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𝟎𝟎𝟒.

KAYLA DESPERTÓ POR EL sonido de la puerta de su habitación abriéndose, era su madre la cual venía con correo para la rubia, quien adormilada le brindó una sonrisa a su madre.

En los últimos días la interacción con ella y su padre había aumentado. Kayla ya comprendía que aún con su dolor, no podía permanecer alejada de todos aquellos que se preocupaban por su estado.

— Buenos días corazón— sonrió Victoria O'Connell sentándose en el borde de la cama de su hija— ¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor?

— Buenos días mamá— respondió Kayla sentándose en la cama— Pues, aún me siento demasiado triste, pero creo que el pecho ya no me duele tanto. ¿Es un avance, cierto?

— Claro que si corazón. Todo avance es bueno aunque parezca pequeño— dijo Victoria acariciando el rostro de Kayla— Llegó una lechuza hace una hora, la carta es para ti

— ¿Quién la manda?— preguntó curiosa la rubia

— Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew— respondió la mujer entregando la carta

Kayla sonrió ligeramente al tomar el sobre. No había hablado con los tres merodeadores desde algunas semanas atrás y ya comenzaba a extrañarlos, ahora que había recibido una carta de ellos se sentía feliz de saber que aunque su relación con James terminara, aún podía contar con aquellos chicos que tanto adoraba.

— ¿Sabes a que hora va a llegar Damon?— preguntó Victoria— Para que les prepare el desayuno, tu padre ya se fue a trabajar entonces solo sería preparar un poco más de jugo y picar fruta. ¿Te parece bien?

— Dijo que llegaba al medio día. Pero ya sabes como es, lo más probable es que llegue antes— pensaba Kayla— Y me parece bien, gracias mamá

— Pues ya son las 11, así que te recomiendo que tomes un baño en lo que Damon llega. ¿Irán a algún lado o se quedarán aquí?

— No tengo idea, pero ya lo hablaremos cuando llegue— dijo Kayla quitándose de encima sus cobijas— Gracias también por traerme la carta. Si llega Damon no lo dejes acercarse a mi baúl de dulces, que la última vez que lo hizo, se acabó todas mis plumas de azúcar

Victoria le sonrió una última vez a su hija antes de salir del cuarto. Kayla se levantó de su cama, decidió leer la carta en cuanto terminara de ducharse. Tomó un par de toallas y unas sandalias para después encaminarse al baño.

Se miró al espejo, aún no lograba sentiste de todo cómoda con su apariencia, aún se veía demasiado triste y eso se notaba en su imagen.

Aún tenía algunas ojeras, su cabello se veía maltratado y sus ojos estaban un poco rojos por tanto llorar.

— Saldré de esto, saldré de eso— se dijo Kayla a si misma antes de abrir la regadera

•••

Querida Kayla.

Te escribimos porque queríamos decirte que te queremos mucho, nos tardamos en hacerlo porque creímos que necesitarías tu espacio, Sirius dijo que fue te a ver pero tu madre le dijo que no te encontrabas bien para recibir visitas, lo entendemos. Pero no queríamos esperar al regreso de clases para hablar contigo, así que decidimos mejor escribirte.

Primero que nada queremos decirte que no sabíamos nada de las intenciones de James, si te hace sentir mejor, Euphemia le aventó una escoba a la cabeza cuando se enteró. No queremos tocar mucho el tema porque comprendemos que debe ser algo difícil para ti, así que nos concentraremos en decirte lo especial que eres para nosotros.

Si alguna vez te encuentras en medio del mar, navegaremos el mundo para encontrarte.

Si alguna vez te encuentras perdida en la oscuridad y no puedes ver, sacaremos nuestras varitas y alumbraremos el camino para ti.

Puedes contar con nosotros siempre, estaremos ahí para ti sin importar nada, porque eso es lo que los amigos hacen y tu eres de las mas especiales para nosotros.

Si alguna vez llegas a olvidar esto o a dudarlo, nosotros te lo recordaremos cada día, hasta que te hartes de nosotros.

Pequeña Hufflepuff, te queremos con todo nuestro corazón, prometemos permanecer a tu lado toda la vida, tendrás nuestro hombro para llorar en caso de que lo requieras, nunca te dejaríamos ir.

Esperamos poder verte antes de que volvamos a clases, te invitamos un helado ¿Aceptas?. De pay de limón, ese que tanto te gusta de la tienda muggle que a Peter siempre le llega cada inicio de mes.

Quedamos en espera de tu respuesta, te queremos rubia, jamás lo olvides.

Atte:
Sirius, Remus y Peter.

Kayla leyó la carta por décima ocasión desde que se había salido de bañar, las lágrimas no paraban de salir de sus ojos, la carta era de las cosas mas bellas que había recibido.

Ella adoraba demasiado a Remus, Sirius y Peter. Pese a no tener una amistad con ellos desde el primer año, logró adaptarse muy bien con ellos, la hicieron sentir como una mas del grupo. Ahora sabiendo el contenido de la carta se sentía más segura de que el trío de Gryffindor's no la iban a dejar sola.

— Traje choco... Ay no, Aria te dejó feliz y ahora yo tengo que volver a consolarte, no es justo, yo también quería convivir con la Kayla alegre— dijo Damon entrando a la habitación de Kayla— ¿Ahora que te hizo llorar? ¿Potter de nuevo? ¿Ya puedo ir a aventarle huevos a su casa? 

— Estoy bien— negó Kayla guardando la carta en uno de sus cajones— Remus, Sirius y Peter me mandaron una carta muy bonita, es todo, las lágrimas son de felicidad, no tienes de que preocuparte

— Mientras ninguno quiera quitarme el puesto de tu mejor amigo, no tengo ningún problema—  sonrió Damon entregándole una caja de chocolates— Mi mamá te los manda, son chocolates muggles, vienen en forma de conejo 

— Sabes que no como nada en forma de animales porque me dan ganas de llorar— contestó Kayla aceptando la caja

— ¿Yo que culpa tengo de que los muggles hagan dulces con forma de animales?— preguntó Damon falsamente ofendido

— Ninguna, dile a tu madre que muchas gracias— agradeció Kayla poniendo la caja sobre su buró— Bien, ¿Qué quieres hacer hoy?

— La verdad no sé, no creí llegar tan lejos, creí que aún te encontraría tirada llorando

— Puedo hacerlo si quieres, mi cama es bastante cómoda y tengo mucho porque llorar

— ¡No, no, no!— negó Damon de inmediato— Me gusta verte sentada y riendo, déjame pensar... Mamá quiere que le vaya a comprar una poción para pintar su cabello, quiere cubrirse las canas, ya sabes, la edad, ¿Me acompañas al callejón Diagon? 

— ¿Me vas a comprar una varita de regaliz?— preguntó Kayla sonriendo  

— Eso no lo tienes que preguntar, te compro todas las que quieras— le sonrió Damon— Todo con tal de verte sonreír

— ¡Gracias!— agradeció Kayla levantándose de la cama— Mi mamá nos hizo el desayuno, así que después de comer nos iremos. ¿Estás de acuerdo?

Damon asintió y se fue a la sala para esperar a su amiga. Kayla guardó los chocolates en uno de sus cajones, no quería que les diera el sol y terminaran derretidos. Buscó un suéter, tomó el primero que encontró y se lo amarró a la cintura, todavía había sol como para ponérselo, pero no sabía como estaría el clima mas tarde, mejor prevenir. Tomó una de sus bolsas para guardar unos pocos galeones y unos sickles, en caso de ver algún libro que le gustara, Kayla siempre gastaba su dinero en libros.

Cuando la rubia fue a su sala encontró a Damon conversando con Victoria mientras que el Ravenclaw comía un poco de fruta picada.

Los tres almorzaron juntos mientras reían y conversaban sobre algunas anécdotas pasadas.

Damon, Aria y Adara eran como una extensión de la familia O'Connell, eran bienvenidos sin importar la hora o el día y ahora que Kayla estaba deprimida, la presencia de alguno de los tres era lo más normal.

Después de casi media hora, todos acabaron de almorzar, por lo que Kayla y Damon ya se estaban despidiendo de Victoria.

— No dejes que Kayla adopte mas animales— pidió Victoria— La última ocasión que fue al callejón Diagon regresó con un escarbato bebé

— ¡Oye!— se quejó Kayla— El escarbato era lindo y necesitaba mi ayuda, estaba abandonado en aquel viejo callejón

— Hija, yo se que quieres mucho a los animales, pero ahorita Newt está fuera del país y no va a poder venir a recoger lo que sea que adoptes y esta casa no es lo suficientemente grande como para tener muchos animales, ellos necesitan su espacio— le dijo Victoria a su hija— Si me prometes no traer mas animales, prometo que le pediré a Newt que te enseñe donde cuida de todas sus criaturas, ¿Hecho?

— ¡Hecho!— aceptó Kayla con emoción, ella siempre quiso conocer el lugar donde su padrino Newt cuidaba de sus criaturas— ¡Ya quiero ver que tanto crecieron los escarbatos bebés!

