único
Paseó la mirada por el lujoso lugar mientras llevaba su bebida a los labios, dio un suave trago y observó a la gente aglomerada cerca del escenario donde en pocos minutos se presentaría la bailarina, su bailarina, Bora.
Insomnia's Palace era el lugar donde Siyeon había conocido a la stripper hacía unos meses cuando se vio prácticamente forzada a ir por su mejor amiga, Minji. La rubia le había regalado una entrada vip por su cumpleaños bajo la excusa de que necesitaba una distracción del trabajo que la consumía, la menor se resistió al principio pero luego de ver como la bailarina más querida por el público hacía su espectáculo en la barra de acero que se lucía en el escenario, le agradeció internamente a su mejor amiga.
Bora, por su lado, cuando se percató de los intensos ojos de Siyeon sobre su cuerpo siguiendo sus movimientos una llama de deseo se encendió en sus adentros. Bailó para la preciosa mujer que miraba el espectáculo, sus ojos permanecieron conectados incluso cuando terminó su tiempo sobre el escenario. Luego de bajar la mandó a llamar con uno de los guardias del lugar, estaba nerviosa, nunca se había visto con nadie del club para algo más, ella solo bailaba, hasta esa noche.
La noche culminó en tres orgasmos recorriendo el cuerpo de Bora gracias a la cumpleañera.
Un par de meses habían pasado de eso y ambas mujeres mantenían una relación informal, pero exclusiva. Siyeon no se perdía un solo espectáculo de su bailarina y Bora bailaba con gusto para ella, con la idea en mente de sus grandes manos recorriendo cada rincón su cuerpo se sentía aún más sexy y dejaba embelesados a los hombres que pagaban por verla sobre el escenario.
Siyeon salió de los recuerdos de su primera noche con Bora cuando las luces del lugar se volvieron aún más tenues, la multitud sabía que el show de Sua, el nombre artístico de Bora y con el que era conocida como stripper, iba a comenzar pronto. La pelinegra se acomodó en su sillón individual justo en frente del escenario, en la zona vip, para tener una mejor vista de su bailarina.
Bebió un último trago oyendo como un par hombres a su lado hablaban de la stripper.
—¡Te lo digo, Minho! —habló demasiado exaltado uno de ellos, casi gritando. —¡Es la mujer más caliente que verás en tu vida!
Siyeon miró brevemente la mesa que tenían frente a ellos, había algunos vasos vacíos y botellas a medio tomar, eso explicaba el que fueran tan escandalosos. Puso atención a la respuesta del hombre a quien su amigo llamó Minho.
—Si lo es, entonces tendré que acostarme con ella. —sentenció el arrogante castaño sonriendo mientras acomodaba su cabello.
La asqueada pelinegra dejó de prestar atención al grupo de hombres. Que ese idiota creyera que podría tener siquiera la oportunidad de tocar a su bailarina le revolvía el estómago de ira. Siyeon no era una persona celosa o posesiva, pero cuando se trataba de Bora eso cambiaba, solo quería a la caliente stripper para ella.
La sensual música comenzó a sonar por los altavoces del club, Siyeon miró hacia el oscuro escenario buscando el cuerpo de su bailarina, luego de un par de segundos se abrieron unas pesadas cortinas rojas dejando ver a la stripper.
Vestida con una delicada lencería roja de encaje que hacía resaltar su blanca piel y un liguero a juego que apretaba sus muslos enganchándose a las medias transparentes que envolvían sus piernas, Sua hizo su aparición en el escenario. Los gritos no se hicieron de esperar y Sua sonrió de lado, sentía el poder correr por sus venas.
Caminó lentamente hasta el centro del escenario arrastrando una silla mientras hacía contacto visual con su espectadora favorita regalándose mutuamente una sutil sonrisa, se sentó con la espalda recta con las piernas elegantemente cruzadas y cerró los ojos cuando las luces se apagaron por completo, sumiendo a todo el club en una expectante oscuridad.
La música cambió a una más lenta, más sensual, y una tenue luz roja se posó sobre la bailarina en el escenario, resaltando sus sensuales y femeninas curvas.
El show había comenzado.
Bora inició su estudiada coreografía aún sentada sobre la silla, sus manos recorrían su cuerpo con seguridad mientras meneaba sus caderas al ritmo de la música. Los vítores comenzaron a oírse a la par de muchas propuestas subidas de tono dirigidas a ella, una sonrisa arrogante se posó en sus labios mientras se levantaba y se acercaba al borde del escenario.
Hizo contacto visual con Siyeon, la pelinegra observaba detalladamente cada uno de sus movimientos mientras probaba su nueva bebida, alejó el vaso de su boca y pasó la lengua por sus labios, limpiándolos. Esa simple pero sensual acción encendió algo dentro de Bora, quien ahora bailaba sobre sus rodillas moviendo sus caderas en un lento vaivén, sintiendo la música en cada fibra de su cuerpo.
Los billetes comenzaron a bañar el escenario y los gritos aumentaron cuando una de las pequeñas manos de la stripper bajó entre sus piernas, acariciando el interior de sus muslos. Bora, quien seguía observando a la pelinegra, vio como esta desviaba su mirada de sus movimientos para dirigirla con molestia hacia un hombre que gritaba y agitaba billetes en su mano cerca suyo, y decidió que quería jugar un poco con ella.
Siyeon era una persona muy tranquila, pero cuando se molestaba era muy sexy y era más ruda en el sexo, a Bora le encantaba que Siyeon fuera ruda con ella.
Los ojos de la pelinegra capturaron como su bailarina comenzaba a gatear lentamente hacia el molesto hombre de hace un rato, Minho. Sus ojos estaban fijos en él y el arrogante castaño sonreía con suficiencia.
Bora llegó hasta él y comenzó a bailarle, permitiéndole ver su escultural cuerpo de cerca y regalándole una sonrisa coqueta. La ira surgió desde las entrañas de Siyeon y recorrió rápidamente su cuerpo, inconscientemente apretó con fuerza el vaso de cristal en su mano y una profunda línea se marcó en su entrecejo.
La castaña podía sentir la filosa mirada de su pelinegra sobre ella y sonrió para sus adentros, anticipando lo que vendría después. Siyeon vio como el castaño alargó su mano hacia el cuerpo de la bailarina y dejó un fajo de billetes en la liga de la ropa interior de Bora, en cualquier segundo podría saltar sobre el hombre por atreverse a poner una mano sobre su stripper, los ojos de Bora se encontraron con los suyos y pudo ver la diversión en ellos, se estaba riendo de ella.
—Vas a rogar por mí esta noche, Bora. —susurró por lo bajo tomando un sorbo de su bebida mientras trataba de calmar sus emociones, agitó el vaso brevemente removiendo los hielos y volvió la mirada al espectáculo de su caliente bailarina.
Bora sonrió con suficiencia y se levantó dejando que la audiencia tuviera una vista completa de su firme trasero cubierto con la lencería, oyendo los fuertes gritos de sus espectadores tomó los billetes que el hombre dejó en su ropa interior y los lanzó por el aire creando una lluvia de dinero que caía sobre su cuerpo. Se dirigió hacia el tubo de acero que estaba en el centro del escenario y con ambas manos se impulsó para subir por él y comenzar a girar con gracia, los ojos de la pelinegra quemaban su cuerpo donde se posaran aumentando la sensualidad que expulsaba su cuerpo.
Con ambas manos se sujetó del tubo para, profesionalmente, suspender su cuerpo en el aire abriendo las piernas de par en par muy lentamente, arrancando aún más gritos obscenos de la multitud y aumentando la cantidad de billetes que cubrían el escenario. Su mirada se encontró con los feroces ojos y calientes de Siyeon que la miraban con una expresión sumamente seria, sabía que estaba molesta y sonrió ante la idea.
La pelinegra recorrió el experto cuerpo de su stripper sobre el tubo, se movía con agilidad sobre el acero mientras seguía el sensual ritmo de la música, aún estaba molesta con la castaña y el verla riéndose de ella solo hacía que su enojo aumentara. Bora bajó del tubo y comenzó a cepillar su cuerpo contra este, moviendo sus caderas y su pecho con la música que ya estaba llegando a su fin.
Dejó el tubo y volvió una vez más a la silla que usó en el principio de su coreografía, se sentó en los últimos segundos de la canción, miró hacia su pelinegra mientras tocaba sus piernas a medida que se abrían y cerró los ojos, respirando con dificultad y echando la cabeza atrás cuando sus manos tocaron brevemente su entrepierna para culminar su coreografía justo cuando acabó la música.
El espectáculo fue sublime.
Los gritos y silbidos llenaron el club, los hombres desesperados por ser oídos por la stripper buscando que esta les permitiera una noche con ella no hacían más que irritar a Siyeon quien, además de enojada, estaba sumamente caliente después de la actuación de su bailarina.
Terminó de beber lo que quedaba en su vaso de cristal y esperó unos minutos mientras observaba el movimiento del club, si bien el espectáculo de Bora era el más esperado y aclamado, no era el único. Había chicas que se paseaban por el club llevando bebidas para los clientes y ofreciendo shows privados, las pesadas cortinas del escenario ya se habían cerrado para preparar y dar paso al espectáculo de la siguiente bailarina.
Dejó su vaso sobre la mesa que tenía en frente cuando una mano se posó en su hombro.
—Sua quiere verla, señorita Lee. —avisó el fornido pero amable guardia a sus espaldas.
—Claro, gracias. —respondió la pelinegra, el guardia le dio un asentimiento y se fue. Siyeon esperó unos minutos más procesando su malestar contra la bailarina y se levantó del cómodo sillón desabrochando dos botones de su blanca camisa mientras se encaminaba a la sala privada donde sabía que Bora la esperaba.
Sin molestarse en tocar la puerta entró y se encontró con el cuerpo de la bailarina dándole la espalda mientras preparaba algo en el pequeño bar que había en el lugar. Bloqueó el cerrojo de la puerta y recorrió el cuerpo de Bora que estaba tal cual como bajó del escenario.
—Pensé que no vendrías. —la voz grave de la castaña sobresaltó ligeramente a Siyeon, estaba muy ocupada escaneando su cuerpo. —Tardaste más que de costumbre.
—Me preguntaba si era mi compañía lo que realmente querías hoy. —dijo la pelinegra fallando en ocultar la molestia de su voz, la stripper sabía que estaba molesta por haberle bailado a ese tipo.
—Sin embargo aquí estás, ¿no? —cuestionó la bailarina. Siyeon no contestó
Bora soltó una profunda carcajada ante el silencio de la menor que Siyeon ignoró, en cambio, recorrió con sus ojos su apetecible trasero, de nuevo.
—¿Te gusta lo que ves, Lee? —dijo la bailarina dándose la vuelta, dejando el frente de su semidesnudo cuerpo a la vista de la pelinegra. Bora quería jugar y Siyeon lo sabía, podía verlo en el brillo que bailaba en sus ojos.
—Me gusta mirar lo que me pertenece. —respondió simplemente, escaneando descaradamente el cuerpo de la castaña frente a ella. —Y no me gusta compartirlo con nadie.
Bora se estremeció internamente ante las filosas palabras de la pelinegra frente a ella, su tono de voz grave y molesto le erizó la piel, bajó un poco la mirada y sus rodillas flaquearon al momento de escanear su delicioso escote, la piel canela de Siyeon le era simplemente exquisita e irresistible pero quería jugar con ella un poco más, así que se obligó a esconder su creciente excitación.
—No sé de qué hablas. —dijo con un tono inocente mientras bebía su whisky con hielo lentamente sintiendo su garganta arder por el alcohol y su cuerpo arder en deseo. Dejó el vaso sobre el bar y caminó peligrosamente hacia la pelinegra sin apartar la mirada de sus oscuros ojos.
—¿No? —inquirió sarcásticamente la menor. —Si quieres puedo llamar al idiota para el que bailaste, quizás quieras estar con él en lugar de mí.
Bora sonrió con verdadera diversión ante sus palabras, Siyeon estaba verdaderamente molesta con ella, su mandíbula estaba tensa y su cuerpo exsudaba enojo, pero el enojo se podía transformar rápidamente en lujuria.
—Si quisiera estar con él no te habría llamado a ti, cariño. —dijo llegando hasta ella, quedándose a un paso de que sus cuerpos se tocaran.
—¿Entonces qué fue eso? —preguntó Siyeon, bajando brevemente la mirada por las curvas de la mayor, las ganas de sentir su suave piel estaban luchando fuertemente por tomar el control sobre su cuerpo.
—Solo hice mi trabajo. —dijo Bora encogiéndose levemente de hombros marcando aún más sus clavículas y haciendo que sus pechos se removieran dentro de su sujetador, hipnotizando la mirada de Siyeon ahí. —Ellos pagan para verme y yo les doy lo que quieren, ya está.
—Sabes que verte bailar no es lo único que quieren. —espetó con molestia, acercándose un poco más al cuerpo de la bailarina.
—¿Qué es lo que quieren, Siyeon? —preguntó Bora acercándose a sus labios, pasando sus brazos por el cuello de la más alta.
Siyeon tomó suavemente la cintura de la bailarina entre sus manos pegando el cuerpo de la castaña contra el suyo y acariciando la piel a su paso.
—Quieren follarte, Bora. —dijo rozando sus labios contra los de la mayor, su aliento a menta con un deje de alcohol embriagó a Bora, llenándola aun más de deseo.
—Yo quiero que tú me folles, Siyeon. —finalizó la charla para atraer en un beso caliente a la mujer en sus brazos. Los brazos de la pelinegra se estrecharon en su cintura y pegó aún más el sensual cuerpo de su bailarina contra el suyo adentrando su lengua en la boca de la mayor.
El beso rápidamente subió de intensidad, las impacientes manos de Siyeon bajaron por la suave espalda de la bailarina hasta llegar a su trasero y comenzó a masajearlo sobre la tela de la braga roja de encaje, un gemido resonó en la garganta de Bora ante el sensual masaje y ahogó un grito cuando la gran mano de la pelinegra impactó con fuerza en uno de sus glúteos.
La bailarina guio a su amante hasta el sillón de dos cuerpos que ocupaba parte de la habitación privada, rompió el beso brevemente para empujar el cuerpo de Siyeon y se sentó a horcajadas en su regazo, volviendo a besar sus esponjosos y deliciosos labios.
Siyeon tomó la cintura de la mayor con posesividad cuando sus labios volvieron a unirse, una de las manos de Bora se enredaba en el cabello de su nuca mientras la otra le acariciaba la mandíbula con delicadeza, la pelinegra bajó sus besos por el sensual cuello de la bailarina deleitándose con los jadeos que salían de su deliciosa boca. Con sus manos hizo un recorrido desde sus rodillas, pasando por sus tonificados muslos y llegando hasta su firme trasero, dándole un ligero pellizco que sobresaltó a la mayor.
Con una ligera risa bajó los tirantes del sujetador de Bora por sus hombros y con una mano experta soltó el broche que lo ajustaba a su cuerpo, tomó la prenda y la arrojó sin fijarse dónde caía. Fijó la vista en los bonitos pechos de la mayor, su piel era suave y los erectos pezones hacían su boca salivar, con una de sus manos llevó uno de los pechos de Bora a su boca sacándole un gemido cuando sintió la calidez de su lengua.
Las caderas de la castaña comenzaron a moverse lentamente en su regazo buscando un alivio para su entrepierna en los roces contra la ropa que cubría su cuerpo. Aún sintiendo las lamidas y succiones que Siyeon le regalaba a sus pechos desabotonó su camisa blanca con manos temblorosas, poco a poco descubriendo su deliciosa y tersa piel.
Bora tomó el rostro de la pelinegra y lo subió para besarla con hambre, Siyeon recibió su lengua con gusto mientras sus manos acariciaban y pellizcaban suavemente sus pezones, estimulándolos. La bailarina dejó ir los labios de la menor y bajó por su cuello dejando fuertes succiones en la sensible piel arrancándole pesados jadeos, bajó hasta sus pechos y los besó por encima del sujetador dejando un par de marcas.
Las manos de Siyeon bajaron hasta la entrepierna de la mayor dejando suaves caricias sobre la tela, podía sentir el calor que desprendía el centro de Bora y como la humedad comenzaba a traspasar la tela de sus bragas. Intentó colar un dedo haciendo la tela a un lado, pero por la posición en la que estaba su bailarina era casi imposible, así que con ambas manos tiró de la tela rompiendo las bonitas bragas de encaje de su stripper.
—Mierda Siyeon, ¿era necesario? —se quejó Bora saliendo de entre los pechos de la pelinegra, mirándola con reproche.
—Absolutamente. —respondió la menor sin una pizca de arrepentimiento, mirándola con ojos voraces y relamiendo sus labios.
—Esas me gustaban. —un mohín hizo aparición en los labios de la bailarina, capturando los ojos de Siyeon e impulsándola a lamer su abultado belfo antes de hablar, atontando a la castaña momentáneamente.
—Puedo comprarte otras, bebé. —solucionó la menor con una sonrisa lasciva tirando de sus labios. —Y después puedes modelarlas para mí, aunque no prometo que se queden mucho tiempo en tu cuerpo.
Los implícitos deseos de Siyeon de seguir desnudándola en un futuro hicieron que una corriente eléctrica recorriera el cuerpo de la bailarina, tomó a Siyeon por la nuca y la atrajo en un beso desenfrenado, su lengua irrumpió en su boca y sus caderas comenzaron a moverse en busca de contacto.
Siyeon llevó su diestra hasta el centro de su bailarina y hundió sus dedos en la caliente humedad que yacía ahí, un fuerte gemido salió de los labios de la mayor y otro más cuando la pelinegra tocó firmemente su necesitado clítoris. Sus caderas comenzaron a frotarse contra los dedos de la pelinegra, jadeando en satisfacción.
La menor decidió que era su turno de jugar, así que alejó un poco los dedos del centro de la bailarina dando tan solo ligeros toques en su humedad y bajó hasta su entrada tanteando levemente provocándola sin llegar a penetrarla ni un poco. La frustración bañó el rostro de Bora y frunció el ceño, abrió sus ojos y buscó los de su amante.
—Basta de jugar, Lee. —sentenció tratando de tomar la mano de Siyeon para que la tocara correctamente.
—¿Sí? —dijo con un tono de falsa inocencia alzando las cejas y haciendo un pequeño mohín con sus labios burlándose de la mayor. —Creí que te gustaba jugar, cariño.
La lengua de Bora empujó contra su mejilla en señal de molestia, la frustración se reflejaba en sus ojos y abrió la boca para hablar cuando fue interrumpida por un dedo de Siyeon entrando de una sola estocada en su interior, gimiendo fuerte.
—¿Quieres que te folle? —preguntó la pelinegra acercándose al rostro de Bora, complaciéndose con las vibraciones que recorrían el cuerpo de la mayor. La bailarina asintió fervientemente cuando Siyeon sacó su dedo y volvió a penetrarla con fuerza. —Entonces ruega por ello, ruégame para que te folle, Bora, quiero oírte.
Retiró su dedo del interior de su stripper y continuó con sus leves caricias al centro de la castaña, sonrió levemente cuando un gruñido salió de la garganta de Bora. Permaneció impasible cuando las manos de la mayor tomaron su rostro para acercarlo al suyo y mirar directamente a sus ojos.
—Estás jugando un juego que no puedes ganar, Lee. —espetó con un tono de voz grave, frustrada y enojada, su respiración estaba agitada y todo su cuerpo vibraba en necesidad de su liberación.
Una sonrisa completa se posó en los sensuales labios de Siyeon, descolocando a la bailarina.
—Estoy a punto de ganar este juego, cariño. —dijo suavemente para dejar una intensa pero corta caricia en el clítoris de la bailarina en su regazo sacándole un fuerte gemido. —Estás a mi merced y si quieres una buena follada vas a tener que rogar por ella.
La cabeza de Bora cayó sobre el hombro de la menor con rendición y se quedó ahí por unos momentos, su respiración estaba agitada y se sobresaltó cuando las manos de Siyeon comenzaron a acariciar su piel, salió de su escondite para besar brevemente los apetecibles labios de la menor cuando una nalgada le arrancó un fuerte gemido, a la mierda su orgullo.
—Fóllame Siyeon, por favor hazlo. —dijo con la necesidad de correrse tiñendo su voz, respiraba con fuerza y sus muslos temblaban de anticipación, sus ojos estaban fijos en los de Siyeon buscando convencerla. —Por favor fóllame, lo necesito tanto, te necesito tanto, por favor, por favor.
—Será un placer, amor. —sonrió en victoria la menor, complacida, penetrándola con dos dedos. Bora gimió fuerte y Siyeon se acercó a su cuello para dejar besos húmedos por su piel.
Su mano no descansaba entre follar a su bailarina con dos dedos y acariciar su clítoris con el pulgar, el cuerpo de Bora saltaba en su regazo recibiendo de lleno todo el placer que le estaba proporcionando su pelinegra con su mano y con su boca. La otra mano de Siyeon recorría las piernas de la mayor llegando hasta su trasero para dejar una fuerte nalgada y apretar su firme glúteo aumentando el placer de la stripper.
Bora elevó un poco su cuerpo tomando los hombros de la menor para mantener el equilibrio, Siyeon se quedó quieta a la espera de ver lo que haría su bailarina y dejó escapar un pesado gemido cuando las caderas de la castaña comenzaron a moverse sobre sus dedos, montándolos, follándose a sí misma con ellos.
La bailarina gemía descontroladamente ante los dedos de Siyeon abriéndose paso en ella con rapidez y los golpes que el dorso de su mano le daba a su sensible clítoris por los movimientos en su regazo, el orgasmo comenzó a armarse rápidamente en lo bajo de su vientre.
—Sí, dios, sí...—gemía Bora ahogada en el placer, la boca de Siyeon se encargó de estimular sus pechos para ayudar a que su bailarina tuviera su liberación. —Ah..., no pares por favor.
—¿Hm? —se burló Siyeon dejando sus pechos y alejando un poco su mano del caliente centro de su bailarina mientras sonreía con malicia. —¿Quieres que pare, eso oí?
—N-no no no, por favor no...—rogó nuevamente la mayor, estaba desesperada y las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos mientras movía sus caderas buscando contacto. Se veía tan perdida en el placer que Siyeon sintió su propio centro contraerse ante ello. —Estoy t-tan cerca Singnie, por favor no pares de f-follarme, por favor, por favor...
Decidió ser piadosa con ella aunque no lo mereciera, el inminente orgasmo de Bora se sentía cada vez más cerca y la pelinegra lo supo por como sus músculos interiores comenzaban a apretar sus dedos y con su pulgar masajeó el clítoris de su bailarina. Una de las manos de la castaña tomó la suya que descansaba en su cadera y la guio a su cuello, rogándole con una suave voz apenas con los ojos abiertos.
—Ah... a-asfíxiame, por favor. —rogó perdida envolviendo los dedos de Siyeon alrededor de su garganta, la menor tardó un segundo en procesar la petición de su bailarina y rápidamente ejerció presión en su cuello sin llegar a lastimarla verdaderamente. —Más fuerte, por favor, apriétame fuerte.
Tragando duro y prestando especial atención a todas sus reacciones, Siyeon acató la nueva petición de su stripper y ejerció más presión en su garganta, una sensual sonrisa se arrastró por los labios de Bora cuando el oxígeno dejó de circular por sus pulmones soltando un gemido ahogado, su cerebro comenzaba a atontarse levemente y se sentía en éxtasis.
Unas estocadas a su centro después de eso la liberación golpeó el cuerpo de la bailarina, las oleadas de placer provenientes de su centro recorrieron todas sus extremidades con un placentero hormigueo, sus caderas se movían furiosamente contra la mano de Siyeon que aún trabajaba en ella para alargar su orgasmo, sus muslos temblaban sin control y la falta de aire le nublaba la vista aumentando la sensación del placer recorriendo su cuerpo.
Cuando todo comenzó a pasar dio un ligero golpe en la mano de la pelinegra que rodeaba su cuello y esta la liberó, el aire entró en sus pulmones de golpe y aún respirando con dificultad besó a Siyeon profundamente. La pelinegra aún embelesada con la imagen de Bora corriéndose tan fuerte sobre ella le correspondió con torpeza, tratando de espabilar.
Bora se separó del beso y descansó su cabeza sobre el hombro de la menor tratando de regular su respiración, Siyeon la atrajo lentamente en un abrazo y comenzó a dibujar figuras abstractas en la piel de su espalda para ayudarla a relajarse.
—¿Estás bien? —susurró suavemente en el oído de la castaña. El silencio llenó el ambiente por un momento y Siyeon, comenzando a alarmarse, abrió su boca para hablar siendo interrumpida por la escurridiza lengua de Bora lamiendo su cuello, arrancándole un gemido. —A-ah...
—Vamos a mi apartamento. —ronroneó suavemente la stripper en su oído, mordió levemente el lóbulo de su oreja y salió de su escondite. —Aún no termino de jugar contigo, Lee.
Siyeon sonrió en grande, deslumbrando a su bailarina con la perfección de su sonrisa. Abrió sus ojos para encontrarse con los de Bora que la miraban con hambre, se acercó y lamió su labio inferior lentamente sintiendo en los suyos el jadeo que abandonó la boca de la castaña.
—Claro. —susurró. —Aún no termino de escuchar como ruegas por mí.
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