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03: pack mentality

━━━ CAPÍTULO 03: mentalidad de manada

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STILES, KATHERINE Y SCOTT ENTRARON por la puerta del instituto mientras los dos primeros escuchaban el sueño, o más bien pesadilla, que había tenido el hombre lobo la noche anterior.

—¿La mataste? —le preguntó el pecoso.

—No lo se, me desperté. —le respondió su mejor amigo frustrado— Sudaba como un loco y no podía respirar, jamás había tenido un sueño así.

—¿En serio? Yo sí. Pero son con final feliz.

—No me hacía falta saber a cerca de tu vida sexual, Stilinski. —dijo Katherine haciendo una mueca de asco.

—Uno: nunca había tenido un sueño tan real, y dos: no es necesario que entres en detalles. —habló Scott igual de asqueado que la castaña

—Vale, aunque, pensándolo bien...

—No, ya lo se. Es porque mañana voy a salir con Allison y que perderé el control y le cortaré el cuello. —interrumpió a Stiles.

—No, claro que no. —negó el pecoso, pero al ver la mirada que le dirigían los otros dos adolescentes sonrió apenado— Sí, has acertado. Oye, tío, todo saldrá bien, creo que lo estás manejando a la perfección. No hay un curso de licantropía para novatos para apuntarse.

—No, un curso no, pero sí un profesor.

—¿Quién? ¿Derek? —al ver la mirada de Scott, la cual contestaba a sus preguntas, Stiles le dio un golpe en la cabeza— ¿Has olvidado que lo mandamos a la cárcel?

—Que vosotros lo mandasteis a la cárcel —corrigió la Argent—, a mi no me metáis en eso.

—Bueno, espera que me corrijo. ¿Te has olvidado que nosotros, los idiotas que no saben tener una buena idea, enviamos a Derek a la cárcel y que Katherine no tuvo nada que ver porque es ''perfecta''? —corrigió el pecoso con su típico nivel de sarcasmo, recibiendo una mirada complacida por parte de la chica.

—Para nada, pero, cazarla y arrastrarla hasta el final del autobús fue tan real... —continuó Scott ignorando a los dos adolescentes.

—¿Cómo de real?

—Como si hubiese pasado.

—Bueno, yo solo os digo que yo no he visto a Allison en toda la mañana. —les dijo Kath, poniendo más nervioso al hombre lobo.

—Gracias, Katherine, tus palabras siempre son un gran apoyo. —bufó Stiles.

—No te preocupes, Scott, seguro que Alli está bien. Lo más probable es que haya salido a correr temprano, por eso no la he visto. —los tres chicos abrieron la puerta del instituto y abrieron la boca asombrados al ver el autobús manchado de sangre y a la policía investigando— De acuerdo, retiro lo dicho, ¿qué narices le has hecho a mi hermana?

—Pues parece que sí ha pasado. —dijo el pecoso, ganándose un golpe por parte de Katherine— ¡Auch! Eso duele, mujer.

—Te lo merecías.

Ambos miraron a Scott, quien agarró su teléfono y marcó el número de la menor de los Argent con las manos temblorosas. Los tres volvieron a entrar en el instituto mientras Stiles y Katherine miraban a el hombre lobo expectantes.

—Seguro que está bien. —trató de tranquilizarle su mejor amigo.

—No contesta mis mensajes, Stiles.

—Puede que sea una casualidad, ¿sabes? Una mera coincidencia.

—Ayudadme a encontrarla, ¿queréis?

Los tres miraban entre todos los estudiantes, tratando de ver si divisaban a Allison. Scott giró a la derecha y se apoyó en una de las taquillas mientras respiraba agitadamente y su pulso se aceleraba. Sus ojos se tornaron en ese color amarillo tan peculiar, preocupando a los otros dos chicos.

El hombre lobo soltó un grito y le dio un fuerte golpe a la taquilla frente a él, rompiéndola. Empezó a respirar agitadamente y, poco a poco, su pulso volvió a retomar un ritmo constante.

