LA SANGRE CORRIA por mi dedo indice, el pequeño piquete que me habian dado ni si quiera lo senti. Tal vez lo unico que sentí fue la angustia inhumana en mi pecho que estaba hace días.

-Firma aquí.

Le hice caso a la mujer. Con delicadeza hice mi firma y suspiré mirando el papel y los nombres correlativos que seguian allí.

-¡Siguiente!

Me di la vuelta rapidamente dije:

-Mar, solo te picaran el dedo, ¿Si? No debes de temer.

Preocupada mire a mi hermana menor. Margarita tenía solo doce años recién cumplidos y nunca había pasado por este procedimiento de elección.

-Mocosa o te mueves o te movemos. Necesitamos que vayas con las demas niñas y despejes el lugar.

Un agente de la paz se acerco hacia mi. Me observo y apunto con su arma al rejunte de chicas que estaban al frente del escenario esperando la elección de la muerte.

-Me quedaré aquí.-contesté sin mirar al hombre, cosa que lo molesto

-Lily, tranquila. Yo puedo.

La menor susurró, sosteniendo mi mano y dejando pequeñas caricias en ella.

-No me importa lo que digan ellos. Solo quieren intimidarnos.

-Ve, nos veremos del otro lado. Y cuando esto termine comeremos el pastel de chocolate que hizo Rose.

El agente de la paz me empujo con su arma, inevitablemente comence a caminar hacia donde estaban todas las mujeres y niñas. La angustia ni se esfumó, solo aumento.

Unos dias atras habían anunciado la era de un nuevo vasallaje y ese mismo incluiria el doble de tributos de lo normal. El miedo que me daba que mis hermanas salgan electas para este juego de la muerte era muy grande.

Imaginense que mi padre y yo nos esforzamos todo este tiempo para que ninguna pida teselas. Por eso mismo, nunca nos veiamos. Asi que la única que criaba a las niñas era yo.

Yo era su madre, la madre que nunca tuvimos. O bueno, el intento.

Poco a poco mi vida no era tan importante, sino la de ellas era la prioridad.

-¡Bienvenidos, bienvenidos a una nueva y tan esperada cosecha!

En busca de mis hermanas, encontré a papá. Ambos hicimos contacto visual y fingimos estar bien. El con un solo asentimiento y un no te preocupes hizo que mi corazón brincara de ansiedad.

¡Todo no iba a estar bien!

Faltaban años y años para terminar con esta tortura agregandole para que también salgan del rango de edad para ser electas.

Un video del presidente Snow comenzo a reproducirse en el lugar. Y una vez que termino con la tipica frase: haremos justicia la presentadora volvio a hablar.

-¡Comencemos con las niñas. Siempre debemos ser respetuosos! La primera elegida es...

El silencio se hizo presente y las luces se pusieron de un color más cálido.

-¡Rose Cristal Pryor!

Mis ojos se abrieron y en busca de la cabellera color castaño acaramelado comence a empujar a la gente que tenía delante mío. Muchos bufaron y otros no le dieron importancia.

Hasta que la vi, ella estaba a punto de subir las escaleras que la conducirian a su muerte segura.

Rose también era solo una niña, solo tenía 14 años de edad y aún no había terminado la academia. Le daba pavor matar un insecto, ¡imaginense una persona! Esto no era para ella.

Ni para nadie.

-¡No, Rose! ¡Detente!

Mi cuerpo fue interceptado por un hombre de blanco.

La garganta me ardia de lo fuerte que grite y las lágrimas saladas comenzaron a caer por mis mejillas.

Todo lo que había hecho para cuidarlas no habia sido suficiente.

Ella me observó con su cara pálida y sin animo, negó con su cabeza. Subio las escaleras y se posiciono junto a la acompañante que sonreía de manera falsa.

-¡Yo me ofrezco, dejenla ir!

Mis empujes para que el agente de la paz me soltara dieron sus frutos. Con rapidez corrí hacia el escenario.

-¡Soy voluntaria!¡Me ofrezco en su lugar!

-Al parecer tenemos una voluntaria. Muy pocas veces es visto.

Subí por las escaleras y abrace a Rose, ella empezó a llorar y a negar con su cabeza repetidas veces.

-Por favor no lo hagas, dejame a mí. Tú debes de vivir.

-¡¿Y tú no?!

-Eres nuestra madre, hermana. Debes de terminar de vivir y criar a Maggie.

-¡Ustedes son mi vida!

Mire un agente de la paz y le indique que la bajara, las cosas ya estaban dichas y no habría un cambio.

Yo me ofreceria en su lugar.

Daria mi vida a cambio de la suya.

-Bueno, que escena trágica. Pero son cosas que suceden en la vida, ¿no? Debemos continuar con la ceremonia.

Observe la multitud en busca de alguien familiar pero no encontré a nadie.

Estaba vacia y sola.

-Sigamos con el varon. ¡Lucerys Mellark! Sube por favor, no te comeremos.

Un chico castaño y de ojos color miel subió al escenario tan rápido que ni si quiera me inmute de su presencia.

Él saludo a la población y sonrió.

Parecia a gusto.

-Y como saben, esto es un vasallaje. Asi que tenemos el gran gusto de tener una pareja más. Asi que para más diversión primero sacaremos al varón.

Sus uñas pintadas tocaron las papeletas hasta seleccionar una en específicio. La agarro firme, la leyó en silencio y sonrió.

-¡Abernathy! ¡Haymitch Abernathy!

Si había la posibilidad de que mis ojos se salieron de lugar, lo hicieron.

La gente comenzó a dispersarse hasta dejar ver a un rubio, de aspecto flacucho y triste.

Sus mejillas se tiñeron de rojo y su mandíbula luego se endurecio.

-Soy yo.-el susurró en voz baja

¡Que idiota!

A pasos lentos pero seguros subio al escenario, me observó y trato de sonreir. El impulso de rodar los ojos estuvo y sucedió

Esto era una locura.

¡Tendria que luchar contra mi cuñado!