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015 | Obsesión.

Título: Obsesión
Autor: @Nicol_Albornoz
Sinopsis y Prólogo hecho por: Ojos_azabaches

Sinopsis:

Hannah podrá tener la simpleza de una existencia común y corriente como cualquiera, no obstante, al ser hija de los Decker  toda ilusión se vendrá abajo cuando sus padres ya no estén, donde los secretos que guardaron en la caja de pandora saldrán para atormentar a nuestra protagonista que ni siquiera sabe en dónde está parada y lo único que obtendrá de esa caja de secretos es la esperanza; quiere tener la fe de salvarse después de ser secuestrada y que su vida  con su príncipe azul volviera a la normalidad.
Sin embargo, lo caótico de estos mismos secretos es que buscan el elemento faltante que nadie más que supuestamente su padre desaparecido sabe.  Y es que la responsabilidad de lidiar con lo que desconoce, con un enemigo capaz de todo sin ningún aliado que la salve; sabrá que después de sentir su carne destrozada cualquier persona no era de fiar. Ni siquiera él.
Y a pesar de todo, Hannah Decker no es ninguna niña pequeña ya.  Ella buscará la verdad sin importar la obsesión que supondrá eso, ni la de la familia Morgan hacia Hannah
-No corras detrás de alguien que ya sabe dónde estás –dijo este con la mirada fija en un punto ciego. Reacciona.  Vuelve a ser él, cruel y desalmado con sus palabras-;  si es que no eres muy tonta para comprenderlo.

Prólogo:

Las paredes llenas de moho, como si el agua se hubiera resguardado ahí por años, una luz en el techo parpadeaba o a veces solo andaba bien. El aire denso por el verano demasiado palpable y a la vez sofocante en la estancia poco acogedora. Hannah se encuentra arrinconada con un grillete en el tobillo, pensando que era demasiado anticuado; cualquier película de acción que secuestrara a una chica, la pondrían en un sótano y quién sabe, el secuestrador mismo la dejaría libre porque le haya agarrado cariño o bien torturado como lo estaba ya. Apenas se ríe por lo que pensó, haciendo ruido con el metal de las cadenas, al tacto le raspa  la paja o pasto por que con eso se resguarda del frío cemento bajo aquello segundo que también desconocía a la vista.

Su piel estaba negruzca por la suciedad, la transpiración y apenas su secreciones las había hecho apropósito. Puesto que desde que llegó, las órdenes, el grito, las encerronas y otras que pondría a un espectador la piel de gallina, haría a un cobarde haber soltado la lengua y confesando todo lo que sabía, y es que el error de sus secuestradores es que ella al no saber nada de lo que querían obtener, y aún más, no haber hablado de nada más que cosas irrelevantes o banales. La torturaron como pudieron.
Los ojos le pesan tanto que apenas unos parpadeos le escocia. Las fuerzas ya no las tenía como antes después de ser secuestrada aunque su voluntad era de fierro, es humana de carne y hueso, que siente, que se debilita si no hay el menor cuidado. Y entre que más su mente divagaba se dejaba llevar por la soledad.

A lo lejos, el rechinar de la puerta abriéndose y una luz aún más segadora del que tenía para si le molestó sobremanera.

-Cuánta significancia y basura como tú puede durar tanto como cucaracha –decía Tiffany, con la voz áspera-, sabes, princesita de papi alégrate que no estarás más a mi cuidado.
La próxima acción que Tiffany fue acercarse a Hannah, tomarle del cabello grasoso tirándole hacia atrás para verle su rostro mugriento. Si bien tal repugnancia por el mal olor que desprendía Hannah le atinó dos cachetadas; dejándola ahí, con los oídos zumbándole dentro de la cabeza, con la respiración entrecortada y los labios resecos. Puesto que había pasado algunos días solo con comida decente una vez cada tantas horas, y la poca agua que le proporcionaban la distribuía antes en su higiene y supervivencia. Y todo había sido en vano. Sonrió y eso la dejó aun molesta su secuestradora que la dejó K.O por su petulancia.

