𝟎𝟒 ♧ 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎
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ˡᵒᵛᵉ ᵍᵃᵐᵉ
❜ ⌗ . . . 𝖈𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔 . . . ⌗ ❜🌿✨
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│❝ CALLEJONES Y
LA PLATAFORMA 9¾ ❞
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A LA MAÑANA siguiente, la castaña despertó aturdida, cansada. Todo era tan extraño, era raro saber que a partir de aquella noche nada sería igual. Harry no era más que su amigo, aquellos que consideraba padres eran personas insignificantes, sus verdaderos padres habían muerto, y sobre todo... Era una bruja. En su interior, rogaba porque todo hubiese sido una mentira, una terrible pesadilla y poco más. Sin embargo, cuando abrió los ojos y se encontró con el enorme saco y el gigante tirado al lado de ella sobre el sofá, sus dudas se discreparon. «Dios, esto es en serio...» se dijo a sí, tratando de convencerse esta vez de que no era un sueño.
Era cierto que desde pequeña, ella siempre había adorado la posibilidad de un mundo con magia, un mundo donde las cosas se dieran tan fáciles como mover una varita mágica. Pero en ese momento, comenzaba a pensar que a la próxima, tendría mucho más cuidado con lo que se deseaba. Ya no quería más magia que la de los libros.
—Muy bien, ¿están listos? —preguntó Hagrid sentándose sobre el sillón.
«Me voy levantando, estoy todo menos lista» pensó ____________.
—Deja que me ponga algo más y ya —accedió la castaña. Rápidamente se colocó sus jeans negros junto a una playera aquamarina que tenía la inscripción Love en ella, además de unos tenis y cepillar velozmente su cabello.
Ambos siguieron a Hagrid fuera de la cabaña. El cielo estaba ya claro y el mar brillaba a la luz del sol. El bote que Vernon había alquilado todavía estaba allí, con el fondo lleno de agua después de la tormenta.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Harry, mirando alrededor, buscando otro bote.
___________ no se atrevía a levantar la vista del piso, continuamente sus lentes se bajaban, pero sus agallas no eran las suficientes para alcanzar a levantar su vista.
—Volando —dijo Hagrid.
—¿Volando? —preguntó ___________ por primera vez, completamente incrédula ante la respuesta del hombre.
—Sí... pero vamos a regresar en esto. No debo utilizar la magia, ahora que ya los encontré
Intentaron subir al bote, y mientras Hagrid y Harry no tuvieron problema alguno, ___________ miraba el bote con algo de desconfianza.
—¿Y si mejor vamos caminando? —sugirió con la voz temblante.
—¿En serio pretendes que crucemos esto caminando? —se burló el azabache de la castaña, quien inmediatamente le dirigió una horrible y aterrorizante mirada. —¿Es en serio que no puedes subir? —murmuró Harry acercándose al borde del bote.
—Tengo ciertos principios de no subirme a lugares no firmes, ¿sabes? —respondió la ojiverde.
Con cuidado, intentó subiendo un pie, pero el bote tembló, y pronto ___________ se retractó.
—Por favor, ___________, no tenemos todo el día —riñó Hagrid.
«¿Por qué yo? ¿Qué demonios hice?» se quejaba la castaña para sus adentros.
Harry se acercó a ella, tomándola por los antebrazos cerca del borde. Estaba temblorosa, pero pronto subió al bote, el cuál se movió bruscamente, sus piernas temblaron igual que sus manos, y así, sin abrir los ojos siquiera, sintió que estaba a salvo con Harry sosteniéndola fuertemente.
___________ todavía miraba a Hagrid, tratando de imaginárselo volando. Resultaba graciosa la imagen de alguien igual de voluminoso y grande que Hagrid, volando por los aires, ya fuera sostenido por su rosado paraguas o simplemente volando igual que una pluma.
—Sin embargo, me parece una lástima tener que remar —dijo Hagrid, dirigiendo a Harry una mirada de fastidio —Si yo... Apresuro las cosas un poquito, ¿Les importaría no mencionarlo en Hogwarts?
