❝Army_pacramos❞
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❀ՏͲϴᎡᎽ ᏔᎡᏆͲͲᎬΝ ᏴᎽ: Army_pacramos
❥ᏟᎪͲᎬᏀϴᎡᏆ́Ꭺ: 𝐈𝐍𝐅𝐄𝐑𝐍𝐎
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TRAICIÓN ENVENENADA
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Hanneul
Iba decidida a cantarle las cuarenta, ¿Pero que se había creído el muy cretino? Yo no estaba para que me vieran pintada en la pared ni para que quisieran destruir mi empresa. Yo sabía que me iba a hacer pagar por no haber querido seguido con lo nuestro, era eso exactamente lo que le ocurría. ¡Bastardo!
Abrí la puerta mientras su secretaria daba voces detrás de mí.
—!No puede entrar señora! ¡El señor Jeon está...
—!Soy señorita por si no lo sabe! —me volví a ella con el pomo en mi mano y la puerta ya abierta.
Ella abrió los ojos y retrocedió un poco, tal vez se asustó por ver la rabia en mi rostro.
—¿Qué es éste alboroto? —su voz fuerte e imponente se escuchó y yo moví mi cuerpo hasta ver su figura sentada en el sillón que estaba tras su enorme escritorio. Toda aquella sala olía a su asqueroso dinero.
—Buenos días señor Jeon —dije con cierta sorna cuando sus ojos negros quedaron incrustados en mí.
—Estoy en plena reunión, ¿No le enseñaron modales señorita Kim? —su tono era tan seco que me desesperó.
—Tal vez haya personas que no se merezcan mi respeto —se lo solté y él apretó sus dientes.
Su maldita mandíbula se le puso tan marcada que lo hacía asquerosamente atractivo, no necesitaba ver eso en éste momento. Jeon Jungkook tenía el poder de dejar a una mujer anulada con solo una mirada y una mueca de sus labios, después nada había que decir de su cuerpo trabajado por sus horas y horas de gimnasio. ¡Maldita sea! Nublaba el entendimiento y no te dejaba pensar con claridad.
—Elizabeth ve y redacta lo que hasta ahora te he dicho, luego seguiremos —le dijo autoritario a su otra secretaria, el muy imbécil tenía dos.
Cuando se levantó aquella chica de su silla rodé mis ojos. Piernas largas, cintura de avispa, pechos firmes operados y pelo largo rubio. Sus gustos, los que hicieron que lo nuestro no funcionara.
—Eso Elizabeth hazle caso en todo, que tal vez luego tengas tu recompensa —le dije entrando al interior y poniendo una sonrisa sarcástica.
—¿Lo dices por lo que te gustaban a tí las que yo te daba? —soltó de pronto con una gran sonrisa, yo lo fulmine con la mirada.
—Con permiso —dijo la chica—. Si necesita algo dígamelo señor Jeon.
Se fue y nos dejó solos a los dos allí mirándonos como si fuésemos contrincantes en un ring de boxeo.
—Tome asiento señorita Kim —alargó su mano señalando la silla que estaba frente de la suya.
—Lo que tengo que decirte lo haré mejor de pie.
—¿Ya dejaste los formalismos? Ya se me hacía raro lo de señor Jeon cuando llegaste —puso sus manos encima de la mesa y las entrelazó haciendo de él una persona con porte jodidamente varonil.
—No me jodas Jungkook con esos aires de gran magnate —le advertí.
El sonreía exultante, más rabia me daba a mí.
—Joder, una palabra muy bonita para salir por la boca de una señorita, aunque me gusta más usarla cuando tengo a una mujer entre mis brazos.
Desesperada y aturdida por sus palabras y por los recuerdos que tenía de él y yo juntos, cerré mis muslos por un momento, pero saber que no fui la única me borró todo de golpe.
—¿Me vas a decir de una vez a qué has venido? Tengo mucho trabajo y no puedo perder mi tiempo con cosas estúpidas —eso terminó de arrasar con todos los recuerdos.
Mi corazón se rompió, tan tonta era que sentí una punzada atravesarlo. Pero había aprendido a no demostrar mi dolor, él mismo me lo había enseñado.
—¿Por qué me quitaste al inversionista? ¿No podías soportar que quisiera hacer un contrato conmigo? —al escuchar mis palabras se puso serio y frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando? —se levantó de su asiento y salió del escritorio, se quedó alejado de mí—. No sé de qué hablas, yo no sé nada de eso Han —me llamó como en el pasado.
—Soy la señorita Kim para tí, bastante claro dejaste eso cuando me dejaste —mi recriminación no me gustó ni a mí, sonaba a despecho.
Vestía con un traje de corte moderno pero que lo hacía todo un señor atractivo y de alta sociedad. Iba de color oscuro y camisa blanca, una fantasía andante que estaba ante mí.
—Ya veo —volvió a sonreír—. Tú no vienes por negocios, todo es una burda escusa. Aún no me lo has perdonado, pero recuerda que fuiste tú la que me dejaste y no yo para que me odies tanto como lo estás haciendo.
—No es odio, es repugnancia.
Su aspecto cambió radicalmente al escucharme.
Se acercó poco a poco y pude divisar la oscuridad en sus ojos, en todo su esplendor venía Jeon Jungkook hacia mí.
—¿Te repugno Han?
—Sí...mucho.
Mi cuerpo se había tensado y un sudor empezó a brotar por mis axilas y por el canal de mis dos pechos. El calor me inundaba con un poder que solo él podía ejercer sobre mí.
—No te creo —se acercó aún más.
Ya lo tenía ante mí a escasos pasos, el olor a loción después del afeitado entró por mi nariz y me hizo inhalar con fuerza. Era el mismo que yo recordaba, intenso, embriagador y el que hacía que se te retorcieran los dedos de los pies y se abrieran tus piernas de golpe.
—Pues si no te lo crees es tu problema —pude balbucear, porque creo que aquello no era hablar.
—¿Ya te olvidaste? ¿Tan pronto lo hiciste?
—¿El qué?
"Tonta, tonta y más tonta"
Estaba tan en trance que me puse en evidencia con tan tonta pregunta, "El qué" ¡Idiota! Sus besos y sus caricias, su entrega y la tuya cuando hacíais el amor tan salvajemente. Se lo has dejado en bandeja de plata.
—El momento en que gritabas mi nombre porque ya no lo podías soportar más Han —me susurró al oído.
¿Cuando se había acercado tanto? No lo vi llegar, o tal vez era todo tan hipnótico que no me daba cuenta en el peligro que me encontraba.
En un alarde de valentía me separé de golpe.
—¡No te atrevas! Exijo respeto señor Jeon —me recompuse como pude de todo el caos en el que me vi envuelta.
Lo vi apretar los puños y tragar fuerte.
—No entiendo a lo que has venido, me has evitado desde hace meses y ahora te presentas aquí haciendo gala de una actitud altiva que no te pega nada —me reprochó.
—Tú has hecho que tenga que pelear por lo que me pertenece —le expliqué de nuevo.
—¿Pero es que no sé de qué hablas?
—¡Me quitaste al inversor! ¡Ya te lo he dicho antes! ¡¿Acaso eres tonto?!
Hasta yo me paralice, hasta yo me di cuenta que me había pasado con el argumento. Lo había insultado y él no llevaba muy bien eso de los insultos.
—¿Como me has llamado? —dijo arrugando su frente.
—Perdón, Jungkook lo siento —tenía que disculparme.
—¡Con pedir perdón no basta! —me estremecí ante su grito y su actitud de enfado.
—Ya te he dicho que lo siento, no hagas melodrama que no es para tanto.
—Para tí nunca es suficiente, ¿Verdad? —se tocó el puente de la nariz como si estuviese cansado—. Siempre pensarás que yo tuve la culpa de todo, me jode ver que te haces la víctima en algo que solo fue un maldito malentendido.
Abrí mis ojos víctima del miedo, no necesitaba en éste momento ese recuerdo ni esa charla entre nosotros. La pelea que desencadenó nuestra ruptura fue muy dolorosa.
—No quiero hablar de eso —me moví hacia la puerta.
—¡¿Se puede saber para dónde vas?! —me cogió de la mano.
Su contacto abrasó mi piel, su impacto entró dentro de mí para desarmar mi ímpetu por olvidarlo.
—No me toques, no lo hagas —dije aún de espaldas de forma tan patética que parecía que decía lo contrario.
—No puedes creer que quise hacerte daño, tu guerra contra mí tiene que acabar de una vez Han —su voz se volvió cálida de pronto.
Cada vez que decía mi nombre me corría electricidad por las venas. Taladraba mi cerebro haciendo que el dolor fuera insoportable.
Me giré y lo miré con un desprecio brutal.
—Te acostaste con mi hermana, ¿Tengo que olvidarlo para que te sientas mejor?
—!No lo hice Han! — gritó.
Seguro que desde fuera nos escuchaban los empleados, pero todo se había vuelto tan intenso en emociones que no me importaba lo más mínimo.
—¡No vuelvas a llamarme así maldita sea! —le di un golpe en su pecho duro, después le di otro y mi respiración rompió el momento para hacerme parar.
Él respiró agitado y sus narices se hincharon al salir el aire con fuerza por ellas.
—¿Aún piensas eso? —preguntó como si no fuese obvio—. Me da pena que fueras tan ilusa.
—¡Ilusa mi coño!
—Que mal hablada eres cuando te enfadas, no has cambiado nada —me soltó la mano.
—No te atrevas a hacerte la víctima Jungkook, me engañaste tú —lo vi ponerse de espaldas y tenía su cabeza baja—. Tú y solo tú me hiciste daño.
Me di cuenta que mi vista se volvió borrosa porque mis ojos se estaban llenando de lágrimas.
Me ordené a mí misma hace un mes y prohibido encarecidamente que no volvería a llorar por él, y sin embargo aquí estaba tragando mis lágrimas para que no cayeran por mis mejillas abajo.
Noté como su espalda subía y bajaba por su violenta respiración. Volteó para volver a poner sus ojos negros en mí. Sus bellos ojos que tanto amaba de él en su tiempo y que me di cuenta que aún tenían posesión sobre mí.
—¿Te imaginaste a tu hermana y a mí juntos?
Se me revolvieron las tripas. ¿Como podía preguntar eso?
—No sigas.
Se puso de frente a mí.
—¿Cuando los dos nos estábamos revolcando en una cama? ¿Esas fueron las imágenes que rondaron por tu mente cuando ella lo contó?
Sonreía y se acercaba.
—¡Te he dicho que no sigas! —mi dolor era tan fuerte que me quería dejar caer al suelo.
—¿Esa era tu imaginación? ¿Que con ella disfrutaba más que contigo? —no paraba por mucho que yo se lo pedí.
—Por favor —supliqué en voz baja porque todo lo que decía me estaba atragantado y no me dejaba respirar.
—Eres una ilusa Han —me atrapó de la cintura y ya no tenía fuerzas para soltarme—. ¿Quieres golpearme de nuevo? —me pegó a su cuerpo con ganas y posesión—. Pues hazlo cuántas veces quieras, pero yo no te soltaré, no lo haré porque aunque me duela no puede ser tanto como me dolió que no confiaras en mí.
Besó mi cuello y el infierno volvió a capturar mi cuerpo. Los labios de mi diablo particular me hicieron entender lo mucho que deseaba ese contacto en mi piel.
—No puedes...
—¿Que no puedo? Dime
—Besarme así de la nada...
Cogió mi barbilla con sus largos para mirarme de cerca.
—Eso no ha sido un beso Han, pero ésto sí.