Hannah volvió a abrir los ojos y se encontró con un ambiente distinto, como si lo que hubiera vivido anteriormente había sido una pesadilla, hasta donde recordaba;  lágrimas gruesas se perdían en sus mejillas hasta su cabello ya que estaba recostada, reconocía la blancura de un hospital aunque este parecía uno muy descuidado como limpio, el desinfectante se percibía, el pitar de la maquina a su lado y el suero característico en su brazo derecho.

Todo parecía estar bien, hasta que el rostro de quien nunca creyó ver más se mostraba afligido. Su postura cambió tan rápido al verla despierta que bien diría que aquella mirada de tristeza fue producto de su imaginación. Nathan la miró por largos minutos escrutándola, sin dejarse entrever sus intenciones con una seriedad que no sentía.
Un enfermero entró en la estancia con una jeringa de líquido verde clarito. Su primera reacción fue moverse y huir de ahí. Pero entre Nathan y el otro la agarraron para sedarla, lo poco que escuchó fue: -Un par de días y estará como nueva, amigo.
Jeremiah Wiiliams le palmeó el hombro a su amigo viendo a la chica con lastima, pasando la mirada hacia su amigo que mantenía un rictus fruncido y la mandíbula apretada como su trabajo ahí terminó, salió de ahí tan pronto sus pies le funcionaron.
Ante todo, la calma reinaba la paz de Hannah hasta que nuevamente su ambiente era distinto. Sus días pasaron de dormir, comer bien pues la bandeja que le daban bien proporcionado lo degustaba como si nunca hubiera probado una comida apetitosa en largos días. Se bañaba teniendo una higiene sana que le dolía el corazón, sus heridas superficiales se curaban de apoco, con moretones pero algo era algo. Se mantenía siempre arrinconada en un sofá o apenas en la cama a la espera de  alguien pero nunca nadie se dignaba a verla. Era como si hubiera pasado por tanto y de pronto, todo fuera de rosas, con tranquilidad de quien podría asegurar que la tormenta podría desatarse tan pronto como si en un parpadeo se desatara en cualquier momento. Y tanto su cuerpo y fuerza había recuperado su vitalidad.
Esa misma tarde que salía de la ducha, se cambiaba y repetía la rutina de comer una manzana. La puerta caoba fue abierta y cerrada con llave de una. Sus inseguridades volvieron a florecer pero no quiso que su segundo secuestrador lo supiera. Sin más se lo dijo a la cara todo lo que quería decirle desde que estaba encerrada.

-¡Ni tú ni nadie de aquí está a salvo!, mi padre me encontrará y acabará con todos ustedes, deberías correr antes de que sea demasiado tarde –gritó mientras su furia y odio hablaba por ella.

-Pasaron 20 años y aún no me ha encontrado a mí, la prioridad que nunca tuviste desde que naciste. Imagina cuánto tardará en encontrarte a ti, su tan dulce pequeña que nunca quiso –despotricó Nathan con veneno en la voz. Su postura intimidaba, su tosca sonrisa erizaba la piel, y su frívola mirada le devolvía una llena de resentimiento.

Hannah pensó que su valor hacia su padre  era infinito, pero a lo largo de los días, semanas o meses en cautiverio le hacía formular otras preguntas dudosas hacia su persona y sus secuestradores. Llegó a creer que todos los sospechosos que sopesó estaban emparentados con su padre de alguna u otra forma, y ya no sabía qué creer.

-Mientes –fue lo único que salió de ella.

-No corras detrás de alguien que ya sabe dónde estás –dijo este con la mirada fija en un punto ciego. Reacciona.  Vuelve a ser él, cruel y desalmado con sus palabras-;  si es que no eres muy tonta para comprenderlo.
Y se fue como llegó.

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