❝_DonitaBimbo❞
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❀ՏͲϴᎡᎽ ᏔᎡᏆͲͲᎬΝ ᏴᎽ: _DonitaBimbo
❥ᏟᎪͲᎬᏀϴᎡᏆ́Ꭺ: 𝐂𝐀𝐍𝐃𝐘
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CUPID IS DUMB
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I've been a hopeless romantic all my life…
¿Podrías imaginar por un momento que viajaras en el tiempo y accidentalmente encuentras al amor de tu vida?
Im Nayeon, una laboratorista que estaba trabajando hasta tarde una noche en Corea de noviembre del 2022 accidentalmente encontró la forma de viajar en el tiempo, rompiendo el espacio y tiempo además de quedar atrapada en el año 1999. Un mundo totalmente diferente para ella, nunca pudo regresar a su época y tuvo que acostumbrarse a vivir en un mundo más machista del que ya vivía, en donde vivir siendo mujer se podía convertir en pesadilla.
Intentó de todas las maneras posibles regresar a su tiempo sin embargo nunca pudo encontrar la solución.
Dos años habían pasado desde aquel suceso de un accidental viaje en el tiempo y lo único bueno que había sucedido en aquel momento era Yoo Jeongyeong.
Una jovencita de alto estatus, con cabello castaño oscuro y un rostro tallado por los mismos ángeles. Una joven con un corazón de oro, siempre dispuesta a ayudar a todo el mundo; y su estilo de moda era simplemente hermoso ante los ojos de Nayeon.
Fue una tarde en una cafetería, en donde Nayeon trabajó por mucho tiempo, cuando se encontró por primera vez con ella; su corazón se agitó como loco y sus mejillas se tornaron rojas.
Un flechazo inmediato.
¡Ahg, cuanto odiaba Nayeon convertirse en una gelatina cada vez que la veía! Su rostro se caía de vergüenza cada vez que recordaba cuando la malteada arruinó el hermoso vestido rosa de Jeongyeong aunque fue aquello que la acercó a ella.
"No te preocupes por esto, lo lavaré cuando llegue a casa. ¿Cuál es tu nombre?"
Tartamudeo demasiado para responder aquella siempre pregunta.
"Eres adorable Nayeon"
Sólo había un problema en todo eso.
— ¿En qué piensas Nay? — la nombrada agitó su cabeza para sacar sus pensamientos y sus ojos se dirigieron a Jeongyeon, quien tomaba un café.
— N-nada, solo se me vino un recuerdo a la mente…
Jeongyeon no se daba cuenta de sus sentimientos. Tal vez era porque Jeongyeong no se encontraba inclinada a esas cosas o era muy idiota como para darse cuenta de la mirada melosa que poseía Nayeon.
Pero fue una noche de primavera cuando decidió tomar valor, caminaban juntas por unos callejones que estaban solitarios pero llenos de luz; Jeongyeong hablaba con voz animada sobre algo que había descubierto para su trabajo.
Hasta que Nayeon detuvo la caminata, jugaba nerviosa con la correa de su cartera y Jeongyeong estaba a unos 10 metros de ella.
— ¡Jeongyeon! ¡Me gustas! — Jeongyeong volteó con un ceño fruncido y el corazón de Nayeon empezó a latir con rapidez.
— ¡No entiendo, estás muy lejos! ¡Acércate!
— ¡Me da vergüenza!
Los pétalos de las flores empezaron a caer sobre ambas chicas, Nayeon a pequeños pasos se fue acercando a Jeongyeong.
— Me gustas… siento algo por ti
— ¿Qué?
— Me alejare de ti si así lo deseas
— ¿Qué? ¡no! Pensé que era la única que sentía esto pero… — una risa nerviosa atacó a Jeongyeon y poco a poco a Nayeon.
Las calles estaban llenas de aquellas carcajadas y por alguna razón las luces parecieron dar más vida al momento. Fue desde aquel momento en el cual ambas tuvieron "algo" a escondidas de todos.
Oh, Nayeon recordaba a la perfección su primer beso.
Ella portaba un vestido blanco por encima de las rodillas, sus labios estaban hechos el uno para el otro, el sabor a whisky y fresas que se mezcló al momento de que Jeongyeong introdujo su lengua en la cavidad bucal de la chica.
