Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐒𝐞𝐢𝐬

Se le veía mal, fatal a decir verdad. El chico estaba tendido en la cama, de lado, con la muñeca izquierda alzada gracias a la esposa que la sostenía. No le daba pesar, en realidad no provocaba nada en él. Debajo de sus ojos había ojeras notables, y sus labios estaban resecos. Dormía plácidamente, o al menos así parecía. 

Jugaba con su arma en la mano, decidiendo si era bueno o no deshacerse de él de una buena vez. Podría dispararle, matarlo y terminar con todo de una vez, pero la curiosidad de su mentira no le dejaba apretar el gatillo en su dirección para acá arriba con su pendiente de hace años. 

Quitó el seguro de la pistola y disparó, el rubio se sobresaltó desorientado despertando por el sonido estruendoso de la bala que se había perdido en el aire impactando en la pared, quebrando la pulcra estructura. Jimin respiró agitadamente haciéndose pequeño en su lugar, enfocando la vista para ver a un hombre sentado en una silla pocos metros de la cama. Él llevaba un pasamontañas que le cubría hasta debajo de sus ojos, su cabello parecía largo al estar atado en una coleta y dos mechones de cabello tan negro como el carbón a los lados de su rostro. El tipo tenía tatuajes en todo el brazo, y su piel medianamente pálida le daban oportunidad de ver mucho mejor las enredaderas con cientos de espinas. 

—¿Quién eres? —preguntó titubeante, pero no recibió respuesta. Aquél hombre no dejaba de verlo fijamente a los ojos. Se sentía intimidado. 

El hombre se levantó y caminó hasta él, retrocedió con miedo hasta que su espalda chocó contra el respaldo de la cama. Fue imposible huir de él, su mano se apretaba en su cuello fuertemente, trató de defenderse con su mano libre, pero el hombre lo detuvo con la tomando su muñeca de forma que sus dedos quedaron exactos en el pulso de ellas. 

Cada vez más se le hacía difícil respirar, y los destellos se presentaban delante de él nublando su vista. Su cuerpo empezaba a adormecerse y su rostro a hormiguear terriblemente por la fuerza que el desconocido hacía en su cuello.

Estaba a pocos segundos de dejar de respirar completamente, de verse muerto en manos de los que seguramente eran los enemigos de su padre. 

Podía sentir en sus dedos como cada latido en los pulsos de Jimin se iban ralentizando, volviendo su rostro de un tono pálido, y el rosado de su labio se volvían de un tono violáceo. De un momento a otro lo soltó aventando su cuerpo al colchón con mucha fuerza. Jimin tosía con fuerza en la almohada, inhalando todo el aire que podía mientras sentía su mano atada ser liberada. 

Aunque segundos después ya estuvo estable, se quedó temblando boca abajo con su cabeza enterrada en la almohada, aterrado del hombre que había intentado matarlo. Sintió su cabeza ser jalada con fuerza, ese hombre tomaba su cabello hecho un puño en su mano, su cabeza ardía y se quejaba, pero al desconocido no parecía importarle ya que jaló con más fuerza sacando quejidos más fuertes. 

—Ni se te ocurra intentar escapar, Jimin. 

Lo soltó con fuerza y salió de la gran habitación hechando llave a la puerta. 

Ya llevaba varios días ahí, encerrado y solamente ese hombre podía entrar a la habitación, nunca decía nada, solamente entraba sin dejar ver su rostro, dejaba una bandeja con comida y se iba con la que ya estaba vacía. Estaba desesperado, necesitaba saber de él, estaba encontrando la forma de escapar. Porque si Jimin se encontraba encerrado, significaba que él podría estar en peligro, y si le pasaba algo Jimin no lo resistiría, él seria capaz de todo con tal de protegerlo. 

Tenía que intentar dialogar con ese extraño hombre. Intentar apelar a un lado en el que pudieran negociar su libertad, o alguna forma de verificar que Yeonjun estaba bien y no había sido víctima del secuestro igual que él.  

La puerta se abrió. Ese hombre volvió a entrar sosteniendo la bandeja con comida en sus manos. Volteó hacia la puerta abierta, bien podría correr y escapar de ahí, el hombre estaba de espaldas, por lo que le daría tiempo de esconderse hasta encontrar la salida de ese lugar. Pero sus piernas temblaban. 

—Ni se te ocurra, si aprecias tu vida no lo intentarás.  

—Necesito irme —el hombre rió con gracias. Su voz era grave naturalmente. 

—¿Qué parte no entiendes de las bases de un secuestro?

—Mucho, y este no es uno, te lo aseguro. Al menos… ¿Podría hacer una llamada? 

—No. 

—Por favor. Necesito…

—Que no, y punto. 

—¿Por qué estoy aquí? 

Yoongi se volteó y lo vió por primera vez en el día, Jimin se encontraba realmente preocupado, como si existiera algo más importante que su misma libertad. Era curioso. 

—Porque yo quiero. 

—¿Quién eres? 

Ganas no le hacían falta de decirle, pero le quitaría lo divertido a la desesperación del rubio. Por lo que solamente tomo la bandeja vacía y caminó hacia la puerta, y antes que Jimin pudiera alcanzarlo cerró la puerta con llave. Lo escuchaba gritar desde adentro, golpear la puerta con fuerza y maldecir. 

—¿Señor Min?

Jimin había escuchado claramente la voz de un chico, había escuchado a la perfección como llamaban al hombre y su sangre se heló, quizás había escuchado mal y no había dicho “Min”, ¿O si? 

Recordó a detalle a Yoongi, pensar que era él era absurdo y una total pérdida de tiempo, faltaban al menos unos cuatro años para que su condena de quince años terminara y saliera de la cárcel. Podían pasar muchos años y el sentimiento de arrepentimiento era el mismo, pero no había absolutamente nada que pudiera hacer si quería protegerlos a ambos. 

—¿Qué sucede? —preguntó Yoongi quitándose lo que cubría su rostro. 

—Ya despertó. 

—Vamos. 

Ambos caminaron hasta el cuarto donde ahora estaba la chica. Hace ya dos días que había decidido llevarlos ahí por si acaso a Kang se le ocurría hacer algo en contra de la mujer o del chico. 

—Hey ¿Ya te sientes mejor? —la pelirroja sonrió débil pero ya un poco más calmada. 

—Siento mucho hacerlo pasar por esto, señor Min. Gracias por ayudarme. 

—Pueden quedarse aquí el tiempo que quieran, es más, creo que lo más recomendable es que pases aquí todo tu embarazo. —La mujer se sorprendió observando al chico detrás de Yoongi. 

—Daniel ¿Tú le dijiste? 

—Sofi, perdóname. Pero si no lo sabía por mi lo iba a saber del doctor que te revisó. 

—No puedo quedarme aquí.

La chica intentó levantarse pero inmediatamente Yoongi la agarró suavemente de los hombros para volverla a acostar en la cama. 

—No irás a ninguna parte, te quedarás aquí y no les faltará nada. A tí te necesito para que la cuides y acompañes. —Dijo apuntando a Daniel. 

—Está bien. 

—Ahora descansen, mandaré sus almuerzos aquí y así no tengas que esforzarte. —Yoongi se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo en el marco de esta—. No te preocupes por tu bebé, no les faltará nada mientras yo esté. 

Sin más salió de la habitación, dando ordenes estrictas a los de limpieza y cocina. Ese día se quedó trabajando desde casa, monitoreando a la perfección todo desde su oficina y nada más salió a la hora de la cena. En dónde compartió con Sofía y Daniel, por primera vez pudo contar con la presencia de más personas en una mesa, normalmente comía solo o en compañía de Jungkook o incluso JungJae, Pero ahora podía sentir que al menos no era algo monótono estar en esa gran casa que normalmente se mantenía vacía. 

La típica llamada de Jungkook no faltó, claro que se alegró de escucharlo y oírlo hablar de como iban las cosas tanto en el trabajo como con Taehyung, a veces volteaba los ojos en medio de la plática de jungkook quejándose de Tae, porque sinceramente creía que él y el inmaduro hijo de Kim eran unos totales imbéciles que no aceptaban que se morían el uno por el otro, demasiado tenía que soportar él y JungJae aguantando tantos berrinches de parte de ambos. Juraba que si seguían así los encerraría en una habitación y no los sacaría hasta que se arreglaran las cosas entre ellos. 

Ahora estaba sentado en el sofá frente a la televisión viendo las noticias, o más bien aparentando verlas. Su mirada estaba fija en la pantalla, pero su mente solamente podía estar en el rubio al que tenía secuestrado y que había visitado hace un rato. 

Había entrado con sigilo y sin querer entró en el momento en el que se estaba duchando, era imposible que su curiosidad no le gritara empujar la puerta entreabierta del baño y así ver la figura desnuda del menor. 

Había sido una mala, muy mala decisión hacerlo. Desde entonces no podía pensar en otra cosa que no fueran sus curvas, su silueta, esos glúteos firmes y redondos que continuaban en un par de piernas gruesas y esbeltas. Su cintura era terriblemente apetecible para tomarla entre sus manos, decir que no se había quedado embobado viéndolo por unos segundos sería una total mentira. Pero tan pronto como se dió cuenta de quién exactamente estaba observando de más, salió con rapidez. Ahora había pasado aproximadamente una hora y su imagen no dejaba de ser una intrusa en su mente. Una agradable y muy irritable a la vez. 

El chico que había estado viendo al mayor desde hace unos minutos no podía apartar su mirada de él, y menos de un lugar en específico sintiéndose un poco mal por los pensamientos que había tenido. Decidido caminó hacia él, haciendo que sus pasos llamarán su atención. 

—Dan, ¿siempre estás despierto tan tarde? —el chico no dijo nada, solo se arrodilló entre las piernas abiertas del pelinegro— ¿Qué haces?—preguntó con calma y a la vez sorpresa, pues él jamás había tenido un contacto de ese tipo con él. 

—Ayudarlo. 

Y no supo porqué no lo detuvo, tan ágil el chico desabrochó su pantalón y dejó libre la erección que se había estado aguantando la última hora desde que había visto a Jimin desnudo. Echó su cabeza hacia atrás en el respaldo de sofá cuando los labios del chico se pasaron por su pene, de arriba hacia abajo saboreando y lamiendo con mucha experiencia. 

Lo apartó cuando sintió que casi terminaba en la boca del castaño. 

—Dan, esto. No quiero que esto vaya a… 

—Señor Min, este es mi trabajo —dijo moviendo su mano sobre él largo falo— ¿Olvida que a esto me dedico?. Si le preocupa saber que mágicamente sentiré algo por usted, no, jamás podría. Así que despreocúpese. 

—¿Estás seguro? 

—Totalmente. 

Tomó al chico de su mano e hizo que se sentara en sus piernas. 

—¿Entonces no te molestará pasar la noche conmigo? 

—Claro que no. 

Se levantó con el joven en brazos, sus piernas se aferraban a sus costados mientras el pelinegro buscó los labios del menor y este lo recibía con gusto. Era un tanto extraño, ambos solamente habían compartido charlas, cierto, no era la primera vez que estaba tan cerca de él, puesto que en el club se creía que en realidad ambos tenían una relación sexual por como el joven se sentaba en sus piernas. Sin embargo, ahora estaba a punto de tener sexo con el hombre que en múltiples ocasiones lo defendió y ayudó. Y era extraño, pero encantador a la vez. 

Yoongi había tenido una magnífica idea mientras caminaba por el pasillo. Se adentró al cuarto vacío, terminando entre las piernas del menor en la cama. Lentamente quitó la ropa de este sin dejar de besarlo, es que no porque solo vaya a ser un encuentro puramente sexual iba a ser un imbécil de hacer sentir al chico que solamente era utilizado para satisfacerse, aunque eso no estuviera nada alejado de la realidad. 

Estaba siendo delicado, no mucho, pero al menos no estaba siendo una bestia. Los gemidos y jadeos del chico empezaron a escucharse en la habitación cuando lo empezó a embestir. A veces lo veía morder su labio para no ser tan ruidoso, cosa que no quería Yoongi. 

—No te contengas, quiero escucharte gemir fuerte. 

El chico obedeció y así pudo sentir mejor aquél encuentro, en todos los años que había estado con cientos de hombres, debía admitir que esa era su mejor noche. Yoongi aceleró el ritmo, buscando llevar al chico a su orgasmo. 

—Cuando termines quiero que grites mi nombre —susurró en su oído, con una voz tan grave que hizo gemir al contrario. 

—Señor Min… no… puedo. 

—Hazlo, es una orden. 

Se alzó y tomó las piernas del castaño para empezar a penetrar con fuerza y rapidez, la espalda del chico no estaba sobre el colchón, y sus manos se mantenían hechas puños agarrando la tela de las sábanas. Estaba cerca, demasiado, y cuando al fin terminó gimió como nunca lo había hecho pronunciando el nombre del pelinegro. Y no porque él se lo haya pedido, lo había hecho porque de verdad había tenido un orgasmo intenso. Pero el mayor no se detuvo, siguió follandolo incluso cuando gemía su nombre con fuerza repetidas veces. Veía en él una sonrisa triunfal, que se convirtió en una excitante al momento que terminó en su interior. 

Yoongi mantuvo su sonrisa viendo hacia enfrente, en dónde la cama había estado chocando producto de la rudeza que había tenido con el muchacho. Sabía perfectamente que había escuchado todo, y eso lo hacía sentirse bien. Aunque no había por qué estar mal, ahora sabía quién era y lo hizo darse cuenta de una manera divertida.  


Por la mañana siguiente Jimin se sobresaltó temblando en su lugar, no había dormido absolutamente nada en toda la noche. Sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar y no se movía, mucho menos lo veía, su cabeza estaba viendo hacia un punto fijo del colchón a pesar que estaba dentro de la habitación. 

—¿Por qué sigues cubriéndote? —preguntó en voz baja. Lo suficiente para creer que no lo había escuchado, pero él se volteó y se paró justamente al pie de la cama, y él no pudo más que flexionar sus piernas a su pecho. 

Mantenía la cabeza baja, no quería que se diera cuenta que había estado llorando toda la noche, porque por extraño que parezca era más el dolor de escucharlo tener sexo con otra persona, que en sí saber que era él. Porque toda su vida lo amó, y podían pasar años y lo seguiría haciendo aunque él creyera lo contrario. 

—¿A qué te refieres?

—Sabes a lo que me refiero, Yoongi. 

Pronunciar su nombre dolía, pensó que jamás lo vería de nuevo, pensó que se llevaría a la tumba el recuerdo de su primer y único amor. 

—Así que ya sabes —dijo con un tono de fingido pesar mientras suspiraba—. Bueno, ni modo. 

Se quitó frente a él la máscara que siempre se ponía para entrar al cuarto de Jimin,  y por primera vez el menor pudo ver su rostro con los ojos llorosos, sin poder sostenerle la mirada más que por unos escasos segundos. 

—Yoongi, por favor déjame ir. 

—¿Dejarte ir?, no me hagas reír. Si yo quiero que envejezca aquí así va a ser, y como ves, la idea me llama la atención.  

—No puedes. No lo entiendes. 

—¿Qué no entiendo, eh? —Yoongi se acercó rápidamente a él jalando sus piernas cuando el rubio quiso escapar, presionando su cuerpo contra el suyo y su mano en su cuello—. Entiende tú una cosa, Park. Ahora eres mío, y ahora yo no soy el estúpido de antes al cual arruinaste por completo. Ahora seré yo el que arruinará cada maldito día de tu jodida vida a partir de hoy. 

—Yoon…

—Y deja de decir mi nombre como si me conocieras. Para tí y toda la bola de inútiles junto con tu padre, me conocen como Agust. 

Lo soltó, el rostro horrorizado del rubio le causó diversión. No dijo nada más y se retiró del cuarto echando llave nuevamente. Jimin hiperventilaba, sabía por el tatuaje de Yoongi que era la mano derecha de Kim, pero nunca creyó encontrarse con el responsable del desquicio de su padre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro