6. Nueva pareja
Renjun tuvo que despertarse más temprano de lo que tenía planeado, porque por la mañana lo llamaron desde el lobby para comunicarle que alguien estaba preguntando por él en recepción.
Le extrañó demasiado tener una visita, así que por eso mismo preguntó de quién se trataba.
Y no iba a mentir, lo tomó por completa sorpresa cuando supo que se trataba de Jaehyun.
Le pidió a la recepcionista que lo echara, pero ella le comentó afligida que aquel hombre estaba siendo muy insistente.
Así que Renjun no quiso descargar su amargura con ella, y sólo le dijo que le pidiera a Jaehyun que esperara a que él bajara y no la molestara más.
Renjun fue a lavarse los dientes, darse la ducha más rápida que podía permitirse y eligió rápidamente un outfit que incluía una boina para luego aplicarse un leve maquillaje.
Salió a enfrentar a Jaehyun de una manera que le demostrara que había seguido disfrutando de la vida por su cuenta.
Y cuando lo tuvo enfrente en medio de aquel lobby, simplemente no sintió nada al verlo a los ojos.
Malditamente nada.
Y por eso ladeó una burlona y victoriosa sonrisa.
—¿Qué haces aquí? ¿Me extrañas mucho, bebito? —lo provocó pícaramente.
Jaehyun lo miró exhausto, luciendo unas terribles ojeras.
—No sabes lo difícil que fue hacer que tu madre me dijera dónde estabas.
—No debió decirte nada en absoluto. —chasquea la lengua Renjun, cruzándose de brazos para analizar la vestimenta de su ex esposo de manera venenosa, escaneando de arriba hacia abajo con sus filosos ojos—. Además de follar de la mierda, también te vistes de la mierda.
—Callate. —se tensó Jaehyun—. Estoy aquí porque nunca logré entender la razón por la que me dejaste, y eso me vuelve loco...
—Te dejé y eso es lo que importa, ya está. Vete. —suspiró Renjun, rodando los ojos—. Hoy tengo mucho que hacer. Agradecería que te fueras y no vuelvas nunca más, prácticamente me estás acosando. Te voy a poner una orden de alejamiento para la siguiente.
—Me jode la cabeza que no quieras estar... Conmigo... Joder. Por dios. —negó con la cabeza como si no lo creyera—. ¿Por qué mierda no me querrías?
—¿Por qué mierda te querría? —le corrigió Renjun, riendo maliciosamente—. En serio, vete.
—Pensé que estábamos bien.
—¿Tan iluso eres?
Jaehyun intentó acercarse, queriendo tomar a Renjun del brazo.
Pero Renjun se alejó enseguida, dejando salir una carcajada.
—Lo de la orden de alejamiento va en serio. Quiero que te vayas ahora. —soltó bruscamente, ya empezando a enojarse—. Ahora, te dije.
—Renjun...
—¡Ahora! —ordenó, alzando la voz.
Entonces, luego de su fuerte grito, sintió una mano posarse en su espalda de manera firme.
Saltó sorprendido en su lugar, girando la cabeza hacia la persona que se había posicionado a su lado de manera protectora, y casi se cae de rodillas al ver que se trataba de Na Jaemin.
—Retírate del hotel, gracias. —habló Na con firmeza en su voz ronca, teniendo la mandíbula tensa en cuanto sus ojos, destilando chispas, cayeron pesadamente en los de Jaehyun.
Pero Jaehyun no se rindió.
—¿Este de aquí es tu nueva pareja o qué? ¿También lo piensas dejar porque folla de la mierda? —mostrándose alterado ante la naturalidad con la que Renjun aceptó la cercanía del hombre alto, Jaehyun los observó con los ojos muy abiertos.
—Soy el dueño del hotel. —aclaró Jaemin, dejando despacio ir a Renjun para acercarse a Jaehyun peligrosamente—. Retírate, no tienes permitida la entrada nunca más, ¿entendido? Bueno, anda.
Jaehyun asintió de mala gana, tensando todo su cuerpo mientras retrocedía para alejarse del agresivo cuerpo de Jaemin.
Le dedicó una última mirada a Renjun, llena de rencor, y luego se dio la vuelta para empezar a alejarse echando humos.
Renjun se encogió de hombros, despreocupado.
No entendía cuál era el maldito problema de ese loco, pues no era como si las últimas semanas de su matrimonio se hubiese visto interesado por estar con él.
Así que sólo le restó importancia.
Y de todos modos, cuando Na volteó a verlo y se inclinó hacia abajo para mirarlo cuidadosamente de cerca, Jaemin no pudo pensar en nada que no fuera el aroma que desprendía el hombre.
—¿Estás bien, mon amour? —preguntó con voz suave, haciendo que Renjun por alguna razón tuviera escalofríos.
—Sí... —apenas logró susurrar, atrapado en la cercanía.
Cerró los ojos un momento.
Pero se golpeó mentalmente y reaccionó, frunciendo el ceño enseguida.
—No necesitaba tu ayuda, Petit loup. Podía hacerlo solo e incluso más rápido. Lo agarraba a patadas y listo. —Renjun ladeó una sonrisa, pasando junto a Na y en el proceso golpeándole el hombro con el suyo—. ¿Nos veremos más tarde para jugar tenis con los demás?
Jaemin lo detuvo, sosteniendo su brazo de manera firme pero sin llegar a hacerle daño.
Se miraron a los ojos de manera filosa, ambos batallando en silencio por quién podía cargar más intensidad en su mirada.
—No lo sé. —le susurró Na—. ¿Quieres verme, mon amour?
Renjun contuvo la respiración un momento.
—Me da igual. —mintió—. Pero sé que tú quieres verme a mí, Petit loup.
Jaemin dejó ir el brazo de Renjun con delicadeza, pero lejos de dejar la situación hasta ahí, le puso la mano en la espalda y lo guió hasta los ascensores.
Renjun tuvo el instinto de dejarlo hacerlo, sólo mordiendo su labio inferior ansioso.
Entonces ambos entraron a un ascensor, Jaemin marcó el piso de Renjun y en cuanto las puertas se cerraron, Jaemin acorraló a Renjun contra el espejo del ascensor.
Renjun sonrió, lleno de satisfacción al ser presionado por el cuerpo de Jaemin.
—¿Mmm? —lo interrogó Renjun con la mirada, sin borrar su gran sonrisa llena de picardía.
Entonces Jaemin apretó las puntas de sus dedos en las costillas de Renjun, haciendo que eso le cortara la respiración al más bajo enseguida.
Y la sonrisa de Renjun se borró sólo por sentir cómo sus mejillas se calentaban ante la fija mirada de Na.
—Di que estás agradecido. —ordenó Jaemin en voz baja—. No seas maleducado.
Renjun contuvo sus impulsos de agradecer y sólo negó con la cabeza en silencio.
Pero la rodilla de Jaemin le separó las piernas.
—No, ya te dije que podía hacerlo solo. —le dijo con la voz más estable que consiguió, aferrando sus manos al saco de vestir de Jaemin.
Renjun, sintiendo el aroma de Jaemin y el calor de su cuerpo, ahora tenía la necesidad de sentir sus cuerpos juntos y besarlo.
La imagen pasó por su cabeza y le encantó.
De verdad creía que el hombre lo besaría, así que esperó mirándolo fijamente a los ojos.
Pero entonces las puertas del ascensor se abrieron en su piso.
Jaemin se alejó, y sin darle tiempo de nada a Renjun, lo tomó por los hombros y prácticamente lo sacó del ascensor, dejándolo en medio del pasillo de su piso completamente solo.
Renjun vio cómo Jaemin se devolvía al ascensor, dejando que las puertas se cerraran sin siquiera volver a mirarlo. Sólo ignorándolo.
No hubo despedida y Renjun no se sintió bien.
Enseguida que las puertas del ascensor se cerraron, separándolo de Jaemin, quiso volver a estar ahí dentro y tenerlo cerca.
Aún quería su cercanía.
Y aún quería un beso.
No se sintió nada bien y ahora inútilmente susurró:—Gracias.
Se fue a su habitación, sintiéndose acalorado, y en cuanto ya estuvo tirado en su cama, tomó su móvil para hacerle una llamada a Chenle.
El mayor respondió al segundo tono, haciendo a Renjun sonreír de manera perezosa, todavía abrumado con todo el calor de su cuerpo.
—¿Qué traes puesto? —preguntó Renjun sin rodeos.
—Pantalones de vestir y una camisa blanca. —le contestó Chenle, riendo sin entender.
—Quítatelo todo. —le dijo de manera firme.
—R-Renjun...
—¿No quieres? —arqueó una ceja instintivamente aunque Chenle no le viera.
—S-Sí.
Renjun no tardó en sacarse a Jaemin de la cabeza en cuanto aquella caliente llamada con Chenle empezó.
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