𝟎𝟒: 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐦𝐚𝐫𝐠𝐨𝐬 𝐲 𝐮𝐧 𝐚𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞
Contengo las lágrimas que amenazan con salir, sabía que esto iba a ser difícil.
- Chlóe, te presento a Sergio Reguilón. Sergio, ella es Chlóe, amiga de Danny y mía. - Sonny nos presenta.
Sergio simplemente asiente y estrecha nuestras manos. Seguía sin mencionar palabra alguna, y eso es porque no sé qué decir. Frente a mí, tengo a la persona que más he amado en la vida, pero también la persona que más daño me ha hecho.
- ¿Estás bien? - Danny susurra en mi dirección.
- Eh, sí. - Respondí. - Estoy bien. - Traté de sonar lo más convincente.
- Reguilón es el nuevo, tiene solo unas semanas que llegó. - Continúa Sonny.
- Ah, qué interesante. - Sonríe forzadamente, nuestras miradas seguían conectadas.
Esto nos tomó por sorpresa a los dos, las ganas de abrazarlo y de decirle lo mucho que me dolió su partida son infinitas, pero no puedo, no frente a mis amigos.
No quiero mostrarme frágil frente a las personas.
- Es un gusto verte, Chlóe. - Murmura.
Los chicos se despiden de nosotras, al parecer el entrenamiento está por empezar, así que tiene que irse a cambiar a los vestuarios.
- Sabes iré a los baños, ahora vuelvo - Menciono y entro a la ciudad deportiva.
Mientras camino por las instalaciones recuerdo que esta es mi primera vez aquí, así que no tengo ni la menor idea del camino hacia los baños.
Ver a Sergio después de años me afectó, un sin fin de emociones se hicieron presentes. Emociones que por estos años trate de ocultar, aunque siempre decía frente a mi familia que Sergio era parte de mi pasado, yo sabía que eso era una total mentira. Sergio aún sigue presente en mi vida y ahora con el encuentro que tuvimos hace un instante lo es más.
¿Cómo es que se olvida al primer amor? Esa persona que fue la primera en enseñarte lo que es amar, querer a una persona y hacer todo porque esa persona sea feliz.
Mi vista se nubla por las lágrimas que terminan sobre mis mejillas, tapo mi boca con mis manos. Después mi vista se dirige al suelo hasta que siento chocar con algo o mejor dicho con alguien.
- Oh, lo siento... - Es Dele, el amigo de Sonny que conocí hace un instante. - ¿Chlóe?
- Hola... Hola, Dele. - Tartamudeo. Limpio las lágrimas de mi rostro rápidamente y dirijo mi vista hacia él.
- ¿Estás bien? - Dele me mira preocupado. - ¿Estás llorando?
- Dele... No, es un simple resfriado. - Mentí. - Estaba en busca de los baños, pero creo que me perdí. - Dele sonrió, al igual que yo.
- Tomaste el camino equivocado, esta es el área de vestuarios, déjame ayudarte.
- Gracias. - Respondo en voz baja.
Dele me guía camino a los baños, en el camino ninguno menciona alguna palabra.
- Y aquí están los baños. - Dele señala una puerta que tenía un letrero donde señalan que es el baño de damas.
- Gracias, Dele. - Sonreí y caminé hasta la puerta, antes de abrirla, miro nuevamente a Dele. - Por favor no le digas a nadie que me viste... Llorar
- Pensé era una simple gripa. - Bromeó y reí. - Pero tranquila, no diré nada.
- Te lo agradezco, Dele, bueno, mejor ve a entrenar. No quiero que tengas problemas por mi culpa.
Finalmente, entré a los baños, cerré la puerta con llave y miré hacia el techo. Mis ojos se aguadaron y las lágrimas aparecieron. ¿Por qué Sergio?, ¿Por qué me lastimaste de esta forma?
Terminé en el suelo llorando como una niña pequeña. El daño que dejó Sergio en mí es inminente, aún con el paso de los años este sigue presente. Sergio ha sido la persona que más daño me ha hecho.
Tras un tiempo en el suelo llorando, parece llegar un momento en el cual logro tranquilizarme. Me pongo de pie y lavo mi cara, sin importar el maquillaje.
Salgo de los baños simulando que nada ha pasado. Le pregunto a uno de los trabajadores que iba pasando, cómo llego a las canchas donde entrenan los chicos. Sigo sus instrucciones y esta vez no me pierdo, en las gradas diviso a Danny rápido, así que voy hacia ella.
- ¡Me tenías preocupada Chlóe! - Danny suelta un suspiro de alivio al verme. - Pensé que te había ocurrido algo malo.
- No, ya sabes que me siento mal del estómago...
- Saliendo de aquí vamos a ir a un médico, ¿vale? - Niego. No, nada de eso. - Dije que vamos a ir Chlóe, mínimo, para que te receten un medicamento que te ayude a sentirte mejor. - Suspiro y asiento, no tengo otra opción, ¿o sí?
Miramos el entrenamiento por un tiempo, sentí la mirada de Regui sobre mí en varias ocasiones, incluso en algunos momentos nuestras miradas se conectaron.
- ¡Danny! - Una chica de tez blanca y larga cabellera castaña, saludó eufóricamente a Danny.
- Emilia, vaya, al fin llegas. - Danny ríe. - Ella es Chlóe, la amiga youtuber que te conté.
- Hola. - Saludo tímidamente a Emilia.
- Pero saluda bien. - Emilia bromea, nos damos un cálido abrazo y dos besos en la mejilla. - Por fin puedo conocerte. Danny me ha dicho cosas muy buenas sobre ti, además que soy fan de tus vídeos. Ayer me eché un maratón de ellos. - Las tres reímos.
- Awww que linda. Emilia, al contrario, el honor de conocerte lo tengo yo.
Nos quedamos en las gradas y charlamos con Emilia, quien nos cuenta un par de cosas de su vida. Esto para que nos empecemos a conocer y nos llevemos mejor.
Emilia es pareja de Giovani Lo Celso, un jugador argentino, aún no lo conozco, pero Emilia lo señala así que lo identifico. En ese momento mi mirada se conecta con la de Sergio, una vez más, él sonríe y hago lo mismo automáticamente.
- Esta noche haremos una fiesta en casa, ¿vienes? - Miro a Emilia.
- ¿Chlóe segura que estás bien? Te noto algo distraída. - Danny, me mira preocupada.
- Claro que estoy bien. - Miento por segunda vez en el día, Danny me mira dudando de mi respuesta. - Y lo más probable es que sí vaya a la fiesta, Danny me dijo que la acompañará.
- Bueno, espero verte esta noche entonces, la pasaremos de lujo.
Le cuento a Emilia las ideas que tengo de los vídeos que grabaré con ella, son cuatro videos, y uno de ellos es una entrevista. Nuestra charla se ve interrumpida por un balón de fútbol que golpea mi cara, Danny y Emilia me miran alarmadas.
- ¡Reguilón fíjate cómo pateas! - Danny le reclama.
Mi vista comienza a nublarse, el golpe fue algo fuerte. Además, que fue en la cara, vaya suerte la mía.
- ¿Estás bien? - Miro a Dele en el borde que separa las gradas y el césped. Casi toda la plantilla del Tottenham mira esta escena, dios que vergüenza.
- Sí, sí, estoy bien. - Hago una mueca. - Solo un poco mareada.
- La llevaremos a enfermería. - Propone Emilia. - Vamos, Chlóe. -
- No es necesario, estoy bien. - Danny me ayudó a levantarme.
- Vamos a la enfermería. - Rodo los ojos.
Escuché algunos regaños hacia Regui, él les respondía que no fue su intención.
Caminamos por los pasillos hasta la enfermería y un integrante del cuerpo técnico nos seguía para notificarle al director técnico que efectivamente estoy bien. La enfermera, que gracias al cielo es una señora, me hace una pequeña revisión. Me da unas pastillas y me pide que me quede unos instantes aquí.
- ¿Todo está bien? - Nuevamente Dele aparece asomándose por la puerta, mis amigas lo miran.
- ¿Otra vez tú? - Se queja Emilia bromeando, obviamente.
- Sí, solo fue un golpe nada grave. - Sonreí en su dirección. - Pero, ¿tú no deberías estar entrenando?
- Le dije al técnico que quería asegurarme que estás bien. - Sonreí. - Bueno, tengo que volver al entrenamiento, te veré después. - Asentí.
Es raro que Dele, a quien recién acabo de conocer, se preocupara más que la propia persona que me dio el golpe en la cara. Y creo pensar que eso se debe porque para Sergio dejé de ser importante hace mucho tiempo.
Aunque una parte de mí quiere que Sergio cruce esa puerta y se preocupe por mí.
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