
XII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1882—𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Durante el banquete Lauren no pudo evitar darse cuenta de algunos detalles.
La esposa del Marqués no era tan callada solamente porque sí. Su esposo la hacía callarse, no de manera literal diciéndole aquello a la cara, pero si hablando por encima de ella, ignorando cualquier participación en hablar.
Ni podía ser Lauren sobrepensando o sobreanalizando las cosas, porque Ava también se daba cuenta, el Rey se daba cuenta, Thomas se daba cuenta.
La mujer parecía solamente ignorar lo que le pasaba como si solo fuese normal.
En un accidente la mujer derramó el pudin de chocolate en su vestido, un descuido, solamente quería levantarse un momento.
No podía haber problema a cualquiera le sucedían esas cosas. Hasta la misma Lauren la ayudó a limpiarse en el baño. Y ahí la mujer se desesperó como si hubiera hecho algo terrible. Diciendo, que aquello iba a disgustar a su esposo, no como algún simple accidente, sino como algo en serio, algo grave, y no era algo grave.
Lauren quiso preguntarle, si todo estaba bien, si se sentía bien. Ya no sólo estaba extrañada estaba más preocupada. Pero la respuesta que recibió no fue de lo que se esperó.
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—¡No se meta donde no le importa! —Le gritó casi en el rostro. Y así sin más solo se fue. Dejando a Lauren más que confundida.
No la quería ofender en ningún momento. Solo quería saber si necesitaba ayuda, y si se sentía bien. Pero al parecer la sola pregunta molestaba.
Fue algo ruda y agresiva, pero no era su culpa sentirse así. Tal vez estaba sensible. Irritada, también podía pasarle a cualquiera.
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Lauren también regreso a la mesa, y Lauren le preguntó discretamente a Thomas si el Marqués había dicho algo, pero dijo que no que seguía siendo tan elocuente como siempre. Que solamente hizo una broma de como le gustaba a su esposa que le compren nuevos vestidos.
La esposa del Marqués no se atrevió a mirar a Lauren después de su incidente en el baño.
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Aquel banquete terminó más rápido de lo que se había esperado. Todos ya habían conocido a Lauren de manera más formal y cercana, a quienes no les haya agradado igual habían tenido que pretender, era la prometida de Thomas y la gente agradable que si se acercó de manera genuina, se había ganado un amigo mas.
Pero claramente a todos los que eran amigos de la Reina, Lauren les caía terriblemente mal. Y sus amigos eran bastantes personas. Se lo veía venir, y claramente no tuvo sorpresa con eso. Era parte de todo lo que suponía tenía que pasar.
Lo bueno es que a diferencia de aquella mujer, al menos podía saludarlos y tratarse con respeto mutuamente, había desprecio, pero también diplomacia, algo que la Reina no entendía.
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Se despidió a los invitados uno por uno en sus familias. Cada quien con su lujoso carruaje fuera listos para llevarlos.
Se despidieron con reverencias y buenos deseos, felicidades y bendiciones a la nueva pareja, buenos deseos y claramente una gran anticipación por la sonada boda. Que sin estar cerca aún ya era el evento más histórico alguna vez escuchado.
Kaya habló con Thomas unos segundos antes de irse. Ya que ella y su esposo eran los últimos en hacerlo. Thomas pareció asentir, y con eso se terminó de escoltar del castillo a aquella gran cantidad de invitados.
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A Lauren los pies la estaban matando. La gente se fue dispersando, Ava tenía Latín, Frizzy tenía etiqueta. Así de rápido y así de ajustado el horario.
Lauren sí tenía el privilegio de tener libre unas horas. Podría estar con Thomas un momento. Pasar a ver Bruno, y como se estaba sintiendo.
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—Kaya dijo que ella estará más que encantada de prestar el objeto azul requerido para tu vestido. —Thomas la sacó de su propia mente.
No asimiló bien lo que dijo. Pero si lo entendió. —¿En verdad? —Preguntó.
—Sí, y ya ves cumple doble función, prestado y azul. —Rio un poco. —Es una diadema de plata con incrustación de piedras azules. —Explicó. —Mandará a dos de sus sirvientes en la próxima semana si es que ella no puede entregártelo en persona.
—A penas la vea, se lo tendré que agradecer mucho. —Dijo Lauren con sinceridad. Esa joven era en verdad muy amable, y muy hermosa, tenía otro par de lindos ojos azules, tonalidad diferente a la de Lea, con otra expresión, más dulce y más maternal.
—Lo hace de muy buen corazón. Ya sabes la tradición es eso, siempre se dice que lo prestado tiene que ser de alguien en un feliz matrimonio y ella y su esposo son muy felices juntos. Eso a mi también me alegra, la he conocido desde joven. Y ahora ya hasta es mamá.
—Eso es lindo, ella también habla muy bien de ti. Y esta feliz por ti también. Estuvo hablando de eso. —Conversó Lauren amablemente.
—¿Tienes un par de horas no?—Preguntó el joven.
—Precisamente. Podemos usarlas para algo. A Emperador lo están cuidando en la cocina, podemos llevarlo un momento a la enfermería para que al menos vea a Bruno. Nos sentamos un momento. No lo sé...
—Perdona el cambio de tema. Pero pareces algo distraída, tal vez soy solo yo.—Thomas interrumpió cortesmente.
Lauren suspiró. —Sí, algo. El Gran Marqués de Estocolmo, su esposa. Sólo, creo que tengo o tenemos, porque Ava y Frizzy también lo vieron. Un mal presentimiento. No quiero asumir nada, he conocido a la mujer hoy. Dijo que debía ser un privilegio "que un esposo no golpee a su mujer en un ataque de ira" le preguntamos por qué lo decía y sólo se fue. Igual en el baño, mientras la ayudaba estaba muy alterada respecto a la reacción de su esposo, y cuando le pregunté si estaba bien, dijo que no tenía que meterme. Y se fue. —Le contó.
Thomas la escuchó con atención. — Es la segunda esposa del Marqués, su antigua esposa fue una de las tantísimas personas que murió el año pasado, y solo meses después se volvió a casar con ella. Es lo único que sé. —Se encogió de hombros. —Pero que extraño. —Se refirió a la historia que le contó Lauren. Y así como ella también quedó pensativo.
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Posiblemente iban a seguir conversando. Pero unos gritos más que reconocibles resonaron por todos los espacios.
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—¿De dónde diablos sacaron esa maldita rata? —Se escuchó a obviamente la Reina, llamando la atención de todos a saber de donde venía su voz. —¡Qué asco! ¡Quítenmelo, quítenmelo!
Lauren supo que algo había pasado y junto a Thomas corrieron siguiendo lps gritos que pararon en un momento. Para que después de unos segundos se crucen con la Reina por uno de los pasillos que llevaba a la cocina.
Traía el peinado todo deshecho y enmarañado, mientras se seguía quejando. En todo el rostro traía arañazos. Y corría desesperada alejándose del lugar. Ni siquiera notó a Thomas y a Lauren por pasar corriendo, haciendo una escena con su llanto.
Definitivamente Emperador la había atacado.
Ambos terminaron de correr hacia la cocina. Con cuidado, porque lo que Lauren llevaba puesto seguía siendo muy pesado. Al bajar, la puerta estaba abierta. Y por las escaleras Emperador subía con dificultad pero con total independencia. Tranquilo, pacífico y hasta podía decirse orgulloso. Alcanzó a la pareja a la mitad de las escaleras, y solo se sentó en la que se quedó, claramente para que puedan cargarlo. En esa ocasión Thomas lo hizo, y el gato muy feliz se acomodó en los brazos del príncipe. Lauren terminó de bajar para ver si algo peor no había pasado. Si la Reina no se había metido con nadie, o si Emperador no había arañado a nadie más.
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Felizmente la segunda opción estaba completamente descartada. Pero la primera no tanto.
Cuando terminó el banquete, exactamente durante el periodo que Thomas y Lauren estuvieron hablando después de la despedida de los invitados, la Reina había ido de supuesta supervisora a la cocina. Pero era obvio que iba a querer saber que pasó en el banquete directamente de la boca de la gente que estuvo ahí casi todo el tiempo. Y por lo que se contaba, esperaba que le digan que había sucedido algo y que Lauren había terminado sufriendo alguna humillación, pero no sucedió nada de eso. Y escuchar que todo salio bien la molestó.
Ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de Emperador. Pero si que se dio cuenta cuánto al dar un pisotón enojada, un chillido la alarmó con que había un animal ahí. Pisó su colita por accidente.
Emperador en defensa y adolorido saltó y terminó trepándose es su vestido hasta arañar toda su cara. Y mientras más lo intentaban alejar, más arañaba a la mujer. Ahí empezó a gritar, pensando que era una rata por verlo sin pelo. Pero al darse cuenta que era un gato, de todas formas insistía en que lo aparten de su rostro.
No sería muy propio reirse, pero tampoco era inevitable. Mas ahora con Emperador en los brazos de Thomas, como si no hubiera hecho nada.
Lauren retrocedió un poco hacia Thomas para revisar la cola del animal, estaba ilesa, pero era obvio que el pisotón accidental de la mujer le había asustado y dolido. Aquel gato. Iba a odiar a la Reina de ahora en adelante.
Bueno. Dicen que las mascotas se parecen a sus dueños.
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Después de estar en la cocina, haber conversado del evento y demás, aprovecharon su visita para agradecer encarecidamente por la comida y el servicio dado en el banquete. Siempre era importante ser consciente del esfuerzo de las personas para el servicio. Lauren había estado en ese lugar, su corazón siempre estaría ahí también.
Se despidieron, de Octavia y de todos ahí, y con Emperador ahora en los brazos de Thomas, se tuvieron que retirar, esta vez hacia la enfermería. Donde debía seguir Bruno.
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En la enfermería, además de todas sus enfermeras estaba Finlay. Quien claramente al fin se veía algo más tranquilo. De todas formas al ver al príncipe quiso pedir perdón por no haber cuidado buen a Bruno, pero no era su culpa. Además se vio todo opacado por ver al pequeño Emperador. Con las enfermeras rodeando al príncipe para ver al gato.
—¿Por qué no tiene pelo? —Preguntó una de las enfermeras.
—Esa es su raza. —Contestó Lauren, todas asintieron entendiendo.
Fueron donde Bruno aún recostado y cubierto. Lauren le pasó a Emperador y esperaron que la próxima interacción pueda salir bien.
Bruno despertó con el solo olor del gato, y a pesar se su aún presente debilidad se sentó totalmente curioso mirando hacia los brazos de Lauren. Que bajo cuidadosamente a Emperador al suelo.
El gato estaba tranquilo, sentado frente al perro. Bruno se agachó en sus patas delanteras para verlo mejor. A comparación del gran perro Emperador era demasiado pequeño. Bruno se acercó con cuidado, y empezó a olerlo.
Emperador retrocedió un poco. Y Bruno tuvo el mismo reflejo. Entonces Bruno movio su cola amigablemente y empezó a llorar de forma tierna, como si estuviesen ambos en una especie de formalizacion de amistad o algo por el estilo.
Emperador aún lo juzgaba a la corta distancia. Bruno volvió a acercarse y lo lamió. Lauren pensó que tal vez Emperador se enojaría pero no fue así. En realidad el pequeño gatito pareció suavizarse y se terminó de acercar al gran animal para frotar su cabeza contra sus peludas patas.
Todos habían quedado con el corazón pequeño de tanta ternura.
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—He escuchado que en la cultura Asiática consideran a estos animales como medicinales, una especie de guías espirituales. Dioses, algo así.—Mencionó Rose ante la tierna escena.
—Me recuerda a las esfinges de Egipto. —Mencionó Thomas. —Tal vez algo tiene que ver.
Bruno, se acurrucó para poder volver a dormir, pero en una posición diferente. Emperador se recostó en la panza peluda del mismo, se hizo rosquita, y se durmió con él. Nuevamente aquello no podía ser más tierno.
—¿Te llevas bien con los gatos Finlay? —Preguntó Lauren amablemente al muchacho, que se excluyó un poco.
El rugoso asintió. —Siempre me llevé bien con los animales. —Sonrió. —Pero un gato es diferente, no se los puede entrenar como un perro. Pero claro se les puede disciplinar sobre donde hacer sus necesidades, a saber su nombre. Todas esas cosas.
—Se llevará bien contigo entonces. No lo dudo. Confiamos mucho en tí. —Le volvió a decir Lauren y Thomas estuvo de acuerdo, y posiblemente Lauren no supo la magnitud del efecto de sus palabras en esos momentos.
Finlay estaba teniendo un mayor sentimiento de culpa, debió vigilar mejor, debió prestar más atención. Debió cuidar mejor, así la Reina ni se hubiera acercado. Y se sentía muy mal, pero tenía por qué. Él hacía bien su trabajo, era un muchacho muy noble y de total confianza. Claro que confiaban en él.
Se había sentido muchísimo mejor.
Thomas lo incluyó al semicírculo donde todos veían tiernamente a los dos animales con amistosas palmadas en la espalda que terminaron en una especie de abrazo rodeando su hombro.
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Pasaban muchas cosas siempre, pero algo poderoso en no solo el plan sino el mismo carácter que emanaba la pareja, era uno en el que uno disfrutaría estar.
Las personas se comportaban diferente dependiendo del entorno. No todos son compatibles entre todos. Por algo para algunos Lauren podía ser desagradable, intimidante o despreciable, pero para otros era lo contrario.
Hasta la misma pareja podían ser los villanos perfectos en una historia contada desde otro simple punto de vista. Como el de la Reina, de cualquier de los amigos de ella, de la misma Lea, de cualquiera que simplemente no esté de acuerdo. Hasta para ellos mismos cuando se ponían a pensar bien.
¿Pero qué había de todos para los que eran los héroes de la historia? También estaban ahí. Thomas era un príncipe amable y considerado, Lauren era una persona seria, con una dulzura contradictoria a ese carácter callado que tenía. Para sus amigos, eran los mejores, sus mejores amigos.
No era un asunto de ser buena persona o no. Eso podía cambiar a cada momento. Estaba cambiando a cada momento y cada segundo.
Vivir era todo un espectro bello y complicado. Y valía la pena. Vivir valía pena. Después de cuanto lo necesitó Thomas al fin lo sabía. Estar vivo, no era un castigo.
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