1|Declaración de guerra|
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Era un día de verano como cualquier otro o eso pensaban los habitantes de Red Moon. Red Moon era la manada más poderosa de toda Corea, envidiada por las restantes manadas del territorio y respetada y admirada por las de las demás naciones. Hoy era un día de celebración en la manada, el pueblo iniciaba su festival de la cosecha en el cual le agradecían a la luna de la manada por brindarles fertilidad tanto en los cultivos como en la procreación de nuevos cachorros. Durante siete días demostrarían a sus gobernantes la devoción y gratitud que tenían hacia ellos.
A su vez, mientras los campesinos empezaban a levantar sus tiendas y puestos de comidas donde ofertaban varios productos alimenticios y artesanales obtenidos de la cosecha, la reina Keisha había dejado a su esposo y mate aún en los brazos de Morfeo, por más que la tentadora idea de quedarse todo el día en sus aposentos entre los brazos de su amado rondará en su cabeza y sonará maravillosa, tenía que dejarla de lado, ya que una temprana reunión ameritaba su presencia y ante todo estaba su deber.
Con paso firme se abría camino seguida, no muy de lejos, por su consejero. Abriendo las inmensas puertas de la sala de reuniones, hizo su entrada magistral para encontrarse con una habitación totalmente vacía si no se contará la enorme mesa, sillas y objetos que se situaban dentro de ella. Una de las cosas que eran poco tolerables para la reina era la impuntualidad luego de la incompetencia, si ella se sobre exigía mucho, esperaba lo mismo de los demás, o aunque sea lo más mínimo.
— ¡¿Se puede saber por qué diantres nadie ha llegado aún?!— espeto exasperada, olvidándose del protocolo de etiqueta y de sus supuestos finos modales, si su madre estuviera viva la hubiese reprendido por maldecir a lo que ella hubiese respondido rodando los ojos.
— Desconozco el motivo de la ausencia del alto consejo, era para que ya estuviesen aquí mi reina.
Sin duda alguna eran unos incompetentes y holgazanes a las cuales estaba determinada a destituir. Además de incumplir sus labores, osaban robar a la corona descaradamente pensando que la reina se haría la de la vista gorda, pero no era momento de hacer rodar sus cabezas todavía. Una ferviente amenaza rondaba contra la manada y Keisha necesitaba todos los medios y herramientas para hacerle frente y eso desgraciadamente los incluía a ellos.
— Además de incompetentes impuntuales, Kyo reúne a los integrantes del consejo, es de suma importancia que se lleve a cabo esta reunión hoy. Convoca a todos dentro de una hora y está vez que procuren estar ocupando las malditas sillas con sus jediondos traseros.
— Sí, mi reina — su fiel ayudante y mano derecha realizó una reverencia de 90 grados más por formalismos que por obligación.
Eso de los títulos y clases no existía entre ellos. Todos fueron criados juntos desde muy pequeños y los fuertes lazos de amistad no eran de extrañar. Aunque Kyo fuera un alfa, obedecía a su reina omega en todo y siempre estaba allí para ocupar su rol de consejero. La reina salió de la sala de juntas echando humo hasta por las orejas. Solo había una sola persona en la faz de la tierra capaz de calmar su mal humor y ese era Joe, su dulce y tierno mate, el cual cumplía el rol de alfa de la manada y jefe del ejército de esta. Joe era más de fuerza bruta y Keisha más de diplomacia. La reunión era de vital importancia, por más que ella quisiera aparentar que todo estaba bien utilizando el falso telón de épocas festivas, no había motivos para celebrar cuando la manada se encontraba en tales condiciones.
— Canelita ¿Qué pasó? — aunque ese tonto y tierno apodo pronunciado por los labios de su mate siempre le sacaban una sonrisa y uno que otro sonrojo, hoy no era el caso — Pensé que estarías reunida con el alto consejo, ya me dirigía hacia allá.
— Espero que no hayas pensado en entrar a un salón lleno de personas estando aún en ropa interior, si es así me pondré celosa — pronunció acercándose hasta quedar a una escasa distancia.
Sus delicadas manos hallaron descanso sobre la cálida superficie de la piel de su mate. Cruzando sus brazos alrededor de su cuello, Keisha depósito un tierno beso en su aclamada boca. Le fue imposible evitar no rozar con sus dedos la casi imperceptible marca en el cuello de su alfa, siendo una omega su marca no era igual de potente que la de un alfa, pero aun así quiso dársela y Joe encantado de recibirla.
Con leves roces, Joe restregaba su nariz fundiéndose en el delicioso olor de su mate, por igual una preciosa marca también adornaba el cuello de esta. Desde su unión el enlace de mates se había vuelto más fuerte. Las sensaciones y emociones se triplicaban. Era perfecto, el simple hecho de estar juntos era algo que disfrutarían para toda la eternidad, incluso en vidas posteriores seguirían con esa ferviente necesidad.
— Solo esos preciosos ojos marrones se deleitarán con semejante imagen.
— ¿Ya te he dicho que eres un creído?— una sonrisa se dibujó en los labios, del contrario que se adormecía con el intenso olor a canela de su pareja.
— ¿Keisha...? — no sabría describir el trasfondo del tono de su voz, pero algo sin duda lo estaba inquietando de repente.
— ¿Q-qué sucede? — preocupada, alzo el rostro de Joe sacándolo de la hendidura de su cuello.
— Creo que... hay algo raro en tu aroma.
— ¿Mi aroma?, no noto nada raro.
— Tienes un ligero olor a leche — instintivamente las grandes manos de Joe se posaron en el vientre plano de Keisha.
— ¿E-estás seguro?— lágrimas de felicidad escurrieron por las mejillas de ambos y desde luego la noticia de un posible bebé o bebés era fantástica.
— Dentro de muy poco seremos más mi amor.
Keisha por dentro era un caos dividido en dos, por una parte, no cabía de la emoción, de solo pensar en la posibilidad de que un pequeño cachorro se estuviera formando dentro de ella, por otra parte, estaba aterrada ¿Era un buen momento para tener un cachorro con la eminente amenaza de guerra que afloraba sobre la manada?
— Estoy agradecido por poder estar a tu lado ahora — sus palabras fueron selladas con beso interrumpido por los incesantes toques en la puerta.
— Mi luna, los esperan a usted y al alfa en la sala de reuniones — la voz de Kyo era la de detrás de la puerta.
— Será mejor que te vistas — Joe la rodeó en fuerte abrazo por la espalda.
— O podemos seguir haciendo cachorros.
— Eso es teóricamente imposible y tenemos asuntos importantes que tratar.
— Sé que el horno ya está ocupado con panecillos adentro, pero yo quiero seguir batiendo la masa — era tan tierno ver a su alfa haciendo pucheros con esos hermosos ojos de bambi que hacían derretir su corazón.
— No sé si golpearte por pervertido o llenarte de besos por lo tierno que eres.
— Puedes escoger ambas opciones, no me incomodan mi luna.
Entre risas, Joe se terminó de vestir adecuadamente y tomados de las manos se dirigieron al salón de reuniones. Antes de entrar a este el alfa robo una última vez más un beso fugitivo de los labios de su mate, era todo un sinvergüenza. Nada más entrar, todos se levantaron de sus asientos e hicieron una gran reverencia ante la presencia de sus líderes. Kyo que estaba a un costado, se apresuró a sentarse al lado de sus reyes que precedían en la cabeza de la mesa.
— El motivo por el cual estamos hoy aquí reunidos es de suma importancia, por lo cual requería de la presencia de todos para llevar a cabo esta reunión.
Keisha dio inicio a la junta y desde ya estaba notando las caras de desconcierto entre los presentes. Las reuniones del alto consejo habitualmente eran algo que le ponían los pelos de punta a cualquiera. Joe tomó la mano de Keisha que estaba oculta debajo de la mesa y entrelazó su mano con esta a modo de brindarle apoyo.
— La manada Red Moon ha sabido crecer por esfuerzo propio durante los últimos años, desde que mi padre, el antiguo rey, me cedió el poder, he dado todo de mí por levantar el estatus de aquello a lo que muchos llamamos hogar y esto solo lo he conseguido gracias al apoyo de mi mate, su rey, de mis fieles súbditos y de un gran pueblo que me ha entregado su confianza y disposición. No me era de extrañar que la avaricia, la codicia y la envidia ajena no tardaran en llegar, a pesar de los tratados de paz y las supuestas buenas relaciones con las manadas vecinas...
— ¡¿Estamos bajo amenaza mi reina?! — exclamó exaltado un beta, el más viejo miembro del alto consejo.
— ¡Insolente!, ¡¿Cómo osas interrumpir a la reina mientras está hablando?!, y todo para levantar falsos, ¿La manada Red Moon bajo amenaza?, ¡Somos la manada más poderosa del territorio, hay que tener agallas para declararnos la guerra!
Los cuchicheos y alardes no se hicieron de esperar, todos en la habitación habían empezado un arduo debate que solo lograba poner cada vez más tensa a la reina. La incomodidad de Keisha la supo sentir Joe a través de la marca y este se preocupó, no era para nada, bueno que ella estuviera experimentando emociones tan fuertes en el inicio de su embarazo.
— ¡Silencio todos! — la voz de mando del alfa retumbó contra las gruesas paredes del lugar, todos bajaron la cabeza con suma sumisión y no se atrevieron a volver a formular palabra alguna al menos que se les fuera pedido.
— Señor Lee Hwan lamento decirle que usted también me interrumpió — la cara de este se congestionó y por dentro ardió de rabia, terminó resignándose por aguardar apariencias — Y la respuesta a su anterior pregunta señor Kang es que sí.
Keisha le hizo señas a Kyo para que este le alcanzará una caja mediana de madera de roble adornada con una cerradura bañada en oro. La caja conmocionó a todos los presentes que ni remotamente se imaginaban que se encontraba dentro de aquella caja tan fina y elaborada. Keisha tomó la caja en sus manos y la colocó encima de la mesa para proseguir a abrirla y sacar el contenido que había dentro de ella. Un olor nauseabundo emergió en el lugar.
Sus manos temblaron y una fuerte sensación de asco y ganas de vomitar la invadieron, pero ella se abstuvo ante esta. El grito fue de esperar, todos quedaron impactados ante lo que sus ojos veían, la escena era terrorífica y sumamente desagradable. En la superficie de la mesa se hallaba una cabeza cortada perteneciente a un hombre, era uno de los tantos guardias que custodiaban al gran muro que rodeaba a la manada. El color de su piel era grisácea y se podía apreciar que ya llevaba varios días en descomposición, las cuencas de sus ojos se encontraban vacías, lo cual da a pensar que le sacaron sus ojos a la hora de matarlo o puede que después de haberlo hecho, el lugar vacío de sus ojos fue rellenado por unas extrañas hojas de color carmesí que se encontraban a la vez en el interior de la boca del muerto.
— Su nombre era Min Seok, un guardia de la zona fronteriza, fue hallado cerca de las riberas del río Nabi, lo degollaron vivo y nos dejaron su cuerpo como amenaza — Keisha olvidándose de sus escrúpulos, tomó una hoja que sobresalía de la boca del asesinado — Como pueden apreciar y sí saben un poco de historia y botánica esta hoja pertenece a la flor de la muerte, utilizada en la antigüedad como método de declaración de guerra.
— ¡¿Qué haremos Diosa Luna?!
— ¡Estamos condenados mi reina!— los espavientos inundaron la sala y una vez el rey tuvo que poner orden.
— La reunión se ha concluido, estén a la espera de recibir órdenes, Kyo reúne a las tropas y diles que me esperen en el terreno de entrenamiento, también prepara un servicio fúnebre para el soldado Min y hágale llegar a su familia nuestro más sentido pésame
Ya Joe sabía el motivo por el cual su reina se encontraba aterrada y desde ese momento él empezó a sentir también ese miedo y más aún cuando después de que todos salieran de la sala, Keisha rompió en llanto. No existían las condiciones idóneas para idealizar un futuro venidero en el cual ellos formaban una perfecta familia feliz.
— ¡Ey, ey! — con sus manos limpió las lágrimas fugitivas que escapaban de los ojos de su mate — No llores, todo saldrá bien, estaremos bien, tú, yo y nuestro cachorro.
— Tengo miedo...— y por primera vez Joe pensó yo también, sin embargo, no lo manifestó.
— Te amo Keisha.
— Te amo Joe — con los sentimientos a flor de piel unieron sus labios una vez más.
Y se preguntaron ¿Podría esto durar por toda la eternidad?
Continuará...
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Acuérdense que voz de mando es en negritas y subrayado.
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