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𝐍𝐮𝐞𝐯𝐞

—Sana— la llamó Tzuyu viendo cómo servia café que había sobrado del día anterior en una taza —no tienes que hacer eso, yo puedo prepararte más.

—No es necesario, gracias —respondió sin verla.

—Por favor, no quiero que estés molesta— pidió acercándose, quedando a centímetros de ella. Sana volvió a poner la jarra de café en la barra para mirar a Tzuyu fijamente.

—Te conté lo de mi niño y lo menos que esperaba era apoyo de tu parte— le dijo sinceramente —en cambio, me dijiste que tengo que superar la muerte de mi hijo de tres años, ocho meses y dieciséis días— Tzuyu se sintió un poco mal— once horas y veintidós minutos —susurró —no le dio tiempo de despedirse de su mamá— tomó su taza de café para dirigirse a la mesa y así empezar su rutina leyendo las noticias, buscando alguna donde algún conductor esté involucrado, como cada mañana.

—No era mi intención que pensaras eso— suspiró caminando hacia ella, viendo cómo la ignoraba completamente —lo que traté de decir es que tu hijo merece verte feliz— Sana rió irónica dirigiendo su mirada a ella.

—Cuando Taehyung murió— lo decía tan natural, tan normal y Tzuyu lo notó. A Sana le dolía de sobremanera, pero nunca bajaba la mirada cuando hablaba de su hijo—cuando Taehyung murió, ¿Sabes qué pasó conmigo?— Tzuyu negó con su cabeza suspirando —mis padres me dijeron que nada de eso habría sucedido si nunca me hubiera casado con Mark—no lloraría, no en ese momento —mi hijo murió y mis padres me dijeron que nunca debí amar al padre. Luego en menos de un año yo ya estaba divorciada —volvió su vista a su café.

—¿Y por qué sigues usando tu anillo de bodas? —preguntó directa sentándose también. Sana la miró —¿Por qué tú y tu esposo siguen usando sus anillos si según tú ya no lo amas?—Sana suspiró.

—Tenemos que ir a trabajar— respondió antes de tomar un sorbo de café.

—Mark tenía razón, siempre prefieres huir de tus problemas que enfrentarlos —negó con su cabeza— cuando mi novio me dejó plantada yo no detuve mi vida para sentirme miserable cada día. Yo seguí adelante —no pudo evitar decir. Sana sólo la miraba.

—Espero que la vida que tanto amas no te quite lo único que le da sentido— suspiró simplemente— ¿Podrías soportarlo?

—¡Mi ex me dejó en el altar, Sana! — sonrió sarcástica —arruinó mi presente, se llevó mi futuro ¿Y qué pasó conmigo? Entré a Harvard y superé mis problemas, a diferencia de ti—Sana volvió a suspirar.

—Tienes razón, soy patética —respondió sarcástica— soy una patética mujer que sigue usando su anillo de casada después de su deprimente divorcio y muerte de su hijo—volvió a decir sarcásticamente —una patética mujer que escribe todos los malditos días los cuentos que le leería a su niño antes de dormir para llevarle uno cada mes al lugar donde su cuerpo está enterrado —sonrió sarcástica, un poco intimidante —yo no voy por la vida pidiendo lastima, Tzuyu. Tampoco presumiendo lo buena que soy superando problemas, a diferencia de ti —dejó de sonreír —nuestro dolor es diferente, tienes razón, pero no aceptaré que hables así de mi niño.

—Sólo digo la verdad— suspiró —entiendo que...

—¡No lo entiendes!— soltó Sana molesta— ¡No entiendes nada! —se levantó y sin más comenzó a caminar. Tzuyu de inmediato la siguió, de hecho incluso pudo ver cómo Sana volvía a aquella habitación y siendo rápida pudo detener la puerta antes de que la cerrara. A Sana ya no le importaba si Tzuyu entraba o no.

—Esta es... —susurró Tzuyu entrando. Sana sólo tomó un pequeño cuadro que estaba en la cama y abrazándolo a ella se acostó.

—Es la habitación de Taehyung —susurró casi inaudible mientras cerraba sus ojos— no toques nada, por favor —pidió. Tzuyu asintió mientras silenciosamente pasaba su vista por el lugar. Era una habitación azul, completamente desordenada. Había juguetes y cosas en el suelo. Parecía que un tornado había pasado por allí, quizá un tornado de tres años, ocho meses y dieciséis días.

—Por eso no querías que entrara aquí— susurró Tzuyu— es la habitación de tu hijo.

Lo es respondió de igual manera —nadie en la firma sabe que tengo un hijo, solo BangChan y tu papá —Tzuyu asintió, lo supuso.

—¿Tienes? —preguntó sin preocuparse por ser directa.

—Mi hijo murió, Tzuyu—respondió sin abrir sus ojos —pero para mí es como si siguiera conmigo. Lo amo, lo amaré por siempre —susurró sinceramente— el único hombre al que alguna vez amaré así.

—El único hombre— susurró con una pequeña sonrisa.

—Los libros que escribo son tan felices... así era él— susurró—Taehyung adoraba que leyera para él, siempre me lo decía —sonrió al recordar la voz de su hijo —mami, lee para mí - susurró casi inaudible mientras sus lágrimas atravesaban sus parpados— yo llegaba tarde del trabajo pero siempre procuré tener tiempo para él, pero no valoré el tiempo que tuve— su sonrisa desapareció — Ya estoy aprendiendo a leer, así yo podré leer para ti cuando estés cansada—Tzuyu silenciosamente se acercó a ella, rodeando la cama y así verla de frente —lo extrañó, Tzuyu—sollozó lo extrañó muchísimo.

—Satang— susurró, llamándola por un tierno apodo, arrodillándose frente a la cama y cruzar sus brazos sobre ella —yo sé que lo extrañas, siempre lo harás. Pero intenta seguir, no digo que lo superes, pero por favor.

—Mark se perdió en el alcohol, cada noche era lo mismo —dijo de repente— porque él cree que fue su culpa, él tenía que vigilar a Taehyung mientras yo arreglaba la mesa de picnic. La bicicleta de mi niño fue a la carretera y luego, y luego yo vi cómo, vi cómo...

—Shh, shh, shh—le susurró dulcemente acariciándole el cabello— no lo digas, por favor. No tienes que hacerlo—Sana abrazó el cuadro un poco más a ella.

—Yo grité su nombre —abrió lentamente sus ojos para ver a Tzuyu atenta y preocupada por ella, genuinamente— y mi niño me miró y yo lo miré a él. Vi su sonrisa, Tzuyu. Mi niño me vio antes de morir, vio a su mamá correr desesperadamente hacia él. Taehyung no entendía pero no dejó de sonreír, el golpe lo recibió sonriendo y viendo a su mamá. Creía que estábamos jugando hasta que no pudo ver nada más. ¿Cómo me pides que viva después de eso? —preguntó sin saberlo. Había perdido las respuestas a las preguntas que nunca se preocupó por resolver.

—Nunca lo habría imaginado —susurró Tzuyu con una pequeña sonrisa la cual Sana no entendía— y es precisamente por Taehyung que debes continuar.

—Yo solo necesito saber quién fue— respondió aflojando el agarre del cuadro— me inundo en trabajo y acepto cualquier caso sólo para no pensar, porque cada vez que mi mente está en blanco aparece él y luego todo lo que no pudimos hacer... y que nunca podremos.

—Es él— dijo Tzuyu tomando el cuadro que había caído en la cama. Sana asintió— ¿Puedo verlo? —preguntó dulcemente. Sana volvió a asentir.

Tzuyu tomó el pequeño cuadro y vio la foto que había en el. Sana abrazando a su hijo. Taehyung era un niño precioso. Detalló muy bien su foto, eran los mismos ojos de Sana, tenía el mismo mentón. Simplemente precioso.

—Se parece tanto a ti— susurró con una sonrisa sin dejar de ver la foto.

— Mi mejor creación —susurró volviendo a sonreír un poco.

—Es precioso —dijo Tzuyu notando algo en la pequeña mano del niño— esto es... ¿Un anillo? —preguntó sin entender. Si comparaba los anillos de Sana y Mark con el que tenía Taehyung en su mano, definitivamente era el mismo.

—Taehyung decía que también quería estar con nosotros para siempre —susurró al recordar las palabras de su niño— así que nos pidió un anillo igual a Mark y a mí. Nosotros se lo dimos, y de hecho ese día lo llevaba puesto —suspiró— esa frase... "hasta que la muerte nos separe" no aplica en nosotros. Mi Taehyung siempre está con nosotros.

—Es por eso que aún lo siguen usando— susurró Tzuyu al entender dirigiendo su vista a ella —por favor, perdóname.

—El arrepentimiento está sobrevalorado, Tzuyu—respondió Sana—me he arrepentido toda mi vida y mi niño sigue muerto.

—Eres tan melancólica, pero veo que por ahora eso no va a cambiar— suspiró Tzuyu—al menos esta vez no tendrás que pasar por todo esto sola —Sana la miró sin entender —quizá tuvimos un mal inicio, pero creo que podremos tener un buen final.

—¿Existen finales buenos? —preguntó aun sin entender.

—Lo bueno es que lo nuestro no tendrá final —respondió mejorando sus palabras. Sana sólo la miró un par de segundos antes de tomar su mano y entrelazar sus dedos con los de ella.

—Comencemos juntas entonces —susurró cerrando sus ojos. Tzuyu sonrió mirándola tiernamente, comenzando a admirarla como mujer.

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