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🥢Trece

Capítulo 13: Serás mí perra.


       Chifuyu comenzó a sospechar enormemente de su superior apenas este comenzó a cocinar su platillo favorito. El rubio tuvo real miedo, nunca sabe que esperar del otro y es por eso que invitó también a Baji, una para que lo proteja y otra para que vea que no es el único loco que ve algo extraño en el Sadao.

Baji lo ve y no lo cree aún. Desde hace unos días está raro, el pelinegro tiene un aura demasiado madura, fue de un día para el otro que pasó de ser alguien frío a una amorosa figura de superioridad. Ambos lo quieren seguir odiando por el accidente de invierno, pero tampoco pueden porque ya se disculpó y seguir enojados sería muy estúpido.

Eso y que Baji lo quiere mucho como para estar verdaderamente enojado con Sadao.

—¡Ya está listo el almuerzo! — avisa el mayor cuando ya terminó de preparar todo.

Ambos adolescentes babearon por el delicioso aroma que producía la carne de cerdo dentro de aquel caldo, el platillo maestro, y su favorito, de Satoru; Katsudon. Los otros dos observaron como este comenzaba a comer muy natural, sospecharon de sus platillos, hasta los revolvieron buscando algo y con el regaño del otro sospecharon más.

—No jueguen con la comida. — regaña herido ¿así se sentía sus cocineros cuando les despreciaba la comida?  ¿Qué tienen, 5 años? Agarren bien sus palillos.

—¡Esto tiene algo! — acusa Baji con los mismos.

—¿Me ves agonizando en el suelo? — pregunta el mayor molesto. Suspiró con exasperación cuando lo siguieron viendo con ojos de desconfianza — Dame eso.

Intercambió su plato con el de Baji y lo acabó en menos de 3 minutos, ambos veían con la boca abierta como el otro acababa con toda la sopa, la carne y las verduras en un santiamén. Satoru enseñó su plato limpio, brillando de lo blanco que lo dejó, y por estar molesto se fue de esa casa, justo cruzándose a la madre del rubio que le dio su dinero por haber cuidado a su hijo cuando ella no estaba.

Satoru se tomó un tiempo para descansar en la banca, el estómago le daba demasiadas vueltas y se regañó mentalmente. No estuvo bien comer tan rápido, tampoco el haberse enrabietado y encima haberse movido apenas acabó de comer. Su madre bien que le advirtió de pequeño y ahora se arrepiente de no haber hecho caso al sabio consejo de la Sadao.

—Ugh... Quiero vomitar... — se lamenta demasiado empachado. Su teléfono en el bolsillo comenzó a emitir una incesante vibración que le hizo atender a quien sea que esté del otro lado — ¿Bueno?

—¡Satchin!

—Ah, eres tú... — tal vez en otro momento habría reído de la rabieta de su comandante, pero en verdad se sentía demasiado mal del estómago. Necesitaba reposar 1 hora — ¿Ah? ¿Peleas clandestinas...?

Un recuerdo vino a su mente, claro, la vez que por primera vez vio un espectáculo sangriento fue en una de esas peleas clandestinas. Los ánimos se le subieron al recordar tal momento, mucho más al saber quién es el protagonista que sufrirá una apuñalada ese mismo día, no se perderá para nada eso

Descuida, yo me encargaré de ellos, después de todo están en mi territorio. — presume. Mikey le dio unos detalles más antes de avisarle que estará con Draken rondando por la zona y luego colgó la llamada, ahora él necesitaba otro chofer y sabía a quién usar — Touya~ Necesito un aventón ¿Estás libre?

 Esperó paciente por media hora en la cual estuvo eructando como cerdo hasta que escuchó a tres motos acercarse a su punto, cuando giró su rostro vio a un muy brillante rubio venir a su punto con otros dos algodones de azúcar que no brillaban como el primero, es más, los dos parecían tener un aura oscura cuando detuvieron sus motos cerca de él.

—¡Senpai! — exclama el adorable rubio que se lanzó a los brazos de su superior. 

—Hola amado kouhai~ — eso hizo brillar mucho más al pequeño solecito que volvió a su moto y palmeó el asiento a sus espaldas. — Hola a ustedes también ¿Nunca se separan o qué?

—¡No molestes si no quieres que te muela a golpes! — amenaza el mayor de los hermanos, el menor de cabellos celestes solo le gruñe y evita su mirada.

—Que agresivo~ NoaNoa, así no se le habla a papi~ — regaña burlón. Justo a tiempo se subió a la moto del rubio esponjoso que apenas sintió el peso arrancó a toda velocidad — ¡Adiós, tortugas~!

El algodón de azúcar amarillo dio algunas vueltas hasta ser perdido por sus hermanos, el azabache recuerda perfectamente a este, es más, tiene demasiada nostalgia al ser llevado por él porque recuerda su trágico final. Touya Kawata es asesinado por los hermanos Haitani cuando estos atentaron contra la Toman bajo las órdenes de Izana, tiempo después Souya Kawata mancha sus manos de sangre al vengar a su hermano mayor y, entre depresión y culpa, se quita la vida en la bañera de su hogar, y la última vez que vio a Naoya este se veía destrozado, pero vivía por sus hermanos. No le extrañaría que este también decidiera acompañar a sus gemelos, nunca tuvo hermanos, pero perdió una vez a Draken y sabe lo que se siente perder a su otra mitad, así que es por eso que entiende al mayor de los Kawata.

Naoya es alguien que oculta todo con una enorme sonrisa en la cara, ser el hermano mayor tiene su peso y por eso Satoru lo respeta. Los Kawata tienen la particularidad de ocultarse debajo de la imagen de sus apodos; Smiley siempre sonríe, Angry siempre está enojado y Touya cada tanta llora, pero siempre tienen sus ojitos brillosos. 

Es algo que admira de los trillizos, pero últimamente está notando que las cosas no están pasando exactamente como las recuerda. En su pasado Draken jamás supo lo de sus madres y ahora sí, es un ejemplo. Otro ejemplo es el de este día, en el pasado hoy solamente cuidó de Chifuyu, ahora también se le sumó Baji y en vez de ser Draken quien lo lleve esta vez es el Kawata del medio. Todo esto es un enorme cambio que Satoru empieza a creer la locura que viajó en el tiempo en vez de estar reviviendo los recuerdos de su pasado antes de morir definitivamente.

"Si esa locura es verdad..." — bajó su mirada plateada hasta el más bajo que lagrimeaba por el viento en sus ojos — "Si puedo cambiar las cosas... Juro protegerlos de sus crueles destinos y lograr que tengan un futuro más brillante..."

— ¡Llegamos! Oh, mira, hay mucha gente por ahí. — apunta el menor demasiado alegre. Satoru de bajó de la moto y le devolvió el casco al otro que tuvo que aplastar sus rizos al ponerse este. — Estaré dando vueltas por si necesitas que pase por ti, senpai.

—Gracias, kouhai... — el pelinegro avanzó un poco, pero al recordar algo se giró a este con una pequeña sonrisa. — ¿Puedo decirte algo?

— ¿Qué sucede? — cuando esos enormes y brillantes ojos azules lo vieron sintió como su corazón se hundía, quiere proteger todas esas sonrisas a toda costa.

—Cuídate de los hermanos Haitani... — advierte demasiado serio.

—¿Los reyes de Roppongi? — cuestiona demasiado sorprendido, no entendía por qué debía cuidarse de ellos si viven en otra ciudad. La mirada que le dedicaba el otro le hizo comprender su preocupación, algo pasó, pero si es él quien le advierte de ellos jura por su lealtad tener cuidado — ¡Hai! ¡Lo tendré!

Satoru, satisfecho, se despidió del pequeño Kawata antes de irse hacia la gran multitud de adolescentes de 2do y 3er año. Esta vez decidió ver todo desde un ángulo diferente, quería ver perfectamente aquel momento donde el pelirrojo de cabello sujeto apuñalaba al malnacido de Kiyomasa. Planeaba matarlo porque recuerda que fue ese bastardo quien apuñaló a Draken, por culpa de él perdió a su amada alma gemela y planea cobrarse todo el dolor de esos 12 años. Ya lo vio desde su ángulo al pelirrojo que debía apuñalar a Kiyomasa y también al otro que fumaba un cigarro, esta pelea también la recuerda por el chico que le recordaba a su Mimi y solamente se quedó a espectar el aplastante resultado.

"Pobre esclavo..."

—¡Que aburrido! — giró rápidamente al escuchar ese grito "eso es nuevo" pensó curioso, cruzándose con un rubio de ridículo peinado que bajaba demasiado confiado las escaleras. — ¿No se aburren siempre de lo mismo? ¡Hagamos algo más emocionante! — te escucho — Que tal... ¿El rey contra el esclavo?

A Satoru le brillaron los ojos, era la primera vez que veía una rebelión y se quería quedar hasta el final. Todos lo abucheaban, lo maldecían y hasta le deseaban la muerte, el pelinegro deseó que este ganara, que humillara a Kiyomasa, que sobreviva a la paliza que le daba el adicto al tabaco y, desde su distancia, vio al pelirrojo hacerse espacio entre las personas y eso no le gustó nada a Satoru.

No debe interferir en su diversión.

—Aún no... — a pesar de estar magullado, el rubio no planeaba rendirse. — Esto no es suficiente para enmendar lo débil que ha sido mi corazón... ¡estos últimos 12 años!

El pelinegro se congeló en su lugar al escuchar eso. Todos mostraban una gran confusión, pero Satoru comenzó a creer que la idea del viaje en el tiempo no era tan loca "¿Acaso a él le pasó lo mismo?" es lo que pensó el pelinegro. Quizás él sabía más, sabría por qué les pasaba eso a ellos, tal vez tenga las respuestas que Satoru busca.

Satoru ve esperanza en aquel enano llorón.

—¡No puedo rendirme! ¡¡Tengo un motivo para no hacerlo!! — gritó a todo pulmón cuando sus amigos insisten en que se rinda — Kiyomasa de la Tokyo Manji... ¡Si de verdad quieres ganar, vas a tener que matarme!

Sus ojos brillaron como nunca y comenzó a bajar las escaleras del lado libre de personas. Aquellos que estaban en el borde se comenzaron a tensar apenas lo notaron y no fue que estuvo detrás de Kiyomasa que todos los presentes se pusieron tensos, mucho más cuando de una pequeña patada por la espalda obligó al fumador a arrodillarse.

—¡¿Quién fue el maldito?! — exclamó este molesto antes de toparse con ese par plateado que le hizo congelarse — ¡¿Tu-?!

Takemichi no entendía nada, pero parecía que sus amigos si porque Yamagishi estaba que se meaba encima al igual que los otros 3, así que el rubio se puso a analizar al pelinegro a ver si podía adivinar quién era; "¿Podrá ser Manjiro Sano? No, él era rubio y no tenía esa cicatriz en el ojo, tampoco Kisaki Tetta tenía algo parecido en el rostro... Espera ¿Cicatriz? ¿Dónde la vi antes?"

—"Debes mantenerte lejos de él, Takemichi-kun"

—"Es un adicto a la sangre y se sospecha que también caníbal."

—¡Esa cicatriz en el rostro y el dragón en su cuello, no hay duda alguna! — Takemichi escuchó a Yamagishi chillar eso cuando en su mente poco a poco iba armando él rompecabezas. — ¡El segundo sub comandante de la Tokyo Manji: Sadao Satoru

—¡El Yoru no Ikari! — exclamó uno de tercero con demasiado miedo, otorgándole al rubio la última pieza del rompecabezas mental. — Esto es malo ¡Este es su territorio!

Takemichi comenzó a procesar la información hasta que su cara se deformó en puro terror al juntar todas las pistas en su mente y gritó mentalmente un "¡¿EHHHHHHHHH?!". Con quien menos debía toparse, a quien debía evitar, y es el primero que lo encuentra. El pobre rubio estaba perdiendo la azúcar cuando notó al más alto frente a él "¿En qué momento se acercó?", calló de espaldas al suelo mientras temblaba del miedo y entonces notó algo.

¿Pero por qué el supuesto caníbal le parecía tan inofensivo?

Takemichi lo analizó. Es demasiado alto y lo intimida un poco, también esa cicatriz en su ojo izquierdo junto a ese tatuaje le hacen ver muy rudo, pero fuera de eso el Hanagaki lo ve como un adolescente común como él. Grandes ojos plateados, una sonrisa hermosa con pequeños colmillos y un adorable peinado que se veía muy esponjoso a pesar de estar mal cortado, hasta le pareció tierno que le esté sonriendo como un niño que consiguió un nuevo amigo.

— ¿Tu nombre? — pregunta con una gran sonrisa.

— ¿Eh? A-ah... Hanagaki Takemichi... — responde algo aturdido aún. Chilló cuando el otro se agachó para tomarlo de la nuca y acercar sus rostros, solo ahí el rubio pudo notar que sus ojos plateados tienen un pequeño destello rojo, como si fuese una mancha muy difuminada.

— ¿De verdad estás en secundaria...? — no cabía dudas, este chico tenía en sus ojos ese brillo maduro que Satoru rápidamente notó. Estaba demasiado feliz ¡Al fin alguien lo ayudaría a entender! — Takemichi ¡desde ahora serás mi perra!


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