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XVIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1882 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Thomas entonces, para cambiar de tema y poder disimular ese nerviosismo y poder dejarlo pasar. Sacó otra cosa del bolsillo de su ropa de dormir. El reloj de mano a forma de collar de Lauren. El de Sam, el que Lauren le dio antes del viaje.

     —Con todo el ajetreo me olvidé de dártelo en la cena. —Se lo tendió, para luego colocárselo en el cuello a la muchacha delicadamente.

    —No importa, podría regalartelo si quisieras.

    —No podría aceptarlo aunque me encante. Es el reloj de tu padre, y sobretodo es el tuyo. Además  ¿No te había dicho tu papá que tendrías que dárselo a Vincent después?

     Lauren iba a asentir, pero le llegó el susto en el momento que escucho el nombre de Vincent, porque la parte donde aparecía él. En todo ese sueño que había tenido, Thomas no la sabia. Lauren no le había contado la parte donde se soñaba con el nombre de uno de sus hijos. Estaba muy segura que esa parte no se la había dicho.

    ¿Cómo sabía entonces?

    Thomas pareció reírse de su expresión de total desconcierto.

    —Me contó Evelyn, pero no te enojes con ella. Solo se le escapó. —Se justificó.

    Lauren negó sin remedio, fue Evelyn. Tenía sentido. Ella sabía. Se sintió suspirar.

    —Yo también me soñé algo así. —Confesó Thomas de repente. —Pero no era ningún Vincent. —Le fue contando. —En el sueño, yo estaba perdido en un lugar lleno de arbustos y caminos entrelazados, y me lo encontré, sin hablar solamente me tomó la mano, me dijo que se llamaba Andrew y que me ayudaría a salir. —Lauren se congeló un poco al escuchar el nombre. —Y sí salí del laberinto. Me gire para darle las gracias y despedirme, y él solo me dijo "nos vemos papá"

     —¿Es broma? —Lauren preguntó aún algo incrédula.

     Thomas se rió y negó. Efectivamente, decía la verdad.

     —¿Cómo era físicamente? —Preguntó por la gran curiosidad.

    Thomas pareció esforzarse por recordar la imagen en su mente. —Cabello algo claro, ojos marrones. —Se siguió esforzando, pero no hubo mucho resultado. —Disculpa, no es nada descriptivo, pero es lo que recuerdo.

     De alguna forma, todo lo que interpretó como broma respecto a ese tipo de sueños y eventos extraños, dejaron de serlo. Podía ser solamente ambos metiéndose de más en su mente, pero todas esas coincidencias ya se tornaban extrañas.

    —Thomas ¿Tú crees que.. —Empezó a formular bastante insegura de lo que iba a preguntar.

    —¿Que vayamos a tener hijos? —Cuestionó con algo de gracia. —No lo sé ¿Tú quisieras tener hijos conmigo? —Preguntó cordialmente.

     Casi sin palabras Lauren asintió. Claro que también lo deseaba. Tener una familia, con él. Le gustaban los niños. Claro que quisiera tener hijos. Thomas le sonrió.

    —Andrew, Vincent, George y Emma. —Dijo el rubio, Lauren bajó la mirada un poco, seguramente Evelyn le había contado los demás nombres también. Por lo que le pareció importante contarle su sueño con Andrew.

    —Del orden no tengo idea. —Confesó Lauren.

    —Creo que nos daremos cuenta con el tiempo. —Respondió Thomas. Lauren también asintió.

    —Andrew se escucha como un niño muy tranquilo. —Comentó Lauren por el sueño que le contó Thomas.

    —Vincent tiene nombre de mujeriego.

    —¿Tú también piensas eso? —Le reclamó divertidamente. —Es un nombre lindo. Y por mi sueño, él se parecerá a mi padre. Así que mujeriego no puede ser. Mi papá era muy tímido —Bromeó.

    —Pero puede que se haya referido a un parecido físico ¿No crees tú? —Le continuó el chiste. —George más bien me suena al nombre de un amargado, como tú. —Le siguió bromeando, recibió ser picado en las costillas de nuevo. —Pero a mi me gustan los amargados. —Siguió a forma de justificarse de manera divertida.

     —¿Qué hay de Emma? ¿Qué predices tú, oh gran príncipe de Inglaterra? —Lauren le preguntó aún en ese chiste.

    —Me suena a una niña muy engreída. —Thomas arrugó su nariz. —Por mí. —Dijo después, contagiando su repentina risa a Lauren.

    Ninguno sabía cómo habían terminado hablando de sus hijos. Se sus futuros hijos.

    Y haya sido un chiste o no lo haya sido, pronto sabrían que no se equivocaban en realidad. Y que de hecho, aunque no haya sido intencional, había sido Thomas quien había atinado al orden de los futuros niños.

    Que vendrían pronto también.

  [•••]

     Después del evento en el balcón. Las cosas tuvieron que continuar desde el ritmo en el que siempre habían estado. Cada quien volvió a su habitación, en silencio y diversión. A pesar de que no pasaría nada si los terminaban viendo.

     Lauren quisiese no quitarse el lindo anillo de papel, pero este iba a deteriorarse de manera extraordinaria en solamente horas, por lo que conservarlo era la decisión más inteligente.

     Lo conservaría siempre.

[•••]

      A Harumi la pudo conocer bien los días siguientes. Porque se quedaban con ella, siempre que se podía, ya que claramente la Reina no era amable con ella. Y entre todas debían ayudarse.

     A Harumi le contó sobre su sueño, junto a Thomas. Y la misma respondió que los presagios eran verdaderos, la naturaleza, daba lo que era reclamado por los de buen corazón. Fue lindo escucharlo de ella. Allá en Japón también parecían creer en el significado de los sueños.

     También la japonesa les contó su historia de amor, su rápida, emocionante e intensa historia de amor.

     Se enamoró de Dylan desde que lo vio caerse en barro. Dylan le había estado coqueteando mucho, pero también lo había visto coquetear con muchas otras, y eso la ponía triste. Pero al estar Harumi soltera, su padre planeaba hacerla sacerdotisa en algún templo, y ella no quería. Para eso, decía la historia que algo había cambiado en Dylan y que el le pidió al padre de Harumi su mano, y así no se la llevaron a un templo.

     Dylan se retrataba a sí mismo como lo más genial. Pero claramente había caído de manera profunda por su ahora prometida. Que lo había hecho contradecirse a sí mismo. Dylan sí estaba listo para un compromiso. Solo necesitaba esperar, tal vez, a la persona adecuada. Y ahora Harumi estaba con él. Por los planes de ambos, aun estarían comprometidos un par de años antes de poder casarse.

[•••]

     Y en ámbitos de hablar de bodas y casamientos. Todo estaba más cerca.

     El vestido era el gran centro de atención.

     Horas haciendo pruebas y agregando detalles. Muchas horas hablando con Evelyn, con la misma contando anécdotas de su propio matrimonio. De lo lindo que era estar casado con el ser amado. De todos los buenos deseos que añoraba para ella.

      Definitivamente el regreso de Thomas había podido estabilizar las cosas de nuevo. Lauren ya no estaba tan asustada ni enferma como cuando lo estaba antes de la llegada, por todos los asuntos que habían tenido con la Reina.

     Y gracias a Dios ya no pensaba tanto en eso. Tal vez después de todo. Su mente si exageraba un poco.

[•••]

     Y respecto a la boda, hacía falta un tema muy importante ¿Quién llevaría a Lauren por el pasillo?

      El Rey, claramente. Pero el hombre tomaría el relevo ya a mitad del mismo, simbolizando su entrada formal a la familia Real. Pero se suponía, que su padre debía acompañarla primero.

      Pero estaba sola, en ese sentido. Lo sabía, y estaba tranquila de igual forma. Consideraba que de todas formas su padre estaría a su lado, aunque no llegue a verlo.

     Aun así pasar sola hasta la mitad, era algo que el Rey no quería para ella. Siempre tenía que haber alguien, que al menos pueda simbolizar a su padre.

     Tenía que ser Gerard.

      Y claro que aceptó hacerlo, cuando en una visita que Lauren le hizo en la biblioteca, se lo pidió amablemente.

      El gordinflón del bigote se emocionó  hasta las lágrimas sin poder evitarlo. Nada lo haría más feliz, nada podría honrarlo más que representar a Sam Harris, y claramente al buen Vladimir, que de seguir con vida, hubiera sido él el fiel caminante al lado de Lauren.

      Pero tener a Gerard a su lado ese gran día. Sería una bendición.

[•••]

      Una de las cosas que se terminó primero fue el velo. Por lo que debían probarlo para verle todos los arreglos.

      Thomas no podía tener ni idea del vestido hasta verlo el día de la boda, sino podría dar mala suerte, eso decía la gente.

      Habían de probar el velo junto a la diadema que prestaba la señorita Kaya. Y en verdad, quedaba a la perfección.

     Era el velo más largo y enorme alguna vez visto. La cola del mismo habían de llevarlo más de diez personas, cinco de cada lado del mismo, y al final del mismo, para no arrastrarlo.

     Era tradición también que sean niños los que lleven el velo. En ese caso, cinco niños, y cinco niñas. Y considerando el tamaño del velo, hasta podían ser seis de cada uno.

    Pero vaya a ser como vaya a ser. Lauren solamente deseaba que Hope fuera uno de ellos. Y así lo sería.

[•••]

    Sabía que la noticia de su boda se sabía más que en sólo el Reino Unido. Sino en  más partes del mundo.

    No había duda, que mientras más se acercaba el día más furiosas debían estar las ya desaparecidas Dhollen. Y la lejana Lea. Enemigos que a pesar de no estar cerca, ni mucho menos presentes, siempre permanecerían tallados en su historia, y todos sus recuerdos.

    Pero era su vida, siendo héroe, villana o los dos. Era la historia que se había escrito, que se estaba escribiendo para ella. O que tal vez, siempre había estado escrita para ella.

    Todo pasó porque tenía que, Lauren se fue de esa casa porque tenía que, Se chocó cuatro años antes de eso con el príncipe porque tenía que. La señorita Lea tenía que llegar, toda la discusión y todos los problemas tenían que pasar, Durrié Noveau tenía que suceder, Alex tenía que morir. Todo tenía que pasar, porque así estaba destinado a pasar. Con todo lo bueno, con todo el dolor, con todo el sufrimiento, y toda la superación.

      Hasta un punto era intimidante, pensar que lo que hacían no era más que continuar una historia ya escrita, de la cual sólo se enterarían cuando la vivan ya.

     Al momento de casarse. Al momento de ser una princesa. Al momento de ser ella ahora la Reina.

[•••]

    El vestido llegó una semana antes de la boda, y ahora si había de probarlo sin ningún alfiler, aguja o tela suelta. Tenía que ser probado como para el día de la boda, con todo lo interior, todos los fustes, el ajustado corsé, el enorme armazón de acero.

    Y esa era la prueba oficial antes de la boda.

     Tuvieron que estar presentes, Frizzy, Ava y Harumi. Por obvias razones. Ellas serían de las invitadas más importantes.

    Las horas que tardaron, fueron extensas, pero no serían nada cuando llegue el día de la boda.

   Pero había valido la pena.

    Era la prenda más bonita que alguna vez cualquier ojo humano podría ver.

[•••]

     Una pomposidad elegante, enorme y delicada al mismo tiempo. Un escote bastante prudente, iban a estar en la iglesia, mangas igual de pomposas y llenas de lentejuelas, pegadas a los puños.

    El torso del vestido era precioso, brillante. Era a medida perfecta, y se veía tan lindo en el cuerpo de Lauren. Que parecía irreal.

   La falda se desplegaba en una caída maravillosa y extravagante, en el mejor de los sentidos. Digno con todas sus letras de la próxima princesa de Inglaterra.

    Ya tenía lo nuevo, lo viejo, lo azul y lo prestado. No faltaba nada. Parecía perfecto así, solamente así.

[•••]

    —Mi niña, imagínese ese dia ya con todas sus joyas, el collar de perlas mi niña, el colar de perlas. —Pareció emocionarse y todas las sirvientas se emocionaron con ella.

    —¿De qué lloras? —Preguntó de repente a Ava, que se dirigía a Frizzy.

    —¿Yo? —Frizzy disimuló con la voz temblorosa. —No, yo solo bostecé. —Se justificó dándose aire delicadamente con la mano hacia los ojos. —Ya lloraré el 17, por mientras me aguanto. —Dijo y respiró sonoramente sacudiéndose al mismo tiempo.

    Lauren también quería llorar, pero como ella, creía que debía aguantarse hasta el 17.

    Pero al parecer, no sólo eran las dos quienes querían llorar.

    Harumi cayó primero, llegando a llorar por unos instantes silenciosamente mientras se limpiaba con un pañuelo. —Ah cuanto lo siento, pero todo esto es tan bonito. —Pidió perdón.

     Todos se enternecieron con su emoción, y rápidamente se formó un gran círculo a su al rededor para abrazarla. Era bastante tierna.

     —Tranquila mi amiga, guarda los mares para la próxima semana. —Frizzy consoló con gracia cuando el numeroso círculo se separó. —Aunque, no creo que llore tanto cuando vea a Bruno traer los anillos. —Se rió, logrando cambiar el ambiente de repente, como siempre lograba la morena, con su linda personalidad.

     —Pensé que era broma. —Evelyn dijo entre risas. —¿De verdad el perrito traerá los anillos?

    Lauren asintió riendo un poco. Los demás también se rieron.

    —¿Cómo? —Preguntó una sirvienta bastante curiosa y con gracia.

    —En una almohadilla. Está entrenado muy bien, así que no los hará caer, ni sucederá algún accidente. De eso Finlay se está ocupando muy bien. —Explicó y era verdad. Empezó como broma entre Lauren y Thomas, pero al final tener a Bruno llevando los anillos se hacia una idea bastante tierna.

    —Pero como no me dice antes mi señora. —Dijo Evelyn comicamente. —Brunito no puede llevar los anillos sin un terno digno, hecho por mi misma. Que barbaridad. A la hora que me tengo que enterar estas cosas. —Comentó para luego darse aire dramáticamente con su abanico. Haciendo reír a todos ahí.

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