𝐂𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨
—¿Este es tu auto?— preguntó mirándolo.
—Sí, está bonito—respondió tímidamente abriendo la puerta de los pasajeros y dejando sus cosas allí para luego abrir la puerta del piloto—no es muy grande o costoso pero está bien para mí —dijo antes de entrar al auto.
—Sí—susurró Tzuyu abriendo la puerta del copiloto y entrando al auto, y mientras Sana lo encendía y preparaba, no podía desviar el hecho de que seguía usando su anillo de casada —¿No te pondrás el cinturón de seguridad?
—No, a lo mejor chocamos y si me lo pongo en el peor de los casos podría salir con vida —respondió poniendo en marcha el auto a lo que Tzuyu rápidamente se puso el cinturón de seguridad y se agarró fuertemente de la manija del techo.
—¿No te da miedo morir? —preguntó Tzuyu.
—Si muero sería el primer favor que Dios me hace —respondió Sana simplemente sin quitar su vista del camino.
—Creo que el primero fue hacerte naturalmente bonita— le sonrió encogiéndose de hombros y Sana la miró antes de reír suavemente.
—¿Quieres ganar puntos conmigo?— Preguntó tímidamente —me has adulado mucho últimamente.
—Cuando nos conocimos fui muy grosera, arrogante y tonta—reconoció un poco apenada— fue antes de darme cuenta de lo buena que eres.
—¿Y si no lo fuera?—preguntó de vuelta— seguirías siendo grosera, arrogante y tonta— se encogió de hombros—creo que nunca deberías ser hipócrita, Tzuyu— la chica pelinegra suspiró, sabía que tenía razón.
—Supongo que tienes razón— susurró un poco apenada.
—Pero no te pongas triste— le sonrió luego de unos segundos—estás a tiempo de hacer las cosas bien y mejorar.
—Tienes pensamientos muy optimistas como para ser una suicida—bromeó en una sonrisa.
—No soy suicida —rodó sus ojos mientras reía— es solo que no tengo razones para querer vivir... —se dio cuenta de lo mal que se escuchó aquello—lo que trato de decir es que por ahora mi vida no es muy diferente a no tener ninguna —sonrió, eso sonó mejor de lo que pensaba.
—¿Así te sientes, eh?— preguntó suavemente. Sana asintió sin verla —pero la vida tiene muchas cosas bellas.
—¿Cómo cuál? ¿El matrimonio?—rió irónica— por favor.
—Tal vez no lo ves así porque te casaste con la persona equivocada —respondió encogiéndose de hombros.
—Como todo en mi vida—suspiró —es gracioso porque tú eres mayor que yo.
—Sí, y tú tienes un doctorado y un ex esposo—no pudo evitar reír—yo tengo ganas de aprender.
—Tzuyu, tú no eres tan desagradable— rió un poco—¿Por qué te portaste tan arrogante hace unos días?—la pelinegra sólo se encogió de hombros sin saber realmente qué responder. Sana lo notó y prefirió no seguir hablando hasta que llegaron al súper mercado —ya llegamos —la chica sólo asintió y bajó del auto cuando Sana lo estacionó, al bajar se abrazó a sí misma ya que la noche estaba acompañada de una brisa fría.
La notó un poco diferente cuando llegaron al súper mercado, al parecer Tzuyu estaba desanimada y no alzaba mucho su mirada. Sin embargo Sana no le prestó mucha atención ya que para ella sentirse así era normal, así que sólo entró al gran lugar con ella a su lado, dentro al menos era menos frío.
—¿Qué te gusta comer?— le preguntó mientras tomaba una canasta para la compra que esperaba no fuera muy grande.
—Lo que quieras darme para mí está bien— respondió simplemente—aunque... si no es carne sería mucho mejor.
—¿Eres vegana o algo así? —le preguntó curiosamente a lo que la chica asintió— oh, no tengo problema con eso.
—¿Y a ti qué te gusta comer? —preguntó mientras la veía observando los productos de los estantes, uno a uno, precio a precio.
—Me gusta el cereal— respondió, eso era lo que buscaba— y el café.
—¿Además de eso?—preguntó.
—Almuerzo en el trabajo con Eunha y con BangChan— respondió aún sin verla —y cuando estoy en casa generalmente no ceno.
—Pero eso no está bien —frunció el ceño y Sana tomó una caja de su cereal favorito, hojuelas azucaradas.
—¿Te gusta este, Tzuyu? —le preguntó con una tímida sonrisa mostrándole la caja de cereal—es muy rico— susurró detallando la caja de cereal sin dejar de sonreír.
—No soy amante del cereal pero puedo comerlo— asintió.
—Entonces está bien—sonrió colocando la caja en la canasta —en casa suelo comprar cualquier tipo de leche, ¿Tú como vegana tomas algún tipo especial de leche?
—De hecho no como nada que provenga de un animal—se encogió de hombros— no leche, no queso, no huevo... — negó con su cabeza.
—¿Y cómo vas a comer el cereal, Tzuyu?— preguntó verdaderamente confundida.
—Puedo comerlo así—respondió simplemente—pero si no te parece, puedo tomar la leche. Tu casa, tus reglas.
—No, puedes comer lo que quieras— respondió —por eso te pedí que me acompañaras, para que escogieras lo que te gusta. ¿Qué comen los veganos?
—Cualquier cosa que no sea carne, ni nada que tenga que ver con animales, Sana— respondió obvia y Sana suspiró, su buen comportamiento no podía durar para siempre.
— Escoge lo que quieras—se encogió de hombros antes de caminar para buscar azúcar y café. Dirigió su vista a la canasta cuando sintió un peso nuevo—¿Qué haces? Pensé que no comías carne— dijo confundida al ver, de hecho, carne empacada en la canasta.
—No es para mí, es para ti— sonrió un poco —no lo apoyo pero creí que tu cara era pálida de nacimiento y uniendo piezas puedo deducir que es porque no te alimentas bien, así que comerás mejor a partir de hoy.
—Pero estoy bien con mi cereal —respondió un poco bajo.
—No, no— negó con su cabeza—déjame ayudarte—se encogió de hombros— somos amigas— A Sana no le quedó más que asentir— excelente, ¿Te gusta el pollo? A mí me gustaba mucho antes— rió y era la primera vez que Sana escuchaba su risa.
—Prefiero mi cereal —respondió en un inevitable puchero, amaba su cereal. Tzuyu ladeó su cabeza.
—¿Has ido al doctor? —Sana negó— ¿Por qué te alimentas tan mal?
—No me gusta mucho comer—mintió —no me da tiempo tampoco.
—Hmm— vaciló un poco pensando en cómo ayudar a su nueva amiga—haremos algo— sonrió. Sana la miró deseando que no dijera una locura.
—¿Qué?— Preguntó viendo cómo Tzuyu se atrevía a sacar su preciado cereal de la canasta —¿Qué haces?— preguntó preocupada intentando tomar de vuelta la caja.
—Eh, eh —advirtió la pelinegra alzando el cereal lo más que pudo para que Sana no pudiera alcanzarlo.
— Tengo veinticuatro años y no necesito hacer escenas en un lugar público —dijo cruzándose de brazos —así que Tzuyu, devuélveme mi cereal— la chica negó con su cabeza.
—Tú y yo sabemos que no puedes hacer nada porque este cereal no es tuyo, aun no lo compras —respondió— así que escúchame, te diré lo que vamos a hacer a partir de hoy... tú puedes llevar a casa tu cereal con una condición.
—¿Cómo te atreves a ponerme condiciones?— preguntó nuevamente intentando tomar su cereal, pero Tzuyu simplemente lo apartaba —Estás siendo mala conmigo —dijo un poco molesta.
—La condición es que comiences a alimentarte mejor —respondió ignorando su comentario —puedes comer tu preciado cereal con leche y tu café, está excelente. Pero hay otras dos comidas que también son importantes y debes darles esa importancia que merecen.
—¿Sabes qué?— Preguntó comenzando a caminar —hay cientos de cajas de cereal, puedo simplemente tomar otra—dijo haciendo aquello, tomó una caja del mismo cereal y la colocó en la canasta —y se acabó—Tzuyu suspiró y simplemente la siguió en sus compras, al parecer la había hecho estar de mal humor ya que no volvió a hablarle.
—¿Estás enojada?— preguntó luego de ver como en silencio analizaba las pocas cosas que había en la canasta.
—No— fue lo que respondió viendo la canasta y pensando en qué podría faltarle— chocolate no, helado mucho menos— susurró para sí misma.
—¿Dices algo?— preguntó Tzuyu al pensar que la ignoraba.
Sana dirigió su cansada mirada a ella.
—¿No vas a escoger nada? —preguntó— puedo comprar para preparar no lo sé, sándwich de lechuga con... ehm... tómate, si, y... jugo de naranja —ese comentario le provocó una risa a la mayor —aunque debe ser artificial porque no sé hacerlo, en cambio puedo prepararte café.
—No te preocupes por mí —respondió encogiéndose de hombros en serio.—Vamos a casa, te ves cansada.
—¿Segura?—Tzuyu asintió.
Las chicas se dirigieron a pagar y lo primero que pasó por la cinta de la caja fue el preciado cereal de Sana, seguido por el azúcar y el café. La chica quizá no se dio cuenta cuando Tzuyu le pasó algunas cosas a la cajera. Sana estaba de verdad muy cansada, como cada día.
—Son cuarenta y seis dólares —le dijo la cajera y Sana abrió bien sus ojos, al escuchar esas palabras ya no tenía sueño.
—¿Cuarenta y seis? Pero si solo llevo un cereal—respondió confundida —azúcar y café.
—Oh, yo pago —sonrió Tzuyu entregándole el dinero a la cajera.
—¿Por qué estás pagando, Tzuyu? Debe haber un error en la compra— intervino Sana.
—No, no lo hay —le sonrió recibiendo la bolsa donde empacaron las cosas—al final decidí comprar algunas cosas —Sana la miró sin entender— ¿Vamos?—seguía sonriendo. La castaña no entendía, sin embargo no diría nada, simplemente en silencio dejaría todo así.
Sana estaba conduciendo camino a su casa intentando apartar el sueño que traía, a lo mejor sí se estaba alimentando mal y no quería aceptarlo, de cualquier forma, lo único que quería era ponerse su pijama y dormir.
—Y esta es mi casa —dijo estacionando el auto en el porche— es bonita, tiene dos pisos ¿Lo ves?—Tzuyu asintió viendo la casa, le parecía muy grande para ella sola así que supuso que era la casa que compartía con el que alguna vez fue su esposo. Sana apagó el auto y bajó de el seguida por Tzuyu que llevaba la bolsa de la compra en sus brazos— oh, tu maleta— recordó dirigiéndose a abrir la cajuela del auto— es muy grande para un par de días ¿No crees?
—Sí —sonrió quitando al fin la vista de la casa—sí, supongo— rió tomando su maleta. Sana asintió y se dirigió ahora a abrir la puerta de la casa con su llave.
Tzuyu bajó su maleta y cerró la cajuela del auto de Sana. Analizó la entrada de la casa y pudo darse cuenta de que el jardín alguna vez estuvo bien cuidado, apostaría cualquier cosa a que alguna vez hubo hermosas flores en el camino hacia la puerta y bellos arbustos a unos lados; pero ahora se veía simplemente... triste, como si nadie se preocupara por mantener un ambiente feliz.
—No es muy grande como de seguro es el lugar donde vives pero es acogedora—le dijo Sana al abrir la puerta y entrar en la casa.
—No te preocupes— respondió entrando tras ella. Analizó el interior de la casa, no era mucho mejor que el exterior, una cocina que conectaba al comedor por un lado, las escaleras que daban al segundo piso junto a una puerta y la sala de estar al otro lado. La tensión era intensa, el lugar se veía tan solitario y descuidado. Al mirar alrededor vio en las paredes marcas de cuadros, en ese momento supo que los habían quitado después de haber estado colgados mucho tiempo, no veía equipos de música o nada que pudiera disfrazar el ambiente tan deprimente que daba la casa de Minatozaki Sana—tu casa es un poco...
—No es la gran cosa —suspiró dejando sus llaves en el pequeño mueble que estaba a un lado de la puerta—pero sirve para vivir, supongo—Tzuyu asintió —si quieres puedes dormir en mi habitación... y yo duermo en mi estudio.
—¿No será mucha molestia?— preguntó encogiéndose de hombros.
—Para nada, solo serán un par de días— respondió restándole importancia—sólo déjame ponerme mi pijama y sacar algunas cosas y será toda tuya. ¿Puedes esperar en silencio? —preguntó y Tzuyu asintió, no iba a obedecer. Sana subió a su habitación, y la chica que quedó en el primer piso. Se dio la libertad de recorrer mejor su vista por el interior de la casa, pero en realidad no había mucho qué ver, cualquiera pensaría que estaba en medio de una mudanza ya que no había muchas cosas en general.
Suspiró y se dirigió a la cocina a organizar la compra. Decidió comprarle a Sana carnes blancas, como pollo. Antes de ser vegana a Tzuyu le gustaba comer pollo en cualquiera de sus presentaciones así que supuso que a la chica le gustaría. Apartó la caja de cereal, el azúcar y el café a un lado y se dispuso a sacar el pollo junto a otras cosas con las que sorprendería a su nueva amiga. Al abrir el refrigerador no le sorprendió no encontrar mucho, sólo dos cajas de leche y una botella de agua; definitivamente algo no andaba bien en la mente de Sana
—¿Tienes hambre?— preguntó Sana entrando a la cocina. Tzuyu no pudo evitar ver su pijama, era una blusa con mangas largas la cual le quedaba un poco grande, incluso uno de sus hombros sobresalía de ella y dejaba у a la vista su clavícula, junto a unos pantalones cortos y unos calcetines— ¿Te gusta mi pijama?—preguntó con una pequeña sonrisa dirigiendo su mirada a ella y tomando los bordes de su blusa —me la regaló mi hermanita—lo único que le quedaba, era su pequeña hermana.
—Es muy bonita —respondió sinceramente— la haces ver bien.
—Gracias— se encogió de hombros tímidamente —¿Tienes hambre? —repitió a lo que Tzuyu negó con su cabeza.
—Sólo guardaba las cosas que compramos —respondió cerrando el refrigerador.
—Entonces ven, te dirigiré a mi habitación— respondió comenzando a caminar, Tzuyu asintió y fue tras ella, tomó su maleta y la arrastró por las escaleras hasta subirlas. El segundo piso no era menos deprimente que el primero, sin embargo al caminar por el pasillo se dio cuenta de que había otra habitación, la cual estaba cerrada.
—¿Aquí qué hay?—preguntó directamente deteniéndose frente a la puerta a lo que Sana se detuvo en seco para mirarla—¿No es el cuarto de huéspedes? —preguntó con la intención de abrirla.
—No— dijo rápidamente acercándose a ella. Tzuyu notó un poco de molestia en su voz— allí no hay nada, por eso dormirás en mi habitación y, y yo en mi estudio.
—¿Estás segura? Porque puedo dormir a... — Sana la interrumpió.
—¡No! —dijo de una vez —¿Podrías... podrías sólo obedecer? —preguntó en un pesado suspiro.
—Claro, lo siento—respondió sin entender su cambio de actitud. Sana dio la vuelta de nuevo para seguir con el camino a su habitación. Tzuyu frunció un poco el ceño y en silencio la siguió.
—Esta es mi habitación—dijo una vez entraron —ya llevé lo que necesitaba a mi estudio. Allí hay un baño —señaló—y mi cama es cómoda, no sé qué más te gustaría.
—No, muchas gracias por cierto —le dijo mientras notaba que la habitación tenía una cama doble, probablemente donde alguna vez durmió con su ex esposo. Una habitación común y corriente, al parecer— no te lo había dicho.
—Está bien—sonrió un poco —buenas noches, Tzuyu— dijo un poco bajo comenzando a caminar para salir de la habitación.
—Buenas noches, Sana— respondió de igual manera mientras la veía irse.
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