Una vez que se llevaron el cuerpo de Elijah, Nikol se dirigió al puente y, sin dudarlo, le prendió fuego junto con el cartel que llevaba su nombre.

─ ¡Un problema menos! ─ murmuró con una sonrisa satisfecha mientras observaba las llamas consumir la estructura.

Se quedó allí por unos minutos más, asegurándose de que el fuego se extendiera lo suficiente antes de marcharse. Su siguiente objetivo era Atticus Shane.

Sin perder tiempo, lo encontró y se encargó de él de manera eficiente. Después, incendió su oficina, organizando todo de tal forma que pareciera un accidente. No podía darse el lujo de dejar cabos sueltos.

Aún quedaba un asunto más por resolver. Nikol se dirigió al lugar donde Mikael yacía disecado dentro de una tumba oculta.

Abrió la cripta con facilidad y se encontró cara a cara con el cuerpo inerte del cazador de vampiros. A su lado, la infame estaca de roble blanco descansaba como un recordatorio de su letalidad.

Por un momento, la híbrida se quedó observándolo. Recordó historias de los horrores que Mikael infligió a su familia, de cómo su brutalidad moldeó el destino de los Mikaelson. Nikol agradeció no haber nacido en esa época. No podía imaginarse a si misma soportando los abusos físicos y psicológicos de aquel hombre despiadado.

Los recuerdos de su supuesta vida humana aún estaban grabados en su mente, aunque sabía que eran una farsa.

Sin titubear, tomó la estaca y la clavó en el corazón de Mikael. En un instante, su cuerpo ardió en llamas hasta reducirse a cenizas.

Vaya, ahora además de asesina, también soy una pirómana, pensó con sarcasmo al notar que llevaba todo el día incendiando cosas.

Recogió las cenizas con sumo cuidado. Sabía que le serían útiles en el futuro.

Soltó un suspiro y una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios. Otro obstáculo menos en su camino.

Nikol estaba adelantándose a los acontecimientos, asegurándose de que su plan avanzara sin interferencias. Su conocimiento del futuro era su mayor ventaja, y no dudaría en explotarlo al máximo.

Dentro de unos meses, cuando hubiera creado a su ejército de híbridos, regresaría a Mystic Falls para encargarse de Silas.

Ya tenía todo planeado. Necesitaba a Kol para que la ayudara y, por supuesto, a Bonnie, aunque sabía que la bruja nunca lo haría por voluntad propia. Tendría que amenazarla.

Su plan era simple: obligar a Silas a ingerir la cura y luego matarlo. No podía permitirse que el caos se desatara.

─ Bueno, al menos ya me encargué de algunas cosas ─ murmuró para sí misma.

[...]

Tras varias horas, Nikol llegó a su departamento y se encontró con Katherine, Stefan y Elena.

Sonrió con satisfacción.

─ Aquí está. Te la traje y ya cumplí ─ dijo Katherine, empujando a Elena hacia Nikol.

Elena miró a la híbrida con horror. Creyó que su sufrimiento había terminado cuando Nikol la sacrificó noches atrás, pero ahora entendía que solo era el comienzo.

Stefan se mantenía en silencio. El recuerdo de Elena besando a Damon en la mansión Salvatore seguía fresco en su mente.

Ella le había asegurado que no significaba nada, pero Stefan sabía que no era cierto. Aun así, se contuvo y, en lugar de confrontar a su hermano, le entregó la cura. Aunque en el fondo, lo único que quería era golpearlo.

Katherine había tomado a Elena del brazo sin darle oportunidad de escapar. Damon intentó intervenir, pero Stefan lo detuvo de la manera más efectiva posible: rompiéndole el cuello.

El trato con Nikol estaba sellado, y él iba a cumplirlo. Sabía que la híbrida no mataría a Elena, lo cual le daba cierta tranquilidad.

Además, ¿qué otra opción tenía? Después de ver a su novia besarse con su hermano, no le quedaba nada que lo atara a Mystic Falls.

─ Excelente, Katherine ─ la felicitó Nikol ─ ahora eres libre.

La vampira suspiró de alivio.

─ Puedes irte ─ agregó Nikol con indiferencia.

Katherine no lo pensó dos veces y desapareció del departamento.

Nikol la observó irse con una leve sonrisa. Le caía bien, aunque tenía claro que era un caso perdido. De todas las doppelgängers, al menos ella tenía algo de astucia.

Dirigió su atención a Elena, quien estaba paralizada por el miedo.

─ Stefan, por favor, no dejes que se me acerque ─ suplicó la doble, buscando desesperadamente la protección de su exnovio.

Pero Stefan no dijo nada. Ni siquiera intentó moverse.

─ Lamento decepcionarte, cariño, pero Stefan no podrá ayudarte ─ dijo Nikol con diversión.

Sus ojos se posaron en el cuello de Elena y notó algo interesante: el collar que alguna vez perteneció a su "madre", la bruja original, y que luego pasó a Rebekah. Sin pensarlo dos veces, Nikol arrancó la joya del cuello de la doppelgänger.

Es tan estúpida que ni siquiera toma verbena, pensó con una mueca.

─ Te quedarás quieta y no hablarás ─ ordenó Nikol, usando su hipnosis.

No era la primera vez que usaba el control mental, y en el tiempo que llevaba ahí se había vuelto bastante eficiente en ello.

Sonrió cuando vio que Elena obedecía sin resistencia. Unos segundos después, una enfermera entró en la habitación con su equipo. La mujer no dijo ni una sola palabra, completamente dominada por la compulsión de la híbrida. Con precisión y sin demora, la enfermera comenzó a extraerle sangre a Elena. Nikol observó el proceso con satisfacción.

Cuando obtuvo la cantidad deseada, volvió a hipnotizar a la doppelgänger para que olvidara todo lo ocurrido.

Minutos después, Elena y la enfermera abandonaron el departamento sin recordar nada.

Nikol guardó las bolsas de sangre con sumo cuidado. Le serían útiles más adelante.

Se giró hacia Stefan.

─ ¿Listo para el viaje?

El vampiro la miró fijamente antes de asentir con un suspiro resignado

─ No tengo nada mejor que hacer ─ dijo él, encogiéndose de hombros.

Nikol lo observó con curiosidad. No esperaba esa respuesta de él.

Seguramente encontró a Elena con Damon, pensó de inmediato.

─ Bien, entonces vámonos ─ ordenó Nikol, saliendo del departamento.

Stefan la siguió en silencio.

El siguiente paso en su plan era encontrar a Ray Sutton, el alfa de una manada de hombres lobo. A diferencia de Klaus, Nikol no pensaba recurrir a la violencia desde el principio.

Primero les explicaría los beneficios de ser híbridos: la inmortalidad, la ausencia de la maldición de la luna. También les ofrecería un refugio, un lugar donde dormir y comida a cambio de su lealtad. Nikol sabía que, una vez transformados, el vínculo de padre aseguraría su fidelidad sin necesidad de amenazas.

Sin embargo, si las cosas no salían como las tenía planeadas, no dudaría en obligarlos a convertirse en híbridos, tal como lo hizo Klaus.

A diferencia de Klaus, Nikol tenía claro que no convertiría a Tyler Lockwood. Sabía que hacerlo solo le traería problemas en el futuro, y prefería evitar ese tipo de complicaciones.

Con todo preparado, Nikol y Stefan abandonaron Mystic Falls en el auto de la híbrida, listos para el siguiente paso en su plan.

¡CAPÍTULO 3!

¿Qué les pareció el nuevo capítulo?.

[ CAPÍTULO EDITADO Y CORREGIDO ]