Presionó sus labios con los mios y la agonía salvaje que nos unió en esos días que nos amamos, volvió a inundar mis sentimientos de algo sobrenatural y cálido a la vez.
Noté como se hacía pasó con su lengua para recorrer mi interior buscando la mía. La acarició cuando la encontró y el contacto que tuvieron me hizo estremecer.
Agarré su chaqueta con mis manos para no caer, me aferraba a su cuerpo y sus besos. Me hacía ser feliz de nuevo, aunque sabía que era un burdo espejismo, quería sentirlo de nuevo junto a mí y que me amara, sentirme deseada por el hombre que amaba.
Se separó jadeante al igual que lo estaba yo.
—¿No ves que somos el puzzle perfecto Han?
—Pero no somos del mismo rompecabezas Jungkook.
—Me niego que pienses eso, somos perfectos el uno para el otro y tu hermana se dió cuenta, te tiene envidia y ha mal metido entre nosotros, ¿No te das cuenta?
—Ya no sé que creer, ella dijo...
—¡Ella dijo! ¡Ella dijo! ¡No es cierto! Jamás la toqué, solo fue diciendo eso porque aquella noche cuando me abordó la rechacé.
—Pero me enseñó las pruebas de que estuvo en tu apartamento.
—¡Y estuvo Han! Pero no pasó nada, la eché sin miramientos porque te quiero a tí.
—¿Aún me quieres?
—Siempre lo he hecho y siempre lo haré...
Y volvió a besarme, y volvió a meter en mí ese sentimiento que nunca tendría que haber nadie intentado arrebatar de nuestras vidas....
La envidia a veces va envuelta en un rencor que destruyen a las personas, mi hermana era una persona que nunca pudo verme feliz y con Jungkook quiso hacerme pagar su odio y rencor.
Tal no supe expresar lo que me molestaba, tal vez tenía que haberle dejado claro que con el amor de otros no se juega. Pero me dejé llevar por los celos y los pensamientos negativos.
—Volvamos a estar juntos —me pidió cerca de mis labios.
—Me dolió todo tanto —le contesté absorta en sus ojos y tocando su pelo negro.
—Lo sé, yo también he sufrido —me pasó sus manos por mis muslos y me subió hacia arriba como si lo hiciera con una pluma. Él y sus fuertes brazos.
—¿Qué haces? —me cogí a su cuello por la impresión.
—Quiero que estemos más cómodos —me besó rápido y luego llegó hasta el sofá.
Me tendió en él y se subió un poco en mí sin hacer presión.
—Dime que no me has echado de menos —ya volvió el seductor nato, su voz, su mirada y su perversión mezclados para dejarte sin respiración.
—Un poquito.
—¿Solo un poquito? No me lo creo, sino no hubieras sido tan intensa cuando entraste por esa puerta. Venías como una fiera para dejarme claro que no podías vivir sin mí —se reía.
—!Oye! —le di una palmada en el hombro—. No te lo creas tanto.
—¿No? ¿Crees que no soy de esos hombres que saben cuál es su potencial?
—Engreído.
—¿Sí? ¿Y qué más soy? —disfrutaba con todo aquello.
Me puse a pensar y noté la presión de su cabeza en mi pecho.
—Han, yo nunca te engañaría.
Si alguien viera al gran magnate de los negocios Jeon Jungkook allí echado en mí de la forma en que se encontraba, no lo creería.
Y es que tenía dos facetas tan distintas como atrayentes.
Era un ángel y un demonio, era amoroso e intenso. Te hacía delirar y llorar al mismo tiempo por el placer que te otorgaba cuando se lo proponía.
Cogí su rostro y lo alcé.
—¿Quieres que te crea?
—No, lo que quiero es que desees creerlo. Que no haya dudas de mi amor por tí —su suspiro me dijo que su sufrimiento era como el mío.
—Te creo.
—Gracias a dios Han.
Nos abrazamos, me propuse en éste mismo instante que nadie entraría de nuevo en nuestras vidas...
FIN
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