𝟬𝟬𝟯. bad day
𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝙏𝙧𝙚𝙨 👻 𝑴𝒂𝒍 𝒅𝒊́𝒂
A CARLY LE GUSTABA PENSAR QUE era muy convincente, pero ahora mismo no estaba haciendo un buen trabajo intentando que los chicos tocaran más, sorprendiendo a Reggie que parecía el único dispuesto a ello. Alex estaba demasiado paranoico con que Julie saliera a gritarles de nuevo, y Luke parecía distraído.
Un puchero se formó en sus labios cuando todos se alejaron de sus instrumentos, así que Carly se conformó con poner el CD de Sunset Curve que había encontrado Julie. El que aparentemente les trajo de vuelta al mundo de los vivos. Incluso utilizó sus habilidades de fantasma para saltar del sofá a la mesa y pasó los siguientes diez minutos desapareciendo y reapareciendo por todo el estudio.
—Creo que voy a ir a hablar con ella —dijo Luke de repente, los tres le dirigieron una mirada confusa; la única chica que estaba ahí era Carly.
—¿Te refieres a Julie? —preguntó la chica rubia, Luke asintió—. Oh no, creo que es una mala idea.
—¿Qué? ¿Por qué?
Carly puso los ojos en blanco; los chicos podían ser muy despistados a veces.
—No sé si fui la única que se dio cuenta, pero Julie no parece estar contenta de vernos. Y te garantizo que no quiere que un extraño adolescente fantasma aparezca de la nada y trate de convencerla de que nos deje quedarnos en su patio de atrás.
Luke reflexionó por un momento.
—Tiene sentido —murmuró él en voz baja—, en ese caso, quizá deberías hacerlo tú, Carly.
—¿Qué? ¿Por qué? —Carly repitió sus palabras de antes. ¿No acababa de decir que su razonamiento tenía sentido? ¿Por qué intentarían hablar con ella después de eso?
—Porque eres tú eres una chica-
—Muy agudo.
Un resoplido salió de los labios de Luke, de forma burlona.
—Como iba diciendo.... Tú eres una chica, tal vez estaría un poco más tranquila hablando contigo.
Carly lo pensó por un momento, y aunque no le gustaba admitirlo, su razonamiento tenía algo de sentido, al menos para ella. Si estuviera en el lugar de Julie (lo que deseaba de verdad, ya que su corazón seguía latiendo), preferiría hablar con un fantasma femenino antes que con uno masculino. Especialmente si se trataba de un miembro de Sunset Curve, ella les quería a todos más que nada, pero a veces podían ser un poco demasiado.
—Vale, bien. Pero si me vuelve a gritar, le gritaré yo también.
—¡Luego cuéntanos qué tal ha ido! —gritó Alex en lo que Carly desaparecía del estudio y salía de la puerta de la casa de Julie. Por suerte para ella no tuvo que entrar, Julie estaba sentada justo en la puerta. Cuando vio a Carly de pie frente a ella, gritó.
—¡Basta! ¿Podéis dejar de aparecer de la nada? —preguntó con voz exasperada—. Es espeluznante.
—De eso se trata —Carly sonrió—. Y no vamos a dejar de hacer eso. Es divertido.
—¿Qué quieres?
Carly suspiró.
—Vale, sé que todo esto es una locura, pero no eres la única aquí que se está acostumbrando a las cosas. Pero la gente, la gente de verdad por fin puede oír a los chicos tocar. No tienes ni idea de lo mucho que significa para ellos, y para mí.
—Sí, eso es muy flipante —respondió Julie con sarcasmo, Carly frunció el ceño—. Pero he tenido un día muy, muy malo. Tengo que irme-
—¡Espera! Lo siento —dijo la fantasma desesperadamente—. Yo también tengo días malos, créeme que sí. Los he tenido durante los últimos veinticinco años, pero hoy por fin ha sido un momento en el que me he sentido un poco bien. Y esos chicos de ahí, con los que he pasado la mayor parte de mi vida, acaban de descubrir que lo único, lo único que les daba vida en primer lugar pueden seguir haciéndolo. ¿Sabes lo especial que es eso? —Carly sabía que no, nadie más que ellos cuatro podría entender lo especial que era esta situación, pero esperaba que sus palabras pusieran en perspectiva a Julie de lo que estaban sintiendo, porque tal vez después de escucharlas finalmente se relajaría un poco con ellos.
—Es verdad —respondió Julie—. Pero...
—Tu mal día —interrumpió Carly—. Lo entiendo. Y siento que de alguna manera hayamos aparecido en tu vida, pero volver a oírlos tocar me ha hecho sentir viva de nuevo, y deberías haber visto las miradas en sus caras, por fin sentimos que estamos de vuelta donde debemos estar, todos por fin nos sentimos vivos. Así que, si nos odias tanto échanos, pero ellos nunca van a abandonar la música. ¡Volver a tocar! Es un regalo que ningún músico jamás dejaría pasar. Seguro que lo sabes. Está claro que a tu madre le va la música-
—Le iba —la cortó Julie—. Está muerta.
Carly se quedó helada, ¿era por eso que Julie estaba tan amargada de que aparecieran? ¿Porque eran ellos y no su madre? Ella no podía imaginar cómo sería perder a un padre.
—Lo...siento mucho.
—Sí, no lo sabíamos —las chicas se volvieron para mirar a los chicos, ninguna de ellas los había escuchado aparecer.
—De acuerdo. ¿No la habréis visto por ahí, en el sitio del que venís?
—Em... No —Alex sacudió la cabeza—. No, tú eres la única persona que hemos visto.
Carly se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Puedo echar un ojo si quieres —ofreció dubitativa. Julie le sonrió agradecida y asintió.
—Sentimos mucho tu pérdida —dijo Alex por todos ellos.
—Gracias. Y yo siento mi enfado. Tocais más o menos bien —Julie se encogió de hombros.
Carly y Luke se miraron el uno al otro.
—¿Más o menos? —preguntaron al mismo tiempo—. Llevamos 25 años oxidados, tenemos que sacudirnos el polvo.
—Eso. ¿También tocas el piano? —le preguntó Reggie.
—No. No, yo no toco. Todo eso era de mi madre —una cierta mirada bañó el rostro de Julie y Carly la reconoció inmediatamente. La había visto en ella misma y en todos los que estaban a su alrededor, era la mirada que tenías cuando echabas de menos a alguien. La tenía casi siempre que veía su reflejo.
—Pues era una compositora alucinante —dijo Luke.
—Sí, es verdad —asintió, pero se detuvo, mirándolo—. Espera. ¿Cómo lo sabes?
Luke de repente levantó las manos en señal de rendición.
—Hay una partitura en el piano. Si es suya... tu madre tenía mucho talento.
Hubo silencio durante unos segundos antes de que Julie volviera a hablar.
—Si necesitáis... un sitio para quedaros... quedaos ahí. Hay un cuarto de baño al fondo, y el sofá es un sofá cama, si seguís usando esas cosas.
—¡Me pido la ducha! —exclamó Reggie, Carly le miró mal y le dio un manotazo en el hombro.
—No lo creo, ese primer puesto está reservado para mí, pero buen intento —Reggie parecía derrotado, pero aceptó de todos modos, había tenido su cuota de broncas con Carly, y nunca habían terminado bien para él.
—Es... Es todo demasiado raro —dijo Julie torpemente antes de asentir con la cabeza, dándose la vuelta y abriendo la puerta de su casa. Los cuatro fantasmas la vieron irse, y cuando finalmente se perdió de vista, el grupo se animó y se reunió en un abrazo.
—Es bueno estar de vuelta, chicos —dijo Luke. Todos sonrieron y Carly se sintió tranquila por una vez. Si esto era lo mejor que conseguía en el resto de su vida estaría completamente bien con eso, porque en su mente no había nada mejor que esto, estaba con la gente que quería y podía verlos hacer lo que les apasionaba, esa era su parte favorita de la vida cuando su corazón aún seguía latiendo, y sólo porque ya no lo hiciera no significaba que eso tuviera que cambiar.
No les llevó mucho tiempo instalarse, no es que tuvieran ninguna pertenencia, y además todo lo que una banda fantasma podría necesitar ya estaba en el estudio. Carly estaba a punto de dormirse, los chicos habían estado inusualmente silenciosos incluso desde que volvieron a entrar, y su repentina ráfaga de charla levantó el peso que estaba sentado en los párpados de Carly. Era imposible que pudiera dormir con ellos hablando a menos de tres metros de distancia.
—¿Podéis volver a estar callados? —preguntó con descaro, sintiéndose satisfecha cuando sus palabras fueron cortadas. Su paz no duró mucho tiempo, sin embargo, cuando finalmente se reacomodó fue levantada del sofá y arrojada sobre el hombro de alguien. Carly torció el cuello para poder ver bien la cara de la persona—. ¡Alex! ¡Juro por Dios que si no me bajas ahora mismo voy a... —su grito se detuvo cuando sintió que sus pies golpeaban el suelo de nuevo—. Gracias.
—No hay problema, hermanita —contestó Alex, agradeciendo que su temperamento no se hubiera desbordado.
—Pero, ¿por qué era necesario sacarme del sofá?
—¡Nos vamos de excursión! —exclamó Reggie. Los ojos de Carly se abrieron de par en par y entró completamente en modo de pánico, aún no estaba preparada para dejar la seguridad del estudio, no estaba preparada para ver a otras personas.
—Vale —dijo con calma—, pasadlo bien entonces. No hagáis mucho ruido al volver.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Luke—. Tú te vienes con nosotros.
—No, de eso nada —negó Carly rápidamente, dándose la vuelta y dirigiéndose al sofá, que era el único lugar en el que quería estar ahora.
Antes de que pudiera volver a tumbarse en el sofá, dos brazos la rodearon por la cintura, y Carly estaba a punto de ponerse en modo furia total con Alex, él sabía perfectamente que odiaba que la gente la tocara tanto, pero antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, se desvaneció en el aire. Cuando Carly volvió a abrir los ojos, no estaba en el estudio, sino en el tejado de algún lugar que parecía estar en el centro de la ciudad.
Dejó escapar un suspiro tembloroso y se tomó un segundo para asimilar su entorno.
—Oh, Dios mío —susurró incrédula, el olvido a corto plazo se fue y Carly sólo pudo imaginarse a sí misma con vapor saliendo de sus oídos. Reconoció el metal frío de los anillos en las manos que la rodeaban, y gritó—. ¡Luke quítame las manos de encima ahora mismo! —exclamó ella—. Me voy a casa.
—¡Carly! —suplicó Alex—. Sólo quédate, por favor. No estaremos aquí mucho tiempo, lo prometo —su hermano tenía sus ojos de cachorrito en pleno efecto y ella gimió, a veces era imposible decirle que no. Hizo un giro de 360 grados, aún tratando de procesar dónde estaban antes de sentarse. Unas manchas le nublaron la vista cuando miró hacia una luz brillante, y después de unos momentos pudo distinguir la palabra en el cartel. Estaban en el Orfeón.
—Sé que morirnos no estaba en nuestros planes —mencionó Luke—, pero, es bastante fácil desplazarse.
—Para ti, a lo mejor. ¡En el viaje he perdido la camiseta! —se quejó Reggie mientras se abría la chaqueta de cuero. En menos de un segundo, apareció—. ¡Oh, no he dicho nada! Aquí está.
Luke se rió.
Carly evitó mirar hacia la acera y se quedó mirando sus dedos que jugueteaban entre sí, aún no estaba preparada para ver más gente viva.
—Vale, a ver, ¿por qué nos has traído aquí? —preguntó ella.
—Sí, muchas gracias, Luke —Alex le miró con dureza—. Para mí esto es sólo otro doloroso recordatorio de que no llegamos a tocar.
—Chicos, ¿no habéis aprendido nada de esta noche? El juego no se ha acabado —sintió que Luke le ponía la mano en el hombro y, antes de que pudiera procesarlo, ya estaban fuera del tejado y en el suelo. Carly se sintió mareada viendo pasar a toda la gente—. En serio, nos han dado una segunda oportunidad. Vamos a buscar música. A ver cuántos locales podemos visitar antes de que amanezca.
Reggie y Luke comenzaron a caminar, pero Carly seguía aturdida. Alex se dio cuenta de su postura congelada y le dio un suave empujón hacia adelante, ofreciéndole su mano, Carly sonrió suavemente y la aceptó, centrándose en su hermano en lugar de toda la gente feliz que pasaba por delante de ellos. Sin embargo, Alex se vio sorprendido por un hombre de aspecto extraño que chocó su hombro contra el suyo.
—¡Eh! —exclamó el rubio. El hombre se giró hacia ellos e inclinó su sombrero de copa a modo de disculpa.
—¿Qué demonios? —preguntó Carly—. ¿Cómo pudo vernos?
Alex se encogió de hombros, tal vez Julie no era la única que podía hacerlo.
—¡Eh, Alex, Carly! ¿Venís? —Luke les hizo señas para que avanzaran y vitoreó mientras prácticamente saltaban por las calles de California.
Los chicos pasaron la noche con los oídos atentos a cualquier atisbo de música que se escapara de las ventanas y se vertiera en la ciudad mientras Carly tenía los brazos cruzados sobre su pecho y los ojos pegados a los pasos que daban sus pies. No quería estar allí, pero la interrogarían si se marchaba, así que se iba a esforzar, e iba a tratar de acostumbrarse a todo aquello. Tenía la sensación de que se encontraría con gente así mucho más a menudo.
Sin embargo, nada podía compararse con el alivio que sintió cuando finalmente volvieron a la intimidad del estudio. Carly sintió que podía besar el suelo que estaban pisando, estar de vuelta allí después de esa larga noche se sintió como si se quitara un peso de más 20 kilos de encima, si era honesta, ser obligada a salir así arruinó su buen día.
Sin embargo, no estaban solos, los cuatro habían reaparecido justo detrás del piano donde Julie estaba sentada, tocando y cantando las notas escritas en la partitura frente a ella y Carly se encontró rendida al silencio. La canción era hermosa, pero no tan increíble como la voz de Julie. Carly podía cantar sí, pero no así. Si tuviera una voz como la de Julie se lo haría saber a todo el mundo, y nunca dejaría de hacerlo.
Los fantasmas escucharon con atención hasta que la canción terminó, las emociones de Julie eran tan obvias que tendrías que ser tonto para no sentirlas. Cuando finalmente se fue, los ojos de Reggie estaban muy abiertos y ella parpadeaba rápidamente.
—Vaya.
Carly se rió.
—Más que vaya —dijo ella—. Esa chica necesita una banda.
Luke esbozó una pequeña sonrisa.
—Suerte para ella entonces —tenía la sensación de que todos estaban pensando lo mismo.
Y así era, pero Carly no pudo evitar sentir que su sonrisa flaqueaba un poco. Julie en verdad no se daba cuenta de la suerte que tenía de tenerlos, y la chica fantasma esperaba que no se fuera al traste, ya tendría suficiente negatividad en la vida y en la muerte, y esperaba que esta oportunidad trajera de vuelta la luz.
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