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VIII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1882 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Fue tan importante para Lauren como para Thomas aquel momento. Si tenían tiempo de hablar de esas cosas, tenían que hacerlo. Más porque todo siempre se relacionaba con todo. Como una red de lazos y nudos que terminaban compartiendo un mismo inicio al fin y al cabo.

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    Ese mismo día ya a la noche. La pareja y los presentes fueron informados de la ceremonia de presentación de Lauren ante la nobleza, como prometida de Thomas. Era un banquete. Una junta social con la gente más importante, obviamente los que formaban el consejo, y todas sus familias.

     A pesar de que ya se conocieran un poco, ese banquete era solamente una especie de formalidad. Esa ceremonia sería justo a inicios de Febrero. Que para el tiempo que había pasado no estaba muy lejos ya.

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     Pronto todo tuvo que girar con ese evento. Iba a ser el primero donde Lauren utilizaría el armazón de acero, y un vestido de gala propiamente dicho. Al igual que Frizzy y Ava, pero esta última estaba acostumbrada.

     A penas eran dos semanas para esa ceremonia. Y claramente los nervios eran notorios. Pero Lauren tenía que continuar con todo, con toda esa presión, y todo lo que tenía que asumir. No estaba segura aún de merecer todo eso, y seguía aterrada con la idea de que iba a tener que llegar el tiempo donde vaya a convertirse en Reina. Pero daría todo lo que había en ella.

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     Aprovechó para salir en esas dos  semanas a visitar escuelas y fábricas, dos lugares donde no siempre existen las mejores condiciones. Fue también a parte de las minas porque no podía entrar obviamente, habló con capataces y trabajadores, siempre llevando algo en lo que escribir, enterándose de todo lo que podía.

     Cuando se case, iba a tomar decisión en muchas cosas importantes. Y tenía que estar mentalizandose en eso.

     Se iba a meter en problemas con la Reina, claramente. Porque no se iban a poner de acuerdo ni aunque Dios conceda algún milagro, Lauren quería reducir a la mitad los impuestos del pueblo, y aumentar en un 10% los de la iglesia. La Reina, quería lo contrario. Lauren quería que se abran escuelas públicas, la Reina solo quería escuelas para gente rica. Y se habían hablado de esas cosas en la mesa, Thomas iba a estar de acuerdo con Lauren en todo, el Rey quería estarlo pero darle la contra a su esposa en horas del almuerzo le podía arruinar el día.

     La Reina insistía que Lauren ya estaba empezando a darse aires de grandeza sin ser nada aún, que ella no importaba todavía, que no le iba a dejar. Vuélvase una princesa en el futuro, seguiría siendo menos que la Reina.

     Había escuchado de Frizzy, para calmar los ánimos, que cuando la relación con la pareja es fantástica, la que va con la suegra es el maldito infierno, y que también pasa al revés, una mala relación, es irónicamente buena con la suegra. Que no se preocupe "Es la ley de la vida"

     Siempre podía animarla. Se lo agradecía mucho.

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     Caminaba y paseaba con ella por los pasillos. Escuchándola hablar sobre su gran confusión respecto al tema de Finlay, que también se había vuelto relevante.

      Frizzy dudaba que el guste de ella, porque era muy amable, y tal vez se estaba confundiendo. Pero honestamente, Lauren creía que podía suceder algo, su amiga merecía una historia de amor tan hermosa como un campo de rosas.

     Ahora era Lauren quien le decía, por qué no se animaba. Lauren la cubría, por si no quería que la vean. Sería emocionante.

     E iban a verse, justo aquel día del banquete. Para eso Frizzy acompañaría a Lauren en su entrenamiento de tiro, porque era miércoles, y de ahí aprovechando estar en las afueras, irían al jardín para estar con Finlay.

     Y en el entrenamiento de Lauren, a Frizzy se le iba a salir el pulmón de haberse reído tanto como lo hizo.

     Era importante aquel entrenamiento, seria la primera ves que tendría un blanco al frente para disparar, ya estaban en esa etapa, ese sería su primer disparo de toda la vida y el entrenamiento, para ver su fuerza, y así luego entrenar puntería y subir de nivel en eso.

     Las escopetas son armas pesadas, y la presión del aire al salir la bala hace que el arma se impulse hacia atrás con fuerza. Para eso el tirador debía impedirlo, con su fuerza. Para no caer.

     Y Lauren en verdad lo intentó, porque su mismo entrenador había aconsejado posturas para mantener el equilibrio. Pero al soltar el gatillo, sólo recordó irse para atrás en un sentón.

     Ahí las risas de Frizzy estallaron con ganas increíbles. Contagiando al instructor incluso, quien disimulando muy bien, ayudaba cortesmente a Lauren a levantarse.

     Ni siquiera había dado cerca al blanco, pero se lo esperaba, no era como que todo iba a salir bien en la primera clase de tiro propiamente dicha.

     El hombro dolía porque a pesar de la almohadilla el arma había rebotado ahí. Tuvo que sobar aquel lugar, mientras el instructor levantaba el arma, y bloqueaba su carga por seguridad a que se dispare sola. Sosteniendola un momento por Lauren que aún se recuperaba de aquella graciosa caída.

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     —Caíste como costal de papas. -
—Frizzy se carcajeó tomando aire. —Ay no respiro.

     —Que graciosa. —Lauren le hizo una mueca con sarcasmo, empezando a remedarla con broma.

     Frizzy le sacó la lengua, Lauren le respondió el gesto.

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     Se había ensuciado, claramente. Pero el vestido que tenía puesto, no era el que llevaría en el banquete obviamente. Sería sumamente estúpido practicar con un vestido de gala.

     Lo limpió con las manos quitando el  polvo y la tierra, Frizzy ayudó con la parte trasera de la falda, y a pesar de que sí necesitaría una lavada, al menos había salido bastante de esa suciedad.

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     Finalizando las clases, venía lo importante. El encuentro de Frizzy y Finlay. Lauren se sentía más emocionada que su amiga. Y ya podía entenderla cuando ella se sentía así al respecto de su relación con Thomas.

     Frizzy caminaba hablándose sola, motivandose, prediciendo posibles conversaciones y practicando con Lauren como si ella fuera Finlay.

     Por un momento ambas olvidaron el evento que se daría después.

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     Al empezar a entrar al jardín. Directamente pasaban por el gran patio donde estaba el maravilloso Bruno. Que obviamente para el tiempo que pasó Lauren ya adoraba con todo su corazón.

     Lo veía casi todos los días, era el perro más tierno del mundo. Hacía una gran fiesta al ver a Lauren. Y si la veía junto a Thomas podía darle un infarto de la felicidad. Asumió, según palabras de Finlay, que no sólo Thomas era su dueño, sino que, Lauren también.

     Pero en el jardín al esperar a Bruno ladrar y venir corriendo mientras se tropezaba con sí mismo. No pasó nada.

     Pero Finlay estaba ahí, y si Finlay estaba ahí, Bruno debería. Pero no estaba.

     Tal vez se había entrado en el castillo, Dios lo salve si la Reina lo ve por ahí.

      Pero era raro, porque si ese fuera el caso. Finlay estaría buscándolo y no parecía hacerlo.

     Ni siquiera se daba cuenta que Frizzy había llegado, estaba recostado de bruces frente a la casa de Bruno, apretandose fuertemente los ojos, como si eso fuera a quitarle una especie de preocupación que parecía hacer que quiera llorar.

     Frizzy corrió hacia él muy preocupada. Se puso de cuclillas y empezó a hablarle para consolarlo preguntar que pasaba, Lauren intentó alcanzarlos, aunque un poco más lento, debido a que aún había quedado algo adolorida por su caída.

     Frizzy aprovechó para mirar dentro de la casa del perro. Se confundió, y volvió a mirar a Finlay ¿De qué lloraba? Bruno estaba ahí adentro.

     Estaba durmiendo, Lauren llegó algo asustada. Pero en verdad estaba durmiendo. Estaba respirando.

     Casi se llevó un ataque al corazón por un segundo. Con la posibilidad de que podía haberle pasado algo. Pero era un perro muy joven, a penas tendría un par de años en unos meses. No podía morir así solamente.

     ¿Estaba enfermito?

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     —Pensé que podía ser indigestión o algo así. Pero no sé qué tiene. —Finlay siguió preocupado junto a las dos muchachas de cuclillas mirando dentro de la casa.

     —Puede que sea solo eso. Los perros también se enferman.

     —Está vomitando espuma blanca, como si tuviera rabia. Pero no la tiene, su nariz está seca, no quiere comer. Esta durmiendo mucho. —Se preocupó. —Perdóname Frizzy, lo siento. No quería que esto vaya a interrumpir...

      —Por eso no te preocupes ¿Recién pasó hoy?

    Finlay asintió. —Si algo le pasa a este perro, es el fin de mi vida y mi trabajo. —Susurró aterrado.

     —No pueden culparte por nada, tú no eres responsable por eso. —Frizzy lo consoló. Pero Finlay seguía asustado.

     La pareja se quedó hablando.

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     Lauren los dejó hacerlo mientras metía su cabeza en la gran pasa para poder ver mejor a Bruno.

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     Lo acarició, y al pasar la mano por su estómago este lloró. Finlay tenía razón, era algo en su estómago. Tal vez se comió alguna basura. Solía hacerlo, era muy travieso. Pero para ponerse tan mal tal vez se comió excremento de caballo, o algo así. Lauren quería encontrar explicación.

     Finlay también quería mucho a Bruno fuera de que solamente sea su trabajo. Y fuera también que su miedo sea tomado por lo de su trabajo, no quería que nada le pase al querido perro del castillo.

     Lauren en esa oscuridad de la casa de Bruno vio algo al fondo, a las espaldas del perro. Su plato de agua, el de siempre, manteniéndose fresco, pero a su lado habían unos granos de maíz esparcidos.

     A Bruno le gustaba el maíz hervido, pero si se lo daban, era en un plato, no así solamente.

     Lauren metió medio cuerpo evitando aplastar a Bruno, y tomó de la tierra esos maíces, sacó el cuerpo. Y sin hablar aún para no interrumpir a Frizzy y Finlay, tuvo un mal presentimiento.

    Tuvo que hablar entonces, tendiéndole aquel grano de maíz a Finlay. Que sorprendido dijo, que en ningún momento se lo habían dado, él lo alimentaba. Y lo recordaría.

    Lauren preguntó desde cuándo Bruno se había puesto así, y Finlay sólo respondió que cuando llegó en la mañana ya estaba algo enfermo.

    Finlay no entendía, y se llevó el grano de maíz a la boca por si había algo malo con el mismo.

    Lauren casi le saltó encima y se lo hizo escupir. Frizzy estaba más que confundida.

    Lauren le decía diciendo a Finlay que siga escupiendo. Toda la saliva que pueda. Mientras recogía el maíz que había arrojado, y volvía a meter el cuerpo a casa de Bruno para sacar todos los que habían.

     Finlay seguía escupiendo toda la saliva que podía y Frizzy le daba palmadas en la espalda para ayudar aunque no entendiese.

[•••]

    Todos estaban de rodillas y cuclillas en en pleno pasto.

     —Lauren...—Frizzy empezó a preguntar mientras veía a Lauren metiendo la cabeza todavía en la gran casa del perro. Finlay creyó terminar de escupir lo suficiente y se limpió la boca con la mano. —¿Estás bien?

     Lauren sacó la cabeza de la casa. —Es veneno. —Dijo mostrando el puñado de granos de maíz que había recogido. Y encajó todo..

     Alguien en la noche anterior o esa misma mañana antes de que Finlay llegue le había llevado supuesta comida a Bruno, pero sin un plato para no levantar sospechas. Era veneno ¿Qué tipo de veneno? No podían saberlo. Alguien tenía que revisar eso.

     Bruno seguía vivo, pero si se hubiera comido todo podía estar muerto.

     Había solo una persona que pudo querer hacer eso contra Bruno. Contra un pobre perro, que no le había hecho nada.

    Lauren le pasó el puñado a Finlay para que lo guarde en una pequeña bolsa de tela que traía. El joven tenía los ojos llorosos, estaba asustado ¿Lo habían hecho para acusarlo? ¿Por qué? ¿Qué tenía que ver con él? El nunca se había metido con la Reina.

     Lauren, volvió a meter su cuerpo en la casa de Bruno, y como pudo, lo sacó en sus brazos, era un perro enorme, pero la desesperación de esos momentos hizo que su peso no importe, lo sacó y lo levantó. Se puso de pie. Todos lo hicieron.

     ¿Qué lograría llevándolo dentro del castillo? No sabía. Pero algo tenían que hacer.

     —Busquen a Thomas y al Rey por favor. —Les pidió a ambos. Y tanto su amiga como el jardinero salieron corriendo en búsqueda de ellos por otro camino. Mientras Lauren también tomaba otro atajo para llegar al castillo.

     Frizzy por toda la ropa y accesorios claramente iba más lento que Finlay, que al estar adelante en un momento bajó su velocidad para extenderle la mano, Frizzy la tomó y así el pudo ayudar en su impulso, corriendo tomados de de la mano en busca de aquello.

    Lauren corrió con Bruno en los brazos por aquel otro atajo. El perro lloraba, le dolía el estómago. Estaba muy débil.

     Le costó llevarlo por su gran tamaño, por el peso, y por todo lo que de por sí Lauren llevaba puesto. Pero era cargado como un bebé.

    ¿Por qué le habían hecho eso? ¿Qué cosa quería esa mujer? ¿Planeaba algo para que se cancele la ceremonia de ese dia y que así no se vea o se le dé más importancia a Lauren?

    Sonaba como algo que seguramente haría. Y que era probable haya hecho en realidad.

    ¿Pero por qué a un pobre perro? ¿Por qué a Finlay? ¿Qué le habían hecho? Si el problema lo tenía con Lauren, que sólo se meta con ella. No con la gente que la rodeaba.

    Si algo le pasaba a Bruno, Thomas iba a ponerse terrible ¿Quería a caso ver mal a su hijo? ¿Qué culpa tenía aquel pobre animal?

[•••]

     Lauren llegó por la parte de atrás pidiendo ayuda a gente que pueda escucharla. Llegaron mayordomos a su alrededor y llamaron a otros que trajeron una gran tela blanca que acomodaron como hamaca para colocar a Bruno y llevarlo entre dos y hasta tres personas.

     Nadie entendía como Lauren lo había cargado sola, si que con somo Bruno se ponga de pie ya era del tamaño de ella. Pero había sido probablemente la desesperación. El miedo. El enojo.

     Rose no sabía ni de lejos curar perros, pero era su única esperanza, tuvieron que correr todos a enfermería. Lauren no se alejó de quienes llevaban al perro. Que de tanto en tanto abría sus ojitos, veía a su alrededor y se fijaba en Lauren como pidiéndole ayuda.

     Los animales poseían sentimientos tan complejos como la gente. Y podía saber que efectivamente Bruno pedía ayuda, y tenía miedo. Era solo un perro. Era imposible que a Lauren no se le rompa el corazón.

    Y si solamente Bruno se llegase a poner peor, en aquella guerra que Lauren tenía con la Reina. La mujer se iba a arrepentir de su movimiento. Había cruzado los límites varias veces ya. Las cosas habían explotado varias veces ya. Y sea ese el propósito de la Reina en realidad para conseguir su objetivo. Se iba a terminar ganando un escándalo que Lauren estaba segura que iba a armar.

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