
𝟏|𝐑𝐔𝐍 𝐆𝐈𝐑𝐋 𝐑𝐔𝐍
❝ están tratando de atraparte
¡corre chica corre!
se mueren por detenerte ❞
Los gritos se hacían cada vez más fuertes y exuberantes, ella tapaba sus oídos con la almohada mientras se revolcaba en su cama tratando de quedarse dormida al menos por cinco minutos. Sabía lo que sucedía afuera y sabía las consecuencias de lo que podría pasar después.
Se levantó de la cama, tomó la lámpara qué se encontraba a un lado de su cama y se dirigió a su tocador, tomó uno de los cepillo qué ahí se encontraban y comenzó a cepillar su larga cabellera rizada y castaña, casi llegando por debajo de su cintura.
Hizo una trenza en su pelo y se miró al espejo, necesitaba dormir.
Como si hubiesen escuchado sus plegarias internas, los gritos dejaron de oírse. ¿Ya habrá terminado?
Se acercó a la puerta de su habitación y en cuanto iba a tocar el pomo de esta, la puerta fue abierta abruptamente, afuera estaba un anciano de cabello blanco y marchito con una expresión de preocupación y desespero.
-Profesor. ¿Sucede algo? ¿El parto ya terminó?- preguntó la chica mientras dejaba pasar al hombre.
-Princesa... Su tía Prunaprismia... Acaba de dar a luz a un varón.
La joven miró a su profesor sorprendida, sabía lo que significaba.
La joven princesa de inmediato corrió hacia su armario, sacando de este uno de sus tantos vestidos, una capa roja y unas botas negras.
-Mientras se prepara, majestad, iré a despertar a su hermano. Nos encontraremos en el establo en diez minutos. Y por favor, tenga mucho cuidado. - la joven princesa asintió y el profesor salió disparado de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
Tan rápido como pudo, quitó el camisón qué tenía puesto y se colocó el vestido celeste, amarró las agujetas de sus botas, por último colocó la capa sobre sus hombros y tomó un bolso marrón qué estaba en un perchero, listo con las cosas que ella probablemente necesitaría.
Abrió la puerta de su habitación y asomó la cabeza con cuidado de no ser vista, al corroborar que el pasillo estaba despejado, se puso la capucha de la capa y corrió lo más rápido que pudo por los pasillos del castillo.
Bajando escaleras, cruzando largos pasillos y evitando a cualquier guardia que pudiera verla, por fin llegó al establo donde ya se encontraba el profesor y su hermano Caspian, este último guardando una espada en su cinturón.
-Pensé que te tomaría más tiempo despegarte de las sábanas- bromeó la princesa.
El chico al notar que su hermana ya estaba preparada, dirigió su mirada de ella al profesor sucesivamente.
-¿Como, ya sabias de todo esto? - preguntó desconcertado mientras observaba a su hermana tomar una de las tantas espadas del estante y un arco y su carcaj con flechas enganchados en su hombro izquierdo.
-Por favor, Caspian, solo un tonto no se daría cuenta de lo que haría el tío Miraz si llegaba a tener un niño.- dijo con obviedad mientras ella y su hermanos se subían cada uno a un caballo
-Si pero-
-Basta de charla, no hay tiempo. Vayan al bosque y oculten se.
-¿Al bosque?- Preguntó el chico confundido, las historias que el profesor le contaba a él y su hermana no hacían ver el bosque como un lugar al qué quisieras ir.
El anciano sacó algo envuelto en trapo viejo de su bolso y se lo entregó a la joven, ella sabía lo que era y sabía lo que debía hacer con el.
-Encontrar esto me llevó muchos años, no lo usen a menos que sea necesario- dijo mientras la chica lo metía en su bolso.
-¿Volveremos a verlo, profesor?- preguntó el chico con una clara angustia en su rostro.
-Espero que si, nobles príncipes. Aún hay muchas cosas que debo contarles, todo lo que conocen cambiará ahora.
-¡Suban el puente!- se escuchó gritar a uno de los guardias. Ambos hermanos se prepararon y con dos palmadas a cada caballo, el anciano se despidió de ambos príncipes mientras estos dos cabalgaban hacia la salida del castillo, esquivando a un par de guardias en el transcurso.
En cuanto estuvieron en el puente de piedra, fuegos artificiales se hicieron notar en el cielo ruidosamente a la par que una voz masculina gritaba.
-¡Un hijo, un hijo! ¡La reina Prunaprismia le ha dado un hijo al rey Mira!- ambos jóvenes se miraron significativamente tras la palabras dichas por el desconocido hombre.
Al mirar atrás, la joven pudo notar como varios guardias en caballo iban tras ellos, incluyendo al general Glozelle. Asintió hacia su hermano y ambos cabalgaron aun más rápido, saliendo por fin del puente.
Se adentraron al bosque, ambos con un miedo creciente dentro de si, podían encontrar cualquier animal o criatura allí.
Los dos príncipes cabalgando hasta llegar a un lago que cruzaron con dificultad pero en cambio, los caballos de los guardias si se hundieron en este. Siguieron cabalgando, hasta que en un momento Caspian miró hacia atrás asegurándose que nadie los perseguía pero al momento de volver su vista al frente chocó con una rama cayendo al suelo de bruces y siendo arrastrado por su caballo que no dejaba de correr, hasta que logró sacar su pie y soltarse, sin embargo el caballo huyó y Caspian se quedó tirado en el suelo
-¡Caspian!- gritó la chica quien iba más adelante, regresó su caballo en busca de su hermano.
De un momento a otro, dos criaturas salieron de un árbol, eran enanos. Y vieron a Caspian tirado en el suelo mientras su hermana llegaba a él para ayudarlo. Caspian se levantó alarmado mirando su espada, uno de los enanos vio como se acercaban los guardias y se dirigió hacia la otra criatura
-Encárgate de el- le dijo para luego correr hacia los guardias
Caspian miró al enano y luego a su hermana.
Debo ponerla a salvo, pensó el joven príncipe.
-¡Tienes que salir de aquí!- Gritó hacia su hermana, rápidamente la chica se negó asustada por las dos criaturas qué acababan de aparecer
-¡No pienso dejarte!
-¡Sal de aquí! Por favor... Prometo buscarte, pero por favor ¡corre!
Tras pensarlo unos segundos, la joven princesa accedió a la petición de su hermano y rápidamente sacó el objeto envuelto en tela de su bolso, lo lanzó a Caspian quién lo atrapó torpemente y con una última mirada llena de lagrimas, siguió cabalgando más adelante, dejando atrás a su hermano.
No pasó mucho tiempo mientras ella seguía huyendo, y de repente, pudo escuchar el cuerno de la reina Susan sonar...
El aburrimiento era palpable en su rostro, las ruidosas personas a su alrededor charlando y riendo lo estaban sofocando.
El regreso a clases había llegado y las vacaciones llegaron a su fin. Se sentía ajeno a todos los chicos que lo rodeaban, no quería estar allí, no con toda esa gente estúpida que lo único que hacían era reírse y hablar de lo maravillosas qué habían sido sus vacaciones.
¿A quien le importa? El habia ido a otro mundo dentro de un ropero y no estaba regocijándose de ello.
No es que le fueran a creer si decía que había reinado un país durante siete años... Pero ¿y que? El lo había vivido en carne y hueso.
Prestó más atención a la bulla de su entorno, qué al parecer se había hecho más ruidosa. Miró hacia un costado de la estación, un tumulto de gente se encontraba amontonada mientras gritaban "pelea, pelea, pelea"
Otra vez no, pensó a sus adentros. Se levantó de la banca en la que estaba sentado y caminó apresuradamente hacia el gentío, empujando a quien se le atravesara. En cuanto llegó a la razón del escándalo, tiró su mochila a un lado sin importar que alguien la pisoteara y se lanzó a uno de los dos chicos que golpeaban a su hermano mayor, involucrándose en la pelea.
Escuchó a su hermana Lucy llamarlo, gritando qué se detuviera, el no lo hizo.
Sintió unos brazos fornidos alrededor de si mismo, alejandolo del chico que había estado golpeando en la cara, pataleaba y se retorcía para que aquella persona lo soltara pero se detuvo en cuanto vio que se trataba de un guardia.
Peter también fue alejado del otro chico por otro guardia, en cuento los guardias de la estación pusieron el orden y los demás niños se dispersaron en la estación, los cuatro hermanos se sentaron en la banca qué él había ocupado anteriormente.
-De nada- dijo Edmund hacia su hermano, que dando a entender que lo había ayudado en la pelea.
-Lo tenía controlado
-¿Por que fue esta vez?- preguntó su hermana Susan, mientras suspiraba cansinamente.
-Me empujó- dijo Peter, así sin más mientras se encogía de la hombros.
-No puedo creerlo- susurró Edmund tomando el puente de su nariz. Definitivamente su hermano tenía demasiados problemas de ira.
-¿y por eso lo golpeaste?
-No. Después de empujarme, me dijo que me disculpara. ¡No iba a disculparme! Entonces lo golpee.
-Peter no puedes ir golpeando a las personas solo porque sí - alegó Susan mientras lo miraba con reproche, el rubio rodó los ojos con una clara expresión de "cierra la boca"
Peter soltó un bufido y se levantó de la banca, mirando hacia las vías de la estación.
-¿No están cansados de que siempre los traten como niños?
-Somos niños- dijo Edmund con obviedad. ¿Acaso Peter se creía un anciano cobra pensiones?
-Si pero no siempre lo fui. Ya pasó un año- dijo con frustración mientras volvía a sentarse -¿cuanto más tiempo nos hará esperar?
-Creo que es tiempo de acostumbrarnos a nuestra vida aquí- dijo Susan. En un momento miró por encima del hombro de Peter y rápidamente volteó su mirada y susurró hacia ellos -Rápido. Hagan como si estuvieran hablando conmigo.
-Estamos hablando contigo.
-¡Au!- chilló Lucy de repente mientras se levantaba de la banca de un respingo
-¡Cállate!
-Es que algo me pellizcó- se defendió la pequeña señalando donde segundos antes había estado sentada
-¡Oye! ¿Qué te pasa?- Peter se levantó molesto mientras miraba a Edmund
-¿De que hablas? Ni siquiera te toqué - ¡Ay! ¡Susan!
-¿Sienten eso? Es como si algo nos absorbiera- dijo Peter mientras trataba de buscar una explicación a lo que sucedía
-¡Es como magia! - chilló Lucy con emoción
-Rápido, tómense de las manos- dijo Susa agarrando la mano de Lucy mientras esta tomaba la de Peter
-¡No voy a hacer eso!
-¡Calla y hazlo, Ed! - demandó Peter tomando la mano del pelinegro a la fuerza
Los cuatro sintieron un tirón, como si algo los empujara hacia atrás, de repente la estación comenzaba a quebrarse, como si alguien golpeara martillos fuertemente en las paredes. Por las grietas podía observarse un cielo tan celeste y brillante, junto al sonido de agua corriendo. ¿Un océano?
El tren hizo presencia en las vías, andaba y andaba como si fuera infinito, los cuatro hermanos divisaron a su alrededor como la estación comenzaba a desaparecer dando paso a una isla qué desconocieron por completo.
La brisa era tan fuerte que Lucy tuvo que sostener su sombrero para que no saliera volando, el tren seguía andando velozmente.
En cuanto se vio la parte trasera del tren, este desapareció y ya no estaban en la estación, estaban dentro de una amplia cueva, qué sólo era iluminada por el exuberante sol, miraron a un costado, un hermoso cielo celeste y brillante, sin una sola nube, la arena tan limpia y el océanos tan calmado.
Salieron de la cueva, y la brisa los golpeó gratificantemente, Lucy miro a sus hermanos con una pequeña sonrisa y salió corriendo directo al océano, quitando sus zapatos y calcetines con sus hermanos haciendo lo mismo tras ella.
-¡El que llegue de último pierde!
Jugaron y chapotearon en el agua, felices, se empujaban entre sí mientras se salpicaban agua.
Luego de un rato de jugar, Edmund miró hacia arriba, notando unas ruinas sobre un gran risco plano.
-¿Qué sucede, Ed? - preguntó Peter al ver en lo que su hermano se concentraba
-¿Donde crees que estamos? - preguntó
-¿Donde más podríamos estar, Ed? - soltó el chico con una sonrisa
Edmund miró a su hermano
-Es que nunca había visto ruinas en Narnia.
Sentía las piernas entumecidas, estaba cansada y con mucha sed al igual que su i pobre caballo.
La joven princesa se detuvo en un pequeño claro del bosque donde había una pequeña laguna, bajó del caballo sintiendo el alivio de sus piernas por fin podían estirarse, su caballo relinchó y se sentó en la hierba. Ambos estaban demasiado cansados
Sacó una cantimplora de su mochila y sacó agua de la pequeña laguna, en cuanto el agua corrió por su garganta, se sintió tan jodidamente bien y agradeció a todos los seres existentes por ella.
En cuanto tomó la suficiente agua, se dirigió a su caballo y lo condujo hasta la pequeña laguna para que pudiera tomar agua lo cual hizo.
