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𝟬𝟬𝟭. time is an illusion

𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑼𝒏𝒐 👻 𝑬𝒍 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒆𝒔 𝒖𝒏𝒂 𝑰𝒍𝒖𝒔𝒊ó𝒏


CARLY ESTABA CONFUSA.

No sabía qué estaba pasando. No sabía por qué tenía tanto frío, ni por qué todo estaba tan oscuro, ni por qué estaba tan pálida. Ella no pasó todo ese tiempo fuera sólo para parecer un fantasma.

Pero lo bueno era que no estaba sola. Los chicos estaban allí con ella, el único problema era que no podía recordar cómo habían llegado a donde demonios estaban. Lo último que recuerda son luces parpadeantes y luego todo terminó. Lo siguiente que recuerda es que estaba sentada en una habitación oscura, como en el limbo.

No, en el limbo no. Estar en el limbo significaba que estaba muerta, y eso no es posible, Carly sólo tenía diecisiete años, sana como un caballo también.

¿Podría ser esto el infierno?

Eso tampoco tenía sentido, lo peor que ha hecho Carly es robar veinte dólares de la cartera de su madre sin su permiso, aunque no está segura de los chicos, quién sabe lo que han hecho, pero, ¿por qué iba a ser arrastrada con ellos? Tratar de entender todo esto le daba dolores de cabeza.

Después de un tiempo en el que las cosas no cambiaron, Carly empezó a rendirse, dejó de golpear las paredes, dejó de repasar diferentes escenarios en su cabeza y, en general, ella simplemente dejó de intentarlo. Y Reggie intentando convencerla de que habían sido secuestrados por miembros de la mafia fue la gota que colmó el vaso.

Desde entonces, ha tratado de afrontarlo. Porque, al fin y al cabo, ¿cómo se procesa el hecho de que ya no están vivos?

No le preguntes a Carly porque no tiene ni la menor idea.

Una parte de su afrontamiento era permanecer callada en sus pensamientos, todo era tan insondable para ella en este momento... ¿Por qué murió? ¿Por qué murió alguno de ellos? Ni siquiera se habían graduado en el instituto, ni en la universidad. Ahora Sunset Curve no podía convertirse en una banda famosa, y ahora Carly no podía conseguir un trabajo como manager, no podía casarse o tener hijos. Ya ni siquiera podía comer.

El tiempo ya ni siquiera parecía existir, porque cada hora de cada día hacía lo mismo, sentarse en un rincón y mirar fijamente, eventualmente se empezaban a ver manchas en las paredes oscuras. Lo único que le daba la sensación de que el tiempo pasaba era el sonido del llanto de su hermano, iría a consolarlo, pero primero necesitaba ocuparse de sí misma. Llevaba demasiado tiempo cuidando de todos ellos, y si eso les molestaba, a ella no le importaba. No eran los únicos muertos en la habitación, después de todo.

Cuanto más tiempo pasaba intentando ahogar los sollozos de Alex y las quejas de Reggie y Luke, más ansiaba volver a la Tierra. Echaba de menos a sus padres, si es que se podía creer, echaba de menos discutir con ellos sobre lo que iba a hacer con su vida. Supongo que ya no tenían que preocuparse por su futuro, ya ni siquiera existía, su vida estaba acabada, terminada. Deseó haberse esforzado más en el instituto, siempre supo que podía sacar mejores notas, pero siempre pensó que tendría más suerte y estudiaría más la próxima vez. Ahora tampoco había una próxima vez.

Murió siendo una estudiante con un promedio de Notables bajos.

Eso fue suficiente para que se retorciera en su tumba. Oh, espera, ni siquiera estaba segura de tener una de esas todavía.

Ansiaba cambiarse de ropa, estar sentada con su vestido de verano y su chaqueta vaquera envejecía rápidamente, una de las únicas veces que habló fue cuando le pidió a Luke que le dejara su camisa de franela extra que tenía atada a la cintura, pero él no respondió.

Pasó casi tanto tiempo revolcándose como Carly.

Carly se aburría tanto que había llegado al punto de ser una pro en ahogar el resto de los ruidos de la habitación, a veces incluso repetía sus películas favoritas en su cabeza si las recordaba lo suficientemente bien. Eso era suficiente para mantenerla ocupada y distraída.

Ya no le gustaba hablar con los chicos, sólo le servían de recordatorio, casi como las formas humanas de un signo de exclamación brillando justo en su cara, como un cartel en la carretera que le decía «¡ESTÁS MUERTA! ¿QUÉ DEMONIOS VAS A HACER AL RESPECTO?».

Por suerte para Carly, descubrió la respuesta a esa pregunta con bastante rapidez después de que su corazón dejara de latir.

Absolutamente nada.

Los chicos intentaron hablar con ella, pero fue inútil. Carly no se movía, apenas los miraba y cuando lo hacía su rostro se quedaba con una mirada fría como una piedra o completamente en blanco.

Alex finalmente dejó de llorar, gracias a Dios. Hacía que Reggie se golpeara la cabeza contra la pared y eso resultó en más ruido que Carly tenía que ahogar todo el tiempo. Luke no tenía problemas con ella, siempre sabía cuándo dejarla sola y siempre podía saber cuándo necesitaba a alguien con quien hablar. Y hasta ahora no había necesitado a nadie desde que la metieron en esa ambulancia.

Una noche, cuando se hartó de repetir Eduardo Manostijeras en su mente, volvió a quedarse mirando la pared en silencio, pero no pudo evitar escuchar el sonido de la voz de su hermano, lo echaba de menos, y echaba de menos su risa, hacía demasiado tiempo que no la oía.

—¿Tú crees que esto es el cielo? —preguntó Alex, Carly no estaba segura de con quién estaba hablando—. Porque si lo es, estoy decepcionado.

—No creo que lo sea —dijo Reggie con optimismo—, tiene que haber más.

—Sí, esto no es todo lo que hay —Luke estuvo de acuerdo. 

Por primera vez en mucho tiempo, Carly quiso hablar, para mandarlos a callar. ¿No lo entendían? ¿Sus mentes no habían captado el concepto de que estaban muertos? Que nunca más iban a sentir el sol en su piel, nunca más iban a poder tocar música, nunca más iban a poder hacer algo así. Estaba de acuerdo, la vida después de la muerte era decepcionante, sólo deseaba que el resto de ellos lo afrontara como ella.

Pero antes de que pudiera gritar y levantarse para echarles la bronca, el suelo comenzó a temblar, y las paredes parecieron aclararse en color, Carly corrió hacia los chicos con miedo, ¿era posible que Dios escuchase sus pensamientos de ira, y ahora estuviera enviándolos al infierno de verdad?

—¡Lo siento! —gritó Carly en voz alta, esperando que su disculpa fuera aceptada y pudieran quedarse en este abismo.

Pero el temblor no se detuvo y las paredes siguieron cambiando, para cuando dejaron de hacerlo eran casi de color blanco.

Su brazo se aferró al de Alex, todos respiraban con aprehensión, sin tener idea de lo que sucedería a continuación.

Sin embargo, nunca hubiera imaginado lo que ocurrió, el suelo desapareció y Carly sintió de repente que caía del cielo, su pelo le daba en la cara bloqueando su visión mientras sentía que su cuerpo chocaba de vez en cuando con el de otra persona. Se sintió como si estuviera cayendo durante cinco minutos hasta que golpeó el suelo, y con fuerza.

Carly pensó que había vuelto a morir, tenía un peso en el pecho y apenas podía respirar, y pequeñas manchas blancas le nublaban la vista. Tardó un momento en recuperarse de estar tan desorientada, pero cuando volvió a sentirse normal, sus ojos se pusieron en blanco.

—¡Reggie! —exclamó ella—. ¡Quítate de encima de mí! ¡No puedo respirar!

—¡Lo siento! —chilló, su voz lo hizo sonar como una niña pequeña.

Se oyeron unos gemidos llenos de dolor y Carly levantó la cabeza, sólo para encontrar a Luke y a Alex hechos una bola en el suelo junto a ella.

—¡Hala! —gritó Luke, al cabo de un segundo estaba de nuevo en pie, tirando de ella para levantarla del suelo—. ¿Cómo hemos vuelto aquí?

Carly miró alrededor de la gran habitación y sintió que podía llorar. Pensó que no volvería a ver el estudio, y la idea de no volver a sentir su calor o su comodidad la alteró casi tanto como el hecho de estar muerta.

Hubo otro grito, pero sonó demasiado femenino para venir de uno de los chicos, incluso de Reggie, y Carly sabía que no era ella porque sorprendentemente su mandíbula aún se sentía como si estuviera conectada con alambre. Dio un respingo cuando su mirada se posó en otra chica al otro lado de la habitación, Alex saltó hacia ella y ambos gritaron junto con los otros chicos, pero después de unos segundos la chica se detuvo y salió corriendo de la habitación.

—¿Qué está pasando? —preguntó Alex, con los ojos muy abiertos.

—No tengo ni idea —Carly seguía contemplando el estudio, se veía muy diferente, pero mejor de alguna manera, menos parecido a un basurero—. Pero no me quejo.

La chica chillona no volvió hasta dentro de unos minutos, y Carly estaba tan ocupada mirando a su alrededor que apenas se dio cuenta.

—¿Seguís aquí? ¿Seáis lo que seáis? —preguntó, uno de ellos se movió y la chica suspiró, dejando caer sus manos, una de ellas con una pequeña cruz—. Sé que vi algo. No estoy loca.

Luke les hizo señas al lugar que había detrás de la chica aterrorizada y los cuatro aparecieron ahí. El castaño se encogió de hombros.

—Todo el mundo está un poco loco.

La chica soltó otro grito y volvió a levantar la cruz.

—¡Jolín! ¡Deja de gritar ya, por favor! —suplicó Alex tapándose los oídos, Carly se encogió. Hacía tiempo que no escuchaba un ruido tan fuerte.

—¡Quiénes sois! ¿Y qué hacéis en el estudio de mi madre? —demandó ella.

—¿El estudio de tu madre? —preguntó Carly confundida—. ¡Es nuestro estudio! Bueno, su estudio —su pulgar señaló el grupo de tres a su izquierda.

—Sí, ¡el piano de cola es nuevo! y-y... —exclamó Luke, y Carly pudo ver en su cara las ganas que tenía de tocar—. ¡Oh Dios mío! ¡Mi sofá! —Carly frunció las cejas, no entendía por qué le gustaba tanto esa cosa.

»Espera un minuto. Pero esa no es mi guitarra —se enderezó bruscamente en el sofá, mientras señalaba el instrumento y se levantó, dirigiéndose a la chica morena—. ¿Me perdonas un segundo? —le preguntó a la chica, ella sólo estiró aún más las manos con la cruz, todos los fantasmas abrieron los ojos—. Es... ¡Solo un segundo! Gracias.

Luke los reunió a todos en un rincón en un pequeño círculo

—Chicos, ¿qué está pasando? ¿Cómo ha traído aquí sus cosas tan deprisa?

—A lo mejor es una bruja —especuló Reggie—. Hay sillas flotando en el techo.

—Reggie, las brujas no existen —dijo Alex, con un tono un poco molesto.

—¿Seguro? —replicó Reggie—. Porque yo pensaba que los fantasmas tampoco, y mira cómo hemos acabado.

No le gustaba, pero Carly no pudo evitar estar de acuerdo.

—Bien visto —murmuró Alex, ahora sonando derrotado.

—¿Qué tal si nos calmamos todos un poco? —sugirió Carly—. ¿Han visto lo asustada que está esa chica? Alex, ¿te puedes encangar de esto? —su hermano siempre fue el que tenía más tacto con la gente de todos ellos.

Alex asintió con seguridad y se volvió hacia la chica asustadiza, que seguía sosteniendo su cruz.

—¿Por qué estás en nuestro estudio? —preguntó él educadamente.

La morena empujó la cruz hacia su pecho pero lo atravesó como si fuera una invención hecha de aire.

—¡Santo cielo! —exclamó la chica—. ¡¿Cómo lo has hecho?!

Carly le dirigió una mirada aburrida y se puso al lado de Alex.

—Vale, ya veo que no te das cuenta. Está claro que no lo pilla, chicos. No te preocupes, yo tampoco, la verdad-

—Mira. Somos fantasmas, ¿vale? —afirmó Alex, cortando a su hermana, Carly se burló. Qué manera de sacar el tema fácil—. Cuatro fantasmas, y estamos contentos de estar en casa. Así que gracias por las flores, alegran.. mucho la habitación.

—¡No somos sólo fantasmas! —dijo Luke—. Somos un grupo de música, Sunset Curve.

—¡Corre la voz! —agregó Reggie rápidamente.

—Anoche iba a ser una noche super importante. Iba a cambiarnos la vida.

—Y ya te digo que fue así, idiota —murmuró Carly, Luke puso los ojos en blanco.

La chica desconocida dejó escapar un fuerte suspiro.

—Me estoy asustando —bajó la cruz y se llevó la mano al bolsillo de sus vaqueros, sacando un pequeño objeto rectangular, Carly ladeó la cabeza confundida.

—¿Qué es eso?

—¿Qué haces? —preguntó Luke al mismo tiempo.

—Es mi móvil —explicó la chica, pero al momento sus ojos se abrieron rápidamente—. No, deja de hablar con ellos, Julie. ¡No son de verdad!

—¿A quién llamas? —Alex se inclinó hacia delante para intentar echar un vistazo a la pantalla, mientras que Carly seguía confundida, no era así como recordaba el aspecto de un móvil.

—Busco "Sunset  Swerve" en Google —dijo Julie, con los ojos entrecerrados.

—¡Es Sunset Curve! —corrigió el grupo de cuatro con descaro.

La expresión de la chica cambió y Carly tuvo la sensación de que no le iba a gustar lo que iba a decir.

Julie jadeó y los miró a todos.

—Vaya. Sí que existe Sunset Curve. Moristeis —se detuvo por un segundo antes de continuar—. Pero anoche no.

Ahí está, aún más malas noticias. Pensó Carly.

El tono de Julie era confuso cuando volvió a hablar.

—¿Hace 25 años?

A pesar de que su corazón no late desde hace veinticinco años, aparentemente, Carly sintió que se había detenido. ¿Cómo podía haber pasado tanto tiempo? Ella creía que habían estado en esa habitación durante una semana, o dos como máximo. Pero no veinticinco años.

Ella ya debería ser una cuarentona, no un fantasma de diecisiete años.

—¿Qué? —dijo Reggie perplejo—. ¡No! No, no, no, no. E-E-Es imposible —Alex y Luke asintieron con la cabeza, de acuerdo con él—. Cuando salimos flotando de la ambulancia, sólo estuvimos en esa habitación oscura donde Alex lloró todo el tiempo y Carly actuó como una reclusa.

—A veer, no creo, estábamos todos muy disgustados —se defendió Alex, con la voz algo afinada al principio.

—Pero estuvimos como un par de horas  —dijo Luke, frenéticamente—. Y luego aparecimos aquí.

—Mirad —Julie giró la brillante pantalla hacia ellos—. Os digo lo que pone en mi teléfono —Carly se tomó un momento para analizar el artículo en busca de la fecha—. ¿Veis? Moristeis en 1995, con 17 años. Ahora estamos en 2020.

—¿Estamos en el futuro? —Reggie parecía un niño pequeño en Navidad.

—Eh, eh, aquí dice que han pasado veinticinco años. ¡¿Llevo llorando veinticinco puñeteros años?! —se esforzó por no sonar histérico—. ¿Cómo puede ser eso?

—Eres una persona muy emotiva —exclamó Reggie.

—¡Ni hablar!

—Creía que te daba miedo venir aquí. ¿Estás hablando con tu amigo fantasma? —preguntó una nueva voz, Carly vio a un niño entrar en la habitación—. ¿Cómo es? ¿Es espantoso?

—Ja —Alex empujó el brazo de Reggie con el suyo—. Puede verte.

—¡No, no puede! —dijo Julie con severidad.

El niño miró a su hermana como si estuviera loca después de mirar a los lados.

¿Qué?

—Nada, ¿qué quieres?

—Una hermana normal, para empezar —espetó él. Carly resopló, definitivamente ya había escuchado eso antes—. Deja de ser tan rara y ven a cenar.

Julie los miró a todos una vez más antes de dirigirse a la puerta.

—A ver, siento mucho lo que os ha pasado, chicos, pero este estudio ya no es vuestro. Tenéis que iros.

La chica rubia se cruzó de brazos.

—Ni pensarlo.

Luke le dirigió una mirada que le indicaba que retrocediera sin decir ninguna palabra.

—Vale, a ver, antes de que te vayas, yo soy Luke —se presentó—. Y estos son-

—¡Reggie! Soy Reggie, hola —el chico de la chaqueta de cuero agitó la mano.

—Yo soy Alex.

Todos se volvieron hacia Carly, pero cuando ella no habló, Luke negó con la cabeza.

—Y esta es Carly, no le hagas caso.

Julie se fue sin decir nada más y Carly no pudo evitar sentir que quería hacer lo mismo.

Las palabras no podían expresar lo feliz que estaba de estar fuera de esa estúpida habitación negra, pero las palabras tampoco podían describir correctamente la conmoción que sentía, cómo habían pasado veinticinco años, una sobrecarga de preguntas nublaba su cabeza y todo lo que quería eran respuestas, pero Carly sabía que no iba a obtenerlas sentada en el estudio, pero al mismo tiempo todavía no estaba preparada para volver al mundo, sabía que ver a todos los que la rodeaban vivir sus vidas sería demasiado abrumador.

Por ahora, las respuestas tendrían que esperar.


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