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Treintaidos

—¿Estás emocionada? —le preguntó Mark con una sonrisa, apartando por un segundo su mirada del camino. Sana asintió con la misma sonrisa.

—¡Mucho! —respondió mirándolo con todo el amor que sentía por él, sintiendo que lo amaría por siempre —es el primer fin de semana que pasaremos juntos los tres desde hace mucho tiempo.

—Es cierto —le dijo Mark en un suspiro, no le gustaba dejar a su familia sola, pero debía hacerlo si quería darles todo lo que merecían —pero al menos hoy estaremos juntos —Sana volvió a asentir emocionada.

—¿Cómo vas allá, mi niño? —le preguntó sin dejar de sonreír. Taehyung alzó su mirada de su auto de juguete para mirar a su mamá.

—Muy bien, mami —respondió emocionado por llegar al parque, su papá le había regalado una bicicleta y estaba ansioso por manejarla por primera vez; había visto películas, no podría ser tan difícil —¿Ya llegamos? —Sana miró a su esposo esperando una respuesta.

—Ya casi —dijo lentamente mientras que estacionaba el auto —ahora sí —dijo en una risa apagando el auto. Sana se quitó el cinturón de seguridad y se levantó un poco del asiento para besar la mejilla de Mark, se sentía tan feliz porque pasaría el día con los dos amores de su vida.

—Podría sentir cómo me besas por el resto de mi vida —le dijo Mark sinceramente, y de hecho estaba dispuesto. Sana solo rió sonrojada mientras que escuchaba la pequeña risa de su hijo en el asiento de atrás —tú saca a Taehyung y yo sacaré la bicicleta, por favor —Sana asintió mientras que se incorporaba para salir del auto.

—Hola mi niño precioso —dijo con voz graciosa cuando al abrir la puerta se dispuso a desabrochar el cinturón de la silla de bebé donde estaba sentado Taehyung —ya llegamos al parque —Taehyung le extendió sus brazos a su mamá quien de inmediato lo tomó en los suyos para sacarlo del auto.

—Es tan bonito —dijo cautivado por la belleza del parque —¿Podemos volver? —preguntó emocionado. Sana rió mientras que asentía.

—Volveremos las veces que tú quieras, Taehyung —le respondió antes de darle un pequeño beso en su nariz. Taehyung rió ante el tierno gesto, amaba los besos de su mamá, pensaba que podía sentirlos por el resto de su vida.

—Bicicleta —escucharon la voz de Mark intervenir. Taehyung miró su bicicleta nueva impresionado, últimamente le estaban dando muchos juguetes nuevos, incluso se mudaron a una casa grande y bonita, después de vivir en un lugar tan pequeño, podía recordarlo y se sentía muy agradecido con mamá y papá.

—Tú vigila a Taehyung mientras que yo arregló la mesa de picnic, por favor —le dijo Sana acomodando a Taehyung en el brazo de Mark, ya que con el otro él sostenía la pequeña bicicleta. Sana vio a su hijo y a su esposo por última vez —los amo —sentía que podría hacerlo por el resto de su vida.

—Y nosotros a ti —le dijeron padre e hijo al mismo tiempo, provocando una risa en ella. Sana suspiró con una sonrisa antes de volver a abrir la puerta del auto para sacar las cosas que había empacado, entonces Mark se fue con Taehyung para enseñarle cómo usar la bicicleta.

La familia salió de casa sin saber que volvería incompleta.

—¿Estás emocionada? —le preguntó YiCheng con una sonrisa. Tzuyu dio la vuelta asintiendo emocionada, entonces los ojos del hombre se llenaron de lágrimas al verla tan preciosa en aquel vestido de novia.

—¡Mucho! —respondió emocionada antes de ver cómo la primera lágrima caía por la mejilla de su padre —oh, papá —respondió con una risa —no llores —YiCheng suspiró tomando las manos de su hija dentro de su pequeño camerino, a escasos minutos de llevarla al altar.

—Vas a casarte —dijo simplemente, con una sonrisa y lágrimas en sus ojos. Tzuyu asintió —y debes saber que eres lo mejor de lo que he hecho parte. Ni mi firma, ni mi riqueza, ni siquiera mi reputación... nada de eso se compara contigo, porque tú eres mi mejor logro —le dijo sinceramente mientras que los ojos de Tzuyu se cristalizaban —eres todo lo que siempre soñé, todo lo que me hace verdaderamente feliz... eres mi hija, eres el amor de mi vida —susurró.

—Papá... —intentaba decir en realidad conmovida.

—Pero siempre supe que eras demasiado buena para ser solo mía, y ahora lo compruebo. Te enamoraste, eres el amor de la vida de alguien más, de alguien a quien le correspondes —sonrió en un suspiro —y debo aceptarlo, porque el amor no es egoísta. Yo seré feliz mientras que tú lo seas, por eso sé que te amo. Por eso debo dejar que seas feliz, aunque eso signifique perderte .

—Te amo, papá —le dijo antes de abrazarlo y que él le correspondiera con todo el amor que sentía por ella

La chica caminaría hacia el altar, sin saber que el único hombre que jamás la abandonaría la estaba abrazando en ese momento.

Sana estaba organizando la mesa de picnic, a la distancia viendo a su esposo jugar con su hijo. Confiaba en Mark, sabía que podría proteger a Taehyung. No podía dejar de sonreír viendo todas las cosas bonitas que había preparado junto a su hijo para Mark, aquel hombre que había dado todo por ella y por su hijo, lo amaba tanto, sabía que era reciproco y creía que así sería por el resto de su vida. No tenía en cuenta que el tiempo es relativo.

—¿Cómo vas, amor? —escuchó la voz de Mark acercarse a ella. De inmediato la sonrisa de Sana se borró y alzó su mirada nerviosa, se suponía que él debía estar con Taehyung.

—¿Por qué no estás con Taehyung? —le preguntó de inmediato. Mark la miró confundido —Mark, se supone que debes estar con Taehyung.

—Amor, no te preocupes —rió pensando que exageraba —Taehyung está bien, está jugando con la bicicleta que le compramos —Sana dejó las decoraciones que tenía en sus manos sobre la mesa para rodear a Mark y así buscar con su mirada a Taehyung, encontrándolo pocos segundos después cruzando la carretera con su bicicleta. Sana estaba pálida y los ojos de Mark se habían abierto grandemente.

Sana corrió sin interesarle nada más, tratando de llegar a tiempo. Taehyung era ajeno a lo que sucedía, incluso al auto que se acercaba a él a alta velocidad. Nadie podría haber sabido que el conductor estaba hablando fuertemente por celular en ese momento, llegando tarde a su propia boda, sin prestarle atención al camino, mucho menos a quien estaba en medio de él.

Taehyung pensó que estaba seguro, su mamá y su papá estaban con él. No era un experto manejando bicicleta, así que al ver a su mamá acercarse a él, simplemente sonrió emocionado pensando que estaba jugando con él.

—¡Mami! —escuchó la voz de su hijo llamarla mientras sonreía. Sana vio a su hijo alzar sus brazos, gesto que hacía cada vez que quería que lo cargara, totalmente ajeno al auto que se aproximaba hacia él.

—¡Hijo! —gritó de manera desesperada corriendo hacia él, deseando estar en su lugar o al menos llegar a tiempo, pero el auto nunca se detuvo.

—¿Dónde estás? —susurró Tzuyu ansiosa. Todos los invitados estaban esperando al otro protagonista del evento. Su padre la había llevado al altar, aunque su novio no hubiera llegado todavía, sentía poder esperarlo, pero ya estaba tardado demasiado y la estaba haciendo quedar en ridículo.

—¿Hija? —le habló su padre suavemente sin querer pensar que estaba reteniendo sus lágrimas —hija ¿Qué deberíamos hacer? —Tzuyu miró el asiento que había reservado para su madre, el cual estaba vacío —ha pasado un tiempo... —Tzuyu miró a su padre con sus ojos cristalizados, su maquillaje comenzaba a correrse —oh, hija —suspiró en realidad dolido

—No llegó... —susurró. Los invitados estaban confundidos, sin saber qué hacer. YiCheng miró a las personas invitadas a la boda y no le quedó más que cancelar el evento, sin embargo antes de hacerlo, cada persona se levantaba para salir de la iglesia sin decir una sola palabra. YiCheng rió irónico.

—Largo —les dijo simplemente, sin interesarle quienes estuvieran allí —no se molesten en llegar a mi firma el lunes —asintió mientras que Tzuyu se sentaba en uno de los escalones del altar, abrazando sus rodillas y escondiendo su cabeza en ellas. YiCheng suspiró, quería golpear fuertemente a Taehyung Kim.

—Taehyung, Taehyung, Taehyung —repetía Sana ansiosa, y a pesar de que sus lágrimas nublaban su vista, podía ver claramente cómo su hijo perdía las fuerzas entre sus brazos —Taehyung, Taehyung, despierta, mi niño —decía dándole leves, muy leves golpes en la mejilla de Taehyung Duan.