Se sentó sobre el tronco de un árbol y soltó un bufido frustrado.
¿Como estará Caspian?
¿Siquiera seguía vivo?
Sacudió su cabeza alejando cualquier pensamiento negativo, debía ser positiva, debía seguir y volver a encontrarse con su hermano, así le costará la vida.
¿Pero ella sería capaz de sobrevivir sola en el bosque?
Claro que eres capaz, se reprendió internamente.
Desde pequeña había entrenado y estudiado para no solo ser una gran princesa sino también una guerrera.
Los entrenamientos con espada con el general Glozelle y las lecciones de tiro con arco con su tía habían sacado frutos rápidamente y tan solo cuando tenía diez años, era capaz de tener un duelo con espadas.
Pero ¿para que? Nadie la tenía nunca en cuenta, hiciera lo que hiciera, los ojos y la atención de las personas siempre iban a dirigirse a Caspian, después de todo el sería el próximo rey.
Ella no sentía celos, ni mucho menos envidia. Al contrario; sentía una gran admiracion y orgullo por su hermano, pero aveces ella simplemente quería dejar de ser, por al menos una vez la sombra de su hermano.
Se distrajo abruptamente de sus pensamientos en cuanto escuchó una rama quebrarse, miró en su entorno pero no había nada.
Decidió que mejor continuaba su camino hasta encontrar un lugar seguro en el que podría estar.
Rápidamente se montó de nuevo en su caballo y comenzó a cabalgar mientras seguía mirando en todo el bosque, tratando de divisar el más mínimo movimiento.
De repente sintió como algo afilado se clavaba en su muslo derecho, una punzada dolorosa hizo qué perdiera el control y cayera hacia un costado del caballo, quien desgraciadamente siguió corriendo tras el repentino susto.
Se sentó en el pasto y en cuanto vio su pierna, la confusión y el dolor desgarrador se mezclaron.
Una flecha, había una maldita flecha clavada en su pierna.
Se levantó con dificultad, soltando jadeos por el dolor y caminó hacia un árbol para poder recostarse y tratar de solucionar la situación, pero en cuanto se acercó al árbol un hombre apareció tras el con una sonrisa triunfante.
-Por fin he podido dar contigo- dijo el chico. No era tan mayor, de hecho se veía que tan solo era algunos años mayor que ella, pero aún así se asustó al ver que definitivamente era uno de los guardias de Miraz, llevando consigo un arco en su mano -Ya puedo imaginar lo agradecido qué estará Lord Miraz conmigo en cuanto le entregue a la querida princesa.
El chico se acercó peligrosamente a ella, la joven retrocedió a tropezones casi cayendo al suelo. El joven guardia la acorraló en un pequeño tronco, poniendo sus manos a cada lado de ella para evitar que escapara.
-Justo ahora no eres tan imponente, ¿verdad?- dijo con un tono ronco y siseante en su voz, acercándose cada vez más a su rostro.
Ella no dijo nada, simplemente lo miró en silencio con los ojos cristalinos, temiendo por su vida y por lo que el joven guardia pudiera hacer con ella.
El tomó una parte de su cabello y lo jaló tan bruscamente qué ella soltó un quejido, ahora con sus lágrimas corriendo por sus mejillas.
-Por favor...
El chico tomo la despelucada trenza qué tenía y acarició su largo cabello. Ella no lo soportó más y rapidamente analizó la situación y las consecuencias.
Tienes una maldita flecha en la pierna, úsala.
En un abrir y cerrar de ojos, la chica dio un rodillazo en la entrepierna, con la pierna qué no se encontraba herida. El chico retrocedió con dolor encorvado y al momento en que iba a incorporarse por completo, ella tomó la flecha clavada en su pierna y la sacó de un tirón para luego clavarla en el estómago del guardia, quien rápidamente soltó un aullido de dolor.
El chico se enderezó y sacó la flecha de su estómago con brusquedad, la miró extremadamente enojado.
Ella salió corriendo, corrió y corrió hasta más no poder, ignorando por completo la sangre que corría por su pierna, al guardia que corría tras ella y lo vulnerable qué ahora se sentía.
Ella corrió y corrió y seguiría corriendo sabiendo que sus posibilidades de sobrevivir eran pocas.
Sin importar quien o que la persiguiera, sin importar si la atrapaban o no, ella seguiría corriendo porque era su única salvación.
❝ ¡corre chica corre!
y desaparece entre los árboles
Mañana es otro día
y no tendrás que esconderte ❞
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