𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐨𝐬
DOS AÑOS Y ALGUNOS MESES DESPUÉS...
Siendo custodiado, Yoongi caminaba con un media sonrisa. Ya la ropa color naranja no cubría su cuerpo, la ropa informal que traía puesta era muchísimo mejor que esas prendas que ya lo tenían hastiado.
Cruzar por el portón de la prisión era simplemente una sensación maravillosa, el aire de la libertad golpeaba los pulmones del pelinegro y se sentían en completa paz. Yoongi por fin era libre, después de diez años encerrado podía volver a empezar de cero, su vida ya estaba arruinada, pero al menos lograría recuperar un poco de la vida que pudo haber tenido. Después de todo, veintiocho años era una buena edad para poder disfrutar un poco.
Afuera lo esperaba Jungkook en un coche que se sorprendió al ver, lo recibió con un abrazo, pero ver que el chico venía con un auto, asi como si nada a penas a un mes de haber salido de la cárcel, era de asombrarse.
—Vamos —dijo el castaño
—¿Dónde? ¡Oye! ¿De dónde diablos sacaste un auto?
—Vamos a casa, no preguntes y móntate al auto.
Lo único de pertenencia que traía Yoongi a mano era una chaqueta negra, que era parte de la mudada que Jungkook le había llevado días atrás, estando al tanto que su amigo pronto iba a salir. Se subió al carro y sin mediar palabras Jungkook condujo por la ciudad.
Todo había cambiado, reconocía las calles, pero todo era diferente, nuevos negocios, nuevas tiendas, alguna que otra cafetería remodelada, aquellas en la que solía pasar cuando salía de la escuela.
Le parecía increíble como la vida pasaba, como el tiempo favorecía a muchos y a él simplemente le había dado la peor cachetada de todas, y es que, aunque no fuera su culpa, pero se sentía impotente por haber perdido diez años de la que podría haber sido su magnífica vida.
Llegaron a un barrio bajo de la ciudad, se veían casitas pequeñas, negocios de comida callejera con toldos en donde los cocineros recibían a sus clientes. Sacó la mitad de su cuerpo por la ventana del auto, sintiendo y envolviéndose con el exquisito aroma del ramen, el kimchi, el bulgogi. Comidas que no había tenido oportunidad de siquiera oler en diez años.
Se aparcaron al final de un callejón, la casa estaba casi cayéndose, pero igual no le importó, porque al menos tendría donde vivir temporalmente al lado de Jungkook.
—Ven, sígueme.
Yoongi se bajó del auto y siguió a Jeon, al abrir la puerta con llave y entrar todo estaba a oscuras, hasta que Jungkook apartó una cortina negra para que ambos pasaran, se quedó asustado y asombrado del lujo del lugar, todo aquello del exterior era una fachada.
—¿Qué es este lugar? —murmuró Yoongi.
—Te quiero presentar a alguien.
Varios hombres se encontraban sentados en sillones de cueros platicando alrededor en un gran mesa de juego, apostando al poker y alrededor de todos habían hombres vestidos de negro que aseguraba que eran guardaespaldas. Jungkook siguió caminando hasta detenerse frente a dos hombres que al verlo tocaron la puerta detrás de ellos.
Una voz al otro lado gritó un "pase", los hombres abrieron las puertas dobles dándole paso a ambos, Yoongi se sentía cohibido, pero aún asi trato de mantenerse sereno.
—Junkookie, que alegría volver a verte —dijo un hombre de avanzada edad— ¿Traes visita?
—Señor, él es mi amigo del que le comenté, Min Yoongi.
—¡Oh, Min! —el hombre se levantó asustando a Yoongi. Rodeó la mesa y lo abrazó como si se conocieran de siempre—. He oído hablar mucho de tí, hijo. Me da gusto que ya hayas salido. ¿Y bien? —preguntó cabeceando hacía Jungkook.
—¿Qué? —preguntó el menor sin entender a su jefe.
—¿Ya le explicaste el trabajo?
—Oh, eso... Bueno...
—Escucha hijo —guió a Yoongi hacia unos sillones y ambos jóvenes se sentaron, él se quedó en otro sillón frente a ellos—. Se te hará muy difícil conseguir un trabajo normal después de haber pasado por una condena como la tuya y aún peor por los cargos que tienes, por lo que te ofrezco la oportunidad de trabajar para mí.
—¿De qué se trata el trabajo? —preguntó Min interesado.
—Por las vías legales, no es. Serías un chico infiltrado para recolectar información que yo te pida, la paga es muy generosa por los peligros a los que te enfrentarás, pero te aseguro total protección y confianza. Además, no es como que vayas al sol y al viento, tendrás entrenamiento y mi completa protección.
Todo aquello le daba mal rollo, quedó viendo a su amigo buscando en su mirada alguna señal de que todo aquello era una maldita broma, pero ahora sabía que esa era la realidad, Jeon ahora pertenecía a una mafia, pero él no quería ser parte de eso.
—¿Qué pasa si digo que no?
Aunque no pudo verlo, Jungkook tenía una cara de miedo hacia el hombre frente a ellos, en cambio el mayor adoptó una posición tranquila.
—Estás en todo tu derecho, es más, si quieres te ayudo a hacer tu currículum para que lo entregues a las empresas que quieras.
—¿Enserio?
—Por supuesto que sí —el hombre se levantó y se dirigió hacia el escritorio bajo la mirada de los chicos—. Vengan mañana a las diez, tendré lista tu carpeta. Sin embargo, el trabajo seguirá a tus órdenes.
—S-se lo agradezco.
Ambos le reverenciaron con respeto y salieron del lugar, ese viejo no parecía ser el jefe de una mafia en lo más mínimo, más bien parecía un señor gentil y lleno de carisma. Su sonrisa y mirada sincera no aparentaban ser de un asesino que daba las órdenes más frías en la ciudad para obtener lo que quería; por otro lado, la realidad era que muchos le tenían miedo, y la mayoría, por no decir todos, solamente conocían el lado malvado de Kim JungJae.
—¡Por qué carajo le dijiste que no!—preguntó Jungkook completamente exaltado.
—¿Querías que le dijera que si? Por Dios Jungkook, acabo de salir de la cárcel ¿Crees que quiero volver?
—No... Pero reza para que no nos mate a ambos mañana o un auto nos siga para provocarnos un accidente. —el rostro temeroso de Jungkook le hizo gracia a Yoongi haciéndolo reír —¿De qué carajo te ríes?
—Le tienes miedo. —Afirmó
—Pero por supuesto que le tengo miedo, Kim mata sin piedad, y a él nadie le dice que no.
—Pues me alegra ser el primero.
—Alégrate cuando tengas una bala entre tus cejas, yo no estoy para nada feliz.
—Relájate un poco, Kook. No pasará nada.
—Ojalá…
Jungkook condujo nuevamente, esta vez saliendo de aquél barrio, llegando a lo que parecía un residencial bastante bonito. El castaño aparcó el auto frente a una casa mediana, no era grande pero tampoco pequeña. Entraron y el espacio era bastante acogedor.
—Bienvenido a mi casa —dijo Jeon orgulloso.
—¿Es tuya?
—Sip, por cierto, el auto también. Ponte cómodo, hay tres habitaciones, la mía es la del centro del pasillo, elige la que quieras.
—Gracias Kook
—No hay de qué Gi, tú hubieras hecho lo mismo por mí. —ambos se sonrieron.
—No vendré a cenar, la verdad necesito descansar.
—Claro, descansa. Mañana Saldremos.
Yoongi asintió sin darle muchas vueltas al asunto, se instaló en una de las habitaciones y observó a través de la ventana el sol ocultarse. Había perdido cualquier noción de los minutos que pasaron hasta que el cielo se pintó de un azul oscuro. Pareciera una broma, pero el hecho de pasar tanto tiempo encerrado le había dado el don de quedarse viendo a un solo lugar sin pensar en nada, solo con su mente en blanco y serena como si su cerebro tuviera un switch de encendido y apagado aún con los ojos abiertos.
Exhaló cerrando sus ojos, trayendo por primera vez los recuerdos a su mente. Sus padres era lo único que se reflejaba en su mente; la última vez que vió a su padre, él le dedicó una mirada de decepción profunda, una que hasta el día de hoy quería olvidar pero le era imposible; la última vez que vió a su madre, ella le había prometido una tarta de chocolate en su siguiente visita, con una sonrisa cariñosa y sus ojos brillosos como si ya estuviera presintiendo la tragedia.
Quería venganza. Necesitaba saber qué era lo que realmente había pasado con sus padres, porque eso de un incendio accidental en su casa no se lo creía ni un poco. Respiro agitado, casi sintiendo el sofoco de las llamas que sus padres vivieron en sus últimos momentos. Si, ya tenía decidido que cueste lo que cueste haría pagar al que asesinó a sus padres.
Y él ya sabía a la perfección, que el apellido Park tenía que ver en todo eso.
—Iremos de compras —declaró Jungkook en medio del desayuno con su teléfono en manos, texteando.
—¿Qué comprarás?
—Ropa para tí, es obvio.
—Jungkook…
—Será un préstamo, ni creas que es regalado, estoy haciendo una inversión.
Yoongi tomó una de las barras de pan de su plato para tirarla a la cara del menor.
—Respétame, maldito ignorante. Soy mayor que tú. —Jungkook rió con gracia, quitando el pan de su pecho y llevándolo a su boca sin dejar de ver su aparato móvil— Kook ¿Tú qué es lo que haces exactamente para Kim?
Jeon dejó de ver su celular y prestó atención al interés de Yoongi.
—Bueno, pues diferentes cosas. Infiltrarme en lugares, sacar información, liderar asaltos…
—¿Matar? —el menor negó.
—No ha llegado al punto de pedirme que haga eso. Creo que para eso tiene gente especial. Pero creo que tendría que hacerlo si fuera por defensa propia.
Yoongi asintió. Había pasado un rato del día anterior pensando en lo que había dicho ese hombre. Si le costaría mucho conseguir un trabajo, y los lugares que ignoraban un récord criminal ofrecían una paga de mala muerte con un ambiente peor. Mentiría si negaba que no había considerado la oportunidad de trabajar para Kim. Ya había estado en la cárcel ¿Qué más podría perder?
Ambos amigos salieron hacia el centro comercial, los gustos era lo de menos, por lo que yoongi tomaba lo primero que veía que fuera de su talla y de colores oscuros. No miraba precio ya que Jungkook le ordenó no fijarse en eso. Luego de comprar ropa y zapatos, y una que otra cosa básica y necesaria montaron las compras en la cajuela del auto.
—¿Listo?
—¿Para qué? —Yoongi lo observó interrogante.
—El señor Kim me mandó un texto, ya tiene tu currículum.
—Oh, eso. Si, vamos.
El viaje no duró más que unos cuantos minutos, veinte tal vez. Ahora no estaban en el mismo lugar, ahora parecían estar en algún tipo de club o bar. Había meseros caminando de aquí a allá, arreglando el lugar. Caminaron hasta llegar a una escaleras las cuales culminaron en un gran pasillo que finalizaba en unas puertas dobles que fueron tocadas por Jungkook.
—Pasa, Jungkookie —ambos jóvenes se adentraron a una de las tantas oficinas del jefe—. Buenos días chicos.
—Buenos días jefe —el teléfono de Jungkook empezó a sonar, y este extrañado observó a su superior—. Lo siento, es Kang, con permiso.
El menor salió de la oficina contestando la llamada de inmediato. Yoongi sin prestar mucha atención se sentó enfrente del mayor.
—Buenos días.
—Como lo prometí, hijo. Aquí tienes.
El hombre aventó a la mesa que los separaba a ambos un folder del que sobresalían algunas hojas. Tomó el archivo entre sus manos y lo ojeó, creyó que sería una broma lo de hacer un currículum, pero sorprendentemente delante de él estaba literalmente toda su información.
—Wow.
—Cuando te adentras en mi mundo, puedes saber todo de todos —mencionó el hombre ante la sorpresa del joven, mientras encendía un habano en sus labios.
En ese momento, el cerebro de Yoongi tuvo una pequeña descarga ante esas palabras.
—¿Todo?
—Todo —confirmó.
El pelinegro lanzó el folder de nuevo a la mesa, recostándose en la silla con una mirada serena y tranquila. En cambio, Kim se relajó con cierta curiosidad ante la repentina actitud del muchacho.
—¿Qué es exactamente lo que haría si trabajo para usted? —la sonrisa del mayor no pudo lucir más contenta.
—¿Qué estás dispuesto a hacer, Min Yoongi? —preguntó, con una mirada seria a la espera de una respuesta.
—Este mundo funciona por el odio hacia el enemigo ¿No? —el hombre sonrió—, también por la constante guerra y deshacerte de aquellos que te hacen daño —Kim adoptó una postura seria ante la declaración del joven.
—¿Qué quieres, Min?
—Quiero venganza. Quiero ver muertos a los que me encerraron, ellos fueron los mismos que mataron a mis padres, de eso estoy seguro.
Kim era un hombre calculador, y sabía que ese chico no tenía nada que perder. Y Yoongi ciertamente estaba dispuesto y sin miedo alguno a entrar a ese trabajo, después de considerarlo por un rato, había caído en la cuenta que para conseguir venganza necesitaría de ayuda. Y Jung Jae estaba cien por ciento dispuesto a ofrecérsela por un bien propio en común con Yoongi.
—En esto no hay marcha atrás, Yoongi. Y si me traicionas sabes que puedo matarte con solo tronar mis dedos.
—No lo haría, tampoco tengo algo qué perder —Kim volvió a fumar con tranquilidad.
—Vuelvo a preguntarte ¿Qué estás dispuesto a hacer?
Yoongi analizó el contexto de toda esa pregunta. Pues, no tenía familia, su única familia era Jungkook y él sabía defenderse a la perfección, y para rematar se movía en ese mundo. Así que no se preocupaba por que alguien sufriera las consecuencias de sus actos. Por otro lado, estaba al tanto de los pro y los contras de cada respuesta que podría darle al hombre frente a él, ese mismo al que veía como la oportunidad perfecta, el impulso que necesitaba para moverse en el bajo mundo y obtener lo que quería sin ser rastreado, o al menos, pasar desapercibido.
La respuesta era clara en su cabeza.
—Todo, estoy dispuesto a todo, señor Kim.
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