—Por supuesto que no —respondieron ambos al mismo tiempo, deseosos de ver más magia, aunque temerosos por las consecuencias. Hagrid sacó otra vez el paraguas rosado, dio dos golpes en el borde del bote y salieron a toda velocidad hacia la orilla. __________ comenzaba a aceptar la idea de la magia. Después de un tiempo de pensarlo, ya no parecía tan malo. ¡Podría hacer cosas con una varita!
A pesar de que durante el camino Hagrid y Harry hablaban sobre algunas cosas, ___________ no podía prestar atención, tenía la mirada perdida, solo mirando como se alejaban de la horrible cabaña, mientras seguía debatiendo en su interior una sola cosa. Su origen.
—Hagrid —llamó la castaña cuando el gigante y su... Y Harry habían parado de hablar. —¿Quiénes son precisamente... Roe... Aud...? —balbuceó débilmente sin recordar los nombres de las personas que Hagrid había mencionado.
—¿Rowan y Audrey? —inquirió el gigante, a lo que la castaña asintió. —Ellos dos, eran personas increíbles, Rowan perteneció a Gryffindor, mientras que Audrey era una Ravenclaw de pies a cabeza —explicó brevemente. —Y no puedes insistir más, ya dije que no soy el indicado para decírtelo, tendrás que esperar un poco más —indicó, la ojiverde asintió resignada.
En aquel momento, el bote dio un leve golpe contra la pared del muelle. Hagrid dobló el periódico que había estado leyendo y subieron los escalones de piedra hacia la calle.
Las personas que pasaban por ahí miraban mucho a Hagrid, mientras recorrían el pueblecito camino de la estación, y absolutamente nadie podía reprochar, Hagrid no sólo era el doble de alto que cualquiera, sino que señalaba cosas totalmente corrientes, como los parquímetros, diciendo en voz alta: —¿Ven eso, chicos? Las cosas que esos muggles inventan, ¿verdad?
—¿Podemos parar un segundo? Ya no puedo ni respirar —se quejó nuevamente, sentía como sus pulmones se cerraban poco a poco y verdaderamente no podía respirar.
Vio cómo Harry rio un poco, ambos estaban algo cansados, pues las pisadas de Hagrid equivalía por lo menos diez de las suyas.
—Hagrid —dijo Harry, jadeando un poco mientras correteaba para seguirlo —, ¿No dijiste que había dragones en Gringotts?
—Bueno, eso dicen —respondió Hagrid. —Me gustaría tener un dragón.
—¿Te gustaría tener uno? —preguntó ___________ con una mirada extraña. Tampoco es que fuera muy normal ir por ahí deseando un dragón.
—Quiero uno desde que era niño... Ya estamos
Habían llegado a la estación. Salía un tren para Londres cinco minutos más tarde. Hagrid, que no entendía «El dinero muggle», como lo llamaba, dio las monedas a Harry para que comprara los boletos.
La gente los miraba más que nunca en el tren. Hagrid ocupó dos asientos y comenzó a tejer lo que parecía una carpa de circo color amarillo canario.
—¿Todavía tienen la carta, niños? —preguntó, mientras contaba los puntos.
Ambos sacaron sus cartas y comenzaron a leer: —Los de primer año necesitarán: tres túnicas de trabajo, ¿Una... Varita?
—Esencial para todo mago —indicó Hagrid.
—Un par de guantes de piel de dragón y...
—¿Hay que matar dragones para eso? — murmuró la ojiverde.
—No creerás que a pingüinos, ¿o sí, ___________? —inquirió el gigante. Tenía sentido.
Poco después, ya habían llegado a su destino, mientras Harry y ella repasaban todo lo que en sus listas era pedido.
—¿Encontraremos todo eso en Londres? —preguntaron ambos.
—Si sabes a dónde ir —contestó Hagrid con una sonrisa.
«Por favor, todo esto tiene que ser una maldita broma, ¡Nada tiene sentido!» reprochó la castaña para sus adentros.
Siguieron caminando hasta llegar a un enorme edificio en el centro de Londres, Hagrid abrió la puerta y permitió que ambos niños se adentraran primero.
Aquello parecía un bar, se escuchaban las risas y pláticas de numerosos grupos de gente, ___________ inmediatamente se acercó a tomar la mano de Harry, pues para nadie era secreto que a la chica le daba una ansiedad horrible ese tipo de lugares así de oscuros y para adultos, sobre todo.
—Hagrid, ¿Qué hacemos aquí? —murmuró Harry acercándose al gigante sin soltar la mano de la ojiverde.
—Ya lo verás —contestó el gigante.
Empezaron a adentrarse, cuando un hombre reconoció a Hagrid.
—¡Oh, Hagrid! ¿Te sirvo lo de siempre? —preguntó el hombre.
—No gracias, hoy estoy en un asunto oficial de Hogwarts —indicó el hombre con aires de superioridad en la última palabra. —Ayudaré a Harry y a ___________ a comprar su material escolar —terminó.
—¡No puedo creerlo! Es Harry Potter —exclamó alguien a quien ___________, evidentemente no pudo reconocer.
De pronto todos comenzaban a murmurar el nombre de Harry, hasta que un hombre situado junto al azabache se levantó de su asiento para estrechar la mano del niño. Mientras que ___________ solo podía aferrarse a la mano izquierda del ojiazul.
Todos lo saludaban a cada paso que daban, hasta que otro hombre se acercó: —Harry P-Potter, es u-un p-placer conocerte al fin —era un hombre tartamudo, llevaba un turbante sobre su cabeza y parecía llevar una especie de túnica igualmente morada.
—¡Hola, profesor! No lo había visto —saludó alegremente Hagrid. —Harry, ___________, él es el profesor Quirrell, será su profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras en Hogwarts —explicó Hagrid.
___________ le sonrió igual que Harry, quien le extendió la mano, sin embargo, Quirrell no respondió. —N-no creo que n-necesiten, eh
El ambiente era incómodo, más para la ojiverde, que agradeció que precisamente en ese momento Hagrid interrumpiera.
—Bueno, tenemos que irnos, hay mucho que comprar
Los tres sin decir absolutamente nada más, siguieron caminando hasta llegar al final de la taberna, donde había una puerta, una nueva puerta.
___________ comenzaba a desesperarse.
—¿Ves, Harry?, eres famoso —habló Hagrid dejándolos salir a ambos.
—Pero, ¿Por qué soy famoso, Hagrid? Todas esas personas ¿Cómo saben quién soy? —preguntó el niño.
—Harry... ¿Escuchaste lo que Hagrid nos explicó ayer? —implicó ___________ incrédula. —Quién-tú-sabes los mató, y tú sobreviviste, de alguna manera
—Pero ni tú ni yo, ___________, somos los apropiados para decirlo —habló Hagrid mientras sacaba su paraguas y golpeaba la pared que había frente a ellos en un determinado patrón.
Los ladrillos comenzaron a moverse de una manera extraña, a acoplarse de tal manera en la que en cierto punto, ya no era una pared, era una entrada a algún lugar que ambos niños desconocían.
—Bienvenidos al callejón Diagon —presentó Hagrid, y pronto comenzaron a caminar.
El gigante los guiaba y proponía lugares para comprar cosas. —___________, ¿te gustan los búhos? ¿O prefieres un gato? —preguntó Hagrid.
Harry y ___________ se dieron una mirada, ambos sabían que la castaña le tenía un pavor increíble a los animales, así que la respuesta era absolutamente ninguno.
Y tuvieron que explicarle a Hagrid mientras se encaminaba a Gringotts.
—¿Pueden repetirme que es Gringotts? —pidió la castaña, que realmente a las explicaciones no había prestado ni la más mínima atención.
—Es un banco, donde cambiarás tu dinero muggle por uno mágico —le explicó Harry. Hasta que ambos repararon en algo.
—Pero Hagrid, no tenemos dinero —habló la castaña.
—Eso no supone un problema, ahí está Gringotts —señaló el hombre. El edificio era enorme y de lo que parecía ser marfil.
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TODOS SE ADENTRARON en el enorme lugar, había unas horribles criaturas sentadas hasta arriba en lo que parecían ser enormes bancos.
—¿Qué son esas cosas? —preguntó Harry con el miedo azotando sus nervios.
—Son duendes, criaturas muy inteligentes pero nada amigables, no se alejen de mí —ordenó Hagrid.
Y claro que no lo iban a hacer, nadie en su sano juicio lo haría.
Hagrid y los niños se acercaron a uno de los enormes bancos en el que estaba sentado uno de los duendes. Hagrid se aclaró la garganta, llamando la atención del duende. —El señor Harry Potter y la señorita ___________ Ainsworth vienen a hacer un retiro —indicó el hombre.
—Y dígame, ¿tienen sus llaves? —murmuró el duende.
Hagrid le extendió dos hermosas llaves, al mismo tiempo que indicaba que había algo más por lo que habían ido.
Sorprendentemente en cada una de las cámaras, tanto la de ___________ y la del propio Harry, había una cantidad excesiva de dinero, habían retirado lo suficiente para sobrevivir probablemente un milenio. Siguieron hasta la cámara 713 donde habían encontrado un paquete, según Hagrid, Dumbledore se lo había pedido.
Siguieron su camino por el callejón, habían comprado varias cosas esenciales, pergaminos, plumas, tinta, y demás.
—Aún faltan las varitas —mencionó ___________ mientras sostenía su carta.
Todo aquello era nuevo, pero sorprendentemente bueno, según claro el propio Harry.
—Ahí está Ollivanders, no hay mejor opción —indicó Hagrid. —¿Por qué no me esperan ahí? Tengo unas cosas más que comprar
Ambos niños asintieron y se metieron al lugar. Estaba lleno de cajas por todos lados, cajas bastante pequeñas, cosa que inquietaba por alguna razón a los niños.
Harry llamó, pidiendo que alguien entrara.
—Sabía que algún día lo vería, señor Potter, me parece que fue ayer cuando su madre y su padre vinieron a comprar sus primeras varitas —contó un señor que había aparecido de la nada en el lugar, colgando de unas escaleras.
Eligió una varita y se la extendió a Harry.
Entonces dirigió su vista hacia la castaña. —¡Una Ainsworth! ¡Por su puesto que eres una Ainsworth! —exclamó el hombre dirigiéndose a ___________. —Tengo la varita perfecta para usted —indicó sin siquiera esperar que la castaña respondiera. —Señor Potter, ¿Qué espera? agítela —reprochó mientras se daba la vuelta para buscar algo.
Harry miró a ___________ como buscando aprobación. A lo que la niña simplemente asintió y alzó los hombros.
El ojiazul la agitó fuertemente, y unos cajones salieron disparados.
Se escuchó una exclamación por donde el hombre mayor se había retirado. Harry y ___________ volvieron a coincidir miradas, ambos asustados. El azabache dejó pronto la cajita en el escritorio frente a ellos.
—Lo siento, perdón —murmuró el niño.
—Veo que no... —sentenció el hombre. —Señorita Ainsworth, tome ésta —pidió el hombre sacando rápidamente la varita de la caja en la que estaba.
La niña la tomó entre sus manos, y el hombre regresó a buscar otra varita para Harry. ___________ lo observaba, y él a ella, esta vez Harry se encogió de hombros, y la niña agitó su varita, la cuál se iluminó a su alrededor con una luz blanca cegadora.
___________ asustada tiró la varita.
—No, no, no, señorita Ainsworth, esa será su varita, la varita escoge al mago, y precisamente ésta la eligió a usted. No me sorprende, es una Ainsworth después de todo —explicó mientras ésta vez le extendía una nueva varita a Harry.
La cual parece que tampoco era la indicada, pues tan pronto la agitó, un rayo de luz salió disparado de ésta, cayendo en una especie de florero, lo cuál lo terminó por destrozar.
—Nope, definitivamente no...
El hombre volvió a acercarse a los estantes y tomó una nueva varita. Se la extendió a Harry, y ésta, igual que la de ___________ se iluminó. Pero su brillo era más bien dorado.
—Curioso, muy curioso —murmuró el anciano.
—Lo siento, pero, ¿Qué es curioso? —preguntó Harry confundido, solo podía atinar a observar a la niña que tenía a su lado, que tenía el rostro fruncido en una mueca de curiosidad y desesperación.
—No olvido una sola varita que vendo, señor Potter, casualmente el Fénix que poseyó la pluma que reside en su varita, tenía otra pluma, solo tenía otra, es curioso que este destinado a esta varita, cuando su hermana, le causó esa cicatriz —explicó el anciano.
Cada cosa lo hacía más difícil, más complicado de entender.
—Y dígame, ¿de quién era la otra varita? —volvió a preguntar el azabache.
—Nunca digas su nombre. Después de todo, hizo grandes cosas, terribles, pero grandiosas...
Un golpeteo se escuchó al fondo de la tienda, era Hagrid golpeando el ventanal.
—Harry, ___________, vengan —llamó el hombre, ambos niños pagaron tan rápido sus varitas como les fue posible, y salieron de la tienda.
El gigante sostenía una jaula con un búho o... Una lechuza, lo que fuera esa cosa, era blanca como la nieve y tenía una que otra pluma negra, mientras que en su otra mano, sostenía un gran paquete de... Lo que parecían ser libros.
—Feliz cumpleaños, Harry —felicitó el gigante entregándole el ave a Harry. —Y ___________, como no te gustan los animales, toma, los conseguí y... Supuse que te gustaría algo más para leer —dijo mientras le entregaba el paquete.
Era más grande de lo que se veía en las manos del hombre, eran quizá alrededor de diez o quince libros.
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JULIO Y AGOSTO habían terminado, había pasado el tiempo de una manera increíble. Ambos niños se habían acostumbrado a... Lo que fuera que se suponía que eran.
Era ya primero de Septiembre, el día que partirían a Hogwarts.
___________ sentía una euforia increíble, se había vestido con una de sus playeras favoritas, con los colores representativos de Iron Man y el reactor Arc en el pecho, unos pantalones negros y por último unos converse, no era fanática pero se veían bien con su vestuario. Cepilló su cabello, bajó las escaleras corriendo, y abajo se encontró a Harry desayunando solo.
—Hey, buenos días —saludó felizmente.
—Hola, ___________... ¿Pudiste dormir? —preguntó el azabache con una sonrisa.
—Curiosamente sí pude, ¿Y tú? —contestó la niña con una sonrisa, y como respuesta, recibió una negación de Harry. — Por cierto, ¿Cómo llegaremos hasta allá? —inquirió señalando la puerta, sabiendo que el azabache entendería.
El niño se encogió de hombros y siguió desayunando.
Ella se acercó a la mesa para servirse algo de cereal, un jugo de naranja, además de su adorado café, y unas tostadas con algo de tocino.
—¿Ustedes no se habían ido ya? —preguntó Dudley qué había aparecido de pronto, y de muy mal humor.
—No, cerdito —se burló la castaña, pues el regordete niño conservaba la cola de cerdo que Hagrid le había dejado como regalo.
—Lo llevaremos al doctor —indicó Petunia apareciendo de pronto.
—¿Pueden llevarnos a la estación? —preguntaron ambos al unísono.
Petunia, aunque con pesar, asintió. — ¡Pero ya, suban! —riñó la mujer.
___________ dejó pronto su plato y se dirigió a la salida, tomando únicamente una mochila con libros y su Walkman, además, claro, de su baúl.
Los cinco –pues Vernon había bajado hacía solo unos segundos– salieron de la casa, para subirse en el automóvil.
Estaba emocionada, eso se notaba en sus ojos y en general, en todo su rostro.
El camino fue largo, pues no se le permitió sacar su Walkman un solo segundo, pero con la compañía de Harry era suficiente, pues hablaban de absolutamente cualquier cosa que les pasaba por la cabeza.
Corrieron a la estación, hasta que distinguieron a Hagrid, era imposible confundirlo, claro, no podías perder a un gigante de al menos tres o... Cuatro metros quizá.
Caminaron hacia él, ambos emocionados, el gigante solo los esperaba para darles sus boletos y acompañarlos.
—¡Miren la hora que es! —exclamó mirando un reloj —lo siento, tengo que dejarlos, Dumbledore querrá ver su... Seguro querrá verme —balbuceó señalando el paquete. —Ahora, su tren sale en 10 minutos, tomen sus boletos, no lo pierdan, es muy importante —mencionó entregándoles un par de hojitas blancas con bordes dotados, las cuales indicaban una plataforma, la plataforma 9¾.
—¿9¾? —preguntó ___________, eso no existía, claro que no.
—Pero Hagrid, debe haber un erro... —ni siquiera alcanzo a terminar su frase el niño cuando levantó la vista para encontrarse con un lugar vacío. Hagrid se había ido.
Ambos se encogieron de hombros, totalmente desconcertados, así que empezaron a caminar con sus baúles. Harry divisó a un policía, por lo que se acercó a éste.
—¡Disculpe, disculpe! Disculpe, señor, ¿sabe donde está la plataforma 9¾? —le preguntó amablemente esperando una respuesta, sin embargo el policía lo único que hizo fue rechazar la pregunta y marcharse.
—¡Grosero! —le gritó la niña una vez que éste estuvo lo bastante lejos.
—___________ —riñó el ojiazul.
—¡Todos los años es lo mismo, todo está lleno de muggles! —exclamó una voz femenina.
Nuevamente Harry y ___________ compartieron una mirada, solo para seguir a la mujer de quien habían escuchado la voz.
—Rápido, Percy, tú primero —dijo la mujer, un chico pelirrojo que llevaba un baúl igual que ellos, empezó a correr hasta chocar con uno de los grandes divisores de plataformas. Al chocar con éste, simplemente desapareció.
___________ abrió los ojos exageradamente, buscando una sola explicación lógica.
—¡Fred, ahora tú!
Una pequeña discusión se armó por saber quien era quien, pues parecían ser gemelos, uno de los chicos, asegurando que era Fred, corrió hacia la pared, y desapareció, igual que lo hizo el siguiente gemelo.
—¡Disculpe, disculpe! —llamó Harry corriendo hacia la mujer.
___________ lo siguió, pues no podía separarse de él. — ¿Puede decirme cómo...?
—¿Cómo entrar a la plataforma?, sí, no se preocupen, también es la primera vez que Ron va a Hogwarts —señaló la mujer mientras apuntaba al pelirrojo niño a su lado.
Era una mujer bastante linda y amable, al menos eso podía deducir ___________ por su forma de actuar. Ni siquiera los conocía y los ayudaba dulcemente. —Lo único que tienes que hacer es caminar hacia ese muro entre las plataformas 9 y 10, corre un poco si estás nervioso — mencionó la señora. —¿Tú también estás perdida, linda? —le preguntó ésta vez dirigiéndose a la castaña.
—No, no, en realidad es mi pri... Es mi amigo —se corrigió a sí misma. Era extraño saber que no era más que su amigo al final de todo.
—Claro, suerte —dijo la mujer pasando su mano por la espalda de la niña.
Vio como Harry corrió hacia el muro y de pronto desapareció. «Ay, por favor, esto tiene que ser en serio una jodida broma» murmuró para sus adentros, y solo corrió hacia el muro, claro, no sin antes dar las gracias a la mujer que le había explicado.
Y pronto dejó de estar en la estación que ella conocía, ahora estaba en un andén completamente distinto.
Un enorme tren se alzaba frente a ellos, y ___________, algo nerviosa, optó por entrelazar la mano del azabache y la suya.
—Es increíble, ¿no? —inquirió el niño.
—Un... Un poco a lo mejor — susurró la niña. — Rápido, están a punto de irse —apremió a Harry mientras tiraba de su mano para dirigirse tan rápido como se pudiera, a los adentros del tren.
Buscaron un vagón, la mayoría estaban ocupados y ninguno quería irrumpir. Hasta que encontraron uno vacío.
Se acomodaron, y pronto la niña ya había sacado su libro, uno de los que Hagrid le había regalado.
El paisaje era hermoso, así que no le prestó demasiada atención a su libro.
No fue hasta que el mismo niño pelirrojo que habían conocido en la plataforma, irrumpió su silencio.
—Disculpen... ¿Les importa? El tren está lleno —dijo el niño con una mueca.
—Claro que no, adelante —le sonrió la castaña igual que el ojiazul.
El pelirrojo se sentó junto a ___________, y habló: — Yo soy Ron, Ron Weasley
—___________ Dur... Ainsworth —volvió a corregirse, todo era nuevo, más su apellido. Pero de alguna manera, le hacía feliz saber que su apellido no era Dursley. Que su no compartía lazos sanguíneos con las tres personas que más detestaba en la faz de la tierra.
—Soy Harry, Harry Potter —se presentó también Harry.
El niño los miró con sorpresa en sus ojos mientras formaba una perfecta "o". —Entonces, ¿es cierto? ¿En serio tienes la... La...? —balbuceaba Ron inútilmente.
—¿La qué? —preguntó Harry.
—¿La cicatriz?
—Ah, sí... —contestó con una sonrisa el azabache mientras levantaba su cabello para dejar ver su cicatriz.
—Excelente... —murmuró anonadado el pelirrojo.
___________ volvió a su libro, al menos hasta que alguien volvió a irrumpir su silencio. —¿Quieren algo del carrito?
—No, gracias, traje algo —contestó Ron.
—Lo quiero todo —mencionó Harry sacando dinero de sus bolsillos.
En cuanto dejó de descargar dulces en el vagón, y la Bruja del carrito se fue, nuevamente alguien irrumpió.
—¿Podemos pasar? Es que el tren está lleno y bueno... —era una niña, una linda niña azabache con los ojos cafés profundos se le veía apenada por tener que hablar ella, pues tenía sus mejillas bastante sonrosadas.
Era acompañada por otros dos niños, uno que era rubio intenso y con los ojos azules profundos, las mejillas rosadas y uno que otro lunar en el cuello. Además, una niña pelirroja con los ojos más azules que ___________ jamás había visto en su vida, incluso los de Harry parecían cafés al lado de los de ésta niña.
—Claro, pasen —respondió ___________ con una sonrisa.
—___________ —llamó el azabache mientras le tiraba una cajita azul.
—Esas son buenas, ranas de chocolate —comentó la niña pelirroja. —Amber Stowell —se presentó. —Ellos son Ernie Mcmillian —dijo señalando al rubio. —Y Maeve Foster, ella es un poco tímida, pero es una buena amiga —mencionó señalando ésta vez a la pelinegra.
—Soy ___________ Ainsworth —se presentó la niña con una sonrisa.
—¿A caso no eres la hija de Rowan y...? —preguntó el niño rubio.
—¿Audrey Ainsworth? Emmm... Sí, solo que no los conocí, es una historia larga, demasiado larga —explicó la ojiverde con una mueca. Y mejor regresó a su libro.
—¿Eso es Quidditch a través de los tiempos? —preguntó la azabache. Maeve.
___________ asintió, y aunque admitió que no estaba entendiendo nada, la pelinegra se encargó de explicarle poco a poco lo que era el Quidditch.
Y de pronto alguien más irrumpió. «¿Es que nadie quiere dejarme leer mi libro?»
No le molestaba que Maeve hablara, al contrario, había algo en sus palabras que la hacía sentir una calma inmensa. Pero sí que le molestó la nueva voz que se hizo presente.
—¿Han visto una rana? La perdió un niño llamado Neville —dijo una niña entrando en el compartimento.
Tenía el cabello algo desordenado y una túnica enorme. Todos negaron ante lo que la niña había dicho. —Oh, estás haciendo magia, continúa —dijo nuevamente.
___________ a penas se percataba de que el pelirrojo estaba agitando su varita sobre su rata.
—Rayo de Sol dorado, color de la mantequilla, convertid ésta rata en amarilla —dijo Ron agitando su varita nuevamente. Un pequeño rayo amarillo salió disparado de su varita, logrando solamente que la caja que la rata tenía en su cabeza, saliera botada.
—¿Seguro que es un hechizo de verdad? Bueno, no funciona ¿o sí? —se burló la niña.
«Ni fincini, ¿i si?» repitió ___________ para sus adentros, esa niña no le había agradado nada a primera instancia.
Wolis x2 :3
Oigan, me siento mal por tener que haberme saltado muchas cosas que realmente quería poner :/ Es solo que si lo hacía, iba a quedar un poco aburrido y mucho más largo, de por sí este es de aproximadamente 4,600 palabras y me aburrió editarlo (o quizá es porque ya tengo sueño xd)
En fin, ¿qué les pareció en capítulo 2/3 del maratón?
Al ratito les subo el otro, ahorita ya me estoy muriendo de sueño, así que...
Editado: 08/Junio/2024
FÁTIMA FUERA ϟ
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