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011 | Tabú.

Título:  Tabú
Autora: @LucreciaDrago
Género: Romance.
Sinopsis por: Ojos_azabaches


Nuestros protagonistas tienen un amor desde la distancia, uno en secreto y bonito. No obstante estos dos se reencontrarán por cuestiones de sus padres siendo la mala noticia lo que impregnará entre ellos el fin a su relación. ¿Habría alternativas?
Y es que Wesley no querrá darse por vencido, y Maddie tratará desesperadamente desatarse de lo que una vez fueron y nunca serán; puesto que los lazos de sangre son irrompibles ahora que habrá una boda, siendo para ellos estar juntos un caótico amorío prohibido.

Tengo un "te extraño" atorado en mi orgullo, que no me deja ni respirar –increpa Wesley.
-Que no se te pase la vida esperando, Wesley –camino rápidamente hacia las escaleras, lejos de él. Aprecié que las lágrimas se contuvieran porque quería cerrar esa puerta donde muchas veces fui amada en la distancia. Y ahora mi corazón estaba haciéndose añicos por decir todo aquello que no sentía aunque debía hacerlo para alejarlo.

Título:  Tabú
Autora: @LucreciaDrago
Género: Romance.
Prólogo por: Ojos_azabaches

Frunzo el ceño, observando la pantalla, lo que me devolvía la película era escalofriante. Era una tentación querer reírme para no gritar del susto, y es que mis mejores amigas estaban de igual modo o peor.
—Hey, glotona, no te comas todo los pochoclos –digo mientras me llevo unos cuantos a la boca, tratando de comer pausadamente. Escuchando al monstruo de cómo se había convertido en uno, queriendo vengarse.
Detrás uno pidió silencio, con unas ganas de aventarle algo. En todo caso, la bocona de Ruby le amonestó con un comentario hiriente y su dedo corazón. Entre las tres nos reímos, aun así otros comensales también pidieron silencio.
Ya casi al final estábamos viendo los créditos por si aparecía algo al final cosa que muchos no lo hacen, cosa que en esta ocasión valía la pena los 10 minutos puesto que el monstruos pudo recordar algo de su pasado de cómo era; mostraba a una familia feliz, encabezándolo a él como el padre, la risa y de pronto todo se tornó borroso porque varias personas con trajes blancos, como si de epidemia se cubriesen ven al hombre convertirse.

—¡Se me parte el corazón! –dice López, un tanto compungida. Ya saben, la chica sentimental era lo suyo.

—Nena, ven y te parto otra cosa.

Fue el comentario sexista de aquel idiota que nos chistaba a cada rato solo por tirar un comentario o asustarnos. Nos volteamos y si no era por los amigos que nos miró como disculpa mientras se reían yéndose, la que se le iba a pudrir la tarde sería Ruby que contuvo sus ganas de golpear al idiota que dijo aquello. Nos miramos entre nosotras para salir de ahí también.

—¿Quién me acompaña a pegarle?-propone Ruby.

—Ya, ya, le vas a romper la uña y luego tienes que atender a su abogado Ruby.

—No es mi culpa que sean tan nenitos de papi chulo —se cruza de brazos, formando con sus labios un puchero.

—Cambiando de tema, debo ir a casa –hago una mueca. Puesto que todo había cambiado desde que llegó su mujer a la casa y no era solo ella, había alguien que nunca esperé; Wesley.
Él de por sí es lo que anhelaba en una relación amorosa, cariñosa y comprensiva. ¿Por qué debió complicarse tanto?
Las chicas me dan un abrazo fuerte y duradero con algo de pesar en el corazón les sonrío. Ellas sabían todo lo relevante a lo que andaba pasando, y es que hasta Ruby mencionó que parecía todo salido de una película; que todo el universo había conspirado diciéndome que él no era el indicado, por eso estaba a modo de prueba, cosas banales de su loca cabeza. Y así las quería.
Al despedirnos, prometí que les contaría sobre la cena importante de esa noche. A penas eran las cinco de la tarde, llevando en uno de los asientos del remis dos bolsas de una tienda de vestidos y otra de zapatos. Si quería que todo saliera perfecto para mi padre por su felicidad, no era yo la que lo arruinaría todo. Pagué cuando llego a destino.
Entro con la llave de casa. Mis pasos, el ruido de llaves, las bolsas y mi voz hacen eco en todo el trayecto de la sala a la cocina, no viendo ningún rostro familiar, sin embargo, en lo alto de la escalera se encontraba una en especial que no quería verlo ni en pinturas.

