I
El sonidos de los niños gritando en aquella habitación resonaba por todo el lugar, las risas sádicas de los que los torturaban también resonaban y un escalofrío invadió su pequeño cuerpo, tres hermanos sufriendo, suplicando que alguien los ayudará, que los sacara de aquel infierno, pero por más que suplicaban, que incluso rezaran...sus súplicas nunca fueron escuchadas y toda su inocencia se fue desvaneciendo entre las tinieblas de la noche, la sangre derramada lo confirmaba.
—Oh dios...que alguien nos ayude.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Eran las 8:00 de la mañana, el sonido de los pájaros cantando invadían el gran y denso bosque, bosque donde justo yacía una enorme mansión, la mansión phantomhive, habitada por sus sirvientes y dos señores y amos: ciel y Amelia phantomhive, hermanos y huérfanos condes de la realeza, la hermana mayor, como siempre empezaba su día despertando temprano y preparándose para la rutina de su día que consistía en revisar grandes documentos de la compañía funtom y enviárselos a su hermano para que los vieran, ambos hermanos se encargaban de la empresa por igual, para que así ninguno de los dos abarcará más trabajo de lo necesario y pudieran tener tiempo de descanso, aunque la palabra descanso no exquisita en su vocabulario, ninguno tomaba un receso, no podían porque ambos eran igual de tercos y rencorosos.
La joven de cabellera negra con toques azulados suspiró —con que el italiano vendrá de visita, eh.—cerró sus ojos mientras fruncia ligeramente su seño—Espero que esto sea rápido.
Dicho aquello, la condesa se dirigió hacia la habitación de su pequeño hermano menor, esperando que el conde se hubiera siquiera despertado, pero conociéndolo bien no creía que eso fuera posible, en eso, mientras se dirigía hacia la habitación de su hermano se encontró por el pasillo al serviente fiel de los phantomhive, cuyo individuo traía el desayuno para su hermano; Sebastian michaelis.
—Buenos días, joven ama—saludó el mayordomo inclinándose ligeramente ante la noble.—Espero haya tenido un agradable sueño.
La condesa ignoró al mayordomo y entró a la habitación de su hermano, encontrándolo arropado con grandes frazadas y hecho bolita en ellas, Sebastian fue directamente hacia las ventanas y las abrió para que el sol entrará en la habitación y logrando así despertar al conde.
—Buenos días, hermano—Saludo Amelia quien se encontraba sentada en el borde de la otra cama, su hermano correspondió el saludó y tomó el desayuno que estaba listo—Los papeles del resumen de ventas de funtom llegaron, ya los revise y te toca dar los últimos detalles, y también tienes la visita de un anciano italiano, que Sebastian te diga el resto.
—Es muy temprano para eso, hermana—dijo el joven conde mientras soltaba un bostezo —Pero lo leeré pronto.
—Tomate tu tiempo —respondió la condesa mientras le acariciaba la cabeza a su pequeño hermano.—Te esperaré abajo.
Y dicho aquello dejó la habitación de su hermano siendo seguida por dos pares de ojos, los de su hermano y del mayordomo.
(...)
El gran alboroto que hacían los sirvientes era más que evidente en la mansión phantomhive, la condesa guiada por su curiosidad fue a revisar lo que hacían los empleados, dándose cuenta el gran alboroto que causaron estos mismos.
—Por qué la cena de esta noche está hecha un carbón, Bard?—preguntó la condesa con una expresión entre soprendida y divertida.
El chef por el contrario de su ama, tenía una expresión de miedo y nervios—B-bueno, pensé que si usaba mi lanzallamas podría cocinar. mucho más rápido, pero no resultó bien—eso último lo dijo con una sonrisa nerviosa y rascándose la nuca.
—Meirin y Finnian, algo para decir?—esta vez dirigió sus ojos azules hacia los otros empleados.
—Ama Amelia, pensé que si usaba fermentantes, seria mucho más efectivo—soltó finnian con arrepentimiento.
Luego le siguió Meirin —Cuando fui a buscar el set de té para invitados, me había resvalado y caído.
En cuanto dijeron eso, los tres empezaron a temblar de miedo al ver algo detrás de Amelia, la condesa al no entender porque actuaban así se dio la vuelta, encontrándose con Sebastian. Quien veía a los empleados con una mirada asesina y con intensas ganas de matar, por alguna razón su apariencia se hacia cada vez más grande y la de los sirvientes más pequeñas.
—¡Lo sentimos mucho, Sebastian!—Dijeron al unísono Meirin y finnian.
El nombrado por el contrario, los ignoró y llevo una mano a su mentón, pensando en qué hacer para arreglar el desastre que hicieron los demás.
Y Amelia al ver la escena no paraba de disfrutar el momento, pero aburriendose rápidamente, se dirigió hacia el despacho de su hermano, a esperar junto a él al invitado de esta noche. Cuando se dirigía hacia las escaleras, se dio cuenta que el cuadro de sus padres ya no estaban, Amelia al ver la ausencia de dicho cuadro sintió un gran alivio y tristeza invadir su cuerpo.
A la edad de 19 le era increíblemente difícil superar ese incidente y el recuerdo de sus padres seguía latente, por lo que de alguna forma se sentía agradecida con su hermano el haber ordenado quitar ese cuadro.
.
.
.
.
.
.
El invitado Damiano, de la compañía poseidon, habia llegado al territorio de los condes, el italiano quien rápidamente fue atendido y recibido por el mayordomo y por el resto del personal, el encargado de dicha compañía al admirar el patio de la mansión quedó completamente fascinado por la estética y decoración de dicho patio.
—El famoso jardín de piedra de "japone"—había dicho japone el mayordomo, "japone" terminó usado en italiano —
—¡Prodigioso! Increíble.—exclamó maravillado el Italiano. —¡Es un jardín espectacular!
—Hoy daremos lugar a la cena en este jardín—aviso Sebastian —Hasta entonces, por favor, espere dentro de la mansión hasta que sea la hora.
El italiano soltó una risa divertida —No esperaba menos de la casa phantomhive, no podré esperar hasta la noche.
Cuando el italiano se fue adentrando a la mansión phantomhive y hubo entrado, los tres, Finnian, Meirin y bard soltaron un suspiró de alivió.
—De la que nos salvamos —dijo bard.
—¡La arena que compré se convirtió en un jardín espectacular!—Le siguió finnian.
Sebastian al ver a los tres empleados sonrió orgulloso—Cómo el mayordomo al servicio de la casa phantomhive, ¿cómo no podría hacer algo tan simple? Todavía tenemos cosas que hacer mientras los jóvenes amos hablan con el invitado, vamos.
Los tres largaron un "si" en estando de acuerdo con el mayordomo y así todos se pusieron en manos a la obra.
En otra parte de la mansión phantomhive, los hermanos condes, esperaban al invitado, damiano, quien al verlos, enseguida les saludo educadamente y como era de esperarse, ciel lo invitó a jugar un juego elegante de mesa y hasta ahora iba ganando él, Amelia por el otro lado solamente los acompañaba mientras leía un libro que tenía entre sus manos, no prestadole mucha atención, ya que la voz del italiano le parecía muy ruidosa .
—Hay algo muy notable en el progreso de la técnica de hilandería al Este de la India.—comenzó damiano—Además, cuenta con un personaje brillante.
—Está a merced de los muertos—dijo ciel interrumpiendo al comerciante.—Hoy no tengo suerte, descanso un turno.
Amelia sonrió divertida ante la situación —siempre te pasa lo mismo querido hermano.—los ojos del italiano fueron hacia la hermana del conde, y por un breve momento se quedó contemplando la belleza de la condesa.
Ignorando el hecho ocurrido, el italiano prosiguió —Es el momento de intervenir, mi empresa tomará el proyecto y se ocupará de la construcción...
—Es su turno—volvió a interrumpir el joven conde al italiano.
—Ah...si...entonces, con su permiso—movió un pequeño trompo de juguete sobre el juego de mesa—Número 5, y bueno, esa es la situación, nos haría falta 10.200 libras si podría facilitarles...—los dos condes le dedicaron una mirada fría e indiferente hacia el italiano —No creo que sea desventajoso para el duque, yo me convertiría en la mano derecha de la compañía phantom y llegaríamos hasta Asía del Sur y creari...
— "Perderás las piernas en el bosque de la perdición" —soltó la condesa aquellas palabras con un toque de macabro humor negro.
El italiano se le quedó mirando extrañado por aquellas palabras de la condesa, pero su atención fue regresada al otro conde phantomhive.
—Aún es su turno —dijo simple ciel.—Yo aún descanso un turno.
—Ah, claro —el italiano volvió a girar el trompo.—Bien, avanzo en 6.
—No, sólo avanzas 3—contraataco el conde.
—Pero...—El italiano estaba confundido.
—Acabas de perder las piernas y solo puedes avanzar la mitad, mi hermana te lo acaba de decir. —Aclaró el joven conde.
El italiano soltó una risa divertida —Es un juego bastante extraño. ¿No hay forma de recuperar las piernas?—preguntó divertido el italiano.
—Lo que una vez se ha perdido, nunca más regresa —comentó con la mente perdida la condesa phantomhive y su hermano estuvo de acuerdo con ella.
Y de repente, ciel le arrebató una pieza del juego al italiano Damiano, este soprendido ante la actitud de ambos jóvenes condes los miró atentamente.
— "Arderá en rojas llamas ". —concluyó ciel mientras le dedicaba una mirada fría al italiano y este se estremeció ante el miedo que sintió al escuchar tales palabras.
El italiano dirigió sus ojos hacia la mesa de juego y observó una carta de una persona siendo atada y quemada entre las llamas rojas mientras en su rostro reflejaba el miedo mismo.
Y en ese momento, el mayordomo interrumpió la intensa aura oscura que había aparecido entre el despacho y de los hermanos, avisando que la cena estaba lista.
—La cena está lista.
—Ah si, la cena en el jardín de piedra, lo estuve esperando —el italiano se levantó de su asiento—
—Entonces, continuemos después.—comentó ciel.
Pero el italiano rápidamente negó ante la idea.—Aunque continuemos, yo ya soy consciente de mi derrota.
—Mi hermano no tiene interés en dejar un juego a medias, por lo que sería muy patético dejarlo pasar. —le siguió la condesa mientras también se levantaba del asiento, el italiano le dedico una mirada llena de odio a la noble.
—Niña estúpida...—susurró pero ciel y victoria lo escucharon claramente y se giraron a verlo.
El italiano al ver la atención que tenía de los hermanos rápidamente se excusó —Ah, el tener el corazón infantil es esencial para crear cosas, debido a eso, las compañías phantom llegaron a dónde están ahora. ¡Es admirable!
Sebastian al escucharlo le dedico una mirada en silencio inexpresiva y esperó pacientemente a que sus amos salieran del despacho.
.
.
.
.
.
.
Al llegar la noche, los sirvientes de la mansión phantomhive habían preparado una mesa para la cena en el jardín, y el menú que los acompañaba estaba acompañado de la mano del chef de la casa, bard, el platillo se llama "Gyu tataki don" que consiste en un cuenco que contiene carne, vegetales, u otros ingredientes cocinados juntos y servidos sobre arroz.
—Oh...esta es ¿la cena?—la expresión del italiano era bastante llamativa y sin poder cree lo que veían sus ojos.
—Si, ¿no está enterado?—Damiano llevo sus ojos hacia el mayordomo, prestando atención a cada palabra que salía de sus labios —Es un platillo que ha sido transmitido desde al Japón antiguo, para mostrar aprecio y compensar los esfuerzos de los trabajadores. ¡¡Eso es el donburi!!
Al finalizar la exagerada explicación del mayordomo, el italiano quedó aún más fascinado con la presentación que hizo Sebastian e imaginativamente hablando, su mente voló a través de grandes olas de admiración.