Scott miró la taquilla, dándose cuenta de lo que había hecho, y empezó a caminar hacia atrás, chocando con Allison en el transcurso.

Katherine suspiró aliviada al ver a su hermana sana y salva. Stiles y la castaña agarraron sus cosas y fueron a clase de química con el amargado profesor Harris, mote el cual le había puesto Kath el primer día.

Scott entró poco tiempo antes de que el profesor diese comienzo a la clase. Ninguno estaba prestando atención a lo que el hombre escribía en la pizarra, estaban muy absortos en su conversación.

—¿Y si la sangre de la puerta es mía? —preguntó el hombre lobo. El chico ya estaba un poco más calmado al saber que no le había hecho ningún daño a Allison, pero no podía evitar pensar en el sueño que había tenido.

—¿Y por qué no un animal? Igual cazaste un conejo o algo así.

—¿Y qué hice?

—Comértelo. —le contestó simple su mejor amigo.

—¿Crudo? —le preguntó Scott incrédulo.

—No, lo cocinaste en un pequeño horno para hombres lobo. Yo que se, tú eres el que no se acuerda...

—Señor Stilinski, si va susurrando a sus compañeros, alguna chica podría confundir sus intenciones. —habló el señor Harris, haciendo que la castaña rodase los ojos en ante su penoso intento de parecer gracioso— Creo que al señor McCall y a usted les convendría estar separados, ¿no?

—No. —respondió el pecoso.

El hombre señaló otros dos asientos y ambos chicos recogieron sus cosas para moverse a donde les había indicado —Déjeme comprobar si la ansiedad por la separación aumenta. —ante esto, Stiles soltó una risa sarcástica.

La clase iba a reanudar antes de que una chica morena, la cual estaba sentada junto a Scott, se levantase de su asiento y mirase por la ventana.

—¡Eh! Creo que han encontrado algo.

Toda la clase se levantó y se acercaron a las ventanas para poder mirar lo que estaba sucediendo afuera. Todos vieron como los médicos metían en una ambulancia a un hombre con la cara manchada con un poco de sangre seca.

—Eso no es un conejo. —les dijo Scott a Katherine y a Stiles.

En un momento, el señor se levantó gritando, sobresaltando a los adolescentes. La Argent miró al hombre con confusión, sin entender que le acaba de suceder en su mente como para reaccionar así.

''Esto solo confirma mis teorías sobre que la gente que está en Beacon Hills no está bien de la cabeza''.

Scott se echó hacia atrás preocupado, temiendo haber sido él el causante de lo que sea que le haya pasado ha ese hombre.

—Escucha, eso es bueno. —trató de animarlo el pecoso— Se ha levantado, no está muerto. Los muertos no se levantan.

—Stiles, lo hice yo...

Las siguientes clases sucedieron con normalidad hasta que llegó la hora de la comida. Scott y Stiles agarraron sus bandejas y cogieron algo de comido mientras que Katherine solo agarró una manzana. No tenía demasiada hambre.

—Los sueños no son recuerdos.

—Entonces no fue un sueño, ¿vale? Algo pasó anoche y no recuerdo qué. —contestó Scott mientras se sentaban en la mesa.

—¿Por qué supones que Derek tiene las respuestas? —preguntó el pecoso sin confiar plenamente en el Hale.

—Porque durante la luna llena él no se transformo, él lo controla... Yo voy por ahí atacando a la gente que se cruza en mi camino.

—Eso no lo sabes.

—No, no lo se. concordó No puedo salir con Allison, lo cancelaré.

—No, no lo canceles, ¿vale? No puedes cancelar tu vida entera. Algo pensaremos.

—¿Qué pensaréis? —preguntó Lydia uniéndose a la conversación. Dejó un beso en la mejilla de la castaña a modo de saludo y sentó al lado de Scott.

—Nada, deberes. —respondió el hombre lobo rápidamente.

—Eso. —aseguró Stiles, quien seguía mirando embobado a la cobriza— ¿Por qué se sienta aquí? —y, tras decir eso, más adolescentes empezaron a sentarse en su misma mesa, entre ellos Danny, un chico muy majo al parecer de Katherine, y Allison.

Jackson llegó pocos segundos después —Levanta. —le dijo a el chico pelinegro que estaba sentado en la cabecera.

—¿Por qué no se lo dices a Danny?

—Porque yo no le miro el canalillo a su novia. —contestó el mencionado— Dicen que puede ser un animal salvaje, un puma. —habló, haciendo mención a lo que se rumoreaba sobre el que o quien había podido hacerle eso al hombre que se llevaron antes.

—O un león de montaña.

—Un puma es un león de montaña —le corrigió Lydia a su novio—, ¿no es así? —añadió al ver la mirada que le daba.

Katherine bufó molesta. No conocía desde hace mucho tiempo a Lydia, pero sabía perfectamente que la cobriza fingía no saber nada cuando estaba con Jackson. No entendía el por qué, pero le daba muchísima rabia verlo. Si había algo que le jodía de sobremanera era que las chicas tuviesen que fingir para que los hombres se sintiesen superiores.

—¿Qué más da? Ese tío será algún yonqui que iba a morir igualmente.

—Acabo de saber quién es. Mirad. —dijo Stiles enseñando un vídeo.

—La policía no va a difundir los detalles del incidente, pero ha confirmado que la víctima del ataque, Garrison Meyers, sigue vivo. Meyers ha sido ingresado en el hospital local donde se mantiene en estado crítico.

—Yo conozco a es hombre. —habló Scott.

—¿Sí?

—Sí, cuando vivía con mi padre cogía el mismo autobús cada día. Era el conductor.

—Chicos, ¿podemos hablar de otra cosa, por favor? —pidió Lydia— ¿Cómo... A dónde vamos mañana? Me has dicho que Scott y tú saldríais mañana por la noche. —miró a Allison.

—Todavía no sabemos donde. —respondió la menor de los Argent.

—Pues, no pienso quedarme en casa otra noche viendo vídeos de lacrosse, si quedamos los cuatro, podemos hacer algo divertido.

—¿Salir? —preguntó Scott incrédulo. Tanto él como Stiles y Katherine sabían que eso no iba a ser una buena idea— ¿Los cuatro juntos? ¿Tú quieres que salgamos mañana con ellos?

—Sí, creo que será divertido.

—¿Sabes qué es más divertido? Clavarme este tenedor en la cara. —le dijo Jackson.

—Yo apruebo esa idea. —le susurró la castaña a el pecoso.

—Yo también.

—¡Oh! A la bolera. Te encantan los bolos. —le sugirió la cobriza a su novio.

—Sí, pero con buenos rivales.

—¿Cómo sabes que no somos buenos rivales para ti? —lo encaró Allison— ¿Sabes jugar? —le preguntó a Scott, quien se puso nervioso al instante.

—Algo... —respondió inseguro.

—¿Juegas solo ''algo'' o mucho? —le preguntó Jackson.

—Sí. De hecho, juego a los bolos.

Stiles miró a Katherine y negó con la cabeza, dándole a entender que el castaño mentía. Aunque no hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta de eso.

La comida siguió normal para que después se fueran cada uno a sus clases.

—No tienes ni idea de bolos. —le dijo el pecoso a su mejor amigo al salir del comedor.

—Lo se, he sido idiota.

—La has cagado por no haber pensado antes. Primero a propuesto salir todos juntos. Y después te ha colado lo de los bolos.

—''Salir juntos''.

—Nunca salgas con pibones, es la muerte. —el comentario de Stiles, hizo que Katherine soltase una risa— En cuanto salgáis, serás su mejor amigo gay, y entonces podrás salir con Danny.

—¿Pero por qué me está pasando esto? ¿He matado a un hombre o no? —preguntó Scott confundido.

—Yo no creo que le mole a Danny. —habló el pecoso, ganándose una mirada confundida por parte de la Argent.

—Pido una cita a Allison y salimos todos. —continuó diciendo el hombre lobo. La castaña comprendió que ambos chicos estaban hablando de sus propias cosas y que no estaban prestando atención a lo que decía el otro.

