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➹ Cap. 21

Nikol suspiró profundamente, sintiendo cómo el agua tibia caía sobre su cuerpo desde la regadera, relajando cada músculo tenso. Cerró los ojos por un momento, disfrutando de la tranquilidad que le ofrecía ese instante, un respiro en medio de todo el caos.

Después de un largo rato bajo el agua, salió del baño envuelta en una bata suave, que cubría su cuerpo desnudo. Mientras caminaba hacia su habitación, sus pasos eran ligeros y tranquilos, pero algo le hizo detenerse cuando entró.

Allí, sentado en su cama, estaba Elijah. Su presencia era imponente, como siempre, pero esa vez había algo diferente en su mirada, algo que la hizo sentirse expuesta, como si su simple presencia la hubiese estado esperando.

El aire en la habitación parecía volverse más denso a medida que ella lo miraba, con el corazón latiendo con algo de ansiedad, pues no esperaba encontrarlo allí. Aunque la habitación era su refugio, ese momento la tomó por sorpresa.

─ ¿Cerraste la puerta? ─ preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad en la voz, mientras sus ojos se movían hacia la entrada. No quería arriesgarse a que alguien más entrará y los encontrará.

─ Sí ─ respondió Elijah con una leve sonrisa, levantándose lentamente de la cama. Lo primero que hizo al entrar fue ponerle seguro a la puerta, asegurándose de que nadie pudiera interrumpirlos.

Su presencia en la habitación era tan magnética que Nikol no pudo evitar sentirse un poco nerviosa.

─ Creí que no vendrías ─ dijo Nikol, cruzando ligeramente los brazos sobre su pecho mientras se acercaba a la cama, donde había dejado su pijama y ropa interior. Había estado esperando un buen rato a Elijah, con la esperanza de que él llegará pronto, pero al no verlo, pensó que quizás algo había salido mal o que se había retrasado.

─ Te dije que vendría ─ contestó Elijah, su voz profunda y suave, con un dejo de afecto.

Nikol lo miró en silencio durante un instante. Era difícil de describir, pero sentía algo en el aire, una tensión palpable que se acumulaba entre ambos. Finalmente, se quitó la bata con un gesto decidido, dejando su cuerpo al descubierto ante Elijah. Al instante, su respiración se detuvo por un segundo al ver cómo él reaccionaba, tragando saliva al verla tan vulnerable y tan expuesta. La imagen de Nikol, desnuda ante él, hizo que algo dentro de él se removiera, especialmente con su embarazo tan visible.

Si Nikol no estuviera tan avanzada en su embarazo, Elijah no habría dudado en ceder a la tentación. No obstante, algo lo frenó: el deseo de protegerla, de no hacerle daño.

Al verla ir a tomar su ropa para cambiarse, Elijah la detuvo con una mano en su brazo, evitando que lo hiciera.

─ ¿Qué? ─ preguntó Nikol, alzando una ceja, sintiendo la tensión en el aire.

Aunque sus hormonas la hacían sentir caliente y atraída por él, no podía olvidar que estaba embarazada, y lo que más deseaba era tener a su hija pronto. Aquel pensamiento la ayudó a mantenerse racional.

─ Si no estuvieras embarazada, no tienes idea de las cosas que te haría en este momento ─ susurró Elijah, acercándose con lentitud, tocando suavemente su rostro. Su tono bajo y cargado de deseo hizo que Nikol sintiera un nudo en el estómago.

Las palabras de Elijah la estremecieron, y una parte de ella deseaba que el embarazo ya hubiera terminado, para poder estar con él sin reservas. Pero también sabía que lo mejor era esperar.

─ Yo... ─ Nikol tartamudeó, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responderle.

─ Debes cambiarte ─ dijo Elijah con firmeza, mirándola profundamente. No era solo la tentación lo que lo hacía hablar, sino el conocimiento de que era mejor para ella y para el bebé.

Nikol asintió lentamente, decidiendo no provocar más la situación. Se cambió rápidamente y, una vez vestida, Elijah la atrajo hacia él, con una suavidad que contrastaba con el deseo latente que aún existía entre ambos.

─ ¿Y ahora qué? ─ preguntó Nikol, mirándolo con una sonrisa juguetona, buscando aliviar la tensión entre ellos.