En casa, jeongyeon solía portar trajes con pantalones mientras que en la calle solía usar faldas y vestidos de colores pasteles, con su cabello recogido en una coleta media. Era como ver dos personas totalmente diferentes.
Existían momentos que Nayeon no podía olvidar, como la vez que se cayó en el césped por andar persiguiendola en un día de picnic. Lloro tanto de la vergüenza como del dolor.
O la vez en la que sus ropas se mezclaron y aquel hermoso vestido blanco terminó siendo un vestido blanco y poco rosado; por el lado contrario Jeongyeong terminó con una camisa con manchas blancas en todos lados.
Oh, Nayeon amaba a jeongyeon.
Jeongyeon amaba a Nayeon.
Amaba cuando la tomaba de la cintura, cuando le daba besos en la frente, amaba el bigote de leche que se le formaba en las mañanas y las sábanas que tenía en su cama.
Amaba su risa y su mirada cuando leía, amaba como le pedía la opinión de su vestuario cada vez que iban a salir.
Las luces amarillentas y el pequeño salón vacío en el que se encontraban ambos, la música se reproducía en aquella vieja radio que tenía la chica, las cortinas blancas hacían que su sombra se reflejará en el patio pero daba la suficiente privacidad para que Jeongyeon pudiera besar a su chica.
Un beso lento, el sabor a vino que disfrutaba Nayeon y los suaves labios que poseía su pareja, la mano de Jeongyeon atrajo la cintura de ella y con su otra mano acariciaba su mejilla con lentitud, hasta que finalmente se tienen que separar por falta de aire.
Nayeon ya no quería volver a su tiempo, quería quedarse ahí junto a Jeongyeon y adoptar a un niño que se pareciera a Jeong , quería escuchar cada noche el corazón de Jeongyeon latir antes de dormir y amanecer junto a ella para luego llenarse de besos, quería que hicieran el desayuno juntos y por las tardes leer algún libro juntos. No le faltaba nada más.
En algún punto, Nayeon olvidó que no pertenecía a ese tiempo.
Y sin embargo, aquella mañana fue perfecta, si no contamos la caída de la cama cuando se levantó.
Jeongyeon amaba a Nayeon, amaba ver su cabello hecho un nido por las mañanas, como decía expresiones que no conocía o como insultaba a la cocina cada vez que algo salía mal. Aunque no le gustaba mucho que la golpeara mientras reía pero su risa era tan única que podía pasar escuchándola todo el día.
Jeongyeon no sabía porque, pero desde que su ropa fue manchada por ese batido había sentido una conexión especial y única con ella, solo habían bastado unos segundos para hacer un pequeño click con ella, aunque nunca se imaginó que terminaría en ese tipo de relación con Nayeon.
Nayeon odiaba la lluvia, eso fue algo que aprendió con el tiempo, así que cada vez que sucedía se quedaba en la cama junto a ella abrazándola tan fuerte como podía y de vez en cuando le cantaba una canción de cuna para que durmiera. Quería velarle el sueño, así ninguna pesadilla se atrevería a interrumpir el sueño de su linda Nayeon, porque cada vez que sucedía la chica daba patadas al aire.
Noche tras noche, patada tras patada, las lluvias se volvían más fuertes; y es que los dioses estaban enojados, no podían deshacer las líneas de tiempo que tanto habían esforzado en hacer y mucho menos podían causar un desastre por dos jóvenes que estaban enamoradas, pero cupido defendió a ambas cuando están intentando separarlas.
Cupido protegió lo más que pudo aquel romance de primavera hasta que sus alas no pudieron resistir más y los dioses más fuertes tomaron el control de la situación.
— Nay, amor... despierta — La acaramelada voz de Jeongyeon despertaba a la chica que aún estaba bajo las sábanas y sus ojos apenas se iban adaptando a la luz— Es tarde cariño
— ¿Puedes quedarte hoy en casa? — Murmuró la chica mientras se ponía la almohada sobre su rostro, Jeong río y le quitó la almohada.
— Volveré temprano, lo prometo — Dijo antes de dejarle un beso en la frente e irse a trabajar
Jeongyeon podía describir a esa chica con una sola palabra, estrella. Poseía un aura que iluminaba cada mañana y una sonrisa tan brillante que te derrite el corazón, se veía tan pequeña y frágil como una flor pero era mucho más fuerte que él.
Aquella chica que era tan pequeña como una violeta lo atraía con una gran fuerza, si la miraba era adorable, si la miraba por más tiempo era bonita. Aún con todas esas palabras extrañas y comportamientos raros, la amaba con toda su alma y corazón.
Una noche con una fuerte tormenta, Nayeon se escondía en el pecho de Jeong aspirando la fragancia que esta poseía, los truenos la asustaban pero se sentía protegida al estar entre los cálidos brazos de su pareja mientras esta le acariciaba el cabello y le cantaba una canción de cuna hasta que ambos durmieran. Sin embargo esa noche algo se sentía extraño, el corazón de Nayeon latía sin parar y por alguna razón sentía que algo iba a suceder y gracias a aquel presentimiento había estado mimando a Jeongyeon todo el día.
Sin embargo a la mañana siguiente su corazón se rompió por completo al no ver a Jeongyeon a su lado, al no sentir el olor a cerezas que está emanaba.
Estaba sola junto con su celular que reproducía un drama de dudosa procedencia.
Había sucedido de nuevo, sin saberlo había vuelto a viajar en el tiempo, al mismo lugar de donde se había ido ni siquiera habían pasado tres horas pero para ella fue toda una vida. Necesitaba verla de nuevo, al menos una vez más para despedirse correctamente pero sus esfuerzos fueron en vano, nunca regresaría a los brazos de aquella mujer.
Intentó de todas las maneras posibles poder reunirse con ella de nuevo, pasaron meses y la locura e idiotez estaban llegando al límite más alto de nayeon hasta que finalmente sucedió un accidente.
— Lo siento, soy una idiota, le pagare la tintoria — Nayeon no podía levantar la mirada de la vergüenza cuando derramó su café sobre alguien, capaz y aquello se le había hecho costumbre.
— Está bien, solo ten más cuidado a la próxima
Esa voz la podía reconocer a la perfección, al levantar su rostro ahí estaba ella aunque ahora se trataba de una chica rubia. Pero era su chica, seguía siendo la misma.
Cupido se había apiadado de ellas aunque por lo torpe que solía ser, la situación no había salido muy bien. Cada vez que se encontraban, Nayeon terminaba por ensuciar la ropa de Jeongyeon o por caerse y pasar el ridículo.
Sin embargo, aquello empezó la amistad entre ambas y Nayeon no pudo evitar pensar en su Jeongyeon, aquella que hacía que su corazón latiera como loco. Aunque poco a poco ambas empezaron a desarrollar sentimientos de nuevo.
Las risas y el amor empezaron a surgir entre ambas, las citas, los besos. Era como vivir en un cuento de hadas del cual ninguna quería salir aún.
— Te traería cinco rosas pero tú ya eres una — Jeongyeon estiraba la rosa con una sonrisa haciendo que Nayeon se sonrojara.
Y solo fue cuestión de tiempo para que aquello sucediera.
Aquello que Nayeon había esperado durante mucho tiempo, aquel momento del cual sólo había podido imaginar escenarios en su cabeza anteriormente.
— Nayeon ¿me permites ser tu esposa? — preguntó con una sonrisa encantadora.
Y Nayeon no pudo haber sido más feliz y dichosa de haber escuchado aquellas palabras, a pesar de que la responsabilidad y los rumores eran gigantes no pudo evitar aceptar aquella propuesta con una gran sonrisa en su rostro.
Ya fuera Jeongyeon de 1999 o 2022, ambas habían logrado enamorarla de una manera tan hermosa que podía ser digna de ser un libro. A pesar de que Nayeon se consideraba torpe había logrado conquistar a Jeongyeon.
La boda no fue la gran cosa, ambas llevaban un vestido blanco y solo reunieron a los más cercanos para ambas sin embargo aquello hizo sentir a Nayeon como si estuviera soñando de lo feliz que se encontraba.
Oh, y cupido quién había encontrado sus flechas en el camino se dio cuenta de que había hecho un buen trabajo, de que no había estado mal pelearse con los demás por esta buena causa.
Todo aquello era una hermosa historia, pero solo imagina que todo aquello pasará en la vida real.
<<Cupid Is DUMB>>
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