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𝟎𝟑

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Un mal presagio.❜
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Omnisciente.
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Fue difícil para Ava conciliar el sueño la noche anterior. El fin de semana había pasado como una estrella fugaz—, y la joven se encontraba frente al espejo mirándose con aquel uniforme de su nueva academia—. La falda era algo corta, pero aún así me gustaba el juego de la camiseta blanca con las medias del mismo color que le llegaban a la rodilla. Debía admitir que para su primer día Ava se esforzó mucho para lucir impecable, incluso se había pintado las uñas de un color azul royal que le daba vida a sus manos. Ella era una joven adolescente de quince años con facciones detalladas, que hacía denotar su rostro natural ante no sostener ni una gota de maquillaje. Era muy sencilla, con pestañas largas y unos ojos de tonalidades diferentes que atraparían a cualquier muchacho de su edad. Ava decidió llevar su voluminoso cabello atado y con una hermosa cinta que iba en juego de color con sus uñas. Sin embargo, no se colocó la chaqueta de la academia y pretendía hacerlo tan pronto tocara la campana.

Estaba algo ansiosa, no quería dar una mala impresión—, temía la atención que recibiría por ser una nueva alumna, una que no sabía traducir bien las palabras que debería transmitir para sus compañeros de clase que no tenían su mismo idioma de preferencia—. Respiro hondo. En el fondo sabía que no debía impresionar a nadie, que solo debía dedicarse a sus estudios y lucir impecable en sus calificaciones, incluso en su curso de héroes donde se prepararía para ser una profesional a base de su don. Ava no hablaba mucho de ello, las personas no confiaban en su don y los pocos compañeros que logró tener en Francia fue una ilusión. Desde que llegó no había recibido mensajes de ellos, así que le había quedado más que claro. Bajando las escaleras a la primera planta, oyó un maullido en el hermoso patio de su casa mientras revisaba el celular sin ver mensajes de alguno de sus compañeros. Sabía en el fondo que solo la tenían cerca por sus beneficios y porque temían a su don el cual era mental.

—¿Te perdiste?—cuestiono Ava, mirando al hermoso gato de pelaje negro con manchas blancas que no temió en irse a sus brazos.

—¿Por qué diablos tienes a mi gato, extra?—una voz hostil a temprana hora de la mañana azoto a Ava como un tornado.

Atrás de la valla que dividía su casa con la otra, estaba irónicamente ese chico que la había empujado el otro día—, Ava quedó con la boca seca al verle y reconocer el uniforme que tenía puesto, el mismo que ella y el que él decidió mirar con detenimiento—. También de confusión. Jamás había visto a esta chica en su academia, al menos no por las aulas, reconocía que fue la chica con la que se topó y casi caía al estar en el medio; aún así, sus ojos le llamaron la atención. Claro estaba que no se comportó como un caballero el día que la vio, pero eso de las chicas no se les daba y tampoco le parecía prioridad en ese instante, así que sus modales eran casi nulos. Ava frunció el ceño, veía al chico y su cabello rubio puntiagudo, también sus ojos rojizos que la veían como si ella fuera una gran molestia. Ava sintió un poco de presión, por no entender su actitud. Se le notaba un gran mal humor, lo que hizo que ella soltase al gato quien rápidamente saltó la valla decorada con hermosas enredaderas para pasar a los brazos de su dueño.

—Demonios. ¿Eres muda?—pregunto él, enfureciéndose un poco más ante no tener respuesta de ella; Ava oyó a su abuela llamarla adentro.

—Yo lo encontré aquí.—intentó de defenderse con el idioma al tomarse el tiempo, por lo que su acento no quedó tan enmarcado y él la entendió.

—¡Katsuki, te he dicho que termines tu desayuno o volverás a llegar tarde!—una voz femenina y altanera se oyó en el interior de la casa.

—¡No me digas que demonios hacer!—exclamó el chico de ojos rojizos, como un mal presagio se giró y se fue, sin decirle nada a Ava.

Para ella fue poco agradable la actitud de aquel chico—, ni siquiera parecía recordarla de haberla empujado el día anterior—. ¿Acaso era este el tipo de chico con el que tendría que lidiar siempre? Ella denegó. Recordó al joven de cabello lavanda que se esforzó por entenderla y querer guiarla. Sin embargo, el semblante de este chico fue diferente o para describirlo mejor, su vecino. Verla le creó una molestia que no pudo disimular, pero también trajo una gran curiosidad cuando la vio con el uniforme de la academia, igual que como lo llevaba él; sin chaqueta. Evadió ese hecho y volvió a la casa, donde su abuela les deseaba un buen comienzo de clases. Tambien tomó alguna que otra foto para tenerla siempre de recuerdo en un hermoso marco que Kaede compraría para enmarcar siempre el día en que sus nietas empezaron su travesía en la academia UA. Ava retomó rumbo nuevamente a su habitación, donde sostuvo su mochila marrón y la chaqueta de la academia.

—Luces bien, ¿ya podemos irnos?—la voz de Kyomi se dirigió a ella, Ava se giró rápidamente y sonrió algo nerviosa.

—No me sé comunicar.—admitió, soltando un largo suspiro para empezar a inhalar e intentar de encontrar armonía en ella.

—Los profesores tienen conocimiento de eso, deja de preocuparte. Lo harás bien.—añadió Kyomi, intentando de ser optimista.

—¿Alguien se levantó de buen humor hoy?—le preguntó Ava, pasando por su lado para así Kyomi golpearla en el codo.

—Bueno, o me uno al enemigo o le hago la guerra, creo que mejor me uno.—exclamó en broma, una broma fría que Ava negó.

—La abuela solo quiere lo mejor para nosotras.—comentó Ava en un tono bajo, caminando junto a Kyomi hacia las afueras de la casa.

—¿Para nosotras o para ella?—le hizo cuestionar cuando le abrieron la puerta del auto, a lo que Ava se subió y miró por la ventana.

—¡Enfóquense!—exigió Kaede a las afueras con una sonrisa, mirando a sus nietas verla desde el interior del auto con un semblante neutro.

—Estoy segura que ambas partes saldremos beneficiarias de sus decisiones.—artículo Ava, por lo que Kyomi soltó un bufido.

—Será todo lo contrario... —murmuró Kyomi, mirando a sus abuelos como una sombra negra temerosa.

Ava giró la mirada de inmediato e intento de olvidar la conversación—, era claro que había un secreto oscuro con esta familia que aún no podía salir a la luz—. La joven de cabello negro solo quería que todo fuera un sueño y mediante ese sueño, seguir soñando. Ver el camino en la mañana la llenaba de armonía y esperanza. Aún así, se notaba en las facciones de ambas hermanas que acababan de despertar y alistarse. En la residencia, Kaede estaba cruzada de piernas en un sofá. Era cuestión de tiempo para que todo empezara a marchar como ella quería, por eso culminó con una sonrisa cuando absorbió de su café. La transportación de las chicas cruzaba varios semáforos y las manos de Ava no dejaban de sudar. Sentía una invasión de muchas emociones, entre ellas inseguridad y miedo. Ya estaba tensa por lo que había ocurrido esta mañana, ojalá no deba encontrarse con ese grosero chico, era lo único que pedía en sus rezos. Había sido muy hostil, no sería capaz de soportarlo.

¿Y la culpaban? Cerca estaba Katsuki Bakugo de ser más odiado, que amado. Sostenía su mochila y caminaba por la acera. Su ceño fruncido impedía que alguien se acercara a él, quienes lo conocieron en su antigua academia lo admiraban solo por intimidación y los que no, sufrían un acoso de burla por su parte. Desde que se adentró a la UA Katsuki enfrentó un mundo diferente, donde tendría que competir y exigirse a sí mismo para superar a cualquiera de su clase. Para él, solo eran rocas en su camino, bastaría con empujarlas para que no estorbaran. Sin embargo, se mantenía arisco al anuncio de sus profesores en días pasados donde una alumna extranjera se uniría a ellos. Y ahora que lo recordaba, endurecía—, pues unos vecinos nuevos habían llegado a su urbanización—. También había visto a esa chica con acento raro y uniforme de la clase. No podía creerlo, que absurda era la academia en aceptar matrícula luego del cierre de esta. No tardó en denegar y patear una pequeña roca que iba en su camino.

—¡Bakugo amigo! ¿Oíste que hoy se ingresará la chica nueva?—la voz de su compañero Eijiro se hizo presente, con un cabello rojizo de erizo y una sonrisa muy alargada.

—¡No eres mi amigo y quítate de encima imbécil!—exclamó Katsuki con su delicada actitud, era evidente el sarcasmo en esta narración, pero sin duda no tenía nada de delicado.

—¡Es muy emocionante que sea una chica, seremos más que ustedes!—animo Mina, una chica que parecía alienígena por su color de piel rosado, aunque Katsuki la compraba con una hormiga infantil.

—Deberá ser muy hermosa, ¡muy hermosa!—repetía Mineta, tan pequeño pero con una mente llena de pensamientos únicos e incluso molestos.

—Que aburrida es esta clase.—musito, acomodándose con desinterés en su asiento, mirando como todos estaban rodeados en un círculo.

—Guarden silencio.—en forma de oruga y acurrucado en su sábana amarillenta, el profesor Aizawa, conocido como Eraserhead se levantó del suelo.—Son la clase más ruidosa que he tenido.—añadió.

—¡Y no solo ruidosa, también estupenda!—el profesor Presentmic también se había unido a la clase, con su tono de voz alto y exagerado.

En cierto punto, no mentía. Aquel héroe profesional que formaba parte de la élite de profesores de la academia, no había tenido un grupo como ese—, no solo por el bullicio—. La clase 1A tenía algo diferente a las otras clases que había tenido en años pasados. Eran dedicados, pese a ser su primer año, ya habían tenido experiencia en combate con villanos y eso les hizo tener un ascenso de inmediato. En cuestión de poder, Katsuki era uno de los sobresalientes por su don. La explosión en sus manos y la agilidad que tenía para usarla era algo que sus profesores siempre observaban. Parecía haber dedicado su infancia en practicar, porque tenía una complexión musculosa y formas estratégicas de defenderse en el combate. Su actitud no era la adecuada para un futuro héroe, no tenía compañerismo y era egoísta en la toma de decisiones. Creía que se merecía el mundo entero y que estos estuvieran bajo sus pies, pero eso estaría apunto de cambiar cuando toda la atención se viniera hacia aquella chica.

Por los pasillos iba ella caminando sola—, se había separado de su hermana y sentía sus rodillas flaquear—. Sería el centro de atención, pese a que no había ni un alumno fuera de su aula, Ava sentía que sudaría pronto y no habría forma de ocultarlo entre quienes la mirarían como una compañera o competencia. Respiro hondo. Solo debía preocuparse por sus calificaciones, no tenía que agradarle a nadie. De hecho, no esperaba hacerlo porque portaba actitudes distantes y frías que se iban por encima de su corazón, haciéndolo endurecer para cuidarse del mundo o salir herida. Ava tenía una forma muy peculiar de hacer amigos y esta era precisa, no hacer amigos. Estaba parada frente a la puerta, había oído un gran bullicio antes de que Presentmic la trajera allí. Ahora solo esperaba que él abriera la puerta para poder presentarla de una forma sutil, pero fue una bomba como si de un concierto se tratara y eso la aterró en el instante que la puerta se abrió frente a ella.

—¡Kanbara, Ava!—presento, señalándola para así ella poner un pie en el aula.—¡Viene de Francia!—añadió, alentando a que ella se acercara.

Las miradas de todos no fueron el balde de agua fría que Ava espero—, se veían muy animados e incluso cautivados por ella—. Era algo diferente, sus ojos empezaban a ser comparados con el de un chico que estaba sentado en la parte de atrás. Shoto Todoroki era en si conocido por ser el hijo del segundo mejor héroe, aquel que Ava admiraba, Endeavor. Ella ocultó su emoción, aún así no era capaz de demostrarlo en sus facciones serias y frías, pero dirigió su mirada al chico que portaba ojos de distintos colores como ella. Mediante la emoción de los demás, Katsuki sintió el balde de agua fría cuando apostó y ganó. Era ella. La maldita nueva vecina que intentó robar a su gato esta mañana, la odiosa chica que se puso en su medio cuando venía saliendo de las clases días atrás. ¿Era un presagio que ese estorbo lo estuviera siguiendo? Apretó su lápiz y bufó al notar la atención que le estaban dando a esta simple extranjera, quien se veía fría y ni siquiera sonreía a quienes se alegraban por tenerla en la clase.

—¡Kanbara! Bienvenida al curso de héroes, estamos encantados de tenerte aquí. ¡Soy el delegado de la clase 1A, Tenya Iida.—presentó aquel alto joven de anteojos, se veía muy educado y Ava no tardó en extenderle la mano para saludarle.

—Yo soy la subdelegada, mi nombre es Momo Yaoyorozu.—la joven de cabello negro y ojos casi del mismo tono se levantó del asiento sonriente, acercándose a Ava quien parecía temblar por la dichosa atención que le daban.

—Kanbara se unirá a ustedes hoy, por lo que serán responsables de ponerla al corriente de todo y guiarla en las próximas clases.—decía Aizawa, con Ava aún de pie quien miraba al suelo. 

—¡Sin embargo, habrá una tarea extra para alguno de ustedes!—exclamó Presentmic, apretándole el hombro a Ava.—¡Tendrán que darle clases de idioma a su compañera! ¡Aunque puede entenderlo y dictarlo, queremos ayudarla para que lo refuerce, así que escogimos a dos alumnos que por semana le darán tutorías!—Ava sentía que pronto sudaría y su respiración se descontrolaría.

La abuela no me dijo esta parte. ¿O si?—pensó para sí misma, algo tensa mientras que algunos esperaban con emoción por quienes serían, otros la miraban con frialdad y desprecio.

—Todoroki, hemos visto pocas acciones de compañerismo de tu parte, así que tendrás turno con Bakugo para que también pueda reforzar eso. Ambos se encargarán de que Kanbara pueda avanzar con el idioma.—afirmó el profesor Aizawa, para así Ava poder examinar a quienes se dirigió y quedó atónica cuando observó al chico rubio que apretó su lápiz hasta casi romperlo.

¡Es ese imbécil de al lado!—exclamó en su mente con asombro, mirándolo enfurecer por la petición de los profesores ante él.

—No tengo objeción.—informó el mencionado Shoto, el hijo de Endeavor se veía igual de estoico que su padre cuando lo mostraban en la televisión; Ava quiso sonreírle, pero se abstuvo.

—No pienso darle clases extra a un extra.—fue esa voz irritante y el punto culminante de Katsuki en crear un ambiente tenso en el aula; incluso ocasionó el asombro de sus compañeros.

—¡Bakugo!—intentó reprender el delegado, Tenya se veía muy serio, aunque noto que a la nueva alumna le importo un pico lo que él había dicho.

—¿Qué? ¿Crees que no tengo cosas que hacer motor atrasado?—Tenya respiro hondo ante la hostilidad de su compañero, que claramente no se vería premiada por los profesores.

—No te estábamos preguntando Bakugo, ya ha quedado claro. Empezarán la semana próxima.—anunció Aizawa, colocando su mano el hombro de Ava quien se sintió más que ofendida.

Miro de reojo a Katsuki—, estaba confundida con su actitud y hostilidad—. Aunque noto que no la trato así solamente a ella y se basó en un trato igual para sus compañeros. Era extraño, porque él la miraba de una forma atenta y fría, sin despegarle la mirada como si fuera un enemigo. Aunque no era así, para él, esta chica nueva era un nuevo obstáculo en su meta. Tendría que quedar atrás para enseñarle, le molestaba hasta enmarcar sus venas. Ava se abrió paso, las alumnas se veían más amigables y sonrientes, eran como si la recibiera un arcoíris. Se sentó en el asiento vacío de al lado de la segunda delegada al mando, quien le sonreía de una forma emocionante. Para Ava esto era un caos y una aventura que no sabría qué esperar de ella, pero estaría dispuesta a demostrarle al rubio que no era un extra. Él apretaba fuertemente el lápiz, se veía irritado y molesto. Ella levantó la mirada para mirar la pizarra, en donde veían de forma digitalizada como su profesor de Inglés mostraba algunas próximas tareas.

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❏Próximo capítulo: Curso de héroes.

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