—Se fueron de compras. Por si no deseas preguntarme –me observó desde ahí, sin más no le dirigí la palabra.

Me fue difícil tenerlo en la misma casa, y no poder reírnos como antes, de verdad dolía estar cerca pero ya era el colmo no poder perderme en su mirada, en su fragancia, tocar su revoltoso cabello, todo lo que prometimos compartir se instalaba entre nosotros una barrera muy grande. Bien podría estar enamorada de él ya, solo necesitaba un poco de tiempo para que ya no lastimara tanto, y lograra dejar de lado aun en su presencia. Respiré hondo, apenas quise llevarme mis cosas hacia mi cuarto su mano sujeta mi brazo. Dejo todo en el sofá.
No había escuchado sus pasos al bajar, asique volteé a verlo nuevamente como todos los días muy diferente a como cuando era en la distancia.

—Quiero que volvamos a ser nosotros, Maddie. No es tan difícil –su tinte de voz llena de reproches y desconsuelo era palpable en el aire.

—No, no puedo. Todo cambió tu eres mi hermano ahora –me zafo de su agarre, pues no pone resistencia en soltarme.

—¿Crees que yo quería todo esto? ¿Crees que me gusta ver al amor de mi vida, convertirse en...? –me sujeta por los brazos.
Quiero zafarme otra vez, su colonia impregna mis sentidos, su calidez en las palmas, su tacto me derrite, sus ojos pardos llenos de tristeza, los mechones que le caían en su frente; sé lo que quiso decir y es que reparar en su persona no me daba cuenta de que sus labios están muy cerca de los míos que reacciono. Volteo el rostro, y su beso húmedo se quedó en mi mejilla, su frente queda en mi hombro y lo vi suspirar pesadamente.

-Quiero que dejes de ser terca, ¿por qué antepones nuestra felicidad? Ellos serán felices, están mayores para entenderlo podemos...

-¡No, no lo entiendes! Yo ya no quiero formar nada contigo –para, no quieres decir eso-, te rechazo una y mil veces e insistes en lo que no se puede.

—Dame una razón, justifícame el por qué, porque que yo sepa hace unos meses estábamos bien.

—Estás obsesionado conmigo y eso no es amor, tus actitudes las desconozco a estas alturas, andas detrás mi como un perro faldero, ¿quieres que siga?
Su semblante cambió, como si comprendiera desde otra perspectiva y la calidez que sentía minutos atrás, desapareció. Su toque fue fuerte, levantó su cabeza y me miró con un odio irreparable, la furia bullía en él, su rictus, su rechinar en los dientes por la mandíbula apretada, se le formaba venitas en la frente y es que ahora me daba miedo. Su propio cuerpo daba cierta amenaza de poder partirme si así lo quisiera.

—¿Sabes? –me soltó contra el sofá-, tengo un "te extraño" atorado en mi orgullo, que no me deja ni respirar –increpa Wesley.
-Que no se te pase la vida esperando, Wesley –camino rápidamente hacia las escaleras, lejos de él. Aprecié que las lágrimas se contuvieran porque quería cerrar esa puerta donde muchas veces fui amada en la distancia. Y ahora mi corazón estaba haciéndose añicos por decir todo aquello que no sentía aunque debía hacerlo para alejarlo.
¿De verdad vale alejarlo por aquello? Hasta ahora, la única excusa era la boda de nuestros padres. Quién sabe si llegara a enterarse de la verdad detrás de mis mentiras.

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