─ Podemos hacer otras cosas ─ respondió Elijah, una sonrisa cómplice formándose en sus labios.

Sin esperar una respuesta, Nikol lo besó, y juntos se acomodaron en la cama. El momento pasó rápidamente de la tensión a una intimidad más relajada, pero sin dejar de lado el amor y el deseo que sentían el uno por el otro.

─ Creo que nacerá pronto ─ murmuró Nikol en medio del beso, tocando su vientre.

Elijah, acariciando suavemente su panza, la miró con una leve sonrisa.

─ ¿Por qué lo dices? ─ preguntó, curioso.

Nikol, con una ligera risa, respondió:

─ Porque mi panza va a explotar. Parezco una pelota de playa.

Elijah se rió entre dientes, acariciando con ternura su abdomen.

─ Tal vez tengas razón... ─ respondió él con una sonrisa, convencido de que el bebé no tardaría mucho en llegar.

[...]

Elijah y Nikol no se habían equivocado al pensar que el bebé nacería pronto. En esa misma noche, durante la madrugada, la tranquilidad de la casa fue interrumpida por el dolor. Nikol, que dormía profundamente a su lado, se despertó de golpe al sentir las primeras contracciones. Un dolor agudo recorrió su abdomen, y un quejido involuntario escapó de sus labios. Al principio, intentó ignorarlo, pensando que sería pasajero, pero rápidamente se dio cuenta de que era el comienzo de algo que no podía controlar.

Elijah, profundamente dormido a su lado, reaccionó de inmediato al escuchar su queja. Despertó en un instante, su corazón acelerado por el miedo, y encendió rápidamente la lámpara de la mesita de noche con una mano temblorosa. La luz iluminó el rostro de Nikol, que ahora apretaba las sábanas con fuerza, el sudor comenzando a formarse en su frente mientras las contracciones se intensificaban.

─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Elijah, con la voz llena de preocupación, tratando de mantener la calma. Sus ojos recorrieron rápidamente a Nikol, buscando alguna señal de qué hacer.

─ Va a nacer, Elijah ─ respondió Nikol, con la voz entrecortada. Apretó más las sábanas, sintiendo cómo el dolor la envolvía, pero la angustia de lo que estaba por venir la invadía aún más. Era su primer hijo, y a pesar de la preparación, el miedo a lo desconocido era inevitable.

Elijah la miró, su rostro reflejando una mezcla de emoción y temor, sabiendo que este momento finalmente había llegado. Sin perder tiempo, se levantó rápidamente de la cama, sabiendo que debían actuar con rapidez.

─ Tranquilízate, iré por ayuda ─ dijo Elijah, intentando mantener la calma, pero su voz traicionó una ligera tensión al ver el dolor evidente en el rostro de Nikol. Se levantó rápidamente de la cama, sin perder un segundo, y salió de la habitación apresuradamente, dejando que la puerta se cerrará con un suave golpe.

El pasillo estaba en penumbra. La casa, normalmente silenciosa y pacífica durante la noche, ahora parecía pesada, llena de un aire de urgencia. Elijah caminó con paso firme y rápido hacia la habitación de Rebekah, su corazón latiendo con fuerza al anticipar lo que tenía que hacer. Al llegar, golpeó la puerta con una rapidez impaciente.

─ ¡Es de madrugada aún! ─ gruñó Rebekah, frunciendo el ceño y abriendo la puerta con una mano entrecerrada, claramente molesta por la interrupción. Al ver a su hermano con una expresión tan seria, su rostro cambió de inmediato.

─ Nikol está en trabajo de parto ─ informó Elijah, su voz grave y cargada de ansiedad. Su rostro, normalmente imperturbable, mostraba la tensión de quien sabe que no hay tiempo que perder.

Rebekah, que no esperaba una noticia tan urgente, parpadeó sorprendida. El tiempo parecía detenerse por un momento, y rápidamente una sombra de preocupación cruzó su rostro. Sin pensarlo demasiado, sus instintos se hicieron cargo y, sin decir palabra más, corrió junto a Elijah hacia la habitación de Nikol.

Al llegar, Rebekah abrió la puerta de golpe y exclamó:

─ ¡Nik! ─ su voz resonó en la habitación, llena de preocupación, al ver a su hermana acurrucada en la cama, sudorosa, con el rostro marcado por el dolor. El ambiente era pesado, y el sonido de las respiraciones entrecortadas de Nikol llenaba el aire.

─ Ayúdame ─ sollozó Nikol, su rostro retorcido por el dolor de las contracciones que la sacudían sin descanso. Aunque era una vampira original, la intensidad del parto no parecía ceder, y el dolor físico la arrastraba en cada ola. La angustia era palpable en sus ojos. El dolor era mucho más de lo que había anticipado.

Rebekah, sin dudarlo, se acercó a su hermana con rapidez. Con gesto decidido, se arrodilló a su lado, tomando su mano con firmeza para darle un poco de consuelo, mientras Elijah se acercaba también, buscando la forma de ayudar. La tensión en la habitación era palpable, pero el vínculo entre las dos hermanas era inquebrantable, y Rebekah actuaba con la calma que le otorgaba su experiencia.

─ Bien, Elijah, vete ─ dijo Rebekah con tono firme, mirando a su hermano con seriedad, aunque el dolor de Nikol también la afectaba. Sabía que la presencia de Elijah complicaría las cosas más de lo necesario.

─ ¿Qué? No ─ respondió Elijah de inmediato, negando rápidamente con la cabeza. La idea de dejar a Nikol en ese momento, cuando más lo necesitaba, era impensable.

─ Elijah, eres hombre ─ le recordó Rebekah, lanzándole una mirada seria y firme. Aunque sabía que su hermano quería estar allí, no podía dejarlo. Había una intimidad que él no comprendía por completo y que no sería adecuada en ese momento.

Elijah apretó los labios, sintiendo una oleada de frustración que lo envolvía. Quiso hablar, explicarle a Rebekah que su relación con Nikol iba más allá de lo que ella pensaba, pero se contuvo. Sabía que no había tiempo para discusiones. Sin decir palabra, sus ojos reflejaron la frustración de un hombre que no podía estar en el lugar donde más quería estar, y salió de la habitación a regañadientes.

Se encontró con Kol en el pasillo, medio dormido y despeinado, todavía con las marcas de sueño en su rostro. Elijah lo miró por un segundo antes de hablar, decidido a obtener toda la ayuda que pudiera.

─ ¿Qué sucedió? Oigo los gritos de Nik desde mi habitación ─ dijo Kol, frunciendo el ceño mientras se frotaba los ojos, intentando despejar la niebla del sueño.

Elijah lo miró rápidamente, su rostro serio y lleno de preocupación. Su voz, normalmente tranquila, reveló el nerviosismo que trataba de ocultar.

─ Está en trabajo de parto ─ aclaró Elijah, moviéndose de un lado a otro en el pasillo, incapaz de mantenerse quieto. Su mirada, que normalmente proyectaba calma, reflejaba la ansiedad que sentía al no poder hacer nada para ayudarla.

─ ¿En serio? ─ Kol abrió los ojos mucho más de lo normal, despertando al instante al darse cuenta de la gravedad de la situación. El tono de voz de Elijah no dejaba lugar a dudas: era el momento.

─ Sí ─ respondió Elijah, asintiendo con gravedad. El ambiente en el pasillo se había vuelto pesado, casi denso, mientras observaba a su hermano. Kol, por su parte, parecía tan sorprendido como él, aunque estaba comenzando a procesarlo.

─ Iré a ver… ─ Kol dijo, tomando el picaporte de la puerta con una mano y moviéndose con rapidez hacia la habitación de Nikol. Pero antes de que pudiera abrir, Elijah lo detuvo con un gesto firme.

─ No puedes entrar. Rebekah la está ayudando en este momento ─ dijo Elijah, levantando una mano en un gesto de advertencia. Su tono, aunque serio, llevaba una mezcla de urgencia y respeto hacia su hermana, sabiendo que la situación requería privacidad.

Kol se quedó inmóvil por un momento, mirando a su hermano con una mezcla de frustración y entendimiento. Sabía que no podía hacer nada más, pero la preocupación era evidente en sus ojos. Asintió lentamente, resignado, mientras ambos se quedaban en el pasillo, esperando cualquier noticia.

La tensión era palpable en el aire. Durante la siguiente hora, el silencio entre ellos se rompía solo por los ruidos lejanos de las contracciones de Nikol. Kol, inquieto, comenzaba a caminar de un lado a otro, intentando distraerse de la preocupación que lo consumía. Elijah, por su parte, no dejaba de mirar la puerta, esperando escuchar cualquier sonido que indicara que el bebé estaba a punto de nacer. Aunque las contracciones seguían siendo fuertes, el bebé no parecía querer llegar, y la espera se alargaba más de lo que ambos esperaban.

Pero justo cuando el primer rayo de luz comenzó a filtrarse por las ventanas, iluminando la sala en sombras doradas, los gritos de Nikol se intensificaron, llenando la residencia Mikaelson con su eco. Fue entonces cuando Kol y Elijah se miraron, sabiendo que el momento había llegado. El bebé estaba a punto de nacer.

El llanto de un bebé, suave y débil al principio, llegó a los oídos de Elijah. Fue un sonido que lo atravesó de lleno, un sonido que hizo que su corazón, que había permanecido inerte por tanto tiempo, latiera nuevamente con fuerza en su pecho. No pudo aguantar más. Sin decir palabra, empujó la puerta de la habitación y entró rápidamente.

Nikol estaba en la cama, empapada en sudor, su rostro agotado y pálido, aunque aliviado por el final de su dolor. A su lado, Rebekah sostenía un pequeño bulto entre sus brazos, con una expresión de ternura y alivio.

Elijah se acercó a ellas con cautela, su mirada fija en Nikol. Su mente estaba llena de pensamientos, pero todo se desvaneció al ver a su hija, pequeña y frágil, acurrucado en los brazos de Rebekah.

─ Te ves terrible, Nik ─ comentó Kol, incapaz de evitar el comentario, su voz cargada de sorpresa y simpatía al ver a su hermana en ese estado.

Nikol, a pesar de la agotadora experiencia del parto, no pudo evitar una leve sonrisa ante las palabras de su hermano, aunque aún luchaba por recuperar el aliento.

Estaba agotada, como si la bebé le hubiera robado todas sus energías antes de nacer. Sus ojos brillaban con una mezcla de alivio y agotamiento, y su cuerpo parecía completamente drenado. Sabía que necesitaba sangre rápidamente para recuperarse.

─ Sangre ─ murmuró Nikol, su voz apenas un susurro, pero Kol entendió al instante. Sin decir más, salió de la habitación con rapidez, sabiendo que debía actuar rápido para ayudarla.

Elijah observó a Nikol en silencio, un suspiro de alivio escapando de sus labios al verla fuera de peligro. Aunque las contracciones habían sido increíblemente intensas, el hecho de que Nikol fuera una vampira original había sido su salvavidas. A pesar del agotamiento, su resistencia natural le permitió sobrellevar el parto de manera más rápida que cualquier humana. Asegurándose de que ella estuviera bien, Elijah desvió la mirada hacia los brazos de Rebekah, donde la pequeña descansaba.

─ Es tan pequeña ─ susurró Rebekah con una sonrisa llena de ternura mientras observaba a su sobrina, los ojos brillando de emoción. La suavidad en su voz revelaba el amor que sentía por esa pequeña vida que acababa de llegar al mundo.

Elijah avanzó lentamente hacia su hermana, su pecho lleno de emoción. Las palabras se le atascaban en la garganta, y sintió cómo su corazón latía con fuerza, mientras la ternura lo invadía al ver a la bebé en los brazos de Rebekah. Cada pequeño gesto de la niña, cada respiración tranquila, parecía traer consigo un sentido de propósito renovado.

─ ¿Puedo…? ─ preguntó Elijah, su voz un susurro temeroso, casi incapaz de contener la esperanza que brillaba en sus ojos.

Rebekah asintió con una sonrisa suave, conociendo la emoción de su hermano. Con mucho cuidado, permitió que Elijah tomará a la bebé en sus brazos. En ese instante, todo lo que había sido su vida cobró un significado completamente nuevo. Sus manos temblaron ligeramente al sostener a su hija, pero la emoción era tan grande que no le importó.

La bebé era tan frágil, tan perfecta, y Elijah no pudo evitar murmurar en voz baja:

─ Hermosa ─ dijo, acariciando la frente de la niña con extrema delicadeza, besándola suavemente, sin poder creer lo que sentía en ese momento.

Justo cuando Elijah estaba inmerso en la emoción de ser padre, Kol regresó a la habitación. Traía consigo una bolsa de sangre que entregó a Nikol, quien la tomó sin dudarlo, bebiéndola con rapidez para reponer sus fuerzas.

─ Quiero verla ─ dijo Nikol desde la cama, su voz débil pero llena de anhelo. Su mirada se dirigió hacia Elijah, pidiendo a su hija.

Elijah sonrió de nuevo, su corazón lleno de amor y alegría. Con cuidado, se acercó a la cama de Nikol y, sin decir una palabra, le entregó a la pequeña. La sensación de entregarle a su hija a su madre era indescriptible, una mezcla de confianza y alivio.

─ Está muy arrugada ─ comentó Kol de repente, mirando a la bebé con una sonrisa burlona.

El comentario, aunque inofensivo, hizo que Rebekah lo mirará con desaprobación.

─ Es normal en un bebé ─ respondió Rebekah con tono de reproche, rodando los ojos ante el comentario de su hermano. No pudo evitar soltar una pequeña risa al ver la cara de Kol, sabiendo que, a pesar de sus bromas, estaba feliz por la nueva vida en la familia.

Nikol miró a su hija, sintiendo una mezcla de emociones que no sabía que experimentaría. Aunque se había mostrado insensible y distante, el solo hecho de sostener a su hija en sus brazos la hizo sentirse diferente. La fragilidad de la pequeña, su vulnerabilidad, despertó en ella una ternura desconocida.

─ Eres muy hermosa, no importa lo que ese tonto tío diga ─ dijo Nikol, besando a la bebé en la frente con ternura, su voz suave y llena de cariño.

Kol frunció el ceño al escucharla, sabiendo que esas palabras iban dirigidas a él. Aunque intentó mantener su actitud de siempre, un atisbo de incomodidad se asomó en su rostro. Era difícil lidiar con la nueva dinámica de la familia.

─ Dámela, le daré un baño ─ murmuró Rebekah, extendiendo los brazos hacia Nikol, quien, después de un momento de duda, accedió.

─ Está bien ─ asintió Nikol, pasando la bebé a su hermana. Rebekah, con extrema suavidad, la tomó en sus brazos y se dirigió al baño para darle un baño cálido y limpiarla con cuidado, mientras todos en la habitación respiraban aliviados.

─ Yo también necesito una ducha ─ dijo Nikol, levantándose de la cama envuelta en una sábana, su cuerpo aún débil pero aliviado por el final del dolor.

─ Ve a mi habitación ─ pidió Elijah, sin apartar la mirada de ella. No podía dejar de observarla, incluso en ese estado, su presencia lo reconfortaba.

Nikol asintió, tomando algunas prendas de ropa de la silla cercana antes de desaparecer de la habitación, dejando atrás a Kol y Elijah.

─ Nunca pensé que sería tío después de mil años, ¿y tú? —preguntó Kol, mirando la puerta por donde Nikol había salido. La sorpresa en su voz era evidente, como si todo estuviera sucediendo demasiado rápido.

─ ¿Qué? ─ Elijah salió de sus pensamientos al escuchar a su hermano.

─ ¿Pensaste ser tío alguna vez? ─ preguntó Kol, con una mirada curiosa, queriendo conocer la reacción de su hermano.

Elijah se movió incómodamente en su lugar. Sabía que no solo era el tío de la bebé, sino también el padre. El conflicto de emociones que sentía lo dejó sin palabras por un momento. No podía compartir todo lo que estaba pasando por su mente.

─ No ─ respondió Elijah, titubeando, antes de caminar hacia la puerta. Necesitaba algo de espacio para procesar todo.

Kol suspiró y miró la cama, su expresión cambiando al ver la sangre de su hermana en las sábanas. Una mueca de incomodidad cruzó su rostro, y se estremeció levemente, sacudiendo los hombros antes de salir de la habitación.

¡CAPÍTULO 21!

Me han pidiendo bastante actualización de está historia así que aquí les dejo un nuevo capítulo. Espero que lo disfruten.

¡NIKOL YA TUVO A SU HIJA!

¿Qué tal el capítulo?

💗

[ CAPÍTULO EDITADO Y CORREGIDO ]

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