05: the tell
━━━ CAPÍTULO 05: el informe
ADVERTENCIA: este capítulo contiene contenido sexual explícito. Si decides leerlo, que sea bajo tu propia responsabilidad.
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—¿QUIÉN ME MANDARÍA a mí hacerle caso a Allison? —se quejó Katherine aparcando su moto.
Acababa de llegar a una tienda de películas ya que la "manipuladora", como ella la llamaba, de su hermana le había pedido que fuese a por una película. Más concretamente, Titanic.
No es que la película fuese del desagrado de Kath, al contrario, era una de las pocas películas de amor que le habían gustado.
Pero pudiendo ver otras películas, no entendía por qué tenían que ver cómo se hundía el puñetero barco por decimoquinta vez.
Vio que había un coche aparcado, el cual pudo reconocer como el coche de Lydia ya que la cobriza estaba dentro sacándose fotos con el móvil. La saludó a través de la ventanilla y entró a la tienda, viendo que en ella solo estaba un impaciente Jackson.
—Hola, Jackson.
—Hey, Katherine. —la saludó de vuelta— ¿Tú también vienes a comprar "El Diario de Noah"? —dijo mencionando el título con desagrado.
La Argent mayor rio —No. Allison me ha pedido que le lleve "Titanic". —rodó los ojos.
—Se nota que te gustan las películas románticas. —le dijo con gracia.
—Pues lo mismo que a ti.
—Touché.
La verdad es que, al parecer de Katherine, Jackson podía llegar a ser un chico muy majo si lo pillabas de buenas. Sí que es verdad que algunas veces era un poco imbécil, pero le recordaba a cuando Peter y Derek eran adolescentes hormonales.
Aunque, bueno, Derek seguía siendo bastante hormonal y si Peter no estuviese en coma seguro que también lo sería.
Salió de sus pensamientos cuando un olor bastante familiar para ella inundó su fosas nasales. Giró la cabeza, recorriendo la tienda con la mirada, tratando de encontrar de donde provenía ese intenso olor a sangre.
Vio como de detrás de unas estanterías asomaban unos pies, por lo que le dio un pequeño golpe en el brazo a Jackson. El chico la miró confundido, por lo que Kath señaló lo que parecía ser el cuerpo de alguien.
Los dos compartieron una mirada antes de aproximarse con pasos sigilosos hacia allí. Giraron su cabeza para ver al que creían que era el dependiente desangrándose, con un gran arañazo en el cuello.
Instintivamente, Jackson puso uno de sus brazos frente a la Argent mientras ambos retrocedían, en un vago esfuerzo por tratar de protegerla.
Por accidente, el chico tiró la escalera que había justo detrás de ellos, haciendo que las luces empezaran a parpadear.
Escucharon un gruñido a sus espaldas, por lo que se giraron para ver esos ojos rojos que tanto caracterizaban a el Alfa.
Jackson agarró con delicadeza el brazo de Katherine y la arrastró junto a él detrás de una estantería. Los dos tenían las respiraciones agitadas y sus manos entrelazadas. La castaña se controlaba lo máximo que podía para no apartar a Jackson y atacar al Alfa, sabiendo que podría vencerle perfectamente.
El hombre lobo golpeó una de las estanterías, haciendo que las demás empezasen a caer al estilo del dominó.
Kath agarró el brazo de el chico y lo apartó antes de que la estantería los aplastase, quedando sus piernas atrapadas en el proceso. Escucharon un gruñido encima de ellos, haciendo que la respiración de Jackson se agitase aún más.
El Alfa se quedó un momento inmóvil antes de hacerle clavarle las garras en el cuello a el chico para después saltar por la ventana.
La castaña suspiró aliviada y apoyó su frente contra el suelo —¿Estás bien? —le preguntó Jackson un poco más calmado.
—Sí, ¿y tú?
—Ahora sí. ¿Qué narices se suponía que era eso? —preguntó.
—Ojalá lo supiese... —mintió. La verdadera pregunta sería "¿quién se suponía que era?".
La policía no tardó en llegar junto a la ambulancia, suponía que Lydia los había llamado. Los médicos se acercaron rápidamente a los dos chicos para poder sacarlos de allí y observar como estaban o si estaban heridos. Los sentaron en la ambulancia y empezaron a revisarlos.
Katherine mantenía su mano entrelazada con la de la cobriza, quien temblaba levemente por el susto que se había llevado. La Argent observó como el vehículo del sheriff se estacionaba y, para su suerte o desgracia, Stiles iba en él.
—Quédate aquí. —escuchó que le ordenaba su padre antes de bajar del coche.
—¿Por qué no puedo irme a casa? Estoy bien. —le aseguró Jackson al sheriff cuando se acercó a ellos.
—Ya lo veo, pero el médico dice que os habéis dado un golpe en la cabeza, sólo quiere asegurarse de que no hay conmoción. —respondió posando su mirada también en Kath.
—Qué parte de estoy bien no ha entendido, ¿eh? Quiero irme a mi casa.
—Sí, lo entiendo.
—No, parece que no lo entiende, y lo que más me sorprende es que debería ser un concepto básicos, sencillo de entender para un policía como usted. Ahora, ¡quiero irme a casa! —le dijo bastante enfadado
—Jackson, es suficiente. —lo cortó la castaña— Nos iremos cuando nos dejen. Ahora, haz el favor de sentarte y callarte. —el sheriff le envió una sonrisa de agradecimiento a la Argent.
—¡Eh, mira! ¿Es un muerto? —gritó Stiles saliendo del coche y señalando la camilla donde estaba el cadáver del dependiente de la tienda.
Su padre lo miró con reproche, haciendo que el pecoso vuelva a meterse en el coche, cosa que hizo sonreír Katherine.
Por alguna razón, la chica miró hacia el techo de la tienda, encontrándose con la penetrante mirada de Derek fija en ella junto a un confundido Scott. Una mirada que expresaba preocupación, aunque fuese sólo un poco.
El sheriff, el cual le había pedido a Kath que le llamase Noah, no tardó mucho más tiempo en dejarlos irse.
La castaña se despidió de Jackson y de Lydia para luego subir a su moto y conducir a su casa. Lo único bueno que había salido de ahí, es que no tendría que ver Titanic otra vez.
Sacó las llaves y abrió la puerta, encontrándose a toda su familia sentada en los sofás, esperándola impaciente. Cuando escucharon la puerta abrirse, no tardaron mucho en levantarse, siendo Allison la primera en abalanzarse contra su hermana.
—Alli, vas a ahogarme. —murmuró la mayor divertida.
—Estábamos muy preocupados, Katherine, oímos lo del ataque. —dijo Victoria, su madre, a un lado suyo.
—Nos alegramos de que no te haya pasado nada. —le dijo Kate con una sonrisa, haciendo que la castaña ruede los ojos. No se creía ni por asomo la falsa preocupación de Kate, sabía que algo tramaba.
—Estoy bien, de verdad, ya podéis estar tranquilos.
Después de un rato contándoles lo que había pasado, omitiendo la parte de decir que le había atacado el Alfa ya que Allison también estaba presente, por fin se fueron a dormir.
Había sido una noche para el recuerdo, sin duda.
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El despertador de Katherine sonó, haciendo gruñir a la chica, quien optó por agarrar ese asqueroso aparato para luego estamparlo contra la pared, rompiéndolo.
Se levantó, se ducho y se vistió para un nuevo día en el maldito instituto. Se miró al espejo y sonrió con gracia.
—Los años no pasan para ti, amiga mía. —murmuró.
Por una gran casualidad, Allison y Katherine cumplían el mismo día a pesar de la gran diferencia de edad. Escuchó como tocaban la puerta de su habitación, por lo que le permitió el paso a quien fuera que estuviese en la puerta.
Kate entró a la habitación con una sonrisa, haciendo bufar a la castaña. Parecía que de verdad quería que la chica confiase en ella y se llevasen bien de nuevo.
—Felicidades, Kath.
—Gracias. —respondió, tratando de no sonar muy borde. Por lo menos se había acordado.
—Sé que sigues enfadada conmigo y lo entiendo, por lo que quería darte esto. —dijo entregándole una pequeña caja de terciopelo negra.
La abrió y vio que dentro había un anillo bastante parecido al suyo.
—Está hechizado para protegerte del sol. —explicó Kate— Puedes comprobarlo si quieres.
Katherine se quitó el anillo que habitualmente usaba con algo de desconfianza y se puso el otro. Abrió la cortina de su habitación y, efectivamente, comprobó que la protegía del sol.
—Gracias, es muy bonito.
Kate asintió y salió de la habitación para dejarle algo de privacidad a la castaña. La chica cerró la cortina de nuevo y se quitó el anillo que le había dado la rubia para ponerse el suyo.
Ni loca se ponía algo que Kate le había regalado. No se fiaba de ella ni un pelo.
Se subió en su moto y se puso en camino al instituto un día más. Cuando llegó, vio como alguien sujetaba un montón de globos de helio que tapaban casi por completo a la persona que los sujetaba.
Se sacó el casco y abrió los ojos y la boca de la impresión al ver a Stiles sonriéndole con los globos en la mano. Katherine rió y se acercó a el pecoso con una sonrisa.
—¿Cómo has...? ¿Por qué...?
—He tenido una pequeña ayuda. —dijo mirando detrás de ella. La castaña se giró para ver cómo su hermana le guiñaba un ojo— Espero que esta noche no tengas planes porque vamos a ver maratón de Star Wars, lo quieras o no.
—Me encanta ese plan. —le sonrió y juntos entraron al instituto.
La castaña abrió su taquilla, viendo como un globo salía de ahí. Vio que había un paquete dentro junto a una nota y no le hizo falta mucho más para saber que era de parte Lydia. Volvió a cerrar la taquilla, ya abriría el regalo al llegar a su casa.
Fueron a su clase de química, donde les recibió el amargado señor Harris como siempre.
—Permitidme recordaros que esta noche es la reunión con los padres. —habló el profesor— Los estudiantes con una media por debajo del suficiente tendrán que asistir. No diré nombres porque la vergüenza y el disgusto es castigo más que suficiente para ellos. —siguió hablando hasta detenerse en Stiles, quien no paraba de subrayar su libro— ¿Alguien ha visto a Scott McCall? —el pecoso levantó la mirada y miró al señor Harris.
La puerta de la clase se abrió, haciendo que la atención de todos se centre en ese punto concreto. Jackson entró en la clase bajo la atenta mirada de todos. Se sentó en su sitio y el profesor se acercó a él.
—Jackson, si necesitas irte por alguna razón, dímelo. —el chico asintió y miró a Katherine, quien le regaló una media sonrisa a modo de saludo— Está bien, leed la unidad nueve. Señor Stilinski —lo llamó—, intente usar el fluorescente para subrayar, es química, no clase de arte. —Stiles escupió la tapa que llevaba en su boca y la agarró en el aire con molestia.
—Eh, Danny. ¿Puedo preguntarte algo?
—No. —contestó el chico.
—Te la haré igualmente. —dijo el pecoso— ¿Ha venido Lydia contigo hoy a clase?
—No.
—¿Puedo hacerte otra pregunta?
—La respuesta sigue siendo no.
—¿Alguien sabe lo que le pasó a Jackson y a Lydia anoche? —esa pregunta hizo que la Argent le mirase con confusión, ¿acaso no recuerda que ella también estuvo allí?
—Tío, no sé nada.
—Pero es tu mejor amigo... —Danny no le respondió, siguió atento a la clase— Una pregunta más.
—¿Qué? —preguntó exasperado.
—¿Te parezco atractivo? —Katherine se mordió el labio para tratar de no reírse, no se podía creer que realmente le había preguntado eso.
Stiles se acercó tanto a Danny que acabó cayéndose de la silla, llevándose todas las mirada, y haciendo que la castaña tenga más ganas de reírse.
Siguieron las clases con normalidad hasta que el timbre sonó. Stiles trataba de contactar con Scott mientras que Katherine trataba de contactar con Allison.
—¡Por fin! —exclamó el pecoso— ¿Has recibido algún mensaje?
—Sí, unos nueve millones.
—¿Tienes idea de lo que pasa? Lydia no aparece, a Jackson parece que se le ha aparecido Lucifer en su propia cara y hay otro tío muerto. Tienes que hacer algo. —le dijo.
—¿Cómo qué? —preguntó el hombre lobo.
—Algo.
—Ya pensaré algo. —y colgó.
—Me ha colgado. —se giró para mirar a la Argent, quien lo miró divertida— ¿Te puedes creer que mi mejor amigo me ha colgado?
—Sí está junto a Allison, sí, me lo creo. —asintió ella.
Los dos se subieron en sus vehículos y condujeron hacia casa de Lydia para poder ver cómo estaba. La puerta fue abierta por una mujer, la madre de Lydia.
—Hola, señora Martin. Venimos a ver a Lydia. —saludó la castaña.
—Hola, Katherine. —la saludó también— ¿Y tú quien eres?
—Soy Stiles, Stiles Stilinski. Voy con su hija al instituto.
—Está bien, pasad, está en su cuarto.
Los dos entraron en la casa y fueron al cuarto de la pelirroja guiados por su madre. La mujer llamó a la puerta y los dos adolescentes vieron a una Lydia tumbada en su cama mirándose las uñas con desdén.
—Han venido Stiles y Katherine a verte.
—¿Quién narices es Stiles? —preguntó la cobriza, haciendo que la Argent diese un pequeño golpe en el hombro del pecoso a modo de reconforte.
—Se acaba de tomar un tranquilizante, pero pasad, podéis pasar.
—Gracias. —dijo el chico.
Los dos se acercaron a la cama de Lydia, haciendo que la chica se girase para mirarlos.
—¿Qué hacéis aquí?
—Queríamos saber si estabas bien.
—¿Por qué? —preguntó dando unos golpes en su cama para que se sentaran. Stiles se acercó y se sentó mientras que Kath se quedaba apoyada en el marco de la puerta.
—Pues porque estaba preocupado... Es decir, estábamos preocupados. —explicó mirando a la castaña— Por ti. ¿Cómo estás?
Lydia empezó a tocar el brazo de Stiles, haciendo que el chico empiece a tartamudear —Estoy... Fantástica. —dijo a centímetros de los labios del chico.
Stiles rio nervioso hasta que vio unas pastillas que había en su mesilla de noche. Katherine se acercó y observó aquel bote.
—¿Qué? Apuesto a que no repites "tres tristes tigres comen trigo en un trigal". —la retó, haciendo que la cobriza le viese con incredulidad.
—Tres tristres... Tres tris... Tristres. —dijo mirando a un punto fijo.
—Lydia, dime, ¿qué viste?
—Algo.
—Podría ser un, ¿león de montaña?
—Podría ser. —respondió ella.
—¿Seguro que era un león de montaña o lo dices sólo porque te lo dijo la policía? —le preguntó Katherine.
—Un león de montaña.
Stiles agarró el peluche de jirafa que la chica tenía en su mesilla —¿Qué es esto?
—Un león de montaña. —repitió.
—Vale, estás colocada. —la cobriza apoyó su cabeza en sus piernas, haciendo que el pecoso abra la boca con sorpresa— Bueno, pues, nos vamos. Que te recuperes pronto de tu estrés post-traumático.
—Quédate. —le dijo la chica, por lo que Stiles se dio la vuelta.
—¿Yo? ¿Quedarme? ¿Qué me quede? —dijo volviendo a sentarse al lado de Lydia.
—Sí, por favor. Quédate. —le dijo acariciándole la cara— Por favor, Jackson.
Y ahí Kath no pudo soportarlo más y se hecho a reír como nunca en su vida. Eso había sido la gota que colmó el vaso.
—Ya estoy pillado. ¡Deja de reírte, Katherine! —chilló lanzándole el peluche de jirafa, el cual la castaña atrapó antes de que le diese— Wow, buenos reflejos.
—Gracias.
El teléfono de Lydia sonó en ese momento, cortando su conversación —¿Quieres que lo mire? —le preguntó el chico a la cobriza, quien no le respondió, por lo que Stiles lo agarró igual— Un mensaje nuevo... No sé cómo se... —no continuó, dejó la frase en el aire y se quedó mirando algo en el móvil de Lydia.
—¿Qué pasa? —preguntó la Argent sentándose a su lado y viendo como Lydia había grabado al Alfa.
Los dos salieron de casa de los Martin corriendo y se dirigieron a casa del chico, quien no paraba de llamar a Scott.
—Hola, soy yo, otra vez. Hemos descubierto algo y no sabemos qué hacer, ¿vale? Así que si encendieras el teléfono ahora mismo, sería genial, sino te mataré. ¿Me entiendes? Voy a matarte. —amenazó a su mejor amigo— Además estoy muy cabreado para planear como lo voy a hacer exactamente, pero lo haré, ¿me oyes? Lo haré. —dijo tirando su móvil a su cama con frustración.
—Stilinski, relájate, ¿de acuerdo? Seguro que está con Allison celebrando su cumpleaños. Déjalos tener una cita, por lo menos. —habló Katherine.
Escucharon como llamaron a la puerta y los dos vieron a el padre del chico apoyado en el marco de la puerta.
—Dime que voy a escuchar hoy cosas buenas en la reunión con los profesores.
—Define cosas buenas.
—Algo como que apruebas todo y tienes buen comportamiento.
—Reconsidera tu definición.
—Lo imaginaba. —suspiró el hombre yéndose— Por cierto, ¿qué tal te encuentras, Katherine?
—Estoy bien, gracias, Noah.
—Me alegro. —respondió antes de irse.
—Vamos, Scott, ¿dónde estás? —murmuró el pecoso volviendo a ver el vídeo del Alfa.
Pasaron los minutos y ni Scott ni Allison contestaban el teléfono. Stiles volvió a agarrar el teléfono de Lydia y reprodujo de nuevo el vídeo. Seleccionó la opción de eliminar y le dio.
El pecoso parecía indeciso a la hora de apretar el botón para eliminar el vídeo, por lo que Kath se levantó y lo presionó ella misma.
—Es mejor así y lo sabes. —le dijo dándole un pequeño apretón en su hombro— Por cierto, gracias por los globos.
—Ah, no es nada, pero ese no es el regalo. —dijo el chico sonriendo.
—¿Y cuál es el regalo?
Stiles sonrió y sacó una caja bastante grande de debajo de su cama. Se lo tendió a Katherine y se sentó en su silla impaciente.
Abrió la caja con curiosidad y lo primero que vio fue un libro titulado "Ghostgirl". Después también vio las películas de Star Wars y por último vio unos guantes de boxeo de color de color azul oscuro.
Kath no pudo evitar sonreír y se le dio un corto abrazo a Stiles. El chico correspondió su abrazo largando un suspiro, estando tranquilo al saber que le había gustado su regalo.
Tendría que agradecerle a Allison por la información sobre sus gustos.
—¿Vemos Star Wars? —le preguntó el pecoso a la chica una vez que se separaron.
Katherine rio y asintió y juntos bajaron al salón para poder ver las películas.
La noche cayó rápidamente, por lo que Stiles pauso la película. Se despidió de Katherine y volvió a su habitación.
La castaña arrancó su moto y fue a su casa, donde escuchó la acalorada discusión que tenían sus padres con su hermana. Cuando escuchó que se habían calmado un poco, entró en casa.
—Me parece que estáis haciendo un drama de este asunto. Allison está bien, lo único que ha hecho ha sido celebrar su cumpleaños como cualquier adolescente normal. ¿No creéis que ya es momento de dejarla ser feliz? —les preguntó a sus padres, quienes no pudieron formular ninguna respuesta— Por cierto, feliz cumpleaños, hermanita. —felicitó entregándole una caja bastante grande.
Allison le sonrió y la abrió, abriendo los ojos ilusionada al ver el arco y las flechas que habían dentro.
—¡Oh por dios! Me encanta. Muchas gracias, Kath. —dijo abrazándola— Tienes mi regalo en tu habitación. —le informó antes de irse.
La mayor de los Argent miró mal una última vez a su familia y subió a su habitación, viendo el regalo de Allison encima de su cama junto a una nota.
Abrió primero el paquete, viendo una preciosa chaqueta de cuero negra y un casco nuevo de color negro con destellos de color violeta.
Sonrió y dejó el paquete de lado para mirar la nota, suspirando al ver que no era de Allison.
Ven a mi casa esta noche, tenemos muchas cosas que hablar.
D.H.
La Argent se acercó a su puerta y la cerró con pestillo para evitar que alguien entrase. Abrió la ventana y salió de allí para luego correr a la casa de los Hale, o lo que quedaba de ella.
Abrió la puerta y se agachó justo al sentir como Derek trataba de golpearla.
—Si quieres que me vaya, dímelo, pero eres tú quien me ha pedido que viniera. —habló divertida levantándose del suelo.
—Lo siento, hoy ha venido Kate y creí que eras un cazador. —se disculpó algo seco caminando hacia el salón.
—Y, ¿de qué querías hablar? —le preguntó caminando detrás de él.
—¿Por qué has vuelto, Katherine?
—Porque Chris quiso, no fue porque a mi me apeteciese volver. —al ver la cara que puso el hombre lobo, supo que no había elegido muy bien sus palabras— Me refiero a que-
—Lo he entendido. —la cortó— No es como si yo quisiese que volvieras.
—¿De verdad sigues enfadado por haberme ido? —le preguntó incrédula.
—Te fuiste sin decir nada. Desapareciste. —dijo acercándose hacia una mesa.
—¡Intentaba protegeros! —le gritó acercándose a él— A ti, a Peter, a Laura, a Cora, a Kaitlyn, incluso a Thalia. No me fui porque quisiese, me fui porque los cazadores me estaban persiguiendo y no quería poneros en el peligro. ¿Es que no puedes entender eso? —gritó poniéndose frente a él, aprisionando su enorme cuerpo contra la mesa.
Sus respiraciones se mezclaban y la tensión que había entre ellos era cada vez más notoria.
Derek no pudo soportarlo más, por lo que agarró con brusquedad la cara de Katherine entre sus manos y la besó con dureza y lujuria.
La vampira no se quedó atrás, por lo que pasó sus manos por el cuello del hombre lobo, uniendo aún más sus anatomías.
Las manos del Hale recorrían el cuerpo de la Argent sin descaro alguno hasta llegar al trasero de esta, apretándolo con sus grandes manos.
Cambiaron posiciones, por lo que ahora era Kath quien estaba aprisionada contra la mesa. Las manos del chico bajaron hasta los muslos de ella para poder cargarla, haciendo que la chica enredé sus piernas en la cintura ajena, sintiendo su enorme miembro en su entrepierna, haciéndola soltar un suspiro.
Derek estampó el cuerpo de Kath contra la pared, sin separar sus labios en ningún momento. Sus lenguas luchaban por el dominio, ambos eran dominantes y ambos querían tener el control de la situación.
Se separaron por falta de aire, pero el pelinegro no tardó en trazar un recorrido de besos y mordidas desde el lóbulo de su oreja hasta su cuello. La castaña soltaba suspiros de placer mientras sus revoltosas manos se aventuraban a explorar por debajo de la camiseta del pelinegro, acariciando su abdomen bien formado.
El hombre lobo llevó a la vampira hasta la mesa, dejándola allí para poder sacarse la camiseta, quedando con su torso descubierto.
La Argent no tardó mucho en imitar su acción, quedando en sostén frente a el Hale. Derek se volvió a acercar a ella para volver a besarla, pero esta vez con algo más de calma, pero sin rebajar la intensidad.
Sus manos buscaron desesperadamente el broche de su sostén para después desabrocharlo con facilidad y tirarlo por algún lugar del salón.
Sus besos delinearon sus clavículas hasta bajar a sus pechos, los cuales recibieron atención inmediata. Besaba y succionaba dejando marcas que desaparecerían en cuestión de segundos.
Dejó un mordisco en una de sus protuberancias, sacándole un sonoro gemido a Katherine. La chica bajó sus manos hasta el broche del pantalón del chico, desabrochó su cinturón seguido de su pantalón, dejándolo en ropa interior.
Las manos de Derek imitaron la acción de Kath, dejándola en bragas. Los dos se sacaron su ropa interior, quedando como dios los trajo al mundo.
El hombro lobo acarició la mejilla de la vampira y la agarró de la cintura para dejarla en el sofá para luego posicionarse él encima de ella sin aplastarla.
La miró a los ojos, preguntándole con la mirada si de verdad quería hacer esto y, al recibir una respuesta afirmativa por parte de la castaña, introdujo con delicadeza su miembro en la intimidad de la fémina.
La Argent soltó un gemido de satisfacción al sentir como el miembro del Hale la estiraba completamente. Sus estocadas eran constantes y duras, en la sala sólo se escuchaban los gemidos y gruñidos de ambos. Sus respiraciones agitadas y el sudor que cubría sus cuerpos se mezclaban entre sí.
Katherine junto sus labios con los de Derek mientras su miembro entraba y salía de su cavidad.
En algún momento, la chica consiguió el control de la situación, por lo que empujó a el chico hacia atrás para poder montarse sobre él.
Colocó sus manos en sus hombros y empezó a moverse sobre el miembro de Derek, de adelante hacia atrás, haciendo movimientos circulares y dando pequeños saltos. El hombre lobo puso sus manos en el trasero de la vampira, profundizando las estocadas.
Las estocadas se volvieron más irregulares, indicando que el orgasmo de ambos estaba cerca.
Los dos soltaron un grito de placer cuando llegaron al clímax, respirando agitadamente. Katherine se desplomó con una sonrisa sobre el cuerpo de Derek, quien también tenía una pequeña sonrisa en su cara.
—¿Eso significa que me perdonas? —le preguntó mirándolo a los ojos.
El chico rio y asintió —Feliz cumpleaños, Kath.
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os amo <3
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