022 | ¿Otro paciente, mamá?
Título: ¿Otro paciente, mamá?
Autora: Katylittlemix1998
Género: Romance
Sinopsis : Ojos_azabaches
Soy Miley una mujer que ama su trabajo, y por sobre todas las cosas amo a mis hijos: Katheryn de 6 años y mi pequeño hombrecito de 2 años. Ellos son mi mundo después de haberme divorciado de su padre un bueno para nada que no aportaba en nada ni siquiera amorosamente a los tres, porque su trabajo era mucho más importante que su familia desmoronándose. Pero eso no va al caso, siendo pediatra, madre soltera, comprenderé lo que nunca quise en mi adolescencia después de ser una rebelde con mi propia madre creyendo que eran las cosas fáciles y ella una aburrida.
Tal vez por eso, la vida me enseñará con duros golpes, y sustos que la labor de madre no es tan fácil como pintan. No si estás sola contra todos aunque esté tu familia apoyándote.
Por eso, yo amo a la mía después de que comprendí todo lo que hacía por mí y ahora me tocaba aplicarlo con mis hijos.
Aunque en el proceso puede que se me complique tanto... un río va a través de una roca, no por su fuerza, sino por su persistencia.
Y solo tal vez sea esa roca.
Título: ¿Otro paciente, mamá?
Autora: Katylittlemix1998
Género: Romance
Prólogo: Ojos_azabaches
Sonrío de una forma maléfica, mientras tomo del pomo con sutileza sin hacer mucho ruido y entrar a la estancia con cautela al pisar. La alarma la había desactivado antes, suponiendo que esto sería pan comida horas después me encontraba en la comisaria, con el ceño fruncido, dos policías uno muy guapo y otro regordete como si al hablar no pudiera tragar su propia saliva, me interrogan como si fuera a confesarme ni siquiera en la iglesia lo hago esperará sentado.
La estancia se componía de como mucho seis escritorios que usaban como oficinas, la mayoría atendía a otro tipos de personas, una llamó mi atención que era la de un hombre con tatuajes y tenía la característica de un bad boy algo guapo. Su chaqueta parecía la de un motero, y si no fuera porque sintió mi mirada y la esquivé hubiera podido apreciar un poco más su perfil varonil.
Y como era de esperarse, todos dejaron de hacer lo que hacían hasta los que estaban gritando para ver, seguramente, a mi madre. Giré mi cuerpo para atrás donde estaba la entrada y salida que efectivamente era ella con sus grandes tacos, su bello cuerpo fundado en un vestido sencillo que le quedaba bien, fue la mirada de todos pero la de ella estaba en la mía. Estaba furiosa. Mi insolencia de sonreírle con autosuficiencia la molestó más pero si bien no podía levantarme la mano sí que me fulminó el alma.
-Oficial –saludó al hombre y luego al guapo policía.
Yo desconecté en ese momento, mi outfits de negro y ladrona sexy había fracasado porque el perro del vecino de esta familia rica que sabía que se habían ido de fiesta alertó al hombre, que llamó a la policía. Cuando ya quise darme cuenta de huir el mismo vecino tenia al perro en su poder y un palo, que en cuanto me salí de la parte de atrás me amenazó con que el animal me atacará si no me quedaba quieta en mi lugar. En ese momento quise ser yo un perro y morderle por arruinar mis planes.
Ahora sentía yo una mirada, y cuando levanté mi rostro observé que era el mismo hombre motero que me sonreía de una forma peligrosa y tierna por así decirlo, ¿o me la estoy imaginando? Me ruboricé tanto que el ambiente cambió drásticamente a por el mismo hombre no menos de 25 años suponía estar comiéndome con la mirada en una habitación que no reconocía.
Elevo el rostro y sus labios se estampan con los míos, apenas pude apreciar su rubio cabello y unas pupilas zafiros que te cautivan sin clemencia solo queriendo llevarse por la sensación de la fogosidad que se apreciaba en el aire.
Despierto gracias a la alarma de mi celular, viendo la hora, sintiendo sudor en mi frente y el cabello enmarañado parecía un espantapájaros.
Entre que salía de la cama, me metía a la ducha y vestía para ir al hospital lo pienso dos veces al sueño que tuve, sin creer que mi mente me jugara una pala pasada con mi pasado adolecente y al colega del hospital que tenía en la actualidad, y sea un sueño indecente.
Me acaloro tanto que el rubor que me estaba poniendo demostraba exageración aunque cuando se fuera el sonrojo bien que estaré como un fantasma entre mortales por mi pálida piel y algo de ojeras que uso con corrector de ojeras.
Ya estando lista, voy en busca de mis hijos para que se hagan de desayunar, llevándolos a la escuela y al jardín. Siendo casi siempre la misma mañana, regaño a mi hija.
—Katheryn debes de comerte todo si quieres ir a esa fiesta de tu amiga –sorbo mi café-, debo ver el plato vacío.
—No me gusta los guisantes, mami —reprochó mi tesoro de 6 años alejando el plato.
—Bueno, entonces no irás y ya —la miré seriamente.
Poco a poco vi cómo se los comía con esfuerzo y asco en el rostro. Su plato quedó vacío al igual que el de Miguel Ángel, mi preciado hijo de 2 años. Eran lo único que amaba en mi vida después de mi familia, pero ellos venían de mí, vivía por ellos y haría lo que fuera porque estén bien aunque eso dependiera de que me saquen las canas verdes.
Si bien era una mujer divorciada hace casi nada. No lo lamentaba. Sacaría a mis hijos solos a mis 28 años, yo podría con todo lo que se me interponga, aunque me caía, me hieran saldría a luchar contra la vida por mis niños.
Horas antes si alguien me dijera que mi pequeña Katheryn fue ingresada al hospital por cierta circunstancia me hubiera reído en su rostro pero no, ella estaba ahí tan chiquita, tan pálida, con muchos tubos y sobre todo el del aire artificial que le administran por problemas respiratorios y suero.
Mi conciencia estaba pensando mil posibilidades y negativas de lo que realmente estaba sucediendo, pero solo que no estaba escuchando nada de lo que decía el médico, mi juicio como profesional se había ido al garete porque ahora solo era una madre con el pánico y el miedo de perder a su preciada pequeña.
George apareció en mi campo de vista con dos enfermeros, estaba el otro médico y yo solo estaba estática sin poder creerme nada, ¿qué estaba pasando?
-Necesito que firmes el consentimiento para operarla, Miley.
Solo hice lo que me pidió, lagrimas gruesas se derramaban por mi mejilla perdiéndose en mi mentón y ropa. Firmé. Siendo el proceso de una pronta operación una secuencia demasiado larga para mi disgusto o es que efectivamente estaban haciéndolo todo rápido y yo solo quedaba ahí, en la nada. Pensando.
Cuando estuve más nerviosa por las horas que pasaban, la alarma roja de operaciones se escucha y dos médicos con un enfermero corrían a la sala. Y eso solo pasa cuando en operaciones algo se estaba complicando.
Me desarmé.
Grité y aporreo las puertas de ingreso pero el mismo enfermero con otras enfermeras me sostienen dándome una dosis para dormirme. Lo único que pude hacer fue pensar en mi pequeña, en lo rápido que estaba pasando todo esto, en que necesitaba cuidarla pero ahora solo tenía el corazón a mil a punto de romperse en añicos. Y ella está ahí, luchando, indefensa y toda chiquita e inocente.
-¡Katheryn! –grité con todas mis fuerzas antes de desvanecerme.
Solo esperaba que todo saliera bien. Ese era mi mayor deseo como madre. No podría soportar perderla.
No con mis hijos; me destruiría.
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