—Como agradecimiento a Damiano-san por el esfuerzo que puso en la compañía, pensé que este sería el menú adecuado.—soltó dichas palabras de sebastian y el italiano se encogía metafóricamente hablando ante la grandeza del mayordomo.
En el fondo de los arbustos se encontraban escondidos el resto del personal, la curiosidad por saber que pasaría en la cena los atrapó y quisieron saber qué pasaría, finnian, Bard y Tanaka-San contemplaban a sebastian y el como dicho mayordomo infernal se lucía dentro de la cena.
—¡Lo hace muy bien, Sebastian!—dijo con admiración finnian.
—¡buen apoyo!—Le siguió bard.
Y Tanaka-San solamente hizo sonidos de alegría, como dándole la razón a ambos chicos.
—¡Pero que cena tan única!—exclamó eufórico Damiano.—¡Realmente es la recepción de primera clase de la casa phantomhive!—concluyó con admiración.
—Alisté un vino que va perfectamente con el sabor de la salsa de soya.—comentó Sebastian mientras tenía un brazo extendido hacia Meirin quien traía un carrito de plata con el vino, pero la sirvienta no prestaba atención a su entorno—Meirin—la llamó pero no respondió, volvió a llamarla—¡Meirin!
Esta vez si escucho y enseguida se puso nerviosa —¡si!—Sebastian sigilosamente se acercó al rostro de meirin y está adoptó un color rojo en sus mejillas.
—No te quedes quieta y sirvele el vino—dijo en un susurró el mayordomo, pero Meirin no le prestaba atención, la acercania del contrario la ponía realmente nerviosa.
—S-si, señor—dijo tartamudeando.
—Oigan, ¿no creen que se está comportando extraño?—preguntó bard.
Meirin estaba temblando literalmente de los nervios, la imagen de la cara cerca de Sebastian la ponía realmente nerviosa —N-No puedo hacerlo, sebastian...la forma en la que se acercó, su rostro, ¡su rostro!—Y así, de repente Meirin derramó la botella de vino sobre el mantel y todo el mundo estaba a punto de estallar de los nervios por la situación, pero afortunadamente sebastian actuó rápido y de un solo movimiento quitó el mantel de la mesa, sin derramar la cena al primer intento.
Bard y finnian rápidamente se acercaron a Meirin y damiano al terminar su cena observó la mesa, dándose cuenta que el mantel ya no estaba sobre la mesa.
—¿Dónde se fue el mantel?—preguntó incrédulo el italiano.
—El mantel tenía una manche e hice que lo quitaran, no es de importancia —respondió tranquilamente el conde.
Sebastian se inclinó ligeramente a modo de disculpa—Siento la molestia, por favor disfrute de la cena.
Damiano río divertido y soprendido a la vez —No dejan de sorprenderme condes phantomhive, realmente son talentosos.
—Para alguien que esta bajo nuestra orden, solo hizo su trabajo.—respondió Amelia con una sonrisa maliciosa en sus labios y Ciel siguió.
—Es como dice mi señora, soy un simple mayordomo—finalizó Sebastian con una mirada maliciosa.
.
.
.
.
.
.
Al ya finalizar la cena de esta noche, los condes phantomhive y el italiano Damiano regresaron al despacho de la mansión a retomar su platica.
—Fue todo un espectáculo—comentó damiano— Entonces, comencemos con el contrato.
—Pero antes, tenemos que continuar con el juego.—recordó el joven conde.
—Cierto, pero necesito la siguiente promesa...—pero rápidamente fue nuevamente interrumpido por el joven con el parche.
—Los niños son odiosos con los juegos, lo sabes, ¿verdad?—en ese momento Amelia sonrió burlonamente ante lo dicho de su hermano.
El italiano por el contrario de Amelia, puso una sería expresión.— ¿ Entonces...me daría un momento para hablar por teléfono?
Ciel asintió y permito que el comerciante se fuera, en ese instante la aparición de sebastian interrumpió el gran silencio que habitaba en el despacho del joven conde.
Sebastian al adentrarse al despacho junto con el té que había traído, el aroma invadió el despacho.
—¿Qué? El aroma es muy suave—comentó inrritado el joven noble.
—Es bastante desagradable —le siguió Amelia con una expresión seria.
—Preparé un té Italiano al gusto del invitado—Respondió sebastian tranquilo.
—Italiano?
—En Italia domina el café, es difícil encontrar un buen té negro, ¿no le agrada?—preguntó sebastian.
—No, no me agrada—respondió ciel, pero no se refería al té exactamente.
—Prepararé el postre—aviso Sebastian mientras dejaba el resto en la pequeña mesa.
—Si.—respondió serio el conde.
—Haz que disfrute hasta el final—dijo Amelia mientras le dedicaba una mirada fría y divertida hacia el mayordomo.
—muéstrale la recepción al estilo phantomhive.—finalizó ciel.
—Yes, my lords—y con solo decir esas palabras sus ojo brillaron en un rosa rojizo diabólico y mirada felina.
.
.
.
.
.
.
—Ya me cansé de estar de niñero—dijo con evidente fastidio el italiano —Si, ya le pague a la fábrica. Ahora solo falta poner el dinero que le quitaremos al mocoso y al la niña estúpida, directo a mi bolsillo. ¿A los trabajadores? ¡No me interesan!
De repente, mientras Damiano hablaba por teléfono un rostro diabólico y aterrador había aparecido en el espejo de atrás, lo cual hizo que el italiano se girará a ver lo que pasaba a sus espaldas, un escalofrío le tocó en la columna y por un momento su pulso se aceleró.
—Bueno, dejo en tus manos los trámites restantes—volvio a retomar la llamada—Si, no hay problema. Además, solo son un niño y una adolescente.
Al finalizar la llamada, Damiano salió de la sala de donde se ubicaba y fue directo hacia el despacho, mientras subía las escaleras, las pinturas a su alrededor se veían mucho más realistas de lo que ya eran y por alguna razón empezaban a incomodar al italiano quien enseguida empezó a sudar frío, Damiano se giró a ver una pintura en particular y como por arte de magia, el rostro de aquella pintura se disfiguro en una horripilante cara fantasmal pálida y macabra.
Damiano rápidamente se frotó los ojos y volvió a mirar la pintura, pero esta había regresado a la normalidad.
—Otra vez?, debe ser mi imaginación.
"Estás a merced de los muertos "
Dijo una voz distorsionada en el pasillo, y damiano se estremeció con solo escuchar aquella frase, pero rápidamente lo ignoró.
—Que estupidez.—sonrió nervioso y temeroso.
En el camino hacia los pasillos, el italiano iba confundiéndose en cada puerta, y en ninguna le llevaba a su destino. Se sentía en un laberinto sin final.
" Estás a merced de los muertos "
Otra vez aquella voz distorsionada, volvía a invadir su mente y ya empezaba a asustarlo y de entre las tinieblas de los pasillos infinitos, otra vez aquel rostro fantasmerico apareció, acercándose cada vez más y más cerca de él, Damiano al ya no soportarlo soltó un grito de terror y salio corriendo como un cobarde.
—¿Ah? Ese era el invitado?—se preguntó finnian mientras sujetaba firmemente el gran cuadro de pintura entre sus manos.
—Ah cállate, ¡si no nos damos prisa sebastian nos regañará otra vez!—regaño bard.
En otra parte, abajo de la escalera se encontraba Meirin, preparándose para barrer, pero su mente estaba en otra parte, sus mejillas adoptaron un rosa intenso al recordar lo sucedido esta noche.
—Ah, ¡que vergüenza!, ¡cometí un grave error...! Pero...El estar tan cerca de sebastian, ahhhhh, ¡no debo pensar así!
Decía eso mientras sacudía sus brazos por todas parte, y en un descuido el balde que que tenía en su otro brazo salió volando y desapareciendo de su vista.
.
.
.
.
.
.
" Descanso un turno "
Y otra vez aquella voz distorsionada volvía atormentarlo, damiano seguía corriendo y gritando de miedo, y de repente, mientras seguía corriendo, sus pies tropezaron con algo y terminó cayéndose sobre las escaleras.
En ese momento, Meirin quien estaba por ahí cerca, se acercó a ayudar al italiano, pero al ver su pierna doblada se horrorizó al instante.
—¡Su pierna está doblada!—expresó con horror la empleada.
De repente, los demás sirvientes al escuchar el grito de dolor del italiano se acercaron hasta el incidente.
—¿ Qué ocurrió?—preguntó bard.
—E-el invitado. —Meirin no paraba de tartamudear.
El italiano de repente giró su cabeza para ver a su alrededor y sus ojos se encontraron otra vez con el rostro fantasmerico de la pintura.
" Perderás las pierdas en el bosque de la perdición "
El italiano al escuchar tales palabras se asustó aún más y como pudo, se levantó del suelo y otra vez retomo su camino para escapar del rostro fantasmerico y diabólico y mientras se arrastraba con ayuda de sus brazos fue dirigiéndose hacia otra habitación, pero de repente, chocó contra unas piernas largas y duras en su camino, el italiano levantó su cabeza del suelo y sus ojos se encontraron con los del mayordomo, quien poseía unos ojos completamente rojos y con una mirada oscurecida.
—Hacia dónde se dirige?—preguntó burlón el mayordomo y Damiano al ver la expresión diabólica del mayordomo se alejó enseguida de él, manteniendo una distancia prudente.
—La recepción todavía no ha terminado, aún falta el postre—el italiano no quiso seguir escuchándolo y volvió a retomar su escape, pero sebastian lo seguía —Además, perdió las piernas y solo puede moverse la mitad de lo habitual. ¿Por qué no descansa un poco?
Mientras seguía arrastrándose, se encontró con una puerta misteriosa y sin dudarlo entró en ella y a sus espaldas la cerró.
—¡Mierda! No puedo ver nada.
Al decir esas palabras el sonido de unos pasos acercándose resonó por toda la habitación y Damiano se asustó aún más de lo que ya estaba y entrando en pánico casi al instante, se metió a algo que parecía una mino puerta, y sin tener otra opción se metió ahí y cerró la puerta, cuando los pasos pararon, la puerta de la habitación en donde estaba escondido fue abierta y por ella entró sebastian.
—¡Rayos! Es tan estrechó, pero qué...¿dulce?—en ese momento las luces se encendieron en el lugar.
—Pero que invitado tan impaciente, nunca me imagine encontrarlo dentro del horno.—en cuanto sebastian dijo eso, el pánico se apoderó del italiano y con todas sus fuerzas intentó salir de dicho horno, golpeando y gritando, pero no podía y además el fuego ya empezaba a calentarlo rápidamente.
—Acaso los italianos no saben que el pudin y otros postres en Inglaterra se preparan con la grasa de la carne?—su voz salía burlona y se regocijaba ante la situación.
" Arderás en rojas llamas ".
Y así como lo había dicho, ardió en llamas rojas y un grito desgarrador invadió toda la mansión phantomhive, los dueños de aquella mansión sonreían divertidos ante la situación.
—Damiano-san disfrutó plenamente de la recepción al estilo phantomhive —dijo con orgullo el mayordomo infernal.
—¡mamma mía!!—gritó desde lejos de aquel bosque inmenso mientras salía arrastrándose.
Ciel río divertido ante la situación.—Ese horrible gritó se oyó como un cerdo a punto de ser degollado.
La joven condesa dejó su tasa de té a un lado.—Aún creo que fuiste demasiado benevolente con ese anciano italiano, hubiera sido mucho más divertido como un pudin italiano.
—Vendía a espaldas de la fábrica y no garantizaba la seguridad de los trabajadores, ¿acaso pensaba que iba a molestarme en asesinarlo? Pero que estafador idiota.
—Lo que una vez se ha perdido, nunca más regresa.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro