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Cuenta la leyenda que en tiempos remotos, donde la humanidad era ajena a la existencia de criaturas místicas, en la sombra de los bosques más tupidos de vegetación se resguardaban los hijos de la Luna. 

Los hijos de la Luna eran seres extraordinarios, dotados de capacidades sobrenaturales. Denominados licántropos y conocidos hoy en día vulgarmente por los humanos como "hombres lobos" 

La Diosa Luna, para los simples humanos mortales, solo era un pedazo de roca erguido en el cielo, que más tarde lo nombrarían como su satélite natural, pero para un licántropo, ¿Qué era la Luna?

La Diosa Luna era un ser todopoderoso, la causante de su creación, la madre que le dio a sus hijos el regalo de una vida longeva, sin padecimientos ni enfermedades, una fuerza inquebrantable, el poder de adoptar una forma tanto humana como animal y un compañero para toda la eternidad. 

Los licántropos se encontraban a largo y ancho de todas las tierras del mundo circundante, en el anonimato por miedo al estallido de una eminente guerra entre humanos y lobos, sin esperar que el traidor estuviese entre su misma raza. 

Una de las manadas más fuertes, yacía en lo que hoy se conoce como Corea del Sur, abarcaba un gran territorio envidiable por sus fértiles y prósperas tierras. En la manada Red Moon todo era paz y armonía, la Diosa Luna bendecía a sus gobernantes y al pueblo por igual, pero la envidia y la avaricia corroe el alma de cualquier ser. Estos traidores movidos por los deseos más bajos crearon una guerra de sangre que bañaría el suelo de un ferviente color carmín adornado por los inertes cuerpos de los caídos, hermanos, amigos, guerreros e inocentes. 

Nadie se vio venir el trágico destino de la manada Red Moon. Sus reyes perecieron en la lucha a manos de los traidores. 

Joe y Keisha, eran dos mates con un profundo amor, alfa y luna de Red Moon, trágicamente separados por una temprana muerte causada por la egoísta guerra.

Sus almas se buscan vida tras vida fallando en el intento. 

Cuando se vuelvan a reencontrar, ¿Se podrán amar con la misma intensidad de vidas pasadas?, o ¿La avaricia del enemigo los separará una vez más? 

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