Un auto blanco atropelló a Taehyung Duan. Aquel auto que nunca se detuvo, ni siquiera después de haber golpeado a su hijo, simplemente lo rodeó y siguió su camino, a pesar de que Mark corriera tras el intentando alcanzarlo bajo su desesperación e impotencia.

—Taehyung, no me hagas esto —rogó en un susurro, viendo sus lágrimas caer sobre el cuerpo de su hijo —por favor, por favor no me dejes —volvió a rogar, deseando que su hijo pudiera responderle. Estaba arrodillada en medio de la carretera, con su hijo muriendo entre sus brazos. Un pequeño cuerpo de casi cuatro años no era tan fuerte como para soportar aquel contundente golpe en su cabeza. No había respuesta. No había pregunta. Solo había una familia rota —mi niño, no... —sollozó mientras que apartaba el cabello lleno de sangre de su frente, solo para sentirse más miserable al ver aquella herida que no paraba de sangrar —mi vida —susurró casi inaudible colocando su mano en el pecho de su hijo con una mínima esperanza, pero cualquiera se desvaneció al sentir el segundo exacto en el que su corazón dejó de latir y su pecho dejó de moverse. Taehyung Duan había muerto.

Los gritos agonizantes de Sana Minatozaki se escucharon alrededor de la calle, mientras que abrazaba el cuerpo sin vida de su hijo lo más fuerte que pudo. No quería dejarlo ir, pero él ya se había ido.

—Se fue —sollozó Tzuyu sin alzar su mirada —ni siquiera se despidió —YiCheng suspiró mientras se sentaba a su lado en aquel escalón —me dejó.

—No era tu persona idónea, lo sabes —respondió suavemente, y en ese momento los llorosos ojos de su hija se posaron en los suyos —¿Cómo te sientes? —le preguntó con una pequeña sonrisa. Tzuyu frunció el ceño como si fuera obvio —te duele y te dolerá por mucho tiempo, pero debes entender que la decisión de Taehyung fue dejarte y ahora la tuya debe ser superarlo.

—Pero mi vida, toda mi vida... —sollozó. YiCheng volvió a suspirar, él jamás había hecho llorar a su hija de esa manera precisamente porque no lo merecía, y tener que verla destruida por ese imbécil simplemente lo enojaba de sobremanera —ya no está.

—No sé qué podría ser más importante que tú para él el día de hoy —respondió —pero ya ves que no vale la pena, hija, y...

—Mamá ni siquiera vino —susurró en un puchero. YiCheng sonrió un poco melancólico pasando delicadamente su pulgar por las lágrimas de su hija —y tú te quedaste conmigo —su padre la envolvió en sus brazos antes de besar su sien. Tzuyu se acurrucó en su pecho sintiéndose una niña pequeña e indefensa otra vez.

Mark había vuelto sin poder parar de llorar, vio a su esposa en la carretera con su hijo entre sus brazos, rodeados por numerosas personas que trataban de ayudarla. Se acercó a ella apartando a los demás esperando lo peor.

—Sana...—susurró suavemente. Los ojos llenos de lágrimas y su rostro cubierto por la sangre de su hijo, fue lo primero que vio Mark cuando ella alzó su mirada mientras que negaba con su cabeza.

—Nuestro, nuestro hijo murió... —susurró sin poder creerlo, como si fuera una locura estúpida. Los ojos de Mark volvieron a llenarse de lágrimas mientras que perdía fuerzas y caía de rodillas al suelo. Las personas veían la escena altamente asombrados y afligidos, algunos lloraban, otros ya habían llamado a la policía.

—¿Taehyung? —preguntó acercándose a ellos con el corazón destrozado —¿Campeón? —preguntó intentando reír, no lo podía creer —levántate, vamos a jugar juntos —dijo intentando no sollozar, pero Taehyung no podía responder —vamos a prepararle la cena a mamá, vamos a sorprenderla —colocó suavemente su mano detrás de la cabeza de su hijo, y vio cómo su rostro pálido cambiaba a su dirección. Era la escena más terrible que había tenido que presenciar. Su mayor miedo hecho realidad —no, campeón... —su ropa nueva, manchada de sangre. Su mágica sonrisa, desvaneció.

—Mark... —dijo llevando débilmente su mano a su mejilla, provocando que alzara su mirada para verla —no, no estaba lista... —sollozó negando con su cabeza. Mark sollozó antes de abrazarla junto al cuerpo de su hijo, y en ese momento Sana volvió a romper en llanto. Se dieron cuenta de que alguien más había decidido darle fin a la vida de su hijo, y se juraron encontrarlo.

—No estaba lista —susurró Tzuyu viendo por la ventana del auto de su padre.

—¿Para qué? —preguntó confundido, al parecer habían cerrado una calle, tendría que tomar otro camino.

—Para esto —respondió aun sin entender cómo su novio le había podido hacer eso —me dejó, ni siquiera llamó o algo. Simplemente se fue, y no entiendo. Íbamos a casarnos —dijo dolida.

—Ahora tu vida debe tomar otro enfoque —le respondió simplemente sin apartar su mirada del camino —debes comprender que nunca se termina de conocer a una persona, y lo acabas de comprobar con el imbécil de Taehyung Kim —dijo aquel nombre con desprecio, siempre vio algo malo en él. Tzuyu lo miró y no le tomó mucho tiempo tomar una decisión.

—Quiero ir a la universidad —le dijo firmemente. YiCheng frunció el ceño sin entender —sí, quiero estudiar derecho.

—¿Derecho? —preguntó aún más confundido. Tzuyu asintió.

—Después trabajaré en tu firma —respondió —por favor, quiero ser alguien. Quiero estudiar y nunca volver a depender de un hombre —YiCheng sonrió.

—Está bien —asintió. Tzuyu sonrió un poco —mañana en la mañana arreglaremos todo para que vayas a la universidad —la chica asintió antes de volver su vista a la ventana, inevitablemente preguntándose por qué le había pasado aquello tan doloroso a ella, sin saber que alguien más también sufría de sobremanera en ese momento.

—Sana, tienes que soltarlo —le decía Mark suavemente mientras que la veía negar efusivamente con su cabeza —por favor, tienes que entregarle el cuerpo de Taehyung a los oficiales —Sana miró a los hombres especialistas quienes la veían con el corazón roto, conmovidos por aquella escena.

—No... —susurró casi inaudible bajo la noche que era iluminada por sirenas de ambulancia y patrullas de policía. Mark suspiró.

—Amor, por favor —volvió a pedir apartando suavemente sus manos del cuerpo del niño —Taehyung se fue, y esto no nos lo devolverá —sonaba duro, pero era cierto y debía hacérselo entender. Las lágrimas de Sana salían de manera inevitable y del mismo modo, miró a su hijo por última vez antes de besar su frente.

—Te amo, hijo —susurró antes de que sus brazos poco a poco perdieran fuerzas y soltara el cuerpo de Taehyung. Mark lo tomó en sus brazos y lo levantó con facilidad.

—Te amo, hijo —le susurró del mismo modo en el que Sana lo hizo, y lo besó con el mismo dolor que ella sentía.

—Vuelve, Taehyung —sollozó abrazándose a sí misma, sabía que era un hecho que su hijo nunca volvería.

Después de todo el doloroso proceso judicial, Sana lloraba mientras que subía al auto junto a Mark. No se pondría el cinturón de seguridad, no tenía sentido cuidar una vida a la que le arrebataron el dueño.

—¿Estás emocionada? —le preguntó Tzuyu con una sonrisa. Sana asintió con la misma sonrisa mientras que caminaba por el estacionamiento.

—¡Mucho! —respondió sinceramente —vamos a tener un bebito —Tzuyu asintió.

—Aunque no entiendo mucho —dijo sinceramente —la doctora dijo muchas cosas complicadas —dijo tratando de recordar. Sana no pudo evitar reír.

—Bueno, lo único que sé es que cuando lleguemos al hospital nos dirá sí estoy embarazada o no —dijo un poco nerviosa —veremos si funcionó.

—Claro que funcionó, mi amor —intentó animarla Tzuyu —¿Quieres que tome un taxi y nos encontramos allá? —Sana negó con su cabeza mientras que abría la puerta de su auto.

—Yo iré a casa por ti y nos iremos juntas —respondió subiendo y cerrando la puerta mientras lo hacía. Escuchó la adorable risa de su novia.

—Está bien —dijo en una risa —maneja con cuidado —Sana puso sus ojos en blanco sin dejar de sonreír —te amo.

—Yo te amo incluso más —respondió tiernamente —espérame —le advirtió de manera divertida.

—Como usted diga —bromeó antes de que la llamada se acabara. Sana suspiró con una sonrisa mientras que encendía el auto. Tenía sus manos en el volante, lista para poner el auto en marcha, cuando se dio cuenta de que algo hacía falta.

Sonrió tomando el cinturón de seguridad para abrocharlo sobre su cuerpo.

—Ahora tengo a alguien esperándome en casa —susurró sin dejar de sonreír, poniendo su auto en marcha para encontrarse con quien ahora era la dueña de su vida.

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