Querida Alexa:
Hubo una historia entre ambos, no puedo negarlo. Tal vez no fue la más larga, pero lo suficientemente necesaria para contar.
Fue algo más que un romance de verano. Mi tortura había terminado. Sin embargo, en un parpadeo había regresado. Con tu ausencia, muchas penas y adicciones volvieron a mi lado.
Si tú no estabas, mi vacío tenía que ser llenado con algo.
Es curioso como la vida me da un amor digno de ser admirado, pero viene el karma para arrebatármelo. No merecía ese amor y mi castigo fue experimentarlo.
Me dabas alegría y un tanto de infantería desde el segundo en que el viaje de la vida nos vino a cruzar.
Nunca te merecí. Nunca merecí nada bueno en mi vida.
Así que... no te puedo culpar.
Yo mismo me hubiera apartado si hubiera sido tú. Tan solo de haber sido consciente del tipo de persona con la que te involucrabas, no te hubieras aferrado; no habría dolido tanto.
De cualquier forma pienso que: "Mientras más bueno sea algo en la vida, peor habrá de acabar".
Existieron errores y excusas por parte de ambos. Muy en el fondo no queríamos terminarlo. Solo alargamos esta dulce agonía titulada "Trágico Amor".
Y me hice débil. Y entre tantas debilidades, tú, Alexa Chung, fuiste la más grande, pero nunca un error. Nunca podrías serlo.
Muchas personas se desprecian luego del final. No, cariño... ¿Cómo puedo despreciar a alguien que me regaló una inconmensurable felicidad? ¿Cómo puedo despreciar a alguien que con su mera presencia hacía de mi interior una explosión de fuegos artificiales?
De lo nuestro no tengo nada más que agradecimientos, porque recobré mi libertad y hasta me inspiré de más. Fuiste un dulce tarro de azúcar en un té amargo.
Si de algo te culpo es de hacerme frágil. Te culpo por hacerme blando cuando fui una piedra y ahora no soy más que una delgada tortilla fácil de atravesar.
Me ablandaste y al mismo tiempo has hecho difícil dejar a alguien más entrar. Llegaste y, cuando menos lo pensé, ya habitabas en lo más recóndito de mi ser.
No había nada que no supieras o que yo te pudiera ocultar. Atravesaste todas mis barreras, pero tu ausencia las hizo aún más impenetrables.
Entre cigarros, sueños compartidos y sonrisas nos conectamos. Entre fotos, música y arte fuimos el uno para el otro. Guardo tan gratos recuerdos.
Cualquier cosa viniendo de ti era especial; una cucaracha podía convertirse en un colibrí a tus ojos, y no dudo que todavía pueda. Incluso me hacías ver la tranquilidad en medio de una tormenta.
Amaba todo de ti. Absolutamente todo.
Tu aroma de los domingos sin baño. Tu desordenada cabellera matutina. Tus ronquidos al dormir. Tus pies rasposos sobre los míos. Tus bostezos reprimidos. ¡Dios! Amaba hasta la ternura con la que intentabas comer decentemente una hamburguesa frente a mí.
Amaba el anhelo en tu mirada. Y cuando me sonreías, algo se iluminaba dentro de mí. No podía resistir devolverte una reluciente carcajada, y no percudida sino genuina.
Éramos almas gemelas.
La fotógrafa en busca de sueños y el músico con falta de ellos. Qué coincidencias de la vida, ¿no?
Se me escapaba el alma de los labios cada vez que te besaba. Florecían mis sentidos con el simple tacto de tu piel. Y, cuando tocábamos el cielo, para mí era como habitar en el mismísimo paraíso. Ese breve instante podía sonreír burlonamente e imaginar la envidia de los ángeles. Ellos jamás conocerían un Jardín de Edén tan glorioso.
Fue tan fácil quererte tanto, algo que no imaginé jamás. Fue tan fácil decir "te amo", cuando en tus ojos me vi brillar.
Pero fue tan difícil dejarte ir. Fue difícil digerir tu ausencia. Decirte adiós fue el momento más complicado de mi vida.
¿Te acuerdas cuando descansaba tu cabeza en mi pecho mientras contemplábamos las nubes? Me asegurabas sentirte protegida, pero poco sabíamos que tenías que protegerte de mí.
Nacimos para estar juntos, aunque un día eso tuviera que acabar.
Donde quiera que estés ahora y lo que seas que estés haciendo... solo quiero que sepas que gracias a ti me convertí en una mejor versión de mí.
Gracias. Gracias por alentarme cuando por los suelos estaba. Gracias por aguantarme cuando en mi peor humor estaba. Gracias por hacerme reír cuándo lloraba. Gracias por recordarme quién realmente soy.
¡Gracias! Porque aunque es difícil no estar junto a ti, hiciste lo que nadie hubiera hecho...librar a este genio de su lámpara.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro