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𝐎𝐧𝐜𝐞

—Ella no lo tomó bien —le dijo BangChan en un suspiro —sabías que Sana estaría allí, no debiste ir y enfrentarla así.

—Vi la oportunidad y la tomé —respondió aun con su vista fija en el techo de su departamento —quería ver con mis propios ojos que estaba bien.

—Sí, ahora quieres verlo todo —le dijo BangChan un poco molesto —sabes que ella te odia, Mark— el hombre se encogió de hombros.

—No me odia, odia que no haya evitado la muerte de nuestro hijo— respondió Mark moviendo nervioso su pulgar por el vaso de vidrio que tenía en su mano —¿Acaso cree que a mí no me duele?—BangChan se encogió de hombros —cree que es la única que tiene derecho a sufrir.

—Tú no fuiste un gran apoyo cuando mi sobrino murió —respondió BangChan y en ese momento Mark lo miró fijamente, provocando una pequeña punzada en su cabeza —salías cada noche a cualquier bar a beber hasta desmayarte. Dejaste a Sana sola en esos momentos así que no te hagas la victima ahora.

—Claro, todos del lado de Sana porque ella era la madre —rió irónico —yo era el padre, BangChan. Adoraba a mi hijo, amaba a Sana— suspiró dolido, arrepentido de tanto— nunca he dejado de amarla.

—Quisiera decir lo mismo por ella— respondió BangChan pero tú y yo sabemos que eso ya no es así—Mark negó con su cabeza sonriendo un poco.

—No mencionar a mi ex— dijo recordando lo que pudo leer del cartel —siempre decía eso cuando peleábamos, le decía a Taehyung que papá era el ex de mamá —rió haciendo reír a BangChan por el recuerdo tan lejano pero a la vez tan cercano— los extraño, los extraño muchísimo— dijo antes de volver a tomar de su vaso de licor.

—Sana y tú siguen inmersos en el recuerdo de Taehyung— dijo BangChan preocupado— primo, debes dejar de tomar y seguir. Están a punto de despedirte de nuevo.

—Estoy cerca— dijo seguro —estoy cerca de encontrar a la persona que me quitó a mi hijo y a mi esposa. Lo verás, BangChan. El fin de la vida de mi hijo solo inició una cuenta regresiva.

—Mark... —advirtió BangChan preocupado.

—Le devolveré el favor— respondió sarcástico antes de terminar el licor del vaso de un solo sorbo —esa persona me quitó toda mi vida, yo le quitaré la suya— BangChan solo negaba con su cabeza pensando en cómo ayudar a su primo y a su amiga, ambos con mucho rencor en sus corazones.

—Sí, ya me llegó la información del caso— respondió Sana con su vista fija en la pantalla del computador— gracias, señor Yi Cheng— dijo antes de colgar la llamada y dejar su celular sobre el escritorio.

—¿Sobre qué trata?— le preguntó Tzuyu al otro lado del escritorio.

—Asesino sutil —respondió Sana concentrada en leer el caso— entra a casas de chicas solteras o divorciadas —hizo un gesto— tantas chicas muertas y ninguna soy yo —suspiró.

—Agradezco eso, lo agradezco mucho— dijo Tzuyu sinceramente extendiéndole el vaso de cartón lleno de café que tenía en sus manos. Sana la miró con una pequeña sonrisa dándose cuenta del vaso.

—Muchas gracias— dijo casi en un susurro recibiendo el café y colocándolo en el escritorio— es un asesino nocturno, viola a sus víctimas y luego las asfixia. Es inteligente.

—¿Por qué?— preguntó Tzuyu, estaba prestándole mucha atención.

—Estoy segura de que es el mismo asesino de las dos chicas que encontraron en un bosque fuera de la ciudad —respondió Sana segura —claro que sí, así desviaba a la policía para hacerla creer que eran dos asesinos diferentes —Tzuyu estaba impresionada, Sana era increíblemente analítica.

—¿Y quién será esta persona? —preguntó Tzuyu curiosa.

—En realidad no lo sé. Solo se han registrado cuatro asesinatos, incluyendo a las dos chicas encontradas en el bosque— suspiró— hay otro asesino en serie en la ciudad —dijo con algo de fastidio— eso solo significa más y más trabajo para nosotras— Tzuyu sonrió un poco, nosotras.

—¿Otro? Esta ciudad es muy peligrosa— dijo Tzuyu divertida.

—Es terriblemente peligrosa— asintió Sana en una risa —está llena de asesinos sueltos —suspiró.

—Afortunadamente existen abogadas como tú para meter a los malos en prisión— le dijo Tzuyu sonriendo.

—Supongo que así es— se encogió de hombros tímidamente —pero por ahora no puedo hacer mucho.

—Creo a tu padre se le olvida que soy abogada y no policía—rió —aunque supongo que podría interrogar a algunos sospechosos, no es que me emocione mucho.

—Entiendo— respondió Tzuyu— por mi parte...

—Sana, allá hay una mujer que te está buscando— le dijo JooHyun mientras pasaba por su oficina sin detenerse. Sana puso sus ojos en blanco.

— ¿No te agrada?— le preguntó Tzuyu en una pequeña risa. Sana negó con su cabeza con un gesto —¿La odias?

— En algún momento lo creí, a veces siento que la odio tanto. Conozco a esa mujer desde antes de, ya sabes, y es una envidiosa— respondió frunciendo el ceño— pero a la única persona que odio es a quien me quitó a mi niño. Ella no me interesa— dijo sinceramente mientras se levantaba. Tzuyu asintió mientras la veía— si quieres puedes acompañarme o...

—Sí, sí quiero —respondió levantándose también.

Caminaron hasta el ascensor donde estaba una mujer en frente, parecía nerviosa.

—Buenos días, soy Minatozaki Sana, abogada— se presentó analizando a la mujer —me dijeron que me buscaba —la mujer asintió aliviada.

—Disculpe, soy la madre de una de las chicas que... una de las víctimas —dijo intentando no llorar. Sana ladeó su cabeza —sé que usted es la encargada del caso y quería saber sí podríamos hablar, creo que podría decirle cosas que le ayuden.

— Adelante— asintió.

—El novio de mi hija era una persona inútil, déspota y grosera— habló con resentimiento— mi hija era muy estudiosa y tranquila. Cuando mi hija desapareció, él lo hizo también—Sana asintió —pienso que él tuvo algo que ver.

—Entiendo, por favor hable con la policía sobre esto, luego ellos me informarán y cuando eso suceda podré avanzar con el caso— respondió puntualmente— ¿Cómo se llama el muchacho?

—Dustin Green— respondió en un suspiro.

—Entiendo. Daremos con el asesino, el caso de su hija no se quedara así —aseguró Sana— quisiera decirle que puede estar tranquila, pero yo sé que no. Sólo intente no pensar en eso— la mujer asintió.

— Muchas gracias— respondió simplemente antes de darse la vuelta para llamar y seguido a eso entrar en el ascensor.

—Dustin Green— susurró Tzuyu para sí misma —¿Y ahora qué?

—Ahora esperamos —sonrió un poco— la policía me llamará y tendré que ir. No me gusta enfrentar personas, no soy muy amable con los asesinos—Tzuyu asintió— sigamos trabajando, Tzuyu —sonrió comenzando a caminar de vuelta a su oficina. Tzuyu la miró irse mientras se le ocurría una idea.

Era sábado y no había que ir a trabajar. Normalmente los días en libres de Sana consistían mayormente en dormir y escribir, pero ahora tenía que salir a hacer una pequeña visita.

—¿Qué es esto?— preguntó Sana intentando no reír cuando salió de casa y lo primero que encontró fue...

—¿Te gusta?— preguntó Tzuyu. Sana la vio, tenía un overol puesto y estaba sentada en una bicicleta— ésta es para ti —dijo tomando una margarita de la canasta de la bicicleta y extendiéndosela a Sana.

—Gracias— rió recibiéndola —ahora, ¿Qué es esto?

—Quizá no sepa manejar autos, pero sí sé manejar bicicleta... —su sonrisa se paralizó al darse cuenta de lo que acababa de decir— y soy una estúpida—asintió verdaderamente avergonzada. Sana suspiró con una sonrisa, no estaba molesta.

— No— rió Sana acercándose a ella —es tierno que intentes animarme, pero ahora no puedo manejar bici contigo —dijo colocando el tallo de la margarita en la oreja de Tzuyu mientras ella inevitablemente se sonrojaba— tengo que ir a un sitio y no puedo llegar allá en bici.

—¿A dónde vas? —preguntó Tzuyu curiosamente. Sana se encogió de hombros.

— Tengo que visitar a alguien —dijo mientras veía cómo Tzuyu intentaba bajar de la bicicleta, intentaba ya que perdió el equilibrio. Sana intentó tomar su mano para ayudarla pero solo logró que Tzuyu la jalara cayendo con ella, sobre ella. las mejillas de ambas, y casi todo su rostro, estaban rojas.

— Lo siento —dijo Tzuyu rápidamente, nerviosa. Sus rostros estaban a centímetros.

—Creo que me caí —bromeó Sana sintiendo cómo su corazón latía con fuerza —creo que tengo que levantarme— sintiendo cómo el de Tzuyu también lo hacía.

— Sí —respondió Tzuyu nerviosa por la cercanía, notó de nuevo los gustos costosos de Sana— ¿Estás herida? —Sana negó con su cabeza riendo.

—No tienes que estar nerviosa, no te voy a besar— ese comentario de broma sólo provocó que el rostro de Tzuyu se sonrojara aún más— a menos que quieras —volvió a bromear.

— Ah, ah, yo... —Tzuyu estaba tan nerviosa que no podía formular bien sus palabras, pero ¿Por qué estaba tan nerviosa?

Sana rió un poco antes de acercar sus labios a la nariz de Tzuyu y dejar un pequeño beso en ella.

—No lo sé, pero quise besarte —rió antes de alejarse para así levantarse, sacudió un poco su ropa para poder extenderle su mano a Tzuyu quien aún impresionada por lo que acababa de suceder tomó su mano sin quitar su mirada de ella para así levantarse— quizá la próxima vez seas tú quien me bese a mí —bromeó Sana al ver cómo Tzuyu seguía sonrojada.

—¿Yo? —preguntó inocentemente. No importaba que su bicicleta costosa estuviera en el suelo sucia o que le doliera la espalda por recibir el peso de Sana en ella, lo que realmente le importaba en ese momento estaba mirándola a los ojos.

— Claro— respondió divertida—pero ahora tengo que visitar a alguien ¿Vienes conmigo? —Tzuyu asintió y aunque no tenía idea de a dónde irían, ella seguiría a Sana, la seguiría a donde fuese.

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