— Entonces ya vete con Damon, le escribiré a Newt mas tarde— le sonrió Victoria a su hija— Damon, te encargo a mi pequeña, que no le pase nada y que no traiga más animales a la casa

— Yo la cuido, no se preocupe señora O'Connell— sonrió Damon abrazando a su amiga

Kayla y Damon decidieron usar al red flu, se despidieron de Victoria quien ya tenía los polvos en mano, Damon fue el primero en desaparecer, pasados unos treinta segundos Kayla también desapareció de la casa.

•••

 — ¡Alfred, buenas tardes!— saludó Damon entrando al salón de belleza donde su madre le había indicado que debía comprar su tinte

— ¡Damon, muchacho, tiempo sin verte!— sonrió el viejo— ¿Vienes por la poción para tu madre, cierto?

— Si, ya sabes como es— contestó Damon

Kayla se maravilló al ver la cantidad de pociones que había para cambiar el color de cabello. Azul, morado, verde, rosa, negro, gris, rojo, las posibilidades eran infinitas. 

Al pasar frente a un espejo fue cuando se le ocurrió una idea, ¿Y si ella también se cambiaba el cabello?. Sería una manera de cerrar un ciclo, cambiando algo de ella.

Pensó que tal vez un cambio como ese podría ayudarla a sentirse mejor con su apariencia.

— Damon, ¿Crees que sea buena idea cambiar el color de mi cabello?— preguntó Kayla mirándose al espejo

— ¿De verdad?— preguntó Damon sorprendido— ¿De que color estás pensando?

— No lo sé, quiero un cambio... Pero no uno muy drástico

— Si me permites recomendarte un color, creo que un tono castaño claro podría quedarte bien— propuso una mujer que trabajaba en el lugar

— ¿Qué opinas?— preguntó Kayla a su mejor amigo— ¿Crees que me quede bien? Me asusta un poco pensar en como podría resultar

— Cualquier cosa te va a quedar bien— sonrió Damon— Si tu saltas, yo salto, así que te voy a apoyar en la decisión que tomes

Kayla lo pensó por unos instantes, se miró al espejo y tomó una decisión.

— Lo haré— sonrió Kayla— Gracias señora

La señora que le recomendó el tinte solo le sonrió y siguió con su trabajo, los jóvenes se dirigieron a donde se encontraba Alfred quien ya traía la botella con la poción para la madre de Damon.

—  Aquí tienes Damon, un tono rojizo— sonrió Alfred

— Alfred, también vamos a llevar una en tono castaño claro— pidió Damon

El viejo sonrió y buscó otra botella, luego de unos pocos segundos la encontró. Guardó ambos recipientes en una bolsa para luego entregarlos a Damon.

— Serían dos galeones por ambas botellas— dijo Alfred

Cuando Kayla estaba por sacar su dinero para pagar su botella, Damon se le adelantó, pagando por ambas botellas.

— Considéralo un regalo— sonrió el Ravenclaw— Para que te animes un poco, todo por verte sonreír

— Gracias— agradeció Kayla con una sonrisa— Te quiero Damon

Kayla había tardado unas cuantas semanas en encontrar la fuerza para levantarse de su cama, aún se sentía demasiado triste y no tenía ni la más mínima idea de como seguiría adelante con todo el dolor que aún sentía, pero estaba segura de que ya no dejaría que nada de eso la consumiera. Intentaría salir adelante.

— ¿Qué mejor manera de cerrar un ciclo que pintandote el cabello?— sonrió Damon mientras salían de la tienda— Ahora por favor no vayas a hacer lo que hizo Aria en el quinto año. Cerrar un ciclo pintandose el cabello para luego besarse al ciclo

— Quiero creer que mi caso será diferente— rio ligeramente Kayla

— Me da gusto verte mejor

— Me da gusto saber que te tengo junto a mi para mejorar mi estado emocional— sonrió Kayla

— Kay. Tú siempre me tendrás a tu lado, no importa que, estaré pegado a ti, así tenga que esposar nuestras muñecas— dijo Damon abrazando a la rubia— Eres como mi hermanita menor

Kayla sonrió y correspondió el abrazo, sintiendo así todo el cariño por parte de Damon, sin duda alguna la vida no parecía ser tan mala si consideraba que tenía amigos tan grandiosos como el Ravenclaw a su lado.

Tal vez James Potter había roto su corazón.

Pero sus amigos estaban dispuestos a pegar cada parte de este, aún cuando se encontrara partido en cientos de pedazos.

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