo.

Elijah frunció el ceño, la preocupación evidente en su rostro. Aunque había intentado investigar dónde estaba su madre y a quién había poseído, los resultados no habían sido los que esperaba. Había hablado con varias brujas, pero muchas de ellas habían huido de la casa donde habían sido mantenidas prisioneras. Nadie sabía con certeza quién era Esther Mikaelson entre todas esas mujeres.

─ No he podido dar con nada concreto sobre nuestra madre ─ dijo Elijah, intentando darle consuelo, aunque su tono no escondía la frustración ─ las brujas que escaparon no saben mucho más, y las que quedaron... todas huyeron cuando me vieron antes de que pudiera interrogarlas adecuadamente. Es como si Esther se hubiera desvanecido en el aire ─ murmuró, con frustración.

Ella se pasó una mano por el rostro, frustrada. Tenía que descubrir lo más pronto posible en qué cuerpo se encontraba Esther y dónde estaba. Lo que estaba sucediendo no era exactamente como en la serie, y eso la ponía en desventaja, ya que no sabía qué iba a ocurrir.

─ No entiendo cómo pudo desaparecer de esa manera… ¿Cuál será su siguiente movimiento? ¿Irá primero por nosotros o por Hope? Seguramente irá por nuestra hija, la verá como una amenaza. ¿Cómo puedo proteger a Hope si ni siquiera sé qué fuerzas está usando? No me atrevo a arriesgarla. Ni siquiera en la residencia estará a salvo si todavía no sabemos de qué lado está Finn ahora que nuestra madre ha vuelto de entre los muertos ─ dijo Nikol.

Elijah se sentó a su lado, poniendo una mano sobre su hombro, tratando de transmitirle algo de calma.

─ Lo importante es que estamos juntos. No podemos predecir lo que hará Esther, pero lo que sí podemos hacer es protegernos, proteger a nuestra hija. Mientras estemos juntos, encontraremos una forma de enfrentarla ─ comentó él, mirándola.

Pero, a pesar de sus palabras, ella sabía que la amenaza de Esther era más compleja de lo que cualquier protección o promesa podía abarcar. Esther no era alguien fácil de derrotar; se necesitarían astucia, valentía y fuerza para lograrlo. Sin embargo, en ese momento, bajo el techo de la casa que Elijah había comprado para ellos tres, rodeada por la calidez de la vida que compartían, por un instante, se sintió un poco más segura, aunque el temor seguía presente en su corazón.

¡CAPÍTULO 32!

Hola ¿Cómo están? Espero que estén todos bien, aquí les dejo un nuevo capítulo de una de mis historias favoritas.

Esther tiene tres propósitos en mente:

1) Davina. Planea ir por Davina primeramente para tomar el poder de la cosecha que los Ancestros le prometieron si la mataba.

2) Hope. Al igual que sus hijos, ve en Hope una amenaza pero mayor, además, no permitirá que Dahlia se la lleve, antes planea matarla.

3) Sus hijos. Ellos siempre fueron su objetivo desde que vio lo que eran capaces de hacer, quiere destruir lo que una vez ella misma creo.

Elijah llevó a Nikol y Hope a la casa que compró.

👨‍👩‍👧♥️

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