—¿Vosotros creéis que le molo a los gais?

—Por fin soy titular del equipo, el capitán quiere hundirme y ahora —levantó su teléfono y miró la hora—, ahora llego tarde a trabajar. —y apresuró el paso para irse.

—Espera, Scott, no has... ¿Soy atractivo para los tíos? No me has contestado. —Stiles se giró para mirar a Katherine, quien tenía una mirada de completa diversión— ¿Tú crees que les parezco atractivo a los hombres?

—A los hombres no se, pero a mí, sí. —respondió sonriéndole y alejándose de él, dejándolo con la palabra en la boca.

Se subió a su moto y fue hacia su casa para terminar los deberes que le habían mandado. Terminó de hacer los deberes en pocos minutos, era lo bueno de haber vivido tanto, que ya te sabías absolutamente todo.

Por la noche, casi de madrugada, recibió un mensaje de Scott, diciéndole que estaban en el Jeep de Stiles. Katherine frunció el ceño sin entender que hacían allí.

Agarró la primera sudadera que encontró y salió por la ventana de su cuarto. Se subió a la parte trasera del Jeep y Stiles arrancó.

—¿A dónde vamos? —preguntó la chica algo confundida.

—Al instituto. —le respondió el hombre lobo, por lo que Katherine no preguntó más. Estaba segura de que tenía algo que ver con lo que había pasado en el autobús.

Bajaron del Jeep, escuchando las constantes quejas del pecoso.

—Voy yo solo, alguien tiene que vigilar. —determinó Scott.

—¿Por qué soy yo el que siempre vigila?

—Porque solo somos dos. —Katherine carraspeó su garganta para que no se olvidara que ella también estaba allí— Bueno, ahora somos tres. Pero es mi problema, así que lo resolveré yo solo.

—Tío, ¿por qué me siento como Batman y Robin? —le preguntó el hijo del sheriff— Yo no quiero ser siempre Robin.

—Nadie es ni Batman ni Robin siempre.

—¿Ni siquiera a ratos? —preguntó levemente indignado.

—Vosotros quedaos aquí.

—¡Oh, Dios mío! Vale.

Scott empezó a trepar la verja para poder ir hacia el autobús. Katherine y Stiles lo miraban desde el Jeep, esperando a que el hombre lobo acabase.

—Entonces, si tu eres Robin y Scott es Batman, ¿yo quién soy? —le preguntó la chica a el pecoso.

—Tú eres... Harley Quinn. —le sonrió.

—¿Por qué Harley Quinn?

—Porque estás tan mal de la cabeza como ella.

—Gracias, Stilinski, que halagador. —ironizó.

Vieron una luz a lo lejos, por lo que ambos se miraron preocupados. Stiles le dio a la bocina del coche, tratando de avisar a Scott para que saliese del autobús.

El hombre lobo comenzó a correr hacia el Jeep mientras se mojaba por culpa de la lluvia. Saltó encima del capó de un coche rojo que había allí aparcado y dio una voltereta en el aire para poder saltar la valla.

—Vamos, vamos, vamos. —decía Stiles apurado.

Scott subió al asiento del copiloto con prisa —¡Venga, arranca! ¡Ya!

—¿Qué tal? ¿Has recordado? —preguntó su mejor amigo cuando ya estuvieron unos metros más alejados del instituto.

—Sí, yo estuve allí. Y la sangre era mía.

—¿Le atacaste? —preguntó la única chica allí.

—No. Vi unos ojos brillantes, pero no eran los míos. Era Derek.

—¿Y el conductor?

—Creo que yo intenté protegerle.

—¿Por qué iba Derek a ayudarte a recordar que él lo atacó? —preguntó Stiles sin encontrarle ningún sentido a lo que estaba diciendo su amigo.

—Eso es lo que no entiendo. —confesó el hombre lobo.

—Tiene que ver con la manada. —le dijo el pecoso.

—¿Qué quieres decir?

—Iniciación. Atacar juntos.

—¿Piensas qué degollar a alguien es motivo para unirse? —cuestionó Scott incrédulo mientras que Katherine se mordía el labio tratando de no reírse por las tonterías que estaban diciendo.

—No fuiste tú, tú no eres un asesino. Eso significa que...

—Puedo salir con Allison. —lo interrumpió el hombre lobo con una boba sonrisa.

—Significa que no me matarás. —lo corrigió su mejor amigo.

—Ah, claro. También. —añadió el castaño algo despreocupado.

Stiles bufó y condujo hasta la casa de los Argent. Katherine bajó del vehículo y se giró para mirar a ambos adolescentes con una sonrisa divertida —Hasta luego, Batman y Robin. —se burló antes de entrar a su casa siendo lo más sigilosa posible.

Subió con cuidado las escaleras hasta llegar a su habitación. Cerró la puerta con delicadeza y se tiró en su mullida cama para poder descansar. No sabía cuantas veces había dicho esto ya, pero nunca se cansaría de decirlo.

Estaba harta de Beacon Hills.


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Ahora estaban Lydia, Allison y Katherine en la habitación de la menor de los Argent, la cual buscaba por su armario que ponerse para la salida en grupo que iban a tener. Alli sacó una camiseta negra con manchas marrones y se la enseñó a su hermana y a su amiga con una sonrisa.

Ambas chicas hicieron un sonido como si se lo estuviesen pensando para luego responder al mismo tiempo —Pasa.

Allison volvió a colgar la camiseta para luego sacar otra que tenía diferentes colores. Al parecer de Kath, era una camiseta horrible. Parecía un mandala.

—Pasa. —dijo Lydia aburrida. Se levantó de la cama y se acercó al armario de la chica— Déjame ver. Pasa. —miró otra camiseta— Pasa. —miró otra— Pasa de todos. Mira, Allison, estoy empezando a perder el respeto por tu gusto. —miró una camiseta negra de lentejuelas y sonrió— Este.

En ese momento, la puerta de la menor de los Argent se abrió, dando paso a su padre.

—Hola, papá. —lo saludó Allison.

—Vaya, lo siento. Olvidé llamar a la puerta. —se disculpó.

—Hola, señor Argent. —lo saludó Lydia mientras se tiraba en la cama haciendo una pose provocativa, haciendo que a la vampira le entrase la risa.

—¿Quieres alguna cosa, papá?

—Que está noche no salgas a la calle. Ninguna de las dos. —añadió mirando a Katherine.

—He quedado con mis amigos. —le dijo Allison.

—No mientras haya un animal atacando a la gente.

—Papá... Papá, yo...

—Eh, eh, eh, hay toque de queda. —la interrumpió Chris— No puede haber nadie en la calle después de las nueve y media. —Allison tiró la camiseta a su cama enfadada— Ey, no es negociable. Y, por cierto, Katherine, ni se te ocurra escapar por la ventana.

—¿Pero quién te piensas que soy? —le preguntó ofendida.

—Kath...

La castaña suspiró de acuerdo —Vale, no me escaparé por la ventana.

Su padre le regaló una sonrisa y salió de la habitación, haciendo que las dos hermanas Argent resoplen resignadas.

—Os pasa por ser niñas de papá. —les dijo la cobriza.

—A veces, esta noche no. —dijo Allison poniéndose un gorro. Abrió la ventana salió al tejado bajo la preocupada mirada de Lydia y la divertida mirada de Katherine.

—Pero, ¿qué haces? —le preguntó la pelirroja.

Allison no le contestó, simplemente dio una voltereta en el aire y cayó al suelo de pie. Lydia la miró impresionada y Katherine la miró orgullosa —Esa es mi hermanita.

—Ocho años de gimnasia —le aclaró a la pelirroja al ver su cara—, ¿vienes?

—Usaré las escaleras. —le contestó mientras asentía.

Lydia se giró para mirar a la castaña y le dio un abrazo en forma de despedida. Kath la acompañó hasta abajo y vio como ambas se metían en el coche y se iban a la bolera.

Suspiró con pesadez y volvió a su habitación. Se sentó en su cama y miró hacia la nada sin saber que hacer. Vio como la pantalla de su ordenador se encendía, viendo que tenía una llamada entrante de Stiles. Frunció el ceñó con confusión y se acercó a su mesa para coger la llamada.

—Hey, Katherine, ¿qué hacías? —le preguntó el pecoso.

—Nada, Lydia y Allison acaban de irse a su cita en grupo. Estaba pensando en que podía hacer ahora.

—Pues no pienses más, te recojo en tu casa en diez minutos. —y sin más colgó la llamada.

La castaña frunció el ceño confundida. Cada día entendía menos al pecoso. Miró su ventana y estuvo a punto de salir, pero recordó la promesa que le había hecho a su padre, por lo que agarró su bolso y bajó hacia el garaje.

Le prometió a su padre que no se escaparía por la ventana, pero nunca dijo nada de no poder escaparse por el garaje. Abrió la puerta y salió, viendo como el Jeep de Stiles paraba frente a la puerta de su casa. Se subió al asiento del copiloto mientras el chico comenzaba a conducir hacia algún lugar.

—¿A dónde vamos? —le preguntó la chica.

—A casa de Scott.

—¿A qué?

—A ver a Harry Potter, ¿a qué crees que vamos? —le contestó sarcástico.

—¿Siempre eres así de sarcástico? —dijo con molestia Katherine.

—¿Siempre eres así de preguntona y pesada? —replicó.

Ninguno de los dos volvió a hablar en todo el camino hasta llegar a casa del hombre lobo.

Ambos fueron por la parte trasera de la casa para poder entrar por la ventana de la habitación del castaño. La Argent prefirió no preguntar el por qué entraban por la ventana en vez de por la puerta principal como cualquier persona normal, cuanto más preguntaba, más extraño le parecía todo.

Los dos subieron hasta la ventana y entraron a la habitación. De repente, una mujer a la que Katherine pudo identificar como la madre de Scott, apareció por la puerta con un bate en la mano, dispuesta a atacar a las personas que se habían colado en su casa.

Stiles, al verla, soltó un grito, provocando que la mujer también gritara.

—¡Stiles! ¿Qué diablos estás haciendo aquí? —preguntó sin percatarse de la presencia de la chica.

—¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Oh, dios! ¿Quién de los dos tiene un bate? —le contestó alarmado.

La mujer se fijó en la chica situada al lado de Stiles, quien sonreía con algo de incomodidad —¿Y tú quién eres?

—Soy Katherine, Katherine Argent. Soy nueva en Beacon Hills. —se presentó antes de que vieran a Scott entrar a su habitación.

—¿Qué? —preguntó el hombre lobo con confusión sin entender que pasaba.

—¿Puedes decirle a tus amigos que usen la puerta? —le dijo su madre.

—Esa puerta está cerrada, no podrían entrar.

—Sí, exacto. —asintió— ¿Y por casualidad ninguno de los tres sabéis que hay un toque de queda policial?

—No.

—Sí. —respondieron los tres adolescentes a la vez. Las miradas de los demás se posaron en Katherine al escuchar su respuesta— ¿Qué? No soy alguien que suele seguir las normas. —se excusó con tranquilidad.

—Vale, de acuerdo, ¿sabéis qué? Que por hoy tengo más que suficiente. Hasta mañana. Por cierto, un placer conocerte, Katherine. —les dijo Melissa antes de salir de la habitación.

—Buenas noches. —se despidió su hijo— ¿Qué? —les preguntó el chico al ver la cara de Stiles.

—Mi padre se ha ido al hospital hace 15 minutos por lo del conductor. Han dicho que no lo ha superado.

—¿Superado?

—Scott, ha muerto. —le aclaró la chica sin ningún tipo de tacto.

El hombre lobo los vio antes de salir de su casa hecho una furia. Katherine sospechaba que se había ido a casa de Derek para reclamarle la muerte del hombre. La castaña supiró con pesadez sabiendo que a partir de ahora, los problemas con el mundo sobrenatural iban a aumentar.

Sobre todo con la llegada de su tía Kate.

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