EL ESCENARIO DE CAFÉ Y CRISPAS DE MANZANA LLENABA EL AIRE en las horas frías y tranquilas antes del amanecer. Roxy encontró sus extremidades enredadas debajo de las sábanas recién lavadas, respiraciones en su piel donde su hombro se encuentra aquí cuello

- Creo que la luna es lesbiana - susurró la morena acurrucando su cabeza contra el pecho de Stella suspirando cuando los latidos del corazón de las rubias se derritieron contra sus oídos.

- Ro, crees que todo lo que respira es lesbiano - susurró la solariana con su mirada cariñosa cayendo hacia la morena contra su pecho que ahora lucía un puchero.

- Bueno, no es mi culpa que todos los organismos vivos pongan en marcha mi radar gay - y antes la princesa pudo ayudarse a sí misma dejó caer un beso en la frente de la menor, su monólogo interno (que sonaba sospechosamente como la voz de su madre) comenzó a gritar.

Esto está mal

Esto está mal

Esto es...

- La puesta de sol es tan bonita, Stella. - La morena murmuró mientras veía el sol florecer en el horizonte, los pétalos dorados se extendían siempre hacia afuera y goteaban su luz dorada como un almíbar sobre la avena. Las hojas relucían como un espejo moteado de mosaicos y el rocío de la mañana adornaba las telarañas y la hierba. Stella volvió su mirada hacia la más joven viendo como los tonos cobrizos besaban su piel. No pudo evitar admirar su piel salpicada de vetas de película de la misma forma en que el cielo nocturno estaba salpicado de constelaciones, la boca entreabierta como cortinas de terciopelo solo para revelar la prosa más dulce.

Esto está mal...

Esto está mal

Esto es...

Y de repente fueron dos tormentas chocando, los besos se precipitaron como el éter, como el agua salada llenando los pulmones y, sin embargo, curiosamente, Stella sintió que podía respirar con más claridad de lo que jamás hubiera podido hacerlo antes.

Esto es correcto.

Y así Stella cae, se permite encontrar refugio en la cresta de los labios de Roxy y no pudo evitar preguntarse si los labios de los más jóvenes estaban hechos para besos a la luz del amanecer mientras se sentía derretida.

Quizás era Helena de Troya cruzando el mar Egeo, conociendo demasiado bien los riesgos, quizás este era el comienzo de la guerra de Troya. Quizás esto se convertiría en una epopeya griega, no contada, no escrita y disolviéndose en las costas. Y Stella piensa que no sería tan malo permanecer un poco más en la seguridad fugaz de los brazos de la morena.

ROXY SE DESPIERTA SOLA, REPRODUCIENDO TODAS LAS ESCENAS de esa mañana de abril, donde se derritió en los brazos de Stella. Ahora, los cierra, sin la rubia alrededor, luchando con estas fijaciones tratando de convencerse a sí misma de que un recuerdo más de los recuerdos sería el último; una fantasía más, una fantasía más no estaría de más.

Uno más...

- ¡Roxy! Date prisa, vas a llegar tarde a tu primer día. - La morena sale de ella, el aroma del café y las patatas fritas de manzana desaparece y el aroma fresco de petricor llenando su nariz. Kiko frota su nariz contra su mano, preguntándole si estaba bien. Ella solo sonríe sabiendo que decir que sí sería una mentira.

Ese abril se lo había llevado todo y ahora todo lo que sabía eran mentiras y desamores en las primeras horas de una fría mañana.

Ella lanza su canasta y coloca a su conejo y rana adentro, desempolvando el musgo húmedo de su vestido y corriendo hacia su hermano y Silva, quienes la miraban con cariñoso cansancio.

Los labios se curvaron en una gran sonrisa mientras envolvía su mano alrededor de sus brazos tirando de ellos hacia el auto

- ¡A Alfea vamos!