𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐢𝐞𝐳
Sus caderas se movían al ritmo de la música lenta que corría a través del parlante en la mesita de noche. Los jadeos y gemidos eran nada más amortiguados por sus labios y el temor de ser escuchados. Jimin tomaba las caderas de Yoongi de para hacerlo acelerar los movimientos en su interior, estaba muy cerca de terminar.
—Yoon…
—Ya sabes lo que tienes que hacer, mi amor.
Jimin gemía en sus labios, sus piernas empezaron a temblar alrededor de su cadera y sus piernas enrolladas detrás de su espalda ayudándolo a empujarse más profundo en su interior. Dirigió sus labios hacia el hombro pálido de su pareja, sintiendo la sensación en su vientre, solo unos segundos después sus dientes quedaron marcados en el hombro de Yoongi. Era un raro estímulo, Pero al azabache le excitaba cuando Jimin mordía su piel cuando estaba llegando a su orgasmo, era una sensación que lo llevaba al suyo.
Todavía entre sus piernas empezó a repartir besos en su cuello, cachetes y rostro, le encantaba su novio. Hace apenas un par de meses que habían iniciado como una pareja, y a penas una semana atrás no habían soportado las hormonas, había sido Jimin quien lo provocaba, y claro, él no era de hierro para no caer en los encantos de su niño.
—Te amo.
—Yo te amo más Mini —besó sus labios con cariño— ¿Ya te había dicho lo hermoso que eres?
—A diario.
—Pues es para que no lo olvides, que eres un ángel hermoso. —el menor sonrió avergonzado, sintiendo sus mejillas rojitas, cosa que adoró el mayor.
—Mañana es tu cumpleaños, por fin serás mayor de edad. —Yoongi gruñó.
—No lo veo interesante.
—Pero podemos aprovechar para salir juntos, escapemos un rato ¿Qué dices?
—Lo que tú quieras, mi amor.
¿Cómo decir que no a los ojitos hermosos de Jimin? Él haría todo, caería de rodillas por ellos si tan solo el rubio se lo pedía. Tenía su corazón en sus manos y hasta más de lo que alguna vez pensó entregarse a alguien.
—¿Yoongi?
—Dime
—¿Algún día tu y yo…? No sé… tú… —el menor mordió su labio, con sus ojitos brillosos por una capa lagrimosa.
—¿Qué te preocupa, cariño?
—Esque… ¿Algún día dejarás de amarme?, tú ya entrarás a la universidad él próximo año, y yo seguiré en la escuela. Temo que vayas a conocer a alguien y no me esperes.
Yoongi tomó las manos del menor y las besó tiernamente y luego lo abrazó con fuerza.
—Jamás, mi amor. Escúchame bien, mi corazón es tuyo y jamás nadie podrá tomar el lugar que tienes tú en él. Deja de pensar que me encontraré a alguien. No me importa si pasan cinco, diez, veinte o cincuenta años, yo te voy a amar siempre. Pase lo que pase.
Se besaron una vez más, volviendo a revivir los roces en sus cuerpos y la dulce fricción que los llevaba a la locura.
Ambos despertaron al mismo tiempo, ninguno tenía el valor de moverse de esa posición. Yoongi se había quedado dormido a su lado sintiendo el dulce aroma de su cabello que parecía nunca cambiar. Jimin había notado cuanto había cambiado, tan físicamente como de actitud, ya no era el chico risueño y delgado. Ahora era todo lo contrario, y en cierta parte Jimin podía decir que eso le atraía.
La mano de Yoongi empezó a recorrer su pierna, y su cabeza fue a parar a su cuello descubierto rozando apenas con sus labios en la zona.
—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?
Un sueño colectivo había sido aquel, uno que compartieron por la noche que deseaban volver a retroceder el tiempo en donde no estaban dañados, en dónde no había necesidad de perdonar nada porque estaban juntos y se amaban. Divagando en esos recuerdos. Yoongi recordó a sus padres y el dolor de la decepción que les causó al acabar como un criminal mediocre.
No quería seguir pensando, pero el eco de su conciencia le decía que él era el culpable de todo eso, él y el hombre que descansaba entre sus brazos. Se apartó con lentitud y dejó a Jimin acostado, saliendo inmediatamente de la habitación con su corazón y su cabeza hecha un revoltijo.
No podía, no iba a revivir ni una pizca de cariño siendo que por su mentira sus padres murieron, no sería así. Jimin nada más era el padre de su futuro hijo, nada más.
Jimin bajó a desayunar una hora después, a partir de ahí pudo notar el rostro de Yoongi serio, como si la noche anterior no hubiera pasado abrazándolo hasta caer dormidos, y ahora lo ignoraba. Se sentó frente a él para intentar llamar su atención aunque sea con sus movimientos, pero el mayor solo tomó su teléfono y se dedicó a enfrascarse en él. Momentos después escuchó pasos y dos chicos apareciendo en el comedor. A la chica ya la conocía, pero no sabía del chico que venía con ella, sus miradas toparon y fue de inmediato como si en sus ojos viera algo más que extrañeza.
—Buen día, señor Min. —saludaron ambos, el chico se sentó a la par de Yoongi y Jimin solamente apartó la mirada.
—Buen día, Daniel. —contestó aclarando su garganta y por fin viendo en la dirección del rubio—. Te presento a Jimin, él… es mi prometido.
Jimin quería sonreír, ese chico llamado Daniel no le inspiraba confianza en lo más mínimo. Menos cuando pareció matarlo con la mirada.
—¡Minnie, pero no me dijiste nada! —gritó la chica emocionada.
—Yo tampoco sabía —murmuró Jimin al mismo tiempo que el castaño hablaba.
—¿Ya se conocían?
—Si, apenas ayer. Pero no sabía eso de que eran pareja.
—No lo somos —aclaró Yoongi, rompiendo con la ilusión de Jimin.
—Pero...
—Es un convenio, nada más.
El rubio observó como Daniel sonreía cínicamente entre sus manos entrelazadas, era como si disfrutara de aquella humillación que estaba viviendo Jimin. Todos desayunaron en silencio y cuando fueron acabando empezó una pequeña plática entre el chico castaño y Sofía.
—Señor Min —Jimin se sorprendió de la voz tan aguda con la que se refirió al mayor, es más, Yoongi incluso lo observó extrañado. El rubio carraspeó y se levantó del asintiendo, no siendo capaz de seguir ahí.
—Con permiso, yo me retiro.
Y así caminó nuevamente hacia las escaleras, arrastrando sus pies hasta subir al cuarto y aventarse a la cama a sobre pensar las cosas que pasaban por su cabeza. Esa voz, el rubio estaba casi seguro que ese chico era el que había estado con Yoongi días atrás.
Escuchó pasos por la habitación y lo único que pudo hacer es quedarse quieto y fingir dormir.
—Sé que estás despierto, levántate.
—No quiero verte, quiero estar solo.
—No me importa lo que quieras, Jimin. Levántate —ordenó. Jimin no tuvo más remedio que obedecer.
Yoongi traía un vaso de agua en sus manos y este lo extendió hacia él y Jimin lo tomó extrañado. El mayor se sacó del bolsillo de su pantalón un frasco de pastillas y sacó una, tomó la mano del menor y la colocó en la palma de su mano.
—Tómala
—¿Qué es esto?
—Es para las náuseas y vómitos. Ni creas que seguirás expulsando todo lo que comes, eso le afecta al bebé.
—No es mi culpa.
—Y por eso son las pastillas —Yoongi observó como Jimin se tomó la pastilla con asco, el sabor era repugnante y eso hizo que arrugara la nariz en un gesto que al mayor le pareció adorable. Inmediatamente apartó su mirada—. Hoy no saldremos, tengo trabajo.
—Como sea, no quiero salir.
—¿Te portarás de esta forma?
—¿Te portarás tú de esta forma, Yoongi?
Entraron en un debate de miradas que al final fue Yoongi que lo rompió con un gruñido.
—Volveré para la cena. —Ni siquiera sabía porqué le había informado aquello, pero sentía que debía hacerlo, además, Jimin no podía tener malos ratos.
Caminó escaleras abajo en dónde se encontró con Daniel, ya listo para salir. Tomó el bolso con su computadora y las llaves del auto y caminó siendo seguido por el menor.
—¿Irás al club? —el chico asintió abriendo la puerta del copiloto— ¿Sabes que es un riesgo por Kang?
—Tengo que trabajar, señor Min. Usted es muy bueno, pero yo necesito salir, no soy de estar encerrado y mucho menos necesitando sexo.
Yoongi se quedó callado empezando a dar marcha al auto, pasaría dejando al menor y dándole una pequeña advertencia a Kang.
—Daniel, no vuelvas a hacer lo que hiciste hoy.
—¿Qué cosa, señor Min?
—No te hagas, sé lo que planeabas. No quiero hacer pasar a Jimin por un mal momento, voy a casarme con él y lo nuestro nada más fué una noche. —Daniel apretó los dientes con rabia, tragándose la furia y albergando en lo más recóndito de su retorcido ser. Yoongi en serio quería evitarle disgustos al rubio, además que tampoco le había gustado la actitud del chico hacia él enfrente de Jimin.
—¿No que solo era un convenio?
—Y lo es. Pero no por eso soy un maldito infiel, ya estoy comprometido y no lo voy a traicionar, mucho menos cuando estemos casados.
—¿Y si él llega a tener a alguien más? —instó el menor, tratando de quitarle ese pensamiento a Yoongi—. Dígame, ¿Seguiría siendo fiel?
Yoongi rió con gracia ante la pregunta.
—¿En serio crees que alguien podría serme infiel a mí?. En primer lugar si así fuera me daría cuenta antes de que pasara y tengo mis métodos; en segundo lugar, tampoco sería infiel en ese caso.
—Entiendo.
El resto del camino fue silencioso, hasta que llegaron al club, buscó a Kang pero le informaron que no estaba en ese, si no en algún otro de los veinte más alrededor de la ciudad. No tuvo más alternativa que cancelar su pequeña advertencia. Volvió al auto y condujo hasta la oficina de Jung Jae en vista de un llamado urgente de su parte, al entrar se escuchaban fuertes gritos de parte del hombre y cómo varios hombres a su alrededor mantenían su cabeza gacha
Todos al verlo abrieron paso hasta que Yoongi quedó frente a Kim.
—¿Qué pasa?
—Pasa que ya van dos emboscadas, volvieron a emboscar de camino a la zona Este.
Yoongi frunció el entrecejo.
—Imposible, estuve monitoreando todo.
—¿Tienes las coordenadas y grabaciones?
—Claro, en la laptop.
—Genial, hay que revisar —Jung Jae se veía más tranquilo cuando se trataba de Yoongi, tal vez era por el porte de este al no temerle, o tal vez algo más— ¡Qué carajo hacen aquí todavía! ¡Busquen que hacer, bola de inútiles!
—Iré por la compu.
Yoongi regresó al auto y sacó el bolso, regresando de inmediato a la oficina de Kim. Abrió el programa y se sentó al lado del hombre con la computadora en la mesa baja frente a ellos a ver el monitor con atención. Ahí tenía que aparecer cualquier movimiento extraño que haya pasado en esa emboscada, la ubicación o alguna señal de auxilio que hayan mandado uno de los hombres que llevaba la carga. Sorprendente para ambos fue ver cómo se cortaba la grabación por arte de magia.
—¿Qué mierda? —Yoongi buscó en los otros archivos, en el mismo programa pero era como si tal le hubieran cortado.
—¿Alguien tocó tu computador?
—Absolutamente nadie, la dejo enllavada en mi oficina.
—¿Qué está pasando?
—Es como si estuvieran interfiriendo en el programa —murmuró Yoongi.
—¿Hay forma de que lo hackeen?
—No, pero en caso de que sí, tiene que ser un maldito máster.
—Debemos tener más cuidado, no podemos darnos el lujo de perder mercancía así como así aunque sea una poquedad. Menos a manos del estúpido de Park.
Ese nombre, sabía que no podía confiar mucho. Pero no, pensándolo un poco mejor, Yoongi recordó que había dormido toda la noche con él, era imposible que Jimin hubiera ido a abrir su oficina con llave, y además, dudaba de que el menor pudiera controlar sistemas tan complejos. Pero había alguien más que si podía, y ese era el maldito de Kang.
—Jackson lo dijo, hay alguien infiltrado entre nosotros. Debemos averiguar quién jodido es.
—¿Tienes sospechas de alguien?
Yoongi se quedó callado, pensativo. No podía decirle a Kim que sospechaba del esposo de su sobrina, era estúpido no teniendo prueba alguna. Aunque Yoongi presentía que era él, no podía caer en conclusiones precipitadas y distraerse si acaso no era él.
—No, investigaré.
JungJae asintió levantándose del sillón.
—Tengo una reunión en una de las empresas, tú y Jungkook se encargan de eso por el momento —El mayor caminó hasta la entrada y se detuvo antes de salir—. Y deja de perderte tanto.
Yoongi salió del lugar, estaba completamente afectado, su orgullo le decía que nadie era capaz de ser tan idiota como para interferir en su trabajo, estaba molesto, demasiado como para pensar en otra cosa.
Al llegar a casa lo primero que escuchó en la puerta fue la risa de Jimin. Y eso de por sí era extraño, aún más cuando venía acompañada de palabras dulces. Inmediatamente se puso alerta y caminó en silencio hacia el salón de la casa, en dónde vió al rubio de espaldas con el teléfono de extensión en su mano.
—Yo también te extraño, mi amor. Buscaré la forma de poder regresar pronto, te lo prometo.
Esas palabras hicieron explotar la cabeza de Min, con rapidez caminó hasta él y con fuerza tomó el cable reventando éste con sus manos. Jimin retrocedió con temor, o más bien terror por la mirada asesina del mayor.
—Yoongi…
De un movimiento rápido lo tomó, llevándolo hacia la habitación. Con fuerza lo aventó a la cama haciéndolo quedar contra el colchón, se subió sobre su cuerpo, empezando a apretarse contra él.
—Espero que le hayas dicho al estúpido de tu novio que ya tienes a alguien más.
—Tú mismo lo dijiste, solo es un convenio. Además, no te importa si tengo o no tengo pareja.
El mayor apretó la cintura de Jimin con fuerza, haciéndolo jadear entre el dolor y la sensación ardiente que le provocaba.
—Me importa, serás mi puto esposo y yo no seré un maldito cornudo.
—Por papeles nada más, pero jamás querré estar contigo de otra forma.
—¿Ah sí? Veremos si sigues teniendo ese concepto después de un rato.
Dijo empezando a pasear sus manos por debajo de su camisa, y quitando de un jalón la misma.
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