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«𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨.»

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ObiDei
❝P e r f e t c❞
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Un joven de cabello azabache se encontraba en la esquina de la gran fiesta que había frente a él, la cual celebra la amistad que se formó entre las cinco naciones después de la tercera gran guerra ninja. El joven Obito de veintiocho años en otra ocasión hubiera disfrutado de aquella hermosa velada, pero no era lo que sucedía en ese instante. Se sentía frustrado, agobiado y muy cansado emocionalmente como para ir y socializar como siempre lo había hecho, puesto que el estrés que le generaba ser «El peor Uchiha» o «La oveja negra» para los de su clan siempre sería un golpe bajo para su propia autoestima. Durante años intentó dar lo mejor de sí mismo, esforzándose para lograr lo que muchos catalogaron para el como «Imposible» o «Inalcanzable» refiriéndose a su sueño de ser el siguiente Hokage.

Pero... con el pasar de los años, sentía su propio sueño completamente lejano. Por ende, decidió centrarse primero en ser el orgullo de su clan, -Cosa que aún no lograba en lo absoluto, cabe destacar.- algo que no se le hacía para nada sencillo, puesto que por más que lo intentaba no lograba alcanzar en lo absoluto su propio cometido. A los ojos de los Uchiha, nunca sería suficiente para entrar al menos en la categoría de un «Buen ninja» para ellos, ni siquiera por haberse convertido en Jounin a los diecisiete años de edad. Nada de lo que hacía les satisfacía en lo absoluto, aunque ello no le importaba porque él era feliz a pesar de haber despertado su Mangekyou Sharingan a edad temprana por la muerte de su abuela, y aunque le prohibieron usarlo había logrado perfeccionarlo de gran manera aun si fuese a escondidas.

Sin duda para sí mismo era un gran logro, junto a sus avances en sus entrenamientos, realmente estaba muy orgulloso de su persona... Hasta que escuchó como su hermano mayor hablaba con otros miembros del clan sobre su «Mal» desempeño, sus pésimos jutsus, el cómo era una gran decepción para su familia y muchísimas cosas más que golpearon muy fuerte su orgullo. Era solo un niño que dejaron en casa de su abuela a muy corta edad, nunca conoció a sus padres y vio al ser que lo cuido morir por una enfermedad cuando tan solo tenía catorce años, cuidándola como podía porque nadie le ofrecía ayuda, ni siquiera su propio hermano.

Al quedarse solo en su totalidad, Obito decidió dejar de intentar enorgullecer a Fugaku y cualquiera, centrándose en sí mismo y en su propio crecimiento como ninja. Realmente estaba satisfecho con aquella decisión, puesto que había logrado convertirse en Jounin y ser incluso un candidato a Hokage. Aunque, sus sueños se vieron frustrados cuando su clan mostró objeción hacia ello y ahora Kakashi era el primer candidato a ser el próximo Kage de la hoja, justo cuando creía que la vida no podía decepcionarlo más... Le llegó aquella noticia.

Y aunque felicitó al peliplata por ello junto a sus demás amigos, en el fondo no pudo evitar sentir como algo se rompía en lo más profundo de su ser, dejándolo sin razón ni motivo para seguir. Su sueño, su más grande sueño desde muy joven le había sido arrebatado por su propio compañero de equipo, aquel que era pareja de la chica que más amó en su niñez y el favorito de su sensei.

Sí. La vida era una jodida mierda, al menos para sí mismo.

El azabache observó a su alrededor, perdiendo su mirada entre las tenues luces que colgaban en unas cuerdas que ataron entre los árboles. El aire fresco que inhalaba desde su posición, hacía que sus tensos pulmones pudieran tener oxígeno a pesar de que se sentía realmente sofocado. Las personas que se encontraban en el centro de todo, bailaban la animada canción que había de fondo, combinándose entre personas de distintas aldeas, cada una disfrutando por su parte esa fiesta a su manera. Los Kages se encontraban en un sitio aparte, junto a los líderes de clanes reconocidos y a los candidatos para ser los próximos gobernantes de sus aldeas... Por supuesto, Kakashi se encontraba ahí y no podía evitar sentir una punzada en su corazón.

Con un suspiro pesado se sobresaltó cuando una misteriosa mano colocó enfrente suyo una botella de cerveza, haciéndole voltear con rapidez hacia aquella persona frente a él. Al verle sus orbes ónix chocaron contra los celestes del joven rubio, al observarle con detenimiento notó que traía vestimentas de Iwagakure, aunque se le notaba realmente distinto a las facciones de las personas de su aldea. Por un segundo le confundió como una mujer, de no haber sido por notar unas pocas características que le mostraban lo contrario. Sin mucha vacilación aceptó el trago que le era ofrecido soltado en un tono bajo un «Gracias» casi inaudible.

-No todos los días se ve a alguien tan guapo sólo en una fiesta.- Soltó con una pequeña risa.

Su voz era un poco ronca pero juvenil, contrastando con su apariencia delicada, Obito no pudo evitar sonreír por ello. Aquel joven no podía tener más de veinte años de edad, podría notarlo con facilidad puesto que aún se notaban leves facciones de adolescente y sus ojos brillaban como los de ningún adulto lo hacia. También debía admitir que el chico era realmente atractivo, sus cristales celestes combinaban a la perfección con esa larga melena dorada que adornaba su cabeza. Sí, era muy lindo y quizás tenía un buen sentido del humor.

-Dudo entrar en la categoría de «Guapo» ¿No lo crees? - Codea un poco el brazo del más bajo, con un pequeño deje de complicidad.

Obito guardó silencio unos segundos, esperando que el menor dijera quién era, puesto que su rostro le era realmente conocido pero no sabía de dónde. El joven sonrió aún más y llevo la fría bebida alcohólica a sus labios, dándole un gran trago para después extender su mano libre hacia el mayor quien la estrechó al instante.

-Deidara. Es un gusto.

-Ya veo...

Susurra para sí mismo el mayor, cayendo en cuenta quién era aquel chico. Deidara negó colocándose a su lado y recostó su espalda contra la pared.

-Sí, soy el nieto del Tsuchikage.- Suspira con pesadez.

Obito miró como sus ojos azules dejar de brillar por unos pocos segundos al mencionar aquella información y no pudo evitar dentro de si relacionar eso con su propio sentir. Intuía que aquel chico podía estar como él se sentía; Hastiado de intentar fingir ser lo mejor para su familia e incluso ser la decepción de esta. No sabía por qué sentía aquello, pero esa mirada le pareció como si se viera a si mismo en ese chico. Aunque claro está que el ser hermano del líder de un clan famoso y ser el nieto de un Kage era una inmensa diferencia en cuanto a responsabilidades se refiere y ante ello no pudo evitar preguntarse...

¿Sería él feliz? O ¿Se sentiría igual de ahogado que su propia persona?

-Lo dices como si fuera un suplicio.- Se atrevió a decir, mirándole con cautela.

El rubio le devuelve la mirada pero con aburrimiento, encogiéndose de hombros y mirando hacia donde yacían los Kages. Su mirada no mostraba más que hastio y un poco de molestia. Sus dedos se notaban levemente inquietos, jugueteando entre sí.

-Oh créeme. Lo es.- Afirma sin más.

-¿Puedo saber el por qué?

Deidara suspira levemente, Obito notó que su mirada no se notaba perdida como el menor intentaba hacer ver, puesto que realmente estaba viendo al Tsuchikage. Algo en su interior se encogió al verle, sus ojos reflejaban un poco de anhelo, algo de enojo pero sobre todo... Decepción, no sabía si era para su abuelo o para sí mismo. El azabache traga en seco, arrepintiéndose por haber preguntado aquello. Pero inesperadamente el rubio empezó a carcajearse en silencio, haciendo que Obito se mostrase un tanto confundido por ello.

-Créeme.- Continúo riendo, intentando en vano detener sus carcajadas y tomar aire para hablar con calma.- Es un suplicio para ellos, no para mí.- La confusión en el mayor se hizo más notoria, haciendo que el rubio riera aún más.- Me refiero, a que ellos están hartos de que yo los decepcione una y otra vez.

Suelta como si fuese algo de todos los días, mientras llevaba su dedo índice hacia sus ojos, limpiando así las pocas lágrimas que habían escapado de sus orbes. Aquello dejó sin habla al azabache, quien no sabía exactamente que decir. Le parecía tan extraño que algo que para su propia persona había sido un infierno, para el menor era como un logro realmente grande del que estaba muy orgulloso. Y he ahí la pregunta que rondaba por su mente por ello.

¿Cómo podía decir tan a la ligera que los decepcionaba sin parar? Como si ello no fuera absolutamente nada malo.

Obito, quien estaba prácticamente en la misma situación que él no podía evitar sentirse extraño. Para sí mismo el ser la decepción de su familia no le era algo que le generase orgullo en lo absoluto, aquello le hacía sentir raro en extremo y no sabía cómo tomarse aquella situación. Como si Deidara le leyese la mente, coloca una mano en su hombro y niega con lentitud, dejando a un lado sus risas por una leve sonrisa de comprensión.

-No todos lo ven a mi manera, no te hagas un lío por intentar entenderlo.- Obito traga en seco al sentirse descubierto por aquel joven, pero al mismo tiempo un tanto intrigado por sus palabras.- Verás, me cansé de ser el «Chico perfecto» para mi familia, puesto que por más que daba lo mejor de mi ellos nunca lo notaban o no lo apreciaban.

Una mueca de disgusto apareció en el rostro del Uchiha, realmente tenían ello en común. Cruza sus brazos por sobre su pecho y se deja recostar también contra la pared que yacía atrás de ambos, donde estuvo apoyado el menor anteriormente.

-Entiendo el sentimiento.

-Es muy obvio a decir verdad, Uchiha.- Obito le mira un tanto alarmado.

No le había dicho su nombre en ningún momento por ello le preocupó en exceso que el rubio supiera su apellido, cuando ni siquiera llevaba en sus prendas el logo de su clan. Sus propias vestimentas eran simplemente una sudadera pegada al cuerpo y un pantalón, ambos negro junto a sandalias ninja. Al ver su repentino cambio de expresión, el rubio explotó en carcajadas de nuevo.

-Cualquiera reconoce a un Uchiha a distancia, más si se trata del hermano menor del líder del clan.- Le explica con calma, Obito asiente un poco más calmado.- Más si es aquel al que llaman «La oveja negra» - Hizo comillas con sus dedos.

El azabache parpadeó un par de veces antes de abrir sus orbes de par en par, sus labios se separaron unos cuantos centímetros sin saber exactamente qué decir ante ello. Genial, ahora resulta que en distintas aldeas lo pueden conocer con ese apodo.

-Era un chiste.

-...¿Qué?...- Obito le miró atónito.

-No sabía quién eras, solo oí de otros Uchihas que se referían a ti de esa manera mientras te señalaban.- El azabache ya no sabía si agradecer que extranjeros no lo conocían de esa manera o insultar a los de su clan.- Como sea. Deberías dejar de preocuparte tanto por lo que diga tu familia, de alguna u otra forma siempre te encontrarán algún defecto nuevo del cual podrán quejarse. Se feliz sin importar lo que digan, que a fin de cuentas... Es tu vida.- Explica.- Si yo tuviera hijos, haría todo lo que fuera para que no sientan que para que puedan ser felices, deben irse de casa.

Las palabras del menor calaron fuertemente en la mente del Uchiha, dejándolo sin habla en lo absoluto y haciendo que su mente se tornara en blanco. Debía admitir, que realmente aquel joven tenía mucha razón en sus palabras, puesto que repitió algo similar en su mente a lo largo de su vida, pero realmente por más que intentara decir algo no podía.

-Pues... Ciertamente tienes razón.- Deidara ríe.

-Por supuesto que la tengo.- Da un golpecito en su brazo, de forma amistosa.- No me has dicho tu nombre.- Suelta curioso, inclinando levemente su cabeza hacia un lado, gesto el cual le pareció un tanto tierno al mayor.

-Mi nombre es Obito.

Deidara se llevó una mano hacia el mentón, mostrándose pensativo y luego asintió satisfecho por aquel nombre. Sí, quizás su significado no era el mejor puesto que literalmente este era «Muerte» pero eso no significaba que no fuera un buen nombre, al contrario, para el rubio este era muy interesante. De un momento a otro la ruidosa música fue cesando en su totalidad, siendo esta reemplazada por una melodía lenta y relajante. La voz del cantante combinaba a la perfección con aquella música, la cual parecía para poder bailar un vals romántico. El rubio al oírla giró su rostro hacia la pista de baile, notando como las parejas se unían para bailar aquella canción romántica que cualquiera reconocería al instante y por supuesto que él mismo la reconoció.

«Perfect.» aquella canción tan famosa que había recorrido el mundo ninja, tan romántica por su letra y ritmo lento. Perfecta para poder bailar junto a la persona que más amas, era una canción que para muchos lo significaba todo. Deidara no pudo evitar sentir la necesidad de querer bailarla, el ver a tantas parejas conformadas por hombres y mujeres le daban aún más ganas de hacerlo, de romper aquel estereotipo como anteriormente lo había hecho en distintas ocasiones. Una idea fugaz cruzo por su mente, haciéndole mirar al Uchiha con picardía.

Por su parte, Obito también observaba a las parejas danzar al ritmo de esa melodía tan relajante, se encontraba embelesado en los finos pasos de baile que aquellas personas hacían con su pareja.

-Hey.- Deidara le llama, sacándolo de su ensoñación y haciéndole mirarle.

-¿Qué sucede?

Inquiere el mayor confundido, la gran sonrisa del rubio era un tanto preocupante. La tenue melodía empezaba a volverse un poco más rápida, pero ello no significaba que el vals que hacían las parejas en la pista de baile se viera menos hermoso.

-Tu familia ha de estar esperando que bailes con una hermosa mujer.- Las palabras del rubio lo desconcertaron, pero ello no impidió que respondiera a su pregunta.

-Ellos ya no esperan nada de mi, a decir verdad.- Obito mira hacia la dirección en donde su hermano se encontraba, junto a su familia. Por unos pocos segundos su mirada desvío hacia el abuelo del joven a su lado.- ¿Y qué hay de ti?- Deidara ve en la misma dirección que el azabache.- Tu familia también debe de esperar que bailes con alguna mujer.

Unas pocas carcajadas mal disimuladas salieron del menor, contagiando un poco al Uchiha, quien río también. Se sentía como un pequeño crío riendo a escondidas por alguna travesura que había hecho y no podía evitar sentirse vivo ante aquella emoción que hacía años no sentía.

-Oh, por supuesto que tienen la esperanza de que lo haga.- Obito asiente, era algo obvio.- Pero lamento informarte que nunca lo cumpliré.

El azabache asiente de acuerdo y al instante de hacerlo le entiende una mano en su dirección, inclinándose levemente como si de un caballero a una princesa se trataste. Deidara debía de admitir que si hubiese sido en una situación distinta, aquello le hubiese enojado por completo pero ello le era muy divertido como para enojarse en ese instante. Oh, por supuesto que entendía lo que el Uchiha hacía.

-Dime, ¿Quisieras decepcionar a nuestras familias concediéndome este baile?

La pequeña sonrisa del rubio se agrandó con malicia, siendo correspondido por el azabache de igual manera. Toma su mano con firmeza y asiente, dándole una pequeña reverencia.

-Oh, por supuesto que sí.

Ambos caminaron a través de las parejas danzantes hasta colocarse en el centro de aquella pista de baile, llamando así la atención de la mayoría -Por no decir todas.- de las personas a su alrededor, entre ellas las de sus propias familias y amigos quienes se mostraban un tanto disgustados ante aquella escena. Obito tomó la cintura del rubio con su mano izquierda y con la restante unió sus manos en un agarre firme, mientras Deidara sujetaba su hombro, empezando a moverse de un lado al otro siguiendo el hermoso ritmo de la canción. Ambos concentrándose un poco en la letra mientras se perdían en la mirada de su contrario, desapareciendo todo a su alrededor en ese instante, quedando para si mismos completamente solos en la pista de baile.

Ellos eran el centro de atención en el lugar, pero ello no podía importarles en lo más mínimo. Sí, quizás habían iniciado aquello por una simple broma para hacer que sus familias se enojasen, pero... Ónix y celeste se perdían entre si, brillando con intensidad más que cualquier estrella en el cielo. Para ellos solo existía su contrario en ese momento, completamente anonadados en el tacto de sus palmas juntas, el cómo las yemas de los dedos del azabache recorrían la cintura del rubio con cierto disimulo para los demás pero no para él, quien podía jurar que aquel tacto era tan cálido que traspasaba la fina tela de su ropa, haciendo hervir su sangre.

Anhelando sentir aún más ese calor, el rubio pasó ambos brazos a través del cuello del Uchiha, acortando así la ya mínima distancia que les separaba. Obito no desaprovechó la oportunidad y rodeó la cintura del más joven con ambos brazos, sus respiraciones se sentían entrecortadas y no entendían el por qué, sus miradas titubeaban al observar los carnosos labios de su acompañante. Los dedos inquietos de Deidara empezaron a juguetear con los pequeños cabellos azabaches que adornaban la nuca del Uchiha. Ambos sentían como se quedaban sin aliento cuando escucharon la letra de la canción que resonó en sus oídos en aquel instante.

«Pero cariño, solo bésame lento. Tu corazón es todo lo que tengo y en tus ojos, estás sosteniendo los míos. Bebé, estoy bailando en la oscuridad contigo entre mis brazos.»

Como si fuese por arte de magia, las tenues luces que colgaban en las cuerdas atadas a los árboles se apagaron, dejando que las personas siguiesen bailando bajo la hermosa luz de luna y el montón de estrellas que adornaban aquel cielo nocturno, volviendo así el ambiente aún más romántico de lo que ya era. Pero ello solo hacía que los nervios de ambos hombres creciesen, haciéndoles temblar de forma ligera, ambos sin poder evitarlo tragaron en seco.

-Deidara...- Le llama el mayor, haciendo que el rubio le mire con anhelo. Obito no sabía cómo pero podía notar lo mucho que sus orbes celestes brillaban con la luna y ello le robó el aliento.-...Te ves perfecto está noche.

Sin que Deidara pudiese decir algo, sintió como las manos del Uchiha atrapaban sus mejillas y su corazón empezó a palpitar con fuerza contra su caja torácica. Obito se acercó unos pocos centímetros y sin esperarlo, el menor acortó la poca distancia que separaba sus rostros y unió sus labios con los del mayor, en un beso sorpresivo pero lento. Sus labios seguían el ritmo de la canción, pero sus cuerpos se habían detenido en su totalidad, centrándose más en sentir la suavidad de los labios contrarios robando así sus propios alientos y sintiendo en aquel instante como si tuviesen el universo en sus manos. Así duraron unos pocos minutos más, hasta que la canción empezó a llegar a su fin y las luces se encendieron nuevamente. Sus familias les observaban atónitos y sin ningún tipo de palabras que decir.

Cuando Obito y Deidara se separaron, no lo hicieron en su totalidad puesto que aún podían sentir sus agitadas respiraciones chocar. Se miraron a los ojos y sonrieron, ni siquiera se molestaron en observar a sus familias, eso era lo de menos en aquel instante. Puesto que en esa situación, ese momento era solo de ellos.

Era simplemente, perfecto.


Fin.

¡Hola!

Primero que nada, disculpen mi inactividad, realmente no estoy en mi mejor momento y tengo un muy feo bloqueo. Escribí este one-shot porque se me ocurrió de la nada y porque realmente sentí que merecían una pequeña explicación, no prometo que actualizaré "Operación Amarte" en estos días, puesto que aún no lo se, en mis planes solo está terminar un one-shot que le debo a una lectora y luego veré como hago para quitarme este feo bloqueo que tengo. Pero es para que sepan que; Estoy bien, no he perdido mi cuenta ni nada por el estilo. Solamente estos meses no han Sido los mejores para mí y que tengo un gran bloqueo. (Perdón si no he respondido tampoco los comentarios de los nuevos lectores en mis historias, pero realmente no siento muchos ánimos últimamente.)

¿Qué les pareció?

¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.

¿Cuál fue tu parte favorita?

Portada hecha por: SundayMonkey

Escrito:19/05/22
Publicado: 22/05/22

3508